La mujer de los Robinsones, conclusión

Mi vida en una isla con 5 hombres

Cuando desperté, me encontré completamente dolorida, la noche fue tremenda, Lope, me follo al menos 3 veces o más, ya no lo recordaba, vi mis piernas completamente pringadas de semen y también había manchas de sangre, suponía que eso se había producido en el desvirgamiento tan rudo que había sufrido. Me di cuenta de que algo más había cambiado, ahora pensaba en mi misma en femenino, pensaba ya como una mujer. Busque algo de ropa ligera, tenía que ir, en primer lugar al manantial a lavarme. Me costaba caminar, salí por el pasillo del bunker, y comprobé que todos mis futuros "maridos" todavía dormían. Llevaba entre mis manos un vestido corto floreado, y también un tanga blanco, en ningún momento dude, en que ropa debía de ponerme. Me sumergi despacio, no quería hacer ningún ruido, el contacto de el agua fría fue un alivio para mi ano, lo tenía completamente irritado. Me entretuve mucho tiempo aseandome, al salir, espere un poco a secarme antes de vestirme, vi que el sol asomaba ya y lo busque. Justo cuando ya me había puesto el tanga y el vestido, escuche una voz a mi espalda, era Lope.

  • Donde te habías metido?

  • Vine a lavarme, y a intentar que no me escociera tanto ahí abajo.

Por respuesta, Lope, me abrazo, y empezó a besarme, metía su lengua en mi boca todo lo profundo que podía, y sus manos volvian a apretar mis nalgas.

  • Jajaja, se que anoche no fui muy delicado contigo, pero solo podía estar contigo hasta el amanecer, y estaba muy caliente. Dentro de un rato vas a ser de Javier, pero antes me tienes que hacer el último servicio.

  • Lope, te aseguro, que es imposible que me la puedas meter ahora, me mataría, creo que lo tengo en carne viva. No puedo casi ni andar.

  • Mira maricon, todavía me queda un rato de estar contigo, por lo pronto te vas a arrodillar y me la vas a chupar, que anoche no lo hiciste, y es obligación de toda mujer comerse bien el rabo de su marido.

Me percaté, de que aquel tremendo rabo estaba duro otra vez como una piedra, y comprendí que no me quedaba más remedio que hacer lo que me decía. Me puse de rodillas, y acerqué aquel misil a mi boca. Olía mal, estaba pringado de semen y supe que las otras manchas eran suciedad de mi interior. Aguante la respiración y lo introduje en mi boca, sorprendentemente, entro casi todo en mi boca, no sé cómo, pero al momento su capullo rozaba con mi laringe, mi instinto de comepollas, afloro en ese preciso instante y empeze a mamar aquel rabo con mucha velocidad, en menos de 8 horas me había convertido en mujer de 5 hombres y al primero de ellos le estaba haciendo disfrutar de lo lindo, porque sus manos agarraban con fuerza mi cabeza, y sus caderas acompañaban el bamboleo que mi boca daba a su rabo. Por el rabillo de el ojo, vi como Armando, nos miraba, se sonreía y acariciaba, su rabo, bastante más pequeño que el de mi marido actual. Aquello me excito bastante, y aumente la velocidad de mi mamada, también consideraba que si conseguía que Lope se corriera en mi boca, lograría que mi culo descansará un rato más. Dio resultado, note el rabo de mi marido crecer aún más, y como empezó a soltar ese néctar, aquel de que en ese momento me volví adicta. Era poca cantidad, sus depósitos estaban vacíos, pero su sabor era riquísimo. Armando se corrió en ese mismo momento y sus trallazos llegaron a mi rostro, intente poner la cara más sexy del mundo y con mi mano lo fui recogiendo y llevándolo a mi boca, lo introducía con mis dedos y gemia como si estuviera comiéndome el mejor manjar del mundo, el semen de Armando me resultó más dulce, suponía que era porque llevaba más tiempo en sus testiculos.

Nos recompusimos, los tres, y entramos al bunker, nuestros compañeros ya estaban despiertos y habían sido testigos de lo que habíamos echo. Javier me miró con cara de verdadera lujuria, y dijo que me había puesto muy guapa para el. Me enseñaron un calendario que habían confeccionado, en el cual especificaba, quien sería mi amante diario. Si pasado un mes, seguíamos sin ser rescatados, sería de la propiedad de cada uno una semana completa, y si en esa semana otro de ellos me reclamaba para complacerle debería de hacerlo, con la condición de que a parte de mi marido de turno no fuera más de uno. Yo expuse mis condiciones también, explicándoles que después de lo que había follado con Lope esa noche, debían de dejarme recuperar mi abujerito unos días, que cuando me follaran intentaríamos lubricar bien mi coñito, y que si nos rescataban, esto sería un secreto entre nosotros. Esta última condición la impuse sabiendo que yo sería la primera en no cumplirla, ya que me sentía una verdadera mujer, y aceptaba ser la puta de todos aquellos hombres con sumo gusto. Excepto Javier, que era el siguiente, todos aceptaron. A él, le convencí, diciéndole que le haría lo mismo que a Lope, las veces que quisiera, y que sería el primero en follarme una vez que me recuperará. El puso como condicionante que se lo hiciera inmediatamente porque estaba completamente cachondo, acepte y le dije que nos fuéramos a otro lugar, pero no quiso y me obligó a que fuera allí mismo. No sé cómo, pero no tuve vergüenza ninguna, me arrodille otra vez, y comenze a comerme otra polla, nuestros compañeros miraban, sacaban sus penes y comenzaban a masturbarse, supe al instante que terminaría comiéndome toda aquella leche en breves momentos. Había nacido para aquello.