La mujer de la ventana
La pequeña ventana me permitía ver la silueta de sus senos y la parte superior de su cuerpo. Lo que se me permitía apreciar era muy atractivo y deseaba ver más.
Un dia a finales de julio, cuando estaba de vacaciones de la universidad, me encontraba solo en el apartamento, puesto que mis padres aun no llegaban de un viaje a los Estados Unidos.
Era uno de esos dias en que no hayas que hacer y no hay planes de salida. En la noche traté de pasar el tiempo leyendo una novela de Agatha Christie, El Misterio de las Esfera, pero justo cuando encuentran muerto a Gerald Wade, escuché voces de personas en el pasillo del piso, lo que me asustó un poco. Me asomé y solo me dio tiempo para ver a los esposos González discutiendo como siempre.
Cerré la puerta colocándole el seguro. Caminé hasta la sala y miré por la ventana que daba hacia la avenida Santa Rita, una de las mas transitada de la ciudad de Maracaibo. Delante de mi se visualizaba muy bien un edificio de unos 11 pisos, cuyas las ventanas de los apartamentos se mostraban complacientes ante mi mirada descuidada.
Seguí mirando y me encontré con una pequeña ventana bien iluminada donde se apreciaba la silueta de una mujer blanca desnuda que se duchaba despreocupadamente sin darse cuenta de mi actividad voyeuristica.
La pequeña ventana me permitía ver la silueta de sus senos y la parte superior de su cuerpo. Lo que se me permitía apreciar era muy atractivo y deseaba ver más. De pronto recordé los viejos binoculares que guardo en mi closet y me apresuré a buscarlos. Estos me permitieron tener un acercamien- to fenomenal de toda la escena, de tal forma que podía visualizar mayores detalles de los robustos senos, la larga cabellera color castaño y la hermosa cara de mi vecina.
Al poco rato observé como la ducha dejó de botar agua y la bella mujer salió del área de botar agua y la bella mujer salió del área de visualización. Pero para mi fortuna, la ventana contigua que resultó ser el cuarto de la mujer, tenía la cortina corrida y tenía buen tamaño. Era unas de esas ventanas corredizas que permiten salir a un balcón
A los dos minutos, la imagen de la hermosa mujer apareció en el cuarto con una gran toalla que le cubría desde los senos hasta unos 20 centímetros de sus rodillas, mostrando una figura de guitarra bien contorneada y unos grandes senos. Una segunda toalla le cubría la cabeza como un turbante. Se movía de un lado a otro del cuarto, me imagino que buscando lo necesario para vestirse.
En ese momento, ya estaba perdiendo un poco de interés en el asunto, porque pensé que no iba a mostrarme nada y finalmente se vestiría. Pero algo pasó en ese momento, ella sale del cuarto por el ventanal hasta el balcón en paños y se asoma apoyándose en la baranda para mirar a la calle. Un sentimiento de pánico se apoderó de mi y me agaché evitando que me viera. No se si lo logré, pero esperé unos segundos y volví a asomarme por la ventana y ella seguía en el mismo lugar. Parecía disfrutar de la vista. Su pierna izquierda se asomó por la abertura del paño y la posó en la parte de abajo de la baranda, dejando ver unas piernas bien torneadas. Ella miraba repetidamente hacia el cuarto, como si buscara a alguna persona. Con mis binoculares podía ver como se mordía los labios y con los dedos de su mano derecha se tocaba la parte superior de sus pechos y su contorno. Su mano izquierda fue a parar a la pierna que se asomaba desnuda la acarició lentamente desde la rodilla hasta arriba. Mi miembro comenzó a crecer al ver tales caricias, y me lo apreté con una mano. Esto me hizo botar un suspiro de placer.
La mujer seguía mirando hacia todos lados y comenzó a abrir mas las piernas hasta que se asomó una mata de pelos claros bien podados. Pude ver como su mano se introdujo dentro de la toalla y el movimiento indicaba que se estaba acariciando. La mano derecha estaba tomando su seno izquierdo que lo apretaba fuerte. Su cara mostraba una sonrisa de placer a la vez que apretaba fuertemente sus labios. Su mano izquierda apuraba el movimiento en la vagina, acompañado de movimientos de sus caderas. Poco a poco la toalla se iba callendo mostrando cada vez mas su desnudez, cuando finalmente todo su cuerpo se mostró ante mis ojos, sus grandes y redondos pechos, sus rosados pezones, su piel blanca y perfecta, su vulva abierta deseosa de ser penetrada.
Pude ver como finalmente su mano derecha acariciaba velozmente de arriba abajo su clitoris, mientras que dos dedos de su mano izquierda se introducía en su vagina. Todo su cuerpo se encontraba arqueado de tal forma que su cabeza se inclinaba hacia abajo y su pelvis se proyectaba hacia adelante. Hasta que por fin todo su cuerpo se estremeció con grandes sacudidas, su boca abierta permitía ver sus dientes apretados y también de momentos la abría grande para dejar salir sus gemidos de placer.
Poco a poco su cuerpo se fue relajando y una sonrisa de satisfacción se fue dibujando en su rostro y para gran sorpresa mia su mirada se dirigió haciadonde yo estaba y con su mano me envió un beso de manera pícara.
Yo no podía creer lo que estaba viendo. Por un momento un sentimiento de vergüenza se apoderó de mi y no supe que hacer. Dejé de mirar por un momento, pero en seguida volví a dirigir mis binoculares a la ventana y pude ver como un hombre desnudo la estaba abrazando, pero ella seguía mirando hacia donde yo estaba y me regaló otra sonrisa para luego perderse dentro de la habitación.
En otros momentos volvió a pasar el mismo ritual exhibicionista e incluso nos hemos visto en la calle en situaciones mucho mas eróticas, que pronto les contaré.