LA MUCAMA Y EL COCINERO - Parte 6

Lucio somete a su hermana, después a la mucama, se forma un trío, el cocinero se come a la patrona, el marido con una pareja gay, todos unidos por el sexo.

LA MUCAMA YEL COCINERO.

PARTE 6/12.-

Yolanda, a todo esto, luego de haber tomado la aspirina, se había marchado a su cuarto en donde se recostó nuevamente en su cama, para alcanzar la relajación que su cuerpo y mente le pedían. Pero muy lejos de ello, volvió a repasar lo sucedido y ahora si, no le quedaba duda alguna de la situación muy comprometida de su patrona con el cocinero. Si bien la primera vez que los sorprendió le habían quedado dudas, la segunda vez ya no habían dudas, los vio muy nítidamente, con sus ojos, no estaba viendo visiones, era algo bien real lo que había observado. Y eso ahora si, era algo más para capitalizar a su favor.

Ya tenía a Lucio, más tarde tuvo a Alejandra y ahora a su patrona, que más le podía pedir al destino. Le había entregado servido en bandeja a tres integrantes de la casa de familia en donde trabajaba. Ello jugaba a su favor, llegado el caso, si ella tuviera que pedirles algo, ellos no podrían negarse.

Animada por como ella veía que se habían sucedido los acontecimientos, tomó coraje y decidió volver a la cocina, a pesar de que había sido echada dos veces  y en la última de ellas, su patrona le había dicho que más tarde la llamaría, para hablar acerca de todo lo ocurrido. No le importó nada y decidió volver a la cocina, supuso que ellos se habrían marchado a otro sector de la casa.

Sin embargo no fue así, cuando estuvo a punto de entrar, sintió movimientos, algunos murmullos y acercando el oído a la puerta, pudo escuchar los jadeos, los suspiros y algunos párrafos de las conversaciones calientes que mantenían su patrona con el cocinero. No le quedaba ninguna duda, estaban cogiendo ahí mismo, dentro de la cocina. Los dejaría un poco más y entraría a ver que tal la estaban pasando, pero ahora no la iban a echar así nomás, ahora se tendrían que ver con ella o sino . . .

Y Yolanda abrió la puerta y entró a la cocina. Su patrona, tenía acostada su espalda sobre la mesa, sus piernas abiertas, su pollera levantada, sus tetas afuera del abrigo que llevaba puesto. Tomás, tenía los pantalones y calzoncillos a la altura de los tobillos, la camisa levantada, su sexo contra el de su patrona, mejor dicho su sexo estaba penetrando el de su patrona, su cola blanca apuntaba hacia la puerta donde ella estaba y el cuerpo del cocinero, acostado descansando sobre el de la mujer. Que estaban haciendo ahora, se preguntó Yolanda.

Ninguno de los dos se movió cuando la chica entró. No tenía caso que trataran de ocultar nada más, estaba todo a la vista. Yolanda tampoco hizo ningún movimiento extraño, directamente fue hasta la mesa, corrió una silla y se sentó ahí mismo en donde acababan de echarse un polvo su patrona con el cocinero.

Luciana no movió ni un pelo de su cuerpo, solo giró sus ojos para mirar a los de la morocha que se había sentado enfrente y que la miraba con una sonrisa cínica. Tomás se levantó un poco y con una de sus manos solo atinó a pretender tapar su cola, pero después desistió y la dejó al descubierto.

-          Bueno, ahora que me van a decir? Que sigo estando confundida? Quieren que me vaya de nuevo? No están cogiendo verdad?

-          No, no estamos cogiendo – le dijo Tomás – ahora estamos descansando, cogimos hace un rato y estuvo muy bueno.

-          Me lo perdí, que lástima – seguía Yolanda disparando frases cargadas de ironía o cinismo.

-          Sigo insistiendo en que no es lo que tu piensas – dijo Luciana, mientras le caían lágrimas por las mejillas, de rabia, de verguenza – pero bueno, piensa lo que quieras, es muy largo para explicar.

-          Tan largo como el pito de Tomás, eh? Te la tenías guardada esa, eh viejo? – Yolanda con esa frase dirigida una parte a cada uno de los que permanecían acostados sobre la mesa, se levantó y se retiró.

Tras su salida de la cocina, la pareja que había sido descubierta en tres oportunidades seguidas, se levantó y comenzó a arreglar su ropa, ya era hora de que regresara el resto de los habitantes de la casa.

Tomás esperó que se retirara Luciana, ésta antes de irse le dio un beso sobre los labios, en señal de que a pesar de todas las dificultades que habían tenido, estaba satisfecha con lo hecho. El se quedó mirando como se iba su amada amiga, su patrona y una vez que quedó en soledad en la cocina, se retiró para higienizarse y retomar sus tareas.

Previo a eso, pasó por la habitación de Yolanda, para conversar con ella acerca de lo ocurrido y de lo cual ella había sido una protagonista especial. No la encontró descansando, estaría en alguna otra parte de la casa, hablaría más tarde con ella.

Luciana caminaba por la casa en dirección a su cuarto, al atravesar el living se encontró con Yolanda, que estaba sentada en un sillón viendo televisión. Le pidió que apagase el aparato y que la siguiera hasta su cuarto, cosa que Yolanda cumplió en silencio y al instante.

-          Mira Yolanda, se que es muy fuerte todo lo que te tocó ver hoy en la cocina y por supuesto, también se que habrás sacado tus propias conclusiones.

-          Señora, no tiene que darme explicaciones a mi.

-          Pero igual lo voy a hacer, eres una mujer, muy joven, pero mujer al fin y podrás comprender lo que te voy a decir.

-          Está bien, la escucho – le contestó Yolanda, siguiendo a su patrona hasta la puerta misma, en donde se quedó parada esperando una orden para ingresar.

-          Pasa Yolanda, espera que voy al baño, regreso enseguida – cuando volvió Luciana, lo hacía con una bata, se había quitado la ropa y luego depositada en un cesto.

-          Sigo – le dijo Luciana y le contó toda la historia de Tomás desde el principio al fin, para luego volver a lo ocurrido recientemente – así que hoy me has encontrado en un momento de flaqueza o tal vez de extrema sensibilidad y me dejé llevar por las emociones y caí en sus brazos. No es un pecado dejarse amar, pero está muy mal si ya tienes un marido e hijos con él, verdad?

-          Si Señora – le contestó Yolanda.

-          Pero tampoco es la muerte de nadie. No he matado a nadie, no volverá a suceder y desde ya, confío en tu discreción – le dijo Luciana a la muchacha, mirándola a los ojos para poder palpar la veracidad de la respuesta que pudiera darle.

-          Señora, se muy bien guardar los secretos. No soy quien para juzgarla, yo la aprecio y a toda su familia, claro. Con Tomás tengo una relación más fuerte, tiene casi la edad de mi padre y paso mucho tiempo con él.

-          Bueno, entonces confío en ti, no me defraudes.

-          No lo haré Señora. Me permite una indiscreción? – le contestó Yolanda, con un pie en la puerta, yéndose.

-          Mmm si te permito – le dijo Luciana, no muy segura de si debía consentir una frase indiscreta por parte de la mucama.

-          Solo le pido que no se enoje por lo que voy a decirle, pero después de lo que me ha dicho, me siento mucho más a su lado. Quiero decir, que comparto su forma de actuar, yo hubiera hecho lo mismo.

-          Bueno veo que me has entendido, a ver cual es tu indiscreción? – Luciana percibió que la chica no había terminado de decirle lo que tenía adentro, decidió que lo mejor era que expusiera todo su pensar ante ella.

-          Si, quería decirle que si quisiera volver a hacerlo, yo sería una tumba, Tomás es un hombre muy querible, disculpe si fui atrevida Señora.

-          Te agradezco la intención, pero eso creo que nunca se repetirá. Ahora te puedo preguntar algo yo y dado la confianza que tenemos, te pido que me contestes solo la verdad, aunque duela o no me guste escucharla.

-          Si Señora.

-          Que pasó en la habitación de mi hija el otro día, tú sabes a que me refiero.

-          Usted se merece la verdad. Ale y yo tuvimos una relación sexual, no se como pasó, pero pasó. Tal vez como lo que Usted vivió hoy, no tiene explicación y pasó.

-          Me estás diciendo que tuvieron una relación lésbica? Son lesbianas tu y Ale?

-          Noo, solo pasó, a mi me gustan los hombres y a Ale también, no somos lesbianas. A lo sumo bisexuales, no se si por tener una relación con otra chica ya somos bisexuales.

-          Como se inició esa relación? Quien fue activa y quien pasiva?

-          No se como se inició la relación, ambas tuvimos los dos roles.

-          No lo puedo imaginar.

-          Solo sucedió Señora, Usted me pidió que sea sincera y lo he sido. Ahora me quiero ir a hacer mis cosas.

-          Si, ve a hacer tus cosas, así me quedo sola y pienso un poco sobre esto.

Luciana pensó que tal vez fuera un desborde propio de la juventud, recordó su propia adolescencia y todas las situaciones que ella vivió. Al fin y al cabo ella no podía decirle a su hija que cosa debía sentir placentera y que no. No era grave lo que había pasado, solo había sido una relación sexual entre dos chicas, no había que dramatizar tampoco. Peor en todo caso, lo que ella había hecho con el cocinero, si, debía dejar de preocuparse por la vida ajena y pensar más en la propia.

Yolanda al retirarse de la habitación de la patrona, no podía con toda la felicidad que llevaba en su pecho, tener a los hijos de la familia en su poder era algo grande. Pero que más sublime que haber sorprendido a su patrona cogiendo con el cocinero y que ella le suplicase que fuera discreta. Si ella hablaba, se armaría flor de lío, peligraba la estabilidad de la familia.

Si, así era la cosa, la familia dependía de ella, si se le ocurría hablar, lo más posible era que eso más tarde o más temprano, terminara desencadenando un divorcio vincular, separación de bienes y todo lo demás. Los padres por una parte, los hijos por otra y la casa vendiéndose y los autos también y todo sería un caos. Y la llave de esa bomba era ella, Yolanda, la negra villera, la que había tenido que chuparle la verga al hijo de la Señora, la que se había encamado con la hija de su patrona y la que había visto muy bien cogida, con las piernas abiertas y una verga todavía dentro de su concha a la dueña de la casa.

Pero Yolanda no iba a dejar las cosas así nomás, tenía que darle una estocada mortal a esta situación, no la iba a dejar pasar. Tenía algo grande entre sus manos y no se le iba a escapar. Ahora iría por Tomás, a ese sabría como manejarlo, lo usaría como un instrumento para lograr beneficios para si.

-          Hola Tomás, así que tenías algo atragantado que al fin se dio, verdad? – le disparó Yolanda para ver como reaccionaba el hombre.

-          Yolanda, te pido por favor, que seas discreta con este asunto, si? – le pidió Tomás, más en tono de súplica, que como un pedido.

-          Por supuesto que seré discreta, pero entre nosotros podemos hablar o no?

-          Podemos charlar lo que quieras, pero siempre muy discretamente.

-          Bien, así lo haremos. Tu me contarás lo que hagas con ella y yo te confiaré algunos secretitos que tengo, bueno, si quieres conocerlos y que seamos socios.

-          Como que socios, socios en que, Yolanda?

-          En la convivencia en esta casa. En mejorar nuestros modos de vida, yo solo quiero estar mejor, quiero vivir segura, que si me voy de acá, no tendré que volver a la villa, me entiendes?

-          Tú no te vas a ir de acá, eso ni lo pienses.

-          Hoy estuve a punto de ser despedida. Y fíjate que injusticia, me iban a despedir porque Ustedes se estaban portando mal y yo los descubrí. No está mal eso?

-          No te iba a despedir la Señora.

-          No estoy segura de eso. Y tu como puedes llamarla la Señora después que te la has cogido acá mismo sobre la mesa?

-          No seas guaranga Yoli, habla bien.

-          Tomás, no te hagas el correcto conmigo, que no me puedo borrar la imagen de lo que vi hoy, tu culito blanco y la verga de caballo que tienes.

-          Por favor Yoli, habla bien.

-          A propósito, se la metiste toda?

-          No voy a seguir hablando contigo, no así.

-          Bueno, está bien, volvamos al tema de los secretitos. Quieres enterarte de algunas cosas de la casa?

-          Por ejemplo que?

-          Ya te cuento, pero solo si me prometes contarme de tus próximas encamadas con Luciana.

-          No pienso volver a tener nada con ella.

-          Tal vez tu no, pero ella creo que puede ser que quiera.

-          Mmm bueno, hecho, si pasa algo te cuento, pero sin detalles, solo te digo pasó y nada más. A ver que secretito tienes tu que me pueda interesar a mi.

-          Te cuento algo que ya sabe la jefa. Una tarde Ale y yo nos encamamos igual que Ustedes, bah, mucho más y mejor que lo que hicieron hoy Ustedes y ella casi nos pescó y hoy se lo admití. Así que sabe que su hija es al menos bisexual. Tú eres la segunda persona que lo sabe, al menos por ahora.

-          Como por ahora, se lo piensas decir a alguien más?

-          Ese ya es otro secreto, te lo diré cuando tú me cuentes como sigue tu relación con tu jefa o alguna cosa que pueda interesarme.

-          Que podría interesarte aparte de esto, ya que no pienso volver a insistir en algo que estaba muy enterrado?

-          Mmm no se, veremos.


Lucio había dejado pasar algunos días hasta que decidió volver a la carga con sus dos sometidas. Empezaría primero con la que tuviera a mano, con la que se cruzara antes con él. Y fue Yolanda la que primero se interpuso en su camino.

-          Ey tú, ven acá, adonde vas, ven a mi cuarto – Lucio la tomó del brazo, la hizo dejar toda la ropa que traía y la llevó al interior de su cuarto.

-          Espera, no soy un animal, soy una persona, no me maltrates quieres?

-          Que te pasa negra de mierda, vamos, acuéstate en la cama que te voy a coger – le dijo Lucio, totalmente maleducado, desprovisto del más mínimo sentido común.

-          No, suéltame, no quiero estar contigo, suéltame, no voy a hacer nada contigo y mucho menos a la fuerza. Si quieres denunciarme para que me echen, adelante, a mi no me vas a tocar un pelo.

-          Pero que bien, los humos que tiene la negrita esta – Lucio se fue hasta la puerta y cerró con llave la misma. Subió el volumen de la música que sonaba y tomando a Yolanda de una de sus muñecas la arrastró hasta el fondo de su vestidor.

Ahí le tapó la boca, presionando con su mano en los labios y nariz, dificultando incluso la respiración de la chica. Con el otro brazo, forcejeaba con Yolanda que había empezado a resistirse con fuerza, dando patadas y sorprendiendo a Lucio, que tuvo que trabarse en lucha con la mucama, para poder dominarla.

La fuerza se impuso y cuando Yolanda se descuidó, Lucio le dio una fuerte trompada en la boca del estómago, que la dejó inmovilizada y a su merced, ya que le había quitado prácticamente la respiración.

Yolanda estaba tirada sobre el piso, no le costó mucho trabajo a Lucio levantarle la pollera, correrla tanga a un costado y echársele encima de su cuerpo. Luego, notando que la chica no mostraba reacción alguna, buscó penetrarla dando fuertes pijazos contra la concha que estaba seca, sin flujo que facilitara la entrada de su miembro. Se ayudó con uno de sus dedos, exploró buscando la entrada y hacia ahí enfiló la verga, pujando hasta que sintió que entraba y después con fuerza hasta que sintió que la penetración había llegado al máximo.

Yolanda seguía respirando dificultosamente, por lo que no podía exteriorizar su dolor por la violación de que estaba siendo objeto.

Sus ojos miraban con odio al muchacho, que enloquecido forzaba un mete y saca en una vagina totalmente irritada por la fricción sin flujo, ni lubricante alguno. Por suerte para ella, Lucio acabó enseguida y como si nada hubiera pasado, se levantó para limpiarse con una toallita que arrojó despectivamente hacia el rostro de Yolanda, que ya estaba respirando mejor.

-          Levántate y fuera de mi cuarto, no quiero volver a verte, fuera – le gritó Lucio, con desprecio.

-          Ahh, esta me las vas a pagar, te juro que vas a arrepentirte y mucho.

Y Yolanda se retiró de la habitación caminando apoyándose en las paredes, ya que sus piernas no la sostenían. De ahí se fue directo a su cuarto y de pasada hacia el mismo, le pidió a Tomás que la siguiera, que tenía algo para decirle.

Le contó todo lo que había pasado, le mostró lo amoratado que tenía su abdomen, por la trompada que le había dado Lucio y le pidió que le tomara una o varias fotos con la cámara digital, que quería eternizar esos golpes recibidos.

-          Y eso que tienes chorreando en tus piernas, es acaso . . .

-          Si, Tomás, es semen, de ese violador, te juro que me las va a pagar, esta no se la perdono – le dijo Yolanda.

-          Toma fotos de mis piernas también, por favor – se levantó totalmente la pollera y no le importó mostrarle su tanga, que tenía un elástico totalmente desgarrado – fotografía todo, no me importa que me veas desnuda – y se corrió ella misma la tanga, para que pudiera fotografiar su concha al rojo vivo, estaba muy irritada y aún bajando semen por el canal vaginal.

-          Esto que te ha sucedido es una barbaridad, no te lo mereces Yoli.

-          Quiero que estas fotos y este estado que tengo y que has visto, lo comentes con la Señora. Yo no me voy a mover del cuarto, hasta que ella venga a verme. Dile que ni siquiera me pienso lavar.

Yolanda se hizo fotografiar repetidas veces por Tomás, le pidió que le hiciera todo tipo de tomas, lo hizo desde distancias de diez centímetros y con máxima definición, para ilustrar bien lo que ella había sufrido. Una vez que concluyó esa tarea, le pidió que guardara la cámara fotográfica a resguardo de Lucio, que era muy posible que cuando se enterara de la existencia de pruebas en su contra, quisiera asegurarse de destruirlas.

A su vez recogió con un hisopo, algunas muestras de semen que aún tenía en su canal vaginal y en las piernas, las que llevó a guardar en el refrigerador, dentro de un recipiente de plástico de máxima hermeticidad. Luego de eso, Yolanda se sintió un poco más reconfortada, esperando tranquila que llegara la madre de su violador, para ponerla al tanto de lo sucedido.

Tomás hizo como que no sabía nada del asunto, para que Lucio no se la tomase con él y dado el estado físico y síquico que presentaba su compañera de trabajo le dio unas pastillas calmantes, para ese tipo de lesiones.

Antes que Luciana, llegó a la casa Alejandra, que se extrañó de no ver a Yolanda. La fue a buscar a la cocina y Tomás le dio la noticia que la chica se había retirado a su cuarto, porque estaba pasando una descompostura estomacal. Ella quiso ir a visitarla para poder asistirla, pero Tomás se interpuso y le dijo que había pasado una tarde muy mala, que él mismo había estado cuidándola y que recién se había quedado dormida, luego que le habían hecho efectos unos calmantes que le había dado el farmacéutico ante una consulta que él mismo había efectuado.

Alejandra le pidió encarecidamente a Tomás, que ni bien se despertara Yolanda, le avisara, sea la hora que sea, que ella quería visitarla y atenderla. Incluso le había dicho que quería instalarse con un catre para dormir a su lado, en una clara demostración de amor hacia la muchacha. Tomás pensaba para sus adentros, que la relación entre ellas, era despareja, ya que para Yolanda esa relación que habían tenido, era algo casual, pasajero, nada importante. Pero por lo que él leía en los ojos de Alejandra, para ella esta relación era muy importante. Pensó que cosa iría a pasar cuando la familia se entere de lo acontecido entre Lucio y Yolanda y le dio miedo elaborar conclusiones, se dijo mejor hago algo para que mi mente pase por otro lado y dejo que el tiempo resuelva el resto.

Finalmente llegó Luciana a la casa. Atravesó la casa y fue directamente hasta su cuarto, dejó sus cosas, alivianó la ropa que llevaba puesta y pasó a saludar a los integrantes de la casa que habían llegado antes que ella. Lucio estaba con su computadora y la saludó desde adentro, para él nada raro había sucedido, todo normal.

Luego pasó por el cuarto de Alejandra, quien le contó que Yolanda tenía una indisposición y que Tomás a instancias del farmacéutico, le había dado alguna medicación. De ahí siguió directo a la cocina, a enterarse por el propio Tomás de cómo estaba la situación de Yolanda, que había preparado para la cena y cualquier otra novedad que tuviera para darle.

-          Buenas noches Tom, me dijo Ale que Yolanda no se siente bien, es así?

-          Es más que eso Luciana, ven siéntate y te cuento y luego si quieres te acompaño para que converses con ella.

Tomás le hizo un pormenorizado relato de lo vivido por Yolanda, dejando la parte de detalles para que sea la propia chica la que ponga al tanto a la dueña de casa. Luciana empalideció al escuchar las primeras palabras del cocinero, amigo y amante y por supuesto creyó todo lo dicho al pie de la letra, no dudando ni un ápice de lo manifestado por Tomás.

Sentía Luciana que le faltaban fuerzas para entrevistar a Yolanda y en principio le pidió a Tomás que la acompañara, pero más tarde prefirió ir sola, ya que podían existir detalles del relato que tal vez la chica no quiera manifestar ante el cocinero.

Tomás también la puso al tanto de las fotografías que había tomado en los más diversos e íntimos sitios del cuerpo, como así también de las muestras de semen que fueron rescatadas con hisopos y guardadas en el refrigerador de la casa, para llegado el caso que fuera necesario hacer algún examen, tenerlas a mano.

Así impuesta de todas las novedades, Luciana tomó valor y se levantó para dirigirse a visitar a Yolanda. Por supuesto que los demás aspectos coyunturales, como la comida o las tareas de la casa, pasaron a un segundo plano.

-          Hola Yolanda, no tengo palabras para decir cuanto lo siento y que estoy a tu entera disposición – así comenzó la charla entre Luciana y su empleada, mientras la última se encontraba descansando, gracias a la acción de un sedante que le había suministrado su compañero Tomás.

-          Señora, estoy muy dolorida, me duele más el alma que mi propio cuerpo – y Yolanda se quebró, llorando desconsoladamente por todo lo vivido ese día.

-          Llora querida mía, desahógate en mis brazos, que eso hará salir el dolor de tu alma, el resto de tus dolores se curan con remedios, pero estos no – Luciana se había sentado en su cama y la abrazaba mientras lloraba, acariciando su cabello y parte de su cuerpo, de forma maternal.

-          Señora, he sufrido mucho, no se porque Lucio me trató así.

-          Si quieres contarme todo lo que te ha pasado, me gustaría escucharlo de tu boca, para después poder encargarme de mi hijo.

-          Yo le contaré Señora – Yolanda le contó todo lo vivido esa tarde con Lucio, sin contarle que previamente había tenido una relación con él, de la que participó su hija.

-          Me cuesta creer lo que me has dicho, no tengo más remedio que hacerlo, las evidencias están a la vista. No puedo entender esa reacción tan extraña y agresiva de mi hijo. Estoy tan dolida como tú, Yolanda. Ya mismo hablaré con él y después te diré lo que haya decidido hacer al respecto.

Yolanda a pesar de su terrible dolor físico, se sentía un poco más tranquila sabiendo que su patrona estaba tomando las medidas para castigar a Lucio y que esa situación no iba a volver a suceder.

Luciana, por su parte, se despidió de Yolanda con un beso que la chica sintió como maternal y se fue hasta la habitación de su hijo, muy dolorida por lo que acababa de enterarse. “Mi hijo es un violador y un sujeto que maltrata a las mujeres, no puede ser”, pensaba Luciana mientras caminaba por la casa, ella toda la vida había detestado a ese tipo de hombres. Todavía recordaba el chirlo que le había dado su primer chico en la cola para poder penetrarla por el culo y seguía fastidiada a pesar de los años transcurridos.

Como podría haber hecho su hijo Lucio semejante barbaridad? Ella lo había criado con mucho amor, también a Alejandra, pero que les estaría pasando a sus hijos. Uno, se había convertido en un violador y maltratador de mujeres y la otra, en una auténtica lesbiana. Que cosa había hecho mal ella, para merecer semejante castigo? Bueno, lo de su hija no lo consideraba un castigo, sino que no era lo que ella esperaba.

Pero ahora debía concentrarse en Lucio, para su hija habría más tiempo, lo suyo no era grave, era una elección de vida y contra eso no se va, porque no se puede.

Llegó al cuarto de Lucio, la puerta estaba cerrada, golpeó y apoyó la mano en el picaporte esperando el clásico “adelante” o “pasa”, pero nada escuchó. Lucio no estaba en su cuarto, se había marchado en busca de unas revistas al kiosco del barrio.

La puerta de entrada de la casa se abría, sintió que alguien ponía la llave en la boca de la cerradura. Ella estaba sentada en el living mirando la televisión sin prestar atención ni a lo que veía, ni a lo que escuchaba, porque su mente y todos sus pensamientos estaban centrados en lo que había pasado y en lo que debía hablar con su hijo. Algo no había podido discernir bien y era si debía enterarlo a su marido de lo ocurrido o el tema este lo tenía que resolver ella solo, ocultándole los hechos a Francisco.

Decidió no contarle nada a su esposo, hasta que hablara con su hijo y aclarara bien la situación. Hasta ahora tenía la versión de la parte perjudicada, agredida, le faltaba la otra campana, la del agresor. Estaba dispuesta a escuchar todo cuanto quisiera decirle, lo escucharía calmamente y luego decidiría como seguir. Estaba también la posibilidad de enfrentar a las dos partes, si algo no le quedaba absolutamente claro, por eso consideraba que no era bueno alarmar a su esposo sin saber cabalmente la realidad de los hechos.

Se saludaron con su esposo, como siempre lo hacían, se contaron las principales acciones en las que estuvieron involucrados en su día laboral y ella solo ocultó la cuestión de Yolanda y Lucio, solo momentáneamente, hasta estar segura de lo que debía contarle. Su esposo no se percató de la ausencia de la empleada, fue durante la cena que ella le comentó que se encontraba con una fuerte indisposición estomacal y que por eso guardaba reposo, lo que constituía una mentira piadosa.

Finalmente regresó Lucio a la casa, casi coincidentemente con la hora de la cena. Luciana decidió en ese momento, cenar con su familia como si nada hubiera ocurrido y charlar con su hijo después de la comida, ya que los movimientos de la casa normalmente eran que Alejandra se retiraba a su cuarto para enfrascarse con su computadora, Lucio actuaba de la misma forma, su esposo se retiraba a darse una ducha y acostarse a mirar televisión hasta quedar dormido. Del otro lado de la casa, Tomás y Yolanda, se atareaban en ordenar y limpiar comedor y cocina y posteriormente cada uno se retiraba a su cuarto para el merecido descanso. Por supuesto que esa noche, Yolanda estuvo ausente de sus obligaciones y fue reemplazada por Alejandra.

Cuando se dio el momento de ir a hablar con su hijo, Luciana no perdió un minuto y fue entonces que se sentó frente a él, cerrando previamente la puerta del cuarto y en voz baja pero firme le pidió explicaciones por lo sucedido esa tarde con la empleada.

-          No fue nada, mamá – le dijo incrédulo por lo empapada que estaba su madre de los detalles de su violación.

-          Como que no fue nada, eres mi hijo, pero si tú hiciste la mitad de lo que me dice Yolanda, eres un violador, una bestia y una mala persona, me arrepiento de haberte tenido.

-          Como puedes decir eso, le crees a esa negra y no te importa lo que yo te diga?

-          Y que tienes que decirme acaso? No ocurrió todo lo que ella me dijo?

-          Si, ocurrió, pero tal vez ella agrandó los hechos o no te contó toda la verdad.

-          Cuéntame la verdad entonces y por favor, no omitas detalle, que no te importe que sea tu madre, habla crudamente.

-          Está bien, lo que ocurrió fue que – Lucio le contó a su madre su propia versión, que adornó con mentiras para hacer quedar mal a la muchacha.

Su versión era que Yolanda lo vivía provocando, buscándolo y cada vez que él la invitaba a su cuarto, ella no accedía a ir, con el agravante que le hacía burlas como que él era un tonto y ella era una mujer que estaba para mucho más que para perder tiempo con el chico de su casa. De esta manera ella lo tenía siempre rebajado y esa era una constante en su forma de actuar.

Además le contó a su madre que antes de esa tarde, ya habían tenido un encuentro en donde hubo algo de sexo, no mucho y ella aquella vez no solo no se había quejado de nada, sino que le estaba agradecida por lo lindo que la había pasado.

MARCELA ( marce459@live.com.ar )