LA MUCAMA Y EL COCINERO - Parte11
Lucio somete a su hermana, después a la mucama, se forma un trío, el cocinero se come a la patrona, el marido con una pareja gay, todos unidos por el sexo.
LA MUCAMAYEL COCINERO.
PARTE 11/12.-
Francisco retornaba a su hogar, conducía por la ruta que a esa altura de la jornada estaba intransitable de la cantidad de vehículos que viajaban por ella de vuelta a la ciudad. A su lado, Luciana miraba por la ventana lateral el paisaje del campo, llevaba puestos unos anteojos de sol, que le quedaban muy bien, porque remarcaban su nariz respingada y sus hermosos labios carnosos. En el asiento de atrás, hojeaba una revista de actualidad Yolanda, en su rostro se dibujaba una sonrisa que realzaba sus rasgos felinos. Los tres viajaban en silencio, escuchando la música que se trasmitía desde la estación de frecuencia modulada de mayo audiencia.
Francisco conducía meditando sobre las actividades realizadas ese fin de semana, sobre todo por la última noche que pasó en compañía de la parejita gay que componían Eduardo y Ariel. Esa noche había sido muy intensa para él, a Luciana no le había hecho comentario alguno al respecto. Ella era muy comprensiva con él, del mismo modo era su comportamiento para con su esposa. Pero Francisco consideraba que esa noche había pasado los límites que él mismo se había impuesto. Porque una cosa era jugar con sus amigos, tocarse, pajearse mutuamente y mamarse las vergas, unos a otros y otro tema era lo que había terminado haciendo esa noche.
Esa noche estaba muy caliente, habían pasado una jornada muy intensa a la tarde cuando visitó a su pareja de amigos, más tarde la velada en casa de Candela y Donato y terminó la jornada con lo que hicieron en su casa. De entrada le fue difícil contenerse mientras esperaban el café que preparaban en la cocina su esposa y Yolanda. A punto tal que la misma Yolanda los había visto haciendo unas ricas mamadas. Lo peor de todo es que lo había visto a él, que era el jefe de la familia chupándosela a Eduardo, en realidad no le importaba la parte de que Ariel estaba haciendo lo mismo con su verga.
Lo que le importó es que esa muchacha ahora estuviera al tanto de todo, bueno en realidad de una parte, porque de lo que hizo después ni siquiera Luciana estaba enterada, más tarde tendría que decírselo, porque entre ellos no había secretos o al menos él pensaba eso. Buscaba la forma de encontrar una forma elegante de decirle a su esposa como había terminado la noche en compañía de sus amigos.
Recordaba con una sonrisa, que cuando el sueño los venció, la pareja decidió que siendo el dueño de casa, le correspondía dormir en el medio de los dos y él aceptó de inmediato. Y mientras intentaba quedar dormido sentía algo que se lo impedía, pero que de ninguna forma lo molestaba, al contrario, lo tomó como un juego con su amigo. Era Eduardo que pujaba con su verga completamente endurecida contra el culo de él, virginal hasta ese momento. No le molestaba lo que le hacía su amigo, tenían confianza entre ellos, solo trataba de que no se despertara Ariel, ya que a lo mejor, pensó Francisco, a él si podía molestarle lo que Eduardo le estaba tratando de hacer.
Eduardo percibió una cierta aceptación de la conducta que estaba teniendo esa noche, por lo que puso como excusa la necesidad de ir al baño y aprovechó para untar su endurecida pija con bastante vaselina, que le serviría para el propósito que buscaba concretar. Volvió a acostarse y retomó su juego con Francisco, pero esta vez cada vez que pujaba, se lubricaba también la zanja de su amigo. Francisco percibió perfectamente cuando Eduardo pasó el dedo por la raya del culo y tampoco le dijo nada y acto seguido sintió que algo caliente le entraba y tuvo que taparse la boca y con una mano, apretó el brazo con el cual Eduardo se impulsaba para meterse más dentro de su cuerpo.
Con ese apretón en el brazo, pretendió decirle a Eduardo que le había dolido, éste no lo entendió así y siguió pujando metiendo más adentro la verga, para lo cual lo tomaba a Francisco del hombro y doblaba su cuerpo para adelante para meterla más, hasta el final, la verga entró y los huevos golpearon en la puerta.
Francisco a su vez apretaba el muslo de Eduardo, que montaba un poco sobre su cuerpo, de costado como estaban ubicados, cada una de estas señales que él hacía, el otro interpretaba como de aprobación y pujaba cada vez con más fuerza.
Francisco la tenía toda adentro, pretendía que Ariel no sintiese lo que estaba pasando, pero eso era imposible, estaban acostados los tres abrazados y cada vez que Eduardo pujaba entrando en su culo, todos lo percibían. Francisco notó que Ariel despegaba sus piernas que tenía juntas, lo interpretó como que estaba ofreciendo su cola y no se equivocó, porque instantes después sintió la mano del hombre buscando acariciando su bulto, despertando su verga y consiguiéndolo.
Ariel comenzó a tirarse hacia atrás, donde estaba él. Ahora estaba presionado desde adelante por uno y penetrado desde atrás por el otro. La mano diestra de Ariel, condujo a su verga a la entrada de su culo y aprovechando el martilleo que Eduardo le propinaba en su culo, se la fue metiendo sin dificultad alguna.
- Ahora estamos bien – dijo Ariel – sientes como me la pusiste Fran?
- Si, claro que si, mmm – contestó Francisco.
- Y seguro que tú estás igual que yo, eh? – le volvió a decir Ariel.
- Si, no te lo quería decir, pero si, Edu no me perdonó. Es bravo tu novio.
- No se puede contener, es así.
- Ah, mis dos putitos, como la están pasando – dijo Eduardo.
- Ey, que esto es accidental – respondió Francisco.
- No, te equivocas, cuando la pruebas, es muy difícil que no quieras volver a hacerlo.
- Es verdad, para que veas que Ariel está en lo cierto, verás como eres tu el que quiere repetir. Es más, si quieres que te vuelva a coger, me lo tendrás que pedir de rodillas, escuchaste? – le dijo Eduardo.
- Hecho – le respondió Francisco.
- Bueno, basta de charla chicos, más acción por favor, los dos – repuso Ariel.
- Vamos Fran, clávalo a Ariel, cada vez que yo puje y terminamos juntos, quieres?
- Si Edu.
Eduardo le siguió dando bomba a Francisco y éste a Ariel y así cuando estuvo el primero a punto de terminar, contuvo hasta que los otros se apuraron por hacerlo y consiguieron terminar casi al mismo tiempo. Fue una cogida memorable, la primera para Francisco y de un goce estupendo. Sintió una extraña sensación en su culo cuando Eduardo le sacaba la pija de adentro, por un momento no se aguantó y le pidió que se la metiera de nuevo un poquito más, para establecer comparaciones si le resultaba más placentero tenerla adentro o afuera de su culo.
Y al otro día, después de almorzar, Luciana y Yolanda se habían ido a caminar por el centro, porque no estaba para playa, ellos quisieron quedarse en el departamento para ver películas o jugar a las cartas. Francisco miraba por la ventana del living para ver como cruzaban la avenida Luciana y Yolanda y se alejaban hacia el centro comercial, cuando se aseguró que las mujeres estaban encaminadas para volver bastante más tarde, se dio vuelta y se arrodilló en el piso, frente a Eduardo, pidiéndole que por favor volviera a cogérselo. En todo eso venía pensando Francisco y en mucho más también, respecto a Luciana y Yolanda.
Luciana por momentos simulaba estar dormida, dada la cobertura que sus lentes de sol le daban a sus ojos. Recordaba lo bien que la había pasado en la reunión de Candela y Donato, esos amigos tan notables que tenía, aunque con la mujer estaba un poco enojada, ya que esa noche no le dispensó ningún tipo de atenciones. Se había obsesionado con su chica, con Yolanda y se había olvidado de ella, que tantas veces habían estado juntas y que tan bien se entendían, sexualmente hablando. Pero ella supo como entretenerse, primero con el gordito calvo y luego con ese otro muchachito que tendría la misma edad de su hijo, pero que supo arrancarle unos muy ricos orgasmos. Esa noche de su marido se tuvo que olvidar, porque él mismo también la había abandonado.
La mayor felicidad de ese fin de semana, para ella fue sin duda alguna, la chica, Yolanda, había aceptado de plano todas las premisas que ella le había impuesto, el nudismo, el trato diferente entre ellos cuando estén en la ciudad o en la costa, la discreción en general como conducta de vida y lo más importante, había descubierto en la muchacha una fuente inagotable para dar y recibir placer. En lo poco que la había tratado había descubierto que era una chica maleable, dócil, buena gente, bisexual, dispuesta a dar y recibir lo que se le ofreciera o lo que se le pidiera. Ahora podía comprender un poco más a su hija Alejandra, porque se había enamorado de ella.
Yolanda miraba la revista que tenía entre sus manos y pensaba que ella se merecía una vida como la que se daban los personajes que salían entrevistados en esas páginas. Y pronto alcanzaría lo que tanto anhelaba, porque venía haciendo buena letra, se había acercado mucho a sus patrones, de todos ellos sabía algo que era vinculante con cada una de esas personas. En el futuro, todo eso tendría un valor, que se acrecentaba cuanto más fuera su conocimiento de esas personas. Hasta del cocinero había descubierto algo y no se estaba refiriendo al tamaño de su sexo, eso no era importante para ella, considerando lo que aquilataba en su conocimiento.
Faltaba poco para concluir el viaje y la vida volvía a su normalidad, tal vez hubiera alguna variante, habría que saber buscarla. De todos modos, el número de sus relaciones importantes crecía a cada día. Además de la familia Paredes, ella podía contar con el matrimonio de Candela y Donato o con la pareja gay, Eduardo y Ariel. Sonreía Yolanda, porque encontraba todo bien, pero el futuro mejor todavía.
Con el retorno de Francisco, Luciana y Yolanda, la familia volvió a tomar su ritmo habitual, se renovaron los ánimos de los más chicos, en cuanto a las pretensiones que ambos tenían con la mucama Yolanda. Ni bien ingresaron los padres a la casa, los hijos fueron a recibirlos con más deseos de darle la bienvenida a la muchacha que a sus propios padres.
Distinto fue el ánimo del cocinero, que se acercó a los recién llegados para colaborar con el traslado del equipaje, aunque el verdadero deseo que este hombre llevaba era el de ver de cerca a Luciana, poder escuchar su voz, aspirar el perfume de su cuerpo.
Luciana y Francisco como de costumbre llevaban para sus hijos los clásicos alfajores y bombones que tanto gustaban, además de una amplia sonrisa y el aspecto de cansancio por el viaje realizado.
Yolanda estaba hecha una reina, radiante de felicidad por tanto que había conocido y vivido y en su rostro llevaba un ligero bronceado producto del aire de mar, que le sentaba de maravillas.
La familia había vuelto a la normalidad, a lo cotidiano, entre todo eso estaba el pensamiento incesante de Lucio respecto de Yolanda, la deseaba mucho más que a su hermana. A Alejandra pretendía utilizarla como moneda de cambio, le daría tareas para hacer en su beneficio y luego premios, para que no pudiera decir que su hermano no era justo. Pero con Yolanda tenía otras intenciones, no la había podido someter tal como era su deseo, había tenido avances y retrocesos con la chica, sabía con el paño que estaba trabajando, el plan futuro para con ella lo desarrollaría sobre la base de palabras cariñosas, adulaciones y manifestaciones de ese tipo, a eso ella no se podría resistir.
Lucio llegó a su casa a un horario que no era habitual, tenía en mente juntarse con Yolanda, estaba muy caliente, pensaba en tantos logros que había tenido con su hermana y con la mucama nada que lo hiciese poner orgulloso. Se encerró en su cuarto y pidió por el intercomunicador que le alcanzasen un té con galletas, que debía completar un trabajo urgente. Lucio esperaba que fuese Yolanda la que le llevara a su cuarto lo que había pedido a la cocina, cuando vio a Tomás que llegaba con la bandeja se llevó un disgusto.
- Por que me traes tú este pedido Tomás, esa es tarea de Yolanda – le dijo al cocinero.
- Es que Yolanda está muy atareada, con toda la ropa que trajeron para lavar de la costa, Lucio.
- Ah, bueno, igual dile que venga a saludarme, cuando pueda.
- Le diré, pero prométeme que te portarás como un caballero, si?
- Me extraña Tomás que me hagas esa pregunta, acaso no te di una alegría a ti con la chica sordo-muda?
- Uy Lucio, no me hagas acordar, sabes una cosa?
- No, cuenta.
- Pienso en ella a cada momento, cuando te sea posible organizar algo, avísame, no sabes cuanto la deseo.
- Si, tengo planes en marcha, el tema es buscar un lugar para juntarnos con ella, me entiendes?
- Eso se resuelve fácil, hay departamentos que se alquilan por día, no te parece una buena solución?
- Déjame pensar y te aviso, tú mándame a la morocha y yo te haré el enganche con la chica de tus sueños.
- Ya te la mando.
Yolanda demoró aproximadamente una media hora en ir al cuarto de Lucio, lo que el muchacho interpretó como que la chica no tenía intenciones en ir a visitarlo o tal vez, tenía miedo por lo que pudiera pasarle. Sin embargo no era ni una cosa, ni la otra, la tardanza se debió a que Yolanda pasó por su cuarto a arreglarse su ropa, el peinado, su maquillaje, como para estar más presentable o más deseable, que era lo que ella pretendía.
Lucio lo percibió ni bien la vio ingresar a su habitación, no tenía el aspecto de una persona atareada con la limpieza de una casa, sino más bien parecía una chica en su día de salida. Bien por Yolanda pensó, por lo linda que la veía, era indudable que el aire de mar le había caído de lo mejor.
- Pero que linda te encuentro morocha, estás radiante – le dijo Lucio mientras dejaba el lugar adonde estaba sentado, para besar a la chica en la mejilla.
- Gracias, creo que exageras, me siento bien, estoy feliz de vivir en esta casa con todos Ustedes, los considero mi familia, eso es lo que estás viendo.
- Bueno, ahora el que se siente gratificado soy yo, desde ya que somos familia, no lo dudes.
- De nuevo, gracias por tus palabras Lucio. Me dijo Tomás que querías que viniera a tu cuarto? Si te vas a portar bien, vendré cada vez que me lo pidas, tú sabes como soy, ya me vas conociendo.
- Descuenta que me portaré bien. Ahora, tú como te portarás conmigo?
- Yo siempre he sido buena contigo y lo seguiré siendo.
- Entonces me harás unos mimos, tú sabes de que hablo.
- En estos días que pasé alejada de ti, he estado pensando en esto que me pides, justamente. Te interesa saber que he decidido?
- Por supuesto, ven sentémonos – Lucio la tomó del brazo y la tironeó para sentarla en la cama, a su lado, con la intención clara de seguir insistiendo hasta tenerla acostada bajo su cuerpo.
- No Lucio, sigamos esta conversación aquí parados, después si quieres nos sentamos – Yolanda le opuso resistencia a Lucio.
- Bien, habla entonces, dime lo que quieras, te escucho y después nos vamos a sentar a mi cama, si?
- Entonces te cuento lo que he decidido y lo que pretendo de ti.
- Si hazlo, estoy ansioso por saber en que cosas piensas.
- A ti te gusta someter a la gente a tu voluntad, gozas con eso, pero no piensas en la persona que sometes, solo piensas en ti, estoy en lo cierto?
- Digamos que si, al menos en parte es cierto, continúa.
- Que pasaría si yo te digo que comparto algunos de tus deseos o que me da placer hacer lo mismo que tú le haces a las demás personas, entre las que me incluyo?
- Me estás diciendo que tu también deseas someter a las personas a tu voluntad?
- Eso mismo.
- Y como piensas hacerlo? Cuéntame, me da risa.
- Tengo que comenzar intentando, al menos, me permites?
- Dale, adelante.
- Trataré de someterte a ti, serás mi primer sumiso si es que me sale bien lo que pienso.
- Inténtalo.
- Sepárate de mi un metro al menos – le dijo Yolanda a Lucio, mirándolo fijamente, su rostro había cambiado poniéndose serio y amenazante.
- No entiendo, piensas que yo . . .
- Escuchaste lo que dije, obedece basura – levantando el tono de la voz, Yolanda interrumpió lo que Lucio le estaba diciendo y éste se calló sin oponerse en absoluto.
Yolanda estiró su brazo derecho a la altura de su hombro, como dándole a Lucio la medida de lo que tenía que separarse de su cuerpo. No le bajaba la vista y desde el mismo momento que cortó la frase que estaba diciéndole el muchacho, se decidió a incrementar su tono autoritario, era en ese momento o nunca jamás.
- Baja la vista cuando esté yo presente, basura, pon las manos al costado de tu cuerpo y dime si te vas a someter a mi autoridad, estás dispuesto?
- Si Yolanda, me quiero someter a ti – le contestó Lucio, parado de la forma que Yolanda se lo había pedido, con la vista hacia abajo.
- Mientras estemos solos, seré tu Ama, Yolanda no existe más para ti, porquería, te voy a enseñar modales, seré estricta contigo y también justa, recibirás premios y castigos – Yolanda le hablaba a Lucio con suficiencia, en un tono de voz tranquilo y relajado.
- Si Ama – fue la respuesta de Lucio a las indicaciones de Yolanda.
Yolanda le dijo a su sometido cuales serían las reglas y la nueva forma de convivencia entre ellos. Debería llamarla Ama cuando estuvieran a solas y en presencia de otras personas, la relación entre ellos sería la acostumbrada. Le había advertido también, que no debía abusar del trabajo de ella como mucama de la casa, porque ese maltrato se lo devolvería como castigos en los momentos en que estuvieran solos. Por el contrario, su buen trato sería recompensado con momentos de placer. Le dejó muy en claro que a ella le gustaba el sexo y que por lo que estaba leyendo, consideraba que recién había dado los primeros pasos y que el buen sexo no se aprende de un día para el otro.
Lucio quedó anonadado por lo que le había pasado con Yolanda, ahora su Ama. Ella terminó de decirle todo lo que había pensado en ese fin de semana y se retiró, dejándolo en posición de penitencia de cara contra la pared, por espacio de media hora, castigo que Lucio cumplió por miedo a que pudiera entrar ella de improviso y percatarse que no obedecía sus órdenes. Sin embargo Yolanda, una vez que salió del cuarto del muchacho, se olvidó de él, se concentró en sus tareas que le resultaban por el momento más importantes.
Al día siguiente, Lucio volvió a llegar a la misma hora del día anterior y se fue directo a su cuarto, para dejar sus cosas en su sitio y cambiarse de ropa. Estaba justamente desvistiéndose cuando se abrió la puerta del cuarto y entró Yolanda, sin llamar, sin pedir permiso y sin avisar.
- Cada vez que llegues a la casa tendrás que hacerte ver por mi, de alguna manera te las ingeniarás, para que yo me entere de que has llegado, has entendido perro?
- Si Ama – Lucio conciente o inconcientemente, trataba de tapar su semidesnudez, estaba en ropa interior y se sentía avergonzado por ello.
- Pero mira como estás? Y encima te quieres tapar de mi? Que es lo que no quieres que vea? Ese pitito que da lástima? Levanta las manos, para que pueda verte pendejo.
- Si Ama – y Lucio obedeció al instante, además bajó la vista, tal como le había dicho Yolanda el día anterior, cuando le dio las instrucciones de cómo debía comportarse ante ella.
- A ver que tienes por acá – Yolanda se adelantó y enganchó el elástico del boxer y se lo bajó hasta dejar afuera la verga de Lucio en estado de reposo absoluto, casi patético – pero que es eso? Tú piensas que puedes satisfacer a alguna mujer con esto que te cuelga? Tendremos que hacer algo perrito, tengo una idea. Espera hasta que regrese, ni se te ocurra moverte.
- Si Ama – Lucio quedó como petrificado, no se movió un centímetro, apenas respiró mientras Yolanda estuvo ausente.
La mucama había ido hasta el cuarto de al lado, el que pertenecía a Alejandra para buscar algunas cosas que le servirían para ir profundizando la sumisión de Lucio. Cuando ya tuvo todo lo que ella consideraba necesario, volvió al cuarto de su sumiso, en donde constató que seguía en la misma posición en que ella lo había dejado, la vista al piso, las manos levantadas, el boxer casi a la altura de las rodillas, todo estaba como quería que estuviese.
- Bien, me alegra que seas obediente, porque eso te hará acreedor a un premio, nunca olvides eso, te portas bien y recibirás algo que te guste de mi. Caso contrario, te sugiero ni lo intentes, porque así como me vez, puedo llegar a ser muy cruel.
- Si Ama – Yolanda se sorprendía hasta el momento de cómo le venían las cosas, fue por más.
- Bien, ahora desnúdate que te tengo una sorpresita, perrito mimoso – dijo esto y Lucio comenzó a quitarse rápidamente la ropa, ella aprovechó para cerrar la puerta con llave, por la tarea que pensaba llevar adelante con su sumiso.
- Ya está Ama – le dijo Lucio.
- Bien, te voy a vestir tal como te quiero ver en la intimidad.
Yolanda le dio a Lucio una tanguita, en realidad se la arrojó al piso para que él la levante y se la coloque, luego hizo lo mismo con un corpiño, con las medias y con el portaligas, todo eso se lo había tomado prestado a Alejandra para intensificar la sumisión del muchacho. Lucio al principio dudó si debía obedecer a su Ama lo que percibió Yolanda y resolvió en forma rápida y enérgica. Cuando ella arrojó la tanguita al piso, Lucio miró la prenda y luego levantó la vista para mirar a su Ama, lo que configuraba una falta de respeto. Yolanda dio un paso adelante y le pegó un cachetazo con la mano abierta, que sirvió para que Lucio comprendiera quien era su Ama y quien era él, su perro.
- No vuelvas a mirarme a la cara o te daré con una fusta, ya rápido colócate la ropita que te traje, maricón – le gritó Yolanda.
- Si Ama.
- Pide disculpas o te va otro cachetazo, maricón.
- Por favor discúlpeme Ama.
- Está bien, sirve para que aprendamos a comunicarnos entre nosotros, vístete rápido con lo que te voy dando.
Lucio se colocó todo lo que Yolanda le había dado, lo que puso de excelente humor a la mucama. Había sometido al menos hasta ahora, a su violador, al hijo de sus patrones, que bueno, pero iba a seguir intensificando esto que estaba logrando.
Siéntate acá, le dijo señalando una silla que estaba frente a ella. Tomó un neceser que contenía distintos elementos de maquillaje y de a poco lo fue transformando en una señorita. Pintó sus labios, delineó sus pestañas, depiló sus cejas, colocó rubor en sus mejillas y acomodó su cabello, llevando su peinado a un modo más femenino.
- Humm así te estoy viendo un poco mejor, pero tenemos que seguir con esto.
- Si Ama.
- Quiero que te mires en el espejo y me digas lo que ves.
- Me veo como disfrazado Ama – le dijo Lucio un poco avergonzado.
- Tienes razón, estás disfrazado y eso lo vamos a arreglar prontito. Lo primero que tienes que hacer es depilar tus piernas, tu sexo, tus axilas, todo tu cuerpo, no quiero ver vello por ninguna parte, ok?
- Si Ama, cuando Usted me deje, lo haré.
- No, equivocado, no lo harás tu, te irás a un spa a que te lo haga un profesional, no quiero ver más vello, ni siquiera en tu culo o mejor dicho, especialmente en tu culito. Y pide depilación definitiva, entendiste?
- Si Ama.
- Después del spa, te irás a la zona de los travestis y te comprarás ropa que usarás cuando yo quiera que la uses. Eso incluye también zapatos de tacos altos y alguna peluca, porque no puedo esperar a que te crezca el cabello, que por supuesto no te cortarás más sin mi permiso.
- Pero que ropa quiere que compre Ama?
- Quiero minifaldas, dos o tres, algún vestidito, minishort, remeras, medias y algo de abrigo, por las dudas, para que no te me resfríes cuando te saque a la calle. Ah, averigua acerca de rellenos para tus pechos.
- Si Ama, pero me piensa sacar a la calle vestido así, no es entre nosotros esto?
- Yo voy a hacer contigo lo que quiera y no pienso darte explicaciones, solo prepárate para obedecerme en todo lo que te diga.
- Si Ama
- Bueno maricón, hasta ahora te estás portando bien, así que te voy a dar un pequeño premio por esa conducta.
- Que bueno Ama.
- Pero mírate, te das cuenta que no me equivoco cuando te digo maricón? – Yolanda se había dado cuenta que Lucio se había excitado con el cambio de ropa, lo que era innegable, ya que hacía carpa con la tanguita.
- Que pasa Ama?
- Se te ha parado esa porquería que tienes colgando, con solo ponerte algo de ropa de nena, te excitaste, mmm veré que puedo hacer contigo.
- Lo que desee Ama.
- Bueno, acuéstate en la cama, maricón.
- Boca arriba o boca abajo, ama?
- Pero que puto que te estás volviendo y todavía no empezamos. Ya quieres que te haga la cola, eh?
- Porque lo dice Ama?
- Porque un macho no me preguntaría si boca arriba o abajo, directamente se hubiera acostado boca arriba, ofreciéndome su verga.
- Si Ama, estoy excitado.
- Bueno, cambiaré el premio que te iba a dar, ponte boca abajo, marica y espérame un momento, voy al cuarto de tu hermana de nuevo.
- Si Ama.
Yolanda fue en busca de un vibrador, trajo el de menor tamaño que encontró y también lubricante, le resultaba claramente maricón el comportamiento de su sumiso y ella le prometió un premio y se lo daría, pero por el culo. Había que ir haciéndole el caminito al muchacho, incluso se le ocurrió una idea que le arrancó una sonrisa. Volvió bien rápido a la habitación de Lucio, para contarle la ocurrencia que había pasado por su mente.
- Bueno mariquita, acá traigo algo que deberás considerar como un premio a tu comportamiento y además te voy a decir que se me ocurrió.
- Que se le ocurrió Ama?
- Primero acomódate en la cama como es debido, abres bien las piernas, pon una almohada bajo tu vientre, que tu colita quede bien levantada y cuidadito con moverse o quejarse, ok?
- Si Ama, pero cuénteme que se le ocurrió.
- Te voy a cambiar el nombre, pero primero esto – le descargó un poco de crema lubricante en el culo, directamente desde el pomo y con uno de sus dedos, lo desparramó por el orto, metiendo un poco el dedo con lubricante adentro, para que se fuera acostumbrando.
- Mmm Ama, duele un poco.
- Te dije que no te quejes o no te cuento lo que se me ocurrió.
- Bueno Ama.
- Ahora a ver como te portas – Yolanda tomó el vibrador, al que también le había untado la crema lubricante, se lo apoyó en el orto y presionó un poco hasta que fue entrando y penetrando despacio, sin detenerse – lo sientes putito?
- Si Ama, bastante, falta mucho?
- No, ya termino, es chiquito, después te pondré otros más grandes, verás como te gusta.
- Ama me está debiendo lo que se le ocurrió.
- Si, es verdad, en nuestra intimidad, te voy a cambiar el nombre, quieres?
- Usted manda Ama, no importa lo que yo quiera.
- Muy bien contestado, a tu nombre le cambiaremos una sola letra y le agregaremos un acento y te transformarás para mí y para quien yo quiera en Lucía.
- Me encanta Ama.
- Te sientes un poco más putita, Lucía?
- Si Ama, me siento distinta.
MARCELA ( marce459@live.com.ar )