La mujer de la foto 2
Curioseando por internet me encuentro la foto de una mujer desnuda que me suena su mirada.
La noche había sido larga. Mis nervios me habían impedido dormir apenas más que un par de horas. Así que me puse a pensar todas las cosas que podría hacer con la chica de la foto.
Llegué pronto al trabajo. Me puse con todo lo que no había hecho en los últimos días.
Tras horas de estar solo en el despacho, se hizo la luz y la gente comenzó a aparecer. Mis nervios me empezaron a poner cada vez más intranquilo, hasta que la vi entrar, con una camisa blanca de manga corta y una falta marrón por encima de las rodillas. Creo que en ese mismo momento mi corazón se salió de su sitio. Mis manos se pusieron a sudar y el trabajo se acabó para mí para el resto del día. No quería llamarla tan pronto. Me puse a mirar algo por internet para pasar el tiempo lo más rápido posible, pero todo lo que llegaba a mis ojos era porno y más porno. No pude más y le mandé un correo a su mail personal del trabajo: "Ven al despacho."
Tardó unos minutos en aparecer. Se le veía más nerviosa que a mí mismo. Le hice una señal para que se sentara en la silla. Lo hizo en silencio. Y así, los dos sentados, los dos en silencio, estuvimos cerca de 5 minutos.
Pasado ese tiempo le dije que me enseñara si se había portado bien. Ella me empezó a repetir que por favor no le dijese nada a su marido, a lo que yo le volví a decir que eso dependería de ella, de lo sensata que fuera con mis órdenes. De ese modo, cogió su camisa por los laterales y se puso a tirar de ella hacia atrás para que se le marcaran los pezones. Fue un momento maravilloso. Pero mejor fue cuando le señalé la entrepierna. Ella empezó a llorar y a negar con la cabeza. Yo me quedé quieto, volviendo en a señalarle. Ella se echó sus manos a las rodillas y a deslizar el final de la falda hacia arriba. Mi corazón latía tan rápido que creía que me iba a dar un ataque al corazón. Y en ese momento, ahí, en el despacho, con una erección que me hacía doler, entreví un matojo de pelo que escondía de manera notable lo que quería ver.
Cuando me puse de pie se podría discernir la erección, por lo que me volvía a sentar. Bien, bien, bien, le dije. A lo que ella me dijo que había hecho lo que le había dicho y que yo borrase las fotos. Sonreí un poco. Le dije que había sido obediente, pero que aún no había terminado el juego. Le comenté que todo ese pelo tenía que desaparecer de ahí. Ella respondió que no podía ser, que su marido se iba a extrañar. Ése no es mi problema, dije, ni será el tuyo a partir de mañana, o lo haré yo mismo. Ella se me quedó mirando con cara de sorpresa, y afirmó con la cabeza. También vendrás con zapatos de tacón, no muy altos, pero tacón, al menos. Y se fue.
Vaya... Había sido mejor de lo que habría esperado en otro momento, mejor que cualquier video que encontrase por internet. Vaya subidón de adrenalina y eso que el juego acababa de empezar.