LA MUCAMA Y EL COCINERO - Parte 7

Lucio somete a su hermana, después a la mucama, se forma un trío, el cocinero se come a la patrona, el marido con una pareja gay, todos unidos por el sexo.

LA MUCAMA YEL COCINERO.

PARTE 7/12.-

Además le dijo, que la chica había entrado sola a su cuarto, que una vez dentro había coqueteado con él, haciéndolo excitar al máximo y cuando estuvo segura de tenerlo como loco, le dijo: “chau, arréglate solo”, como sugiriéndole que se masturbara pero que no cuente con ella para nada. Entonces ahí la situación se le fue de las manos y lo demás ella ya lo sabía.

Por último su hijo le dijo que estaba arrepentido de haber sido brusco con ella, lo que se lo hizo saber a la chica en el momento que dejaba su cuarto.

-          Hijo lo que tu me dices, no tiene nada que ver con lo que me ha contado Yolanda – le dijo Luciana, luego de haberlo escuchado, sin darle demasiado crédito a sus dichos – tal vez lo mejor sea que nos juntemos los tres y aclaremos esto civilizadamente, te parece bien? Estás dispuesto a repetir eso delante de ella?

-          Por supuesto mamá – le contestó descaradamente Lucio, creyendo que tenía al toro por las astas – es la verdad, te aseguro que no lo va a poder negar.

-          Muy bien, déjame que hable con ella – contestó Luciana – ah, de esto ni una palabra a nadie, hasta que todo quede aclarado.

-          Si mamá.

Luciana se fue a su cuarto y le dijo a su marido, que antes de acostarse quería constatar como seguía la muchacha, ya que ella la había visitado cuando llegó a la casa y la encontró bastante desmejorada. Francisco le aconsejó que llamara a un médico, nada mejor que eso para darle a la chica la mejor atención.

-          Primero déjame constatar como está ella, como se siente y si veo que es necesario llamar a un médico, lo llamaré, descuida Fran.

-          No tardes Luciana.

Cuando Luciana atravesó la cocina para dirigirse al cuarto de Yolanda, Tomás y Alejandra aún no habían concluido las tareas posteriores a la cena, por lo que le dijo a su hija que ella la reemplazaba, que se fuera a descansar. Si Luciana no despachaba a su hija, seguramente la hubiera querido acompañar para ver a Yolanda y todavía no estaban dadas las condiciones para que ellas se vieran, primero había que aclarar lo sucedido en la tarde de ese día. Finalmente pudo llegar con el guiño de Tomás a la habitación de Yolanda, para contarle el resultado de lo hablado con su hijo.

Mientras Luciana le contaba a Yolanda lo versión de Lucio, ésta enrojecía su rostro y abría grandes los ojos, haciendo muecas de descreimiento con los labios. Luciana observó como entrelazaba los dedos Yolanda, apretando con fuerza las manos entre si, absorta por las palabras que salían de la boca de Luciana.

-          La mayoría de lo que le ha dicho su hijo, es mentira Señora, le pido que me crea a mí. Porque yo inventaría algo semejante?

-          Tu dices que la mayoría no es cierto, hay algo de cierto entonces en lo que dice Lucio? Me lo puedes decir?

-          Señora, vayamos por el principio. Yo jamás coqueteé con su hijo, ni siquiera lo miraba, no porque no fuera lindo, sino por respeto a la familia que me da trabajo.

-          Está bien, sigue.

-          Yo no entré a su cuarto por mi voluntad, sino que él me arrastró de los brazos, luego me tapó la boca, cerró la puerta con llave, subió el volumen de la música y me llevó al vestidor, al fondo y ahí pasó lo que le conté.

-          Muy bien, te creo Yolanda, cuéntame ahora de que se trata ese encuentro que tuvieron antes que este y donde él me cuenta que hubo un poco de sexo.

-          Si, lo recuerdo perfectamente.

-          Incluso me dijo que en esa oportunidad, tú te retiraste muy satisfecha por lo que hicieron ustedes dos.

-          Me da mucha vergüenza contarle esto, pero ese día él también me obligó a hacer lo que hice.

-          También?

-          Si, no por fuerza física, sino que me presionó diciendo que le diría a Usted que yo lo espiaba a él, con lo cual lo más seguro era de que me echaran de la casa y tuviera que volver a la villa, de donde según Lucio no debería haber salido nunca. El siempre me dice que soy una negra villera y otras cosas más fuertes aún.

-          Entonces te presionó con que yo te iba a echar para que tú cedieras y bueno, no se que fue lo que hicieron Ustedes dos, se puede saber.

-          Señora no se lo quiero contar, porque le va a dar un disgusto mayor enterarse la verdad de lo que pasó ese día.

-          Sea lo que sea lo quiero saber – dijo Luciana muy obstinada.

-          Y yo Señora, por lo mucho que la quiero, no se lo quiero decir para no perjudicar a más gente.

-          Como más gente? Que gente? A que te refieres?

-          A nada, por favor, le repito Señora, ya está, ya pasó, yo no le haré más cargos por lo que me hizo su hijo. Mejor olvidemos esto, yo me cuidaré mucho para que no vuelva a repetirse.

-          De ninguna manera, cuenta todo lo que sabes, sea lo que sea.

En ese momento se sintió la voz de Francisco que llamaba a Luciana, por lo que Yolanda le pidió que se fuera y que dejaban el tema para más adelante, para cuando los ánimos estuvieran calmos.

Yolanda no quería involucrar a Alejandra, ya que saldría a la luz la relación incestuosa que mantenían los hermanos. La situación ahora estaba más complicada aún, ya que Luciana quería saber toda la verdad y Yolanda sabía que si se lo decía iba a quedar muy mal parada Alejandra, pero también Lucio, ya que quedaría al descubierto la forma de actuar que tenía, que recurría a la extorsión para someter a su hermana y a ella.

Yolanda se sentía mal en ese momento, no era un problema físico lo que le doliera, sino que veía trastabillar todo lo que había conseguido.

Había logrado meterse en un puño a los dos hijos de su patrona, a su patrona y al cocinero, que era su compañero de trabajo y el que menos le importaba. Pero el haber denunciado la violación de que fue objeto, lo consideraba ahora un paso en falso, ya que era muy posible su salida de la casa, porque iba a ser imposible la convivencia bajo un mismo techo, de ella y Lucio. Y la elección para su patrona iba a ser muy simple: entre una mucama y su hijo, elegiría claramente a su hijo, así sea el peor de los violadores o maltratadores.

Y a ella la despedirían seguramente con una jugosa indemnización, lo cual a ella no la satisfacía, ya que no le alcanzaría para comprar el resto de su vida.

Yolanda pensaba que una buena indemnización solo le serviría tal vez para comprarse un departamento, pero como lo mantendría después? Y de que viviría? No, todavía no estaban dadas las condiciones para eso. Esa noche no iba a poder dormir pensando en que hacer, que decirle a su patrona para salir bien parada de esta situación.

A esta altura, ya se había olvidado de la violación que había sufrido horas antes, no le dolía más nada. Solo el alma y no había pastillas para eso.


Cuando sonó el despertador, Yolanda quiso levantarse y ahí si, se acordó de lo que había vivido el día anterior y maldijo a Lucio. No obstante, se incorporó y llegó al baño a darse una ducha, que la pondría mejor. Se vistió y comenzó un nuevo día de trabajo, eso fue hasta que se encontró con su patrona, que venía a verla y se sorprendió cuando la vio levantada y lista para un día de trabajo.

-          Pero que haces levantada, hija?

-          Tengo que hacer mi trabajo, no quiero perderlo – Yolanda se sorprendió gratamente cuando escuchó de la voz de su patrona la palabra hija. Era una muestra de afecto que ella agradecía.

-          Inmediatamente a tu cuarto, hoy descansas todo el día y por favor no hables nada con nadie, solo conmigo. Recuerda que debemos terminar de aclarar esto, ok?

-          Si Señora, en realidad no me siento muy bien, mejor si, pero no tanto.

-          A la cama entonces.

Al rato Tomás se llegó hasta su dormitorio a llevarle el desayuno y unas revistas que él guardaba en su cuarto. Francisco y Luciana se retiraron a sus obligaciones, más tarde lo hizo Lucio y por último Alejandra, pero antes de irse, pasó a saludar a su novia, para interiorizarse de cómo había pasado la noche y para decirle una vez más lo mucho que la amaba. Si fuera posible le daría un beso de lengua, para que le quede gravado su aliento fresco, su perfume y más que nada, el amor que sentía por ella.

-          Buenos días princesa – le dijo Alejandra al entrar al cuarto de Yolanda – como pasaste la noche? Te sientes mejor? Si me lo pides, me quedo a cuidarte, anda vamos, pídemelo.

-          Buenos días Ale, estoy mejor, quise levantarme, pero tu mamá me dijo que no lo hiciera, que me tomara el día.

-          Me extrañaste mucho?

-          Te extraño siempre Ale, tú lo sabes.

-          Yo te amo, tú también lo sabes – Alejandra mientras le decía esto, se acercó a cumplir su voluntad de dar un beso de lengua a su novia y ésta cuando la tuvo cerca, torció su cara para que el beso sea en la mejilla – no quieres un beso mío? – le dijo medio apenada.

-          No siento bien mi estómago, en este momento prefiero no hacerlo, comprende – otra mentira piadosa de Yolanda, para no herir a Alejandra.

-          Está bien, ya tendremos tiempo de darnos muchos besos.


Ese día y la noche anterior, Lucio estuvo pensando y repasando los acontecimientos, entre arrepentido y enfurecido, por el cariz que había tomado la situación familiar. Su madre estaba enterada que él se cogía a la mucama y que no había sido la primera vez. De ahora en más tendría que ser más cuidadoso, algo ya se le ocurriría para darle un buen escarmiento a esa negra de mierda.

Mientras tanto, no podía dejar de lado a su hermana, le haría hacer muchas cosas a esa perrita, la tenía bastante sometida y todavía no la había cogido. Y eso no era nada, todo lo que le haría hacer y a la negra villera también, ya se las pagaría, esto lo anotaría bien en su memoria.

No veía la hora de llegar a su casa, dejaría algunos asuntos pendientes y se iría antes, ya que quería encarar a Yolanda para hablar con ella y arreglar el incidente para que su madre no husmease más.

Más temprano que de costumbre llegó a su casa, ingresó como siempre lo hacía por la entrada principal, pero no se dirigió a su cuarto, sino que directamente se fue hacia la cocina en busca de Yolanda. Al no encontrarla le preguntó a Tomás y éste le contestó que estaba en su cuarto porque no se sentía bien desde el día de ayer.

Se lo dijo con un cierto tono que a él lo dejó pensando si estaría enterado del episodio que vivió con Yolanda, por lo que haciéndose el desentendido le preguntó si sabía que le pasaba a la chica.

-          Si, tiene un problema en el estómago, creo – le dijo mirándolo fijamente.

-          Ah, voy a su cuarto a verla.

-          No, espera, me pidió que no la molesten, porque se siente muy mal.

-          Con mayor razón, si se siente mal, lo quiero saber y le llamaré un médico, descuida – eludió el cuerpo del cocinero que pretendía interponerse en su camino y se fue rumbo al cuarto de la chica.

-          Hola Yolanda – le dijo entrando sin pedir permiso en su cuarto – quiero hablar contigo, puedo?

-          Yo no deseo verte, te pido que te vayas Lucio, por favor.

-          Me voy si no quieres verme, te comprendo, pero antes escucha lo que vine a decirte, me permites.

-          Bueno, habla de una vez y déjame sola.

-          Vine a decirte que estoy tan dolido como tú, quiero que me disculpes, esto que te estoy diciendo no me lo dijo nadie, me sale del corazón. Por favor Yoli, perdóname, estuve muy mal, no he podido dormir en toda la noche y hoy dejé lo que estaba haciendo, solo para venir a decirte esto.

-          Por que debería creer que eres sincero.

-          Si no hubiera venido, para mi sería lo mismo. No ha pasado nada. Sin embargo estoy aquí, poniendo la cara porque me siento muy mal.

-          No se si creerte.

-          Mira Yoli, esto que siento por ti, es auténtico, además he descubierto otra cosa más. Pero debes prometer que me la vas a creer, aunque te parezca descabellada o loca.

-          Está bien, di lo que quieras que te creeré.

-          Estoy enamorado de ti, siento tanta pena por lo que te hice, como amor por tu persona, me crees?

-          Mmm, debo creerte? – a Yolanda se le escapó una sonrisa, tímida.

-          Claro que debes creerme, te digo algo más y te dejo, pero con una condición.

-          Dilo y te vas.

-          Cada vez que te he dicho palabrotas como puta o negra villera, bueno esas cosas, tú sabes, no lo decía para ofenderte, sino que eso a veces pasa, es parte del juego erótico.

-          Está bien. Ah, pero me hablaste de una condición.

-          Si, la condición es que me dejes volver a visitarte más tarde o me des un beso de despedida hasta mañana.

-          Ah no, no vale, ya empiezas otra vez . . .

-          Es que me gustas mucho negrita linda.

-          Eso me gusta, que me llames así me gusta – ahora Yolanda sonreía mucho más y creía en lo que Lucio le decía.

-          Bueno decide, me das un beso o vuelvo a visitarte más tarde.

-          Vuelve a visitarme más tarde.

-          De acuerdo, pero con otra condición.

-          Cual Lucio.

-          Cuando quieras que venga, dile a Tomás que me llame y vengo rapidito.

-          Hecho.

A Yolanda le volvió el alma al cuerpo, las palabras de Lucio le cayeron muy bien, le creyó todo lo que le dijo, tal vez fue muy impulsivo en su manera de actuar y no midió las consecuencias. De alguna forma lo estaba empezando a justificar.

Pero había otro tema a resolver y era como explicarle a su patrona sus dichos referido a no perjudicar a más gente. Esto Luciana quiso saberlo enseguida, sobre todo a que gente se refería y ella no supo que decir. Que le podría decir ahora que las cosas con Lucio se habían encarrilado?

Además le dijo también a Luciana que no quería herirla a ella. Uy, en que lío se encontraba metida.

Se venía un fin de semana largo, la mayoría de la gente optaba por trasladarse a descansar a sitios cercanos y la ciudad quedaba prácticamente desierta.

Luciana y Francisco tenían un departamento en la costa, a dos horas de viaje y cada vez que podían se iban para renovar energías, lo que mantenía viva a la pareja que los unía desde más de 20 años. Ese fin de semana que ya se avecinaba lo iban a aprovechar para relajarse frente al mar, pero Luciana sabía que antes de hacerlo debía dejar todo perfectamente organizado, para no perder el control de su familia.

Su mayor preocupación eran sus hijos y desde los últimos acontecimientos vividos en la familia, debía preocuparse también por Yolanda. No podía dejar que nada volviera a pasar, a pesar de que la relación entre ella y Lucio estaba de maravillas, según dejaban ver ambos. Pero a Luciana eso no le cerraba, le quedaba un poco de desconfianza, tenía cierto temor de que volviera a pasar algo desagradable.

Por esa causa tomó la decisión de separar a Yolanda de su hijo mientras ella no estuviera en la casa. Esa disposición ya la había tomado, solo faltaba determinar como lo haría. Lo meditó al tema y lo consultó con su marido.

-          Francisco, quiero preguntarte si te molesta que llevemos con nosotros a Yolanda? He pensado en aprovechar y darle una limpieza a fondo al departamento y ella es la persona ideal para ayudarme.

-          Lo único que te pido es que no cuenten conmigo, tú sabes que ir a la costa para mí es otra cosa.

-          Lo se Fran, solo esta vez, dame el gusto, si?

-          Por supuesto, espero que tú no te olvides de lo nuestro.

-          No me olvidaré Fran, habrá tiempo para todo.

Luciana tenía bien pensada su decisión de llevar a Yolanda con ellos durante el fin de semana largo. Por una parte la separada de su hijo, estando la chica a su lado nada le pasaría. Por otra parte, tendría tiempo para hablar con Yolanda del tema que la mantenía intrigada: la conversación que había quedado trunca aquella noche. Había un “algo más” que ella tenía que sacarle a la chica y de una u otra forma lo iba a hacer.

Las escapadas que el matrimonio hacia en soledad a su departamento en la costa, las aprovechaban para ponerse al día sexualmente. Desde el mismo momento que ingresaban al departamento, habían tomado por costumbre despojarse de sus ropas y se obligaban a estar desnudos todo el tiempo, en lo que ellos consideraban como una práctica de nudismo doméstico.

El estar desnudos a todo momento, los potenciaba sexualmente y les daba la posibilidad de tener sexo a cualquier hora del día, mañana, tarde o noche, en distintos sitios de la casa y de las formas más diversas. Los horarios de las comidas, estaban tergiversados, no se respetaban, todo era relax y placer para la pareja.

Para el matrimonio, el nudismo se había transformado en una opción de vida y no solo lo practicaban muros adentro de su domicilio de la costa, sino cada vez que le era posible concurrían a playas nudistas o lugares en donde se reunía gente para disfrutar esta forma de vida.

Cuando Francisco escuchó de su esposa la posibilidad de llevar con ellos a la mucama, en principio se molestó porque la presencia de la chica le coartaba la posibilidad de practicar el nudismo y luego lo aceptó, pensando en que podrían dejar a Yolanda haciendo tareas de limpieza en el departamento, mientras ellos se iban a la playa para encontrarse con las relaciones que mantenían por aquellos lados.

La práctica del nudismo dentro del propio domicilio de la costa, había atraído la atención de algunos vecinos, que curiosos los espiaban por las ventanas de sus departamentos, luego de haberlos divisado sin ropas en distintas circunstancias, caminando, comiendo, bailando y hasta teniendo sexo. Luciana y Francisco, percibían que esto pasaba y no les preocupaba, es más disfrutaban sentirse observados.

Francisco era un hombre que se excitaba de solo sentirse desnudo y mucho más si alguien podría estar mirándolo. A Luciana, el estar desnuda, le aumentaba la adrenalina, que era algo equivalente a la excitación de su esposo.

Esto que ellos vivían trajo como consecuencia que recibieran llamados telefónicos de personas que sin identificarse, les contaban que los estaban mirando desde tal o cual ventana de algún edificio lindero.

Uno de estos vecinos llegó más lejos y al hablar con Francisco le consultó la posibilidad de visitarlo con su pareja, solo para conocerse, ya que ellos también eran nudistas. Le preguntó además si por casualidad ellos concurrían a determinada playa nudista y se ubicaban siempre junto a unas palmeras entre el bar y la rompiente. Francisco le contestó que efectivamente, ellos concurrían a esa playa y se ubicaban adonde él había mencionado. Era obvio que esta persona los conocía, por la precisión de los datos que tenía y por eso decidió invitarlo junto a su pareja para conocerse personalmente.

Momentos más tarde, se presentó la pareja que lo había llamado por teléfono en el departamento, siendo Francisco el que los atendió, invitándolos a pasar al interior. Francisco llevaba puesta una bata para tapar su desnudes y se sorprendió al notar que los que lo visitaban eran dos hombres mucho más jóvenes que él y Luciana.

-          Tú llamaste a mi departamento – le dijo Francisco al joven que tomó la voz.

-          Si, fui yo quien te llamó, me llamo Eduardo – le contestó, estrechando la mano que Francisco le había tendido – él es Ariel, mi pareja – le aclaró.

-          De modo que Ustedes son una pareja gay – respondió Francisco mientras estrechaba la mano de uno y otro.

-          Si, no me diste tiempo a decírtelo – Eduardo llevaba la voz de la pareja, al menos era el que más hablaba – estás a tiempo de cancelar la invitación – le dijo cuando estaban todavía en el palier del edificio.

-          Por que tendría que arrepentirme? Son bienvenidos en mi casa, pasen, adelante, les presentaré a mi esposa.

-          Muy amable Francisco – dijo tímidamente Ariel, que era empujado por Eduardo a pasar al interior.

Si algo estaba definido para Francisco, eran los roles en esa pareja. Eduardo era el activo y Ariel el pasivo, eso no estaba en duda, saltaba a la vista.

Francisco se sentó a conversar con Eduardo y Ariel, para preguntarles que idea tenían al haberse llegado hasta su domicilio.

Los muchachos le dijeron que no sabían cabalmente que los había llevado a llamarlos por teléfono y luego a querer conocerlos, solo se habían dejado llevar por la intuición de que eran buena gente y que tenían gustos y opciones de vida similares a las de ellos.

-          Que bueno, así que nosotros venimos siendo viejos conocidos – le contestó Francisco.

-          Si, casi todos los fines de semana largos, tenemos esa misma costumbre que Ustedes, venir a la costa y siempre los vemos en la playa o sino por la ventana del departamento.

-          Bueno, supongo que se querrán poner cómodos? Si es así, pueden pasar a ese cuarto y dejar la ropa ahí y si desean permanecer vestidos, todo bien.

-          Nos sentimos más cómodos sin ropa, con permiso – Eduardo tomó la palabra y empujó a su pareja hacia el cuarto indicado para desnudarse.

-          Los esperamos en el living – les dijo Francisco – están en su casa. Mi esposa les preparará un trago.

Eduardo y Ariel, eran dos muchachos que ya habían pasado los treinta años, de clase media, odontólogos de profesión y de buena presencia ambos. Eduardo era más alto que su pareja, de cuerpo robusto al igual que Ariel, muy cuidadoso de su aspecto personal, debería pasar mucho tiempo en los spa. Ariel al igual que su pareja, lucía un cuerpo totalmente lampiño, depilado desde la cabeza a los pies, de modales muy suaves y delicados.

Esa noche se conocieron con Luciana y pasaron la velada charlando de asuntos triviales, hasta que Francisco quiso poner un poco de onda a la reunión y les propuso bailar. El ritmo de la música y la temperatura reinante, ayudaron para aumentar el consumo de alcohol, con lo cual se fue calentando el ambiente y ambas parejas se fueron poniendo melosas.

Luciana y Francisco abandonaron el ritmo tropical que venían sosteniendo, para sentarse a relajarse en una cómoda hamaca, en donde comenzaron a mimarse sin importarles la presencia de la pareja de muchachos.

Eduardo y Ariel, al ver a sus anfitriones haciéndose arrumacos en la hamaca, se les prendió la llama del deseo y decidieron imitar al matrimonio, instalándose en un sofá cama que dividía el ambiente.

A Ariel se lo notaba muy caliente y hasta celoso, al observar como Luciana devoraba con su hermosa boca la verga de Francisco, de un tamaño que casi doblaba a la de su novio Eduardo.

Francisco estaba muy concentrado arrodillado sobre el pecho de Luciana, tomando la cabeza de su esposa desde atrás, para que cada vez tuviera más adentro de la boca su verga. No le interesaba tanto el mete y saca a Francisco, sino la sensación de tener penetrada a su mujer hasta lo máximo, lo excitaba sentirla atragantarse, eso lo ponía tremendo. Sus huevos descansaban entre las tetas y el cuello de Luciana, que le pedía por favor que no se la clavara tan adentro que ya la tenía en la garganta, lo que le dificultaba respirar y de tanto en tanto se atragantaba.

Los jóvenes se mimaban entre ellos, pero sin dejar de observar a Luciana y Francisco. Este último los motivaba mucho a ellos, por que lo sentían como el típico macho dominante.

Eduardo estaba acostado en el sofá, con sus manos entrelazadas bajo su cabeza, sus ojos cerrados lo hacían descansar y los abría cada vez que escuchaban los ahogos de Luciana, por lo que disfrutaba con interrupciones la mamada que Ariel le estaba haciendo.

Ariel no tenía mayores inconvenientes para hacer desaparecer esa verga dentro de su boca y lo hacía dándole un mete y saca, para tratar de sacarle la leche a su novio. Al mismo tiempo que hacia eso, al igual que su pareja, miraba a Francisco, como le metía la verga en la boca a su esposa, a la que hacía saltar en la cama, de tantos orgasmos que le sacaba.

Luciana podía alcanzar muy ricos orgasmos mientras le chupaba la pija a su marido, eso se debía a una natural facilidad para acabar y al hecho de que la verga empujaba las amígdalas hacia adentro, eso le cortaba la respiración y le provocaba convulsiones que desencadenaban las culminaciones felices a las que llegaba.

Los muchachos no se animaron a seguir con sus prácticas sexuales delante de la pareja, porque Luciana después de haber terminado varias veces y de hacerlo acabar a Francisco, se recostaron abrazados, a descansar y recuperar energías.

Ariel estaba muy caliente y quería seguir, que Eduardo le diera lo suyo, lo que se merecía, por el culo, pero le daba cosa hacerlo ahí, por cuando el matrimonio ya se había sosegado. Le dijo a Eduardo de retirarse para completar lo de ellos en su propio departamento. Agradecieron el trato recibido y se retiraron, prometiendo un nuevo encuentro, esta vez en el departamento de ellos y con más invitados.

Este tipo de encuentros, se fueron repitiendo e incrementando y eran el motivo verdadero de tantos viajes que Luciana y Francisco hacían por la costa. De igual forma trabaron relación con otras personas y el círculo de amigos nudistas y no nudistas, se fue ampliando. Todo esto hacía que para el matrimonio, los viajes a la costa sean todo placer y máxima relajación.

En este caso, llevar a Yolanda sería un escollo, pero bueno Francisco confiaba en su esposa y sabía que a su lado tenía siempre muchas posibilidades de estar bien.

MARCELA ( marce459@live.com.ar )