La mujer de Lugo
Lugo tiene una esposa muy sabrosa
La mujer del Lic. Lugo
El sábado ganamos la final de la liga de beisbol de veteranos. Hubo comida y mucha cerveza para celebrar el triunfo. El “lic”, como le decimos a César Lugo, funge como entrenador y patrocinador del equipo. Es un hombre cuya edad ronda los 55 años, y Vero, su esposa, tiene alrededor de 35. Lugo es la segunda pareja de Vero, se unió a él después de ocho años de divorcio. Lugo no se casó hasta que conoció a Vero hace diez años. Verónica fue madre a muy temprana edad, su hijo pasa los fines de semana con su padre, por esta razón ella y Lugo pasan siempre el fin de semana solos. Muchas veces entre los compañeros de juego comentamos lo afortunado que es Lugo al tener una mujer mucho más joven y buenísima. Verónica mide como 1,60 mts, es morena clara, con piernas bien formadas y unas nalgas grandes que resaltan sobre todo cuando viste pantalón ajustado. Tiene unos pechos de regular tamaño y se caracteriza por hablarle a Lugo con mucho cariño y melosamente con su aguda, más bien chillona, voz.
Para no hacer la historia larga, les contaré que ya al anochecer poco a poco los jugadores se fueron retirando. Quedamos un grupo reducido, incluyendo al Lic. Lugo y Verónica. La mayoría estaba ya borracho, cualquier motivo era suficiente para levantar la copa o la cerveza y bridar, particularmente con el Lic. Lugo. Muchos fueron a buscarle para brindar con él. Yo por tener poco tiempo en el equipo tomé poco, bebí agua mineral con muy poco whiskey. En un momento dado el Lic. Lugo nos invitó a continuar el festejo a su casa. Llamé a mi esposa por teléfono para avisarle que llegaría tarde. Acudimos tres compañeros más con sus esposas. En su casa, Lugo sacó más botellas, puso música y continuamos el festejo. Una de las parejas se puso a bailar en sala contigua al comedor. Vero le dijo a Lugo que bailara con ella, pero por estar platicando me pidió que yo bailara con su mujer. Me di cuenta que Vero estaba muy alegre, creo por efecto de las bebidas que había ingerido. Bailamos un rato y después de cierto tiempo, una a una de las parejas se fue despidiendo hasta que quedamos Lugo, Vero y yo.
También me despedí, sin embargo, el lic. que ya estaba muy tomado, insistió en brindar las últimas copas. Me senté con él y nos dispusimos a tomar. Vero se disculpó diciendo que iría a tomar un baño, pue con el baile había sudado mucho. Subió a su recamara. Lugo servía los vasos con una cantidad considerable de alcohol, tomaba el suyo casi de un sorbo. Yo tomaba una copa mientras él bebía tres. Al cabo de un rato, el lic. estaba más que ebrio. Cuando bajó Vero, aún en bata de baño, con la toalla enredada en su pelo y una botella de crema para el cuerpo, nos vio y dijo que pensó que ya me había retirado. Lugo le pidió que brindara con nosotros. Ella pidió ir a cambiarse pero su marido le dijo que no se retirara, no tenía importancia cambiarse pues estábamos en confianza. Vero pidió que también le sirviera un vaso a ella y brindamos. La música seguía por lo que Vero le pidió bailar a Lugo. El lic. repitió que bailara conmigo. Había música tropical, así que bailamos yo tomándole el talle y la mano. Al cabo de cada canción íbamos a brindar con Lugo que ya se estaba quedando dormido en la mesa. Continué bailando con Vero, luego vinieron las canciones calmadas y ella pegó su cuerpo al mío. No pude evitar sentirme excitado por tenerla así, me preguntaba si estaría desnuda bajo la bata. Olía el perfume de su jabón, acerqué mi rostro a su cabeza y ella no dijo nada. Olí sobre su cuello y ella sólo sonrío nerviosa, diciendo que le provocaba cosquillas. Al cabo de la canción fuimos a la mesa pero Lugo estaba profundamente dormido. Vero levantó su vaso y dijo que brindáramos por esta noche. Luego jalo mi mano para que continuáramos bailando. La abracé por su cintura y le dije al oído que el lic era afortunado por tener una mujer tan hermosa. Ella repitió que hablarle al oído le provocaba cosquillas. Sin más le di pequeños besos en su cuello. Ella se retorció y me pidió que no siguiera con eso, que la ponía muy nerviosa. Regresamos al comedor para brindar, moví a Lugo pero no despertó, estaba completamente ebrio y dormido. Dimos unos pequeños sorbos a nuestras bebidas y regresamos a bailar.
Casi iniciando el baile, Vero me pidió que no continuara besándole el cuello porque se ponía muy nerviosa, sobre todo si lo hacía detrás de sus orejas. Más que una advertencia fue una invitación. Le besé detrás de sus orejas y ella se retorció diciendo que no lo hiciera porque se pondría muy nerviosa. Por supuesto que no me detuve, seguí besándole, luego recorrí su mejilla dándole de besos hasta llegar a su boca. Ella correspondió. Pegó más su cuerpo y hundió sus dedos en mi cabello haciendo más intenso el beso. Con la seguridad de que su marido estaba completamente dormido, procedí a desatar la bata de baño. Así lo hice e introduje mis manos por dentro de ella. Me percaté que no tenía sostén. Seguí besándola mientras con mis manos abría la bata. Busqué la mano de Vero y la llevé sobre mi pene para que sintiera la erección. Ella acarició suavemente mi bulto, diciendo: ¡Que vergota tienes papi!.
La bata cayó al piso al momento que dirigí mi boca para besar sus senos. Los pezones de Vero estaban muy crecidos y duros. Mi mano buscó su sexo, le acaricié su clítoris por encima de su panty. ¡Papi, me vuelves loca! – decía ella. Después con cuidado introduje mi dedo entre su panty y su piel buscando su vagina. Estaba literalmente escurriendo sus líquidos vaginales, introduje sin dificultad la punta de mi dedo medio. Vero se levantó sobre las puntas de sus pies, separando sus piernas para dar más acceso a mi mano. Nos besamos mientras ella acariciaba mi miembro por encima del pantalón y yo introducía en su vagina casi la mitad de mi dedo. Un ronquido muy fuerte de su marido rompió con nuestro momento.
Vamos allá arriba – dijo Vero – para estar más cómodos. Ella retiró la toalla de su cabeza, recogió la bata, tomó la botella de crema y se dirigió a las escaleras. Yo la seguí mirando su rico trasero y la tira rosa de la tanga que se perdía entre sus nalgas. No creía que me fuera a coger a la mujer de Lugo. Entramos a su recamara, dejó caer la toalla y bata, cerró la puerta y nos prendimos en otro beso lujurioso. Ella se desapartó de mí, caminó lentamente hacia la cama contorneando su cuerpo. Subió sus rodillas y las separó a la orilla de la cama, se agachó dejando su tremendo culo hacia arriba, depositó su mejilla sobre la cama volteando su rostro para verme.
¿Qué te parece, papi? – me preguntó.
Estás riquísima mamacita – le respondí, mientras desabrochaba mi cinturón y mis pantalones caían al piso.
Ni creas que no había notado como tú y tus amigotes miran mi trasero – me dijo mientras con sus manos separaba sus nalgas - demuéstrame que tanto te gusto.
Me hinqué frente a su culo y me bajé los calzones dejando mi verga al aire completamente erecta. Le besé y mordí suavemente sus nalgas. Con una mano separé la tira de tela de la tanga y comencé a lamer su vulva, con la otra mano me masturbaba. Vero con sus manos separaba sus nalgas dando completo acceso a su sexo. Lamí una y otra vez su vulva hasta llegar a su culo, chupé sus gruesos labios vaginales e introduje mi lengua en su vagina. Ella no dejaba de repetir: ¡así papi, así!
En momento dado ella recostó y giró su cuerpo quedando sobre sus espaldas con las piernas levantadas, yo tome las tiras de la tanga y las jalé para retirarla. Ella facilitó el movimiento. Vero estiró sus piernas a todo lo alto, y luego las separó completamente. Continua – me dijo- hazme acabar.
Nunca me imaginé tener a la mujer de Lugo completamente desnuda con las piernas abiertas invitándome a comerle la vagina. Sin más me volqué sobre su sexo, quería hacerla venirse. Desesperadamente comí su concha, ella comenzó a jadear y las convulsiones de su cuerpo indicaban que se estaba viniendo. Le miré sin dejar de chupar su clítoris, Vero tenía sus tetas entre sus manos, las masajeaba fuertemente. De repente sus piernas sujetaron mi cabeza cruzándose detrás de mí nuca. Me vengo papi – dijo entre gemidos- me vengo.
Intempestivamente yo salí de sus piernas, la volteé hincándola nuevamente sobre la cama, levantando con mis manos su cola le hundí mi verga de un solo empujón. Vero gimió y comenzó a mover su cadera desesperadamente, no dejaba de gemir y pedir que se la metiera toda. Yo le metía mi miembro lo más profundo que podía, la tomé de su cintura y la jalaba hacia mí para clavarle todo mi miembro. El golpeteo de sus nalgas con mi abdomen se sincronizó con sus gemidos. Ella movía su cabeza de un lado a otro, diciendo que le diera más duro. De repente ella se quedó inmóvil, sólo la parte interna de su vagina comenzó a contraerse, produciendo una sensación de apretura en mi verga. A los pocos segundos me vine. Sentí como mi leche salía con fuerza, pegué mi vientre a sus nalgas para que toda la leche quedara dentro.
Saqué mi miembro completamente mojado con mi semen y los líquidos de Vero. Me recosté en la cama. Con su voz aguda y melosa Vero me dijo lo bueno que le pareció la cogida. Y que ya hacía tiempo que lo se venía como esta vez.
¿Qué, Lugo no te hace venir así? – le pregunté.
No papi – respondió – el acaba muy rápido y casi siempre me deja caliente. Además la tiene muy pequeña que me hace sentir muy poco.
Me siguió platicando, que ella para complacerse antes de tener relaciones con Lugo ve una película porno y cuando ya está muy caliente es cuando le dice a Lugo que la penetre. Solo así han podido venirse juntos en algunas ocasiones. - De hecho, lo que sé del sexo es por las películas porno que miro – me explicó. Si vieras las cosas que me gustaría hacer…pero mi marido no aguanta mucho tiempo la erección.
¿Qué cosas te gustaría hacer? – le pregunté muy intrigado.
Cosas…cosas muy calientes- se limitó a responder.
Ella se hincó al lado mío. Tomó mi verga con una mano y dirigió su boca a ella. Comenzó a darme una mamada hasta que logró que mi miembro estuviera erecto nuevamente. La mamaba con maestría, acariciaba mis testículos mientras su boca chupaba suavemente la cabeza. Yo busqué con mi mano su vagina y le introduje un dedo. Así estuvimos un rato hasta que ella se levantó sin decir nada. Tomó una de mis manos y se paró colocando sus pies a los lados de mi cadera. Deteniéndose de mi mano, se fue sentando lentamente, quedando en cuclillas y sobre las puntas de sus pies. Con la otra mano centró mi miembro en su vagina y se la introdujo por completo. Estiró la mano libre para que le diera mi otra mano. Así deteniéndose de mis manos inició un sube y baja de sus caderas, penetrándose por completo en cada sentón. Yo veía claramente como justo antes de que saliera por completo la cabeza de mi verga de su vagina, ésta descendía para volver a caer sobre mi verga. ¡Qué rica cogida me estaba dando Vero! Su abdomen se hundía y movía al ritmo de la cogida. Vero daba pequeños gemidos y jalaba aire por su boca semiabierta, aumentó la velocidad de sus movimientos y alternaba haciendo círculos cuando tenía la verga adentro. Así estuvimos unos minutos hasta que ella se detuvo, casi a punto de que yo me viniera. Ella giró su cuerpo y se hincó, dándome la espalda, entre mis piernas, pasó sus pies por debajo de mis rodillas, quedando su culo exactamente frente a mí. Acercó su vagina a mi miembro diciéndome: métemela.
Con la punta de mis dedos orienté a mi verga sobre su vagina, cuando Vero la sintió en la entrada, hizo sus nalgas hacia atrás para que la penetrara por completo. Ella comenzó a moverse adelante y atrás metiéndose gran parte de mi verga. Yo veía claramente como la mitad de mi palo entraba en ella y me hacía sentir riquísimo. Estiré mis brazos para que mis manos pudieran alcanzar sus nalgas, las acariciaba y a veces las abría para que mi verga entrara más profundamente. Acerqué mis dedos pulgares a su culo, cosa que hizo enloquecer a Vero.
Papi – me dijo – si quieres meter el dedo en mi culito ponle cremita.
Me pasó la botella de crema que tenía con ella. Le escurrí un chorro de crema en su ano y le introduje la mitad del dedo. Vero gritó cuando tuvo el dedo adentro por completo. A los pocos segundos comenzó a venirse otra vez y me pidió que terminara con ella. El cuerpo de Vero se quedó inmóvil nuevamente, solo con las fuertes contracciones al interior de su vagina. Justo en el momento que me lo dijo yo sentí como mis espermas se depositaban en su vagina. Después los dos quedamos cansados sobre la cama. Ella se volteó hacia mí, tomo mi semi-erecta verga y puso la cabeza dentro de su boca. Le chupo un poco diciendo que quería probar mi leche. Después con sus dedos tomó un poco de semen que salía de su vagina y lo llevó a su boca.
En ese momento me percaté de la hora. Era muy tarde ya y tenía que regresar a casa. Le expliqué a Vero y me dijo que no había problema, que ojalá pudiéramos vernos en otra ocasión sin presión de tiempo para hacer cosas calientes… Tuvimos otros encuentros que espero contarlos en otra ocasión.