LA MUCAMA Y EL COCINERO - Parte 4

Lucio somete a su hermana, después a la mucama, se forma un trío, el cocinero se come a la patrona, el marido con una pareja gay, todos unidos por el sexo.

LA MUCAMA YEL COCINERO.

PARTE 4/12.-

Para esas tres personas, la vida había cambiado.

Alejandra no podía dejar de ruborizarse cada vez que veía a su hermano, de igual manera sucedía cuando se cruzaba en la casa con Yolanda, porque existía una conexión entre ambas que no podían exteriorizar de ninguna manera, salvo cuando estaban seguras de estar solas o acompañadas por Lucio.

Con el tiempo se fueron dando muchos encuentros entre ella y Yolanda, en donde la relación que reinaba excedía la de una chica con su empleada. Todo esto fue pasando de un modo que no podría calificarse como casual.

-          Yolanda necesito que vengas a mi cuarto – le pedía por el intercomunicador Alejandra, para que la asistiera en la búsqueda de ropa que no encontraba.

-          Ale, puedo pasar? – al instante Yolanda se presentaba en el cuarto de Alejandra para prestarle el servicio requerido.

-          Si, pasa Yolanda.

-          Dime en que puedo ayudarte?

-          Estoy buscando el conjunto de gimnasia que llevo al club y no encuentro las medias que compré la semana pasada, tu sabes donde están?

-          Las puse aquí Ale, tienen que estar en su lugar en el vestidor.

-          A ver, muéstrame donde?

Yolanda se encaminó hacia el vestidor, al sitio en donde había guardado las prendas que buscaban, Alejandra la siguió y lo hizo hasta que ella se detuvo de golpe y se agachó abriendo un cajón y volviéndose a incorporar. Casi se produjo un choque entre las dos, porque estaban muy juntas en un lugar demasiado estrecho.

-          Uy, casi nos golpeamos – dijo Alejandra

-          Si, es verdad – le contestó Yolanda mirándola fijamente a los ojos.

-          Está la puerta abierta? – preguntó Alejandra.

-          Si, quieres que la cierre?

-          Si, hazlo y vuelve acá – Alejandra se sorprendió a si misma, del tono imperativo que estaba usando, casi como el de su hermano Lucio.

-          No se puede negar que son hermanos – dijo Yolanda – me hiciste acordar a la otra tarde.

-          Te refieres a cuando estuvimos en el cuarto de Lucio?

-          Si, casi me ordenaste que cerrara la puerta, me lo podías haber dicho en otro tono.

-          Te juro Yolanda, que yo misma me sorprendí de la forma que te hablé.

-          Te creo, no hace falta que me jures nada.

-          Que piensas de lo que ocurrió la otra tarde?

-          Nada, por momentos me sentí muy mal, por momentos la pasé bien, no lo puedo negar, además tú estabas presente, así que no puedo mentir. No se que decir, pasó lo que pasó y no se que va a suceder más adelante.

-          Tenemos una gran coincidencia. Yo también me sentí mal y después bien y ahora no se. Pero cuando terminó lo del otro día, estaba feliz, no me preguntes porque, porque no podría explicártelo.

-          Tal vez porque lo tuyo con Lucio sea muy fuerte.

-          O puede ser que tenga otro motivo. Me contarías a mi que es lo que te hizo feliz de lo que sucedió la otra tarde?

-          Me hizo sentir muy bien, el hecho de haberme acercado más a gente como Ustedes. Es como que formo parte de la relación entre Ustedes. Es como que subí de categoría social, me entiendes? Vengo de muy abajo y quiero superarme.

-          Si, puedo entender, no mucho pero algo te comprendo.

-          Y tu me contarías que te hace feliz de todo esto que vivimos? – le preguntó Yolanda, ya que ella había tenido una franca confesión con su patrona.

-          Es muy íntimo lo mío y de verdad te digo, no me animo a decírtelo.

-          Puedes confiar en mi, seré una tumba, se guardar un secreto y mucho más de una persona como tú – las palabras de Yolanda las percibió Alejandra sinceras, además sintió un tono de súplica en ellas.

-          Voy a confiar en ti, como no lo haría con mi más íntima amiga, espero no me defraudes.

-          No te defraudaría nunca y además te voy a apoyar o ayudar en forma incondicional en lo que esté a mi alcance.

Todas estas palabras de la mucama, a Alejandra le sonaron de maravilla, ya que al alcance de Yolanda estaba dar solución a un sentimiento muy fuerte que tenía ella. Después de lo vivido aquella tarde en compañía de su hermano y la mucama, a ella le brotaron los más fuertes deseos de amor lésbico y esa noche casi no pudo conciliar el sueño por todo lo que había pasado y por todo lo que imaginaba que podía suceder a futuro.

Pensaba en Yolanda y en todo lo que podría obtener de ella, imaginaba llevarla a un spa para que sacaran a relucir toda la belleza natural que poseía, arreglando su cabello, sus cejas, sus pestañas, sus manos, sus uñas, para que utilizaran con ellas cremas que embellecieran su piel, para que depilaran y arreglaran cada centímetro de su hermoso cuerpo.

Se imaginó también verla vestida con ropa fina y elegante, perfumada y maquillada como ella misma podía hacerlo, con buenos zapatos y carteras.

Sería otra Yolanda, ella la iría transformando paso a paso, con tiempo, sin pausa y sería suya. La amaría a cada momento, haría con ella lo que no se animó a dejarse hacer en el club o en la escuela, por otras amigas que la asediaban.

-          Mira Yolanda lo que te voy a decir es muy fuerte, espero no equivocarme y estar hablando con un persona sensible. La otra tarde cuando se la estabas mamando a mi hermano no se si notaste como acariciaba tu cabello?

-          Si, lo noté, pensé que era parte del juego. Sentí que deseaban someterme, cada uno a su manera y lo hicieron por cierto.

-          Lucio es el que te ha sometido y a mi también, yo no quiero que te equivoques, yo no te sometí a ti.

-          No me lo imaginaba, supuse que de tal palo, tal astilla.

-          Volvamos a lo nuestro. Que sensación te produjo que yo te acariciara el cabello?

-          El cabello y parte del cuello, todavía siento tus dedos rozar la piel de mi cuello.

-          Bien, pero sigues sin responder lo que te estoy preguntando.

-          Me gustaran tus caricias, te seré franca.

-          Eso espero, ya que me prometiste ser sincera conmigo. Entonces te agradaron mis caricias.

-          Si Ale, en ese momento me sentí más cerca de ti, por más que estaba haciendo lo que tú sabes con tu hermano.

-          Yo lo hice instintivamente, debo confesarte que me calenté un poco por tocarte y dejé de hacerlo para que mi hermano no descubra lo que estaba sintiendo por ti en ese momento.

-          A mi me pasó algo parecido, ya que me concentré más en tus caricias, que en lo que yo misma estaba haciendo.

Se produjo un silencio en la conversación que estaban manteniendo las muchachas. Ambas cruzaron sus miradas, directo a los ojos, buscando notar el sentimiento de la otra. Se sintió la respiración profunda de las dos, incluso se notó cuando se mordían los labios de puro ardor interior, de pasión, de no saber como seguir la charla o que hacer en ese momento al borde de la locura.

De pronto Alejandra tuvo un instante de lucidez, de arrojo y alargando uno de sus brazos hacia el cuerpo de la mucama, dijo:

-          Te puedo besar Yoli? – Alejandra, sin darse cuenta estaba acariciando el brazo de Yolanda, en el fondo del vestidor de su cuarto.

Yolanda estaba acorralada entre muebles y ropa, apoyaba su cuerpo contra un lateral cuando Alejandra se lanzó sobre su mucama y con sus brazos la rodeaba sujetándola contra ella. No hubo resistencia por parte de Yolanda y no solo se brindó por entera al abrazo, sino que ella misma la acariciaba en la espalda y cuello, subiendo y bajando con las manos y llegando hasta la cola de Alejandra.

Al pedido de permiso para ser besada, Yolanda respondió en silencio, mirando fijamente a los ojos de su compañera, luego entreabrió su boca, sacó la punta de su lengua afuera y con ella recorrió los labios de Alejandra. Llenó de saliva no solo los labios, sino todo el entorno de los mismos, también de aliento caliente y para demostrar aún más su estado de ánimo, apretó con fuerza el cuerpo de la muchacha de forma de aplastar los pechos de ella contra los de Alejandra, exaltando el tamaño de los pezones, endurecidos por la calentura que emanaba del acto en si.

-          Ahh, no sabes cuanto me gustas y que deseos que tenía de besar a una mujer como tu – le dijo Alejandra a Yolanda.

-          Y yo desde que entré en esta casa que estoy enamorada de ti y no lo sabía.

-          Porque no me diste una señal, Yoli?

-          Porque me pasaba lo mismo que a ti. No me parecía correcto sentirme atraída por una mujer y no me lo permitía. Pero no podía impedir pensar en el tema, más de una noche he pensado en ti.

-          Yo creo que te descubrí la otra tarde, ahora lo que no se es como voy a hacer para contener todo el amor que tengo por ti.

-          Pues dámelo y yo te daré el mío, no nos privemos de eso, Ale.

Alejandra tomó la mano de Yolanda y la llevó a su cama. Le pidió que se acostara y que la esperara, ella se aseguró de cerrar la puerta de su cuarto para no ser interrumpida por nadie, ni siquiera por su hermano. Hecho esto, volvió a la cama y se acostó sobre el cuerpo de Yolanda que estaba acostada boca arriba y volvieron a besarse, dando rienda suelta a las manos, para que recorrieran esos cuerpos ansiosos y calientes, por todos los sitios posibles.

Yolanda se mostraba muy nerviosa, ante la posibilidad de que Tomás pudiera requerirla para alguna tarea doméstica. Se lo hizo saber a Alejandra, quien la tranquilizó llamando al cocinero y encargándole una compra en el supermercado que lo mantendría al menos dos horas fuera de la casa.

Ni bien se aseguró que el hombre se hubiera marchado, se concentró en el hermoso cuerpo de Yolanda y comenzó a quitarle la ropa hasta dejarla desnuda. Lo mismo quiso hacer Yolanda y Alejandra no puso impedimento alguno, así que al cabo de unos minutos ambas chicas se encontraban totalmente desnudas, disfrutando la una de la otra, frotando sus cuerpos en total libertad y de todas las formas posibles.

Yolanda tomó la iniciativa en la relación sexual que estaban teniendo, luego de un extenso, prolongado y caliente beso de lengua, se fue separando de su pareja y fue bajando su boca para besar el cuello hasta hacer gritar a Alejandra, provocando la formación de piel de gallina, poniendo más duros aún los pezones, que pellizcaba suavemente arrancando grititos de placer.

Siguió descendiendo para dedicarse a chupar con mucho esmero las redondeadas tetas, masajeándolas, amasándolas, para seguir descendiendo y besar la zona abdominal, el ombligo, el vientre y separando con su cuerpo las piernas de Alejandra, con la boca bien abierta tomó el clítoris con el labio superior y la entrada de la vagina con el inferior, para comer toda esa zona, lamer para arriba y abajo, succionar toda la zona, dando mordiscos, mientras con los brazos contenía las piernas y parte del cuerpo que saltaba en la cama y se arqueaba.

-          Te gusta zorra, mmm splash, dime que te gusta lo que te hago, mmm – le decía Yolanda mientras le estaba haciendo una terrible chupada de concha a su patrona y pareja.

-          Mmm, no puedo más, ahhh me estás matando, soy una puta, ahhh mmm te voy a acabar en la boca, mmm ahhh – Alejandra jadeaba, gemía y tenía fuertes espasmos de la terrible calentura que le provocaba la chupada que le estaba haciendo Yolanda. Sus gritos de placer los contenía tapándose la cara con la almohada, ya que de lo contrario se hubieran escuchado en el vecindario.

-          Me estás ahogando con tanto flujo, perra, tu también eres bien puta, como me dice tu hermano a mi.

-          Si, soy muy puta, tu puta y después te quiero chupar yo a ti Yoli, quiero probar el sabor de tu concha.

Pero no hubo después ya que antes de tiempo regresó Tomás de hacer las compras y tras él, llegó a la casa Lucio, quien de inmediato llamó a su hermana para que fuera a su cuarto.

-          Hermanita, estás ahí? – le preguntó al tiempo que golpeaba la puerta de la habitación en donde se encontraba ella con la criada – eh que pasa? Tienes la puerta cerrada con llave – le dijo Lucio al intentar abrir la puerta.

-          S-si estoy acá, me estoy cambiando Lucio, ya te abro – le contestó a su hermano, haciendo señas a Yolanda para que no hiciera ruido y se vistiera rápido.

-          No, está bien, cámbiate y ven a mi cuarto que quiero hacer planes contigo.

-          Ya voy, en un minuto estoy con vos – Alejandra suspiró profundamente, si Lucio le hubiera pedido que abriese la puerta, muy seguramente la hubiera descubierto haciendo el amor con Yolanda. Por esas cosas del destino, la suerte estuvo de su parte y pudo superar la encrucijada en que se encontraba junto a su amante.

Alejandra se vistió y se arregló de forma que su hermano no pudiera sospechar nada respecto del encuentro que estaba teniendo con Yolanda y una vez que ambas estuvieron listas, salió de su habitación para dirigirse a la de su hermano, recomendándole a la hembra que tenía a su lado, que abandonase su cuarto después de ella y se fuera para la cocina. No quería que estuviese cerca de donde estaría ella con Lucio, lo que pretendía ser un acto de egoísmo de su parte, ya que no quería compartirla con su hermano, Yolanda sería su hembra y nadie se la tocaría.

Por supuesto que lo que pasaba por la mente de Yolanda era otra cosa. Si bien le había gustado compartir ese momento de intimidad con Alejandra, no se consideraba una lesbiana de tiempo completo, sino que para ella estar con otra mujer no significaba más que una simple aventura, disfrutar de un momento caliente, la posibilidad de tener un buen orgasmo o más tal vez. No más que eso había significado esa relación reciente para Yolanda, en su haber ahora contabilizaba que había logrado seducir, enamorar y coger a su empleadora o a la hija de su patrona, para ser más exactos.

Y tan bien se sonreía pícaramente, al sentir que Alejandra le había creído todas las mentiritas que ella le había dicho, respecto a que desde que entro a trabajar en esa casa, estaba enamorada de ella, nada más alejado de la realidad, a ella le gustaban los machos y ni siquiera al propio Lucio lo consideraba un macho a la altura de sus necesidades.

Yolanda quería más y no estaba de acuerdo con irse a la cocina, aunque por el momento no le quedaba más remedio que cumplir con lo que le habían ordenado.

-          Lucio, puedo pasar? – Alejandra golpeó la puerta de su hermano avisando de su presencia.

-          Si pasa.

-          Hola Lucio, como fue tu día?

-          Cierra la puerta, que no te llamé para hablar boludeces.

-          Estás enojado por algo? – Alejandra pensó que tal vez su hermano pudiera estar enterado de su relación con Yolanda, lo cual era imposible, a menos que haya estado espiando o escuchando a través de la puerta.

-          Porque tenías la puerta cerrada con llave? Que me estás ocultando pedazo de puta?

-          Cuando golpeaste me estaba cambiando, tal como te lo dije. Antes de eso, cerré la puerta con llave, para cambiar de lugar mis aparatitos, vibradores y esas cosas. Creo que la misma Yolanda estaba enterada de donde guardaba mis cosas y a mi me gusta tener intimidad, que solo quiero compartir contigo – con esas últimas palabras, que eran pura mentira, Alejandra convenció a Lucio y éste cambio su estado de ánimo.

-          Bueno, si es así, está bien. Pero debes saber que a mi no debes ocultarme nada. Y mejor que nunca me entere que me mientes, porque a partir de ese día vas a vivir como la peor de las putas.

-          Por que me dices eso? Que he hecho yo para que estés así desconfiando de mi.

-          Mmm no se, no te lo podría decir. Solo estate alerta, que nunca descubra algo oculto en ti, por que la vas a pasar mal.

-          Me asustas cuando me tratas así, Lucio.

-          Bueno basta ya, mira tengo que salir enseguida, vamos a repasar algunas cosas, si?

-          Lo que tú digas.

-          Mejor así.

Lucio comenzó la conversación preguntándole por Yolanda, lo que hizo sobresaltar a Alejandra. En realidad quería saber si había conversado con ella después del encuentro de la otra tarde, para saber que pensaba la mucama después de un par de días de lo sucedido.

Para Lucio, en caliente todo era muy lindo, pero eso puede modificarse con el paso del tiempo. Y el pensamiento era correcto, ya que Yolanda era una mujer impredecible, la cabeza de ella daba vueltas a toda velocidad y pasaban por su mente muchos pensamientos, desde reales hasta disparatados. Era una mujer en donde la única prioridad era ascender en su nivel social y para ello estaba dispuesta a hacer lo que fuese necesario.

Lucio algo de eso vislumbraba, sobre todo cuando notó como cambiaba su actitud al tildarla de negra o lo que era peor de negra villera. No le molestaba tanto que le dijese puta o puta de mierda, si en cambio negra y villera. Eso hablaba que esa parte de su vida le dolía y él tendría que trabajar en ese costado para poder extraerle la mayor cantidad de jugo posible.

Había descubierto Lucio que Yolanda era una mujer ambiciosa y decidida y que escondía un pasado que ella quisiera poder enterrar. Ahí estaba la clave de cómo manejar a esa mujer para tenerla sometida a sus necesidades insatisfechas.

-          Así que te has encontrado con Yolanda pero no te ha hecho mayores comentarios?

-          En realidad, si, hablamos del tema del otro día, pero sin ahondar mucho en ello, me dio la impresión que le costó bastante digerir ese encuentro que tuvimos – Alejandra pretendía sacar a Yolanda, del medio de la relación que ella mantenía con Lucio.

Alejandra no quería que la muchacha compartiera más ningún encuentro con ellos. Ella sabía que no podía por el momento hacerle frente a su hermano, le tenía miedo. Estaba decidida a ceder todo de si, con tal de que su hermano se sacara de la cabeza a su novia, después del encuentro que había tenido con la mucama, ya la consideraba como su novia, su amante. Haría lo que fuese por defenderla de las garras de su hermano.

-          Y que fue lo que hablaron, cuéntame todo con lujo de detalles.

-          Nada, tú sabes que es difícil mantener una charla privada en esta casa. Así que esperé a tener una oportunidad y le pregunté como la había pasado y me dijo que lo que se animó a hacer lo que tu sabes, solo para no perder el empleo. Me dio la impresión que no es como nosotros, es distinta, tú sabes, viene de un lugar muy duro, no ha vivido como lo hemos hecho tú y yo.

-          Más a mi favor, Ale, yo en su lugar, si quisiera salir del barro haría cualquier cosa y que mejor que enredarse con nosotros para ascender de categoría en el plano social?

-          No es tan así hermanito. Las mujeres no tenemos un pensamiento tan lineal como el que vos estás planteado.

-          Bueno está bien, tengo que salir en un rato, ven que necesito unos mimos, quiero irme bien relajado.

-          Que quieres Lucio?

-          Escucha pedazo de puta, cuando te llamo acostúmbrate a venir dispuesta a todo. Todo es hacerme mimos, como mínimo. Si quiero más te lo haré saber y no quiero que me pongas de mal humor, te pido algo, lo haces y te vas. Recuerda siempre esto: soy tu dueño, eres mía, eres mi puta y tienes que hacer siempre mi voluntad, al menos hasta que encuentre otra mejor y quien sabe que será de ti en ese entonces.

-          Me desilusionas Lucio, creí que íbamos a tener una relación de otro tipo.

-          No te lo voy a pedir dos veces, perrita, yo me acuesto en mi cama y tu haces lo mismo que hizo la villera el otro día.

Lucio se fue a su cama, se acostó boca arriba, abrió sus piernas, vestido como estaba, cruzó sus manos por detrás de su cabeza, sosteniéndola sobre la almohada y mirando para el cielorraso esperó hasta que se acercara su hermana.

Alejandra pensó que debía llevar a la práctica el pensamiento que había elaborado antes de ingresar a la habitación de su hermano. Tenía que hacer ella lo que fuese, con tal de mantener alejada a su novia del alcance de su hermano. Si ella conseguía calmar los apetitos sexuales de Lucio, Yolanda estaría a salvo y ella disfrutaría de agradables momentos con su novia.

-          Veo que no tengo alternativa, vas muy rápido conmigo Lucio, creí que iríamos de a poco – Alejandra se arrodilló en el piso, al borde la cama, apoyando sus manos en el cuerpo de su hermano y mirándolo para ver si se desvestía él o lo tendría que hacer ella.

-          Vamos de a poco, no es como estás diciendo y calla de una vez y haz lo que te pedí.

-          Te puedes abrir la ropa?

-          Ni pienso, la puta eres tú, me desprendes el pantalón, lo bajas hasta las rodillas y me la chupas como lo hizo la negra el otro día.

-          Eres cruel conmigo, lo único que te pido es que no quiero que me acabes en la boca, como le hiciste a Yoli.

-          Chupame la pija de una vez, puta de mierda, que me tienes podrido con tu charla. No hables más o me levanto y te cago a azotes.

-          Glup splash mmm glup splash mmm ahh ajj – Alejandra desprendió y bajó el pantalón de su hermano, tomó la verga y así como estaba morcillona, se la metió en la boca, con sus ojos cerrados, avergonzada.

-          No perra, así no, abres los ojos y me miras con una sonrisa, quiero que con tus ojos me digas cuanto te gusta chupar la pija.

-          Eres muy malo conmigo – y abrió los ojos y miró a su hermano mientras intensificaba el mete y saca en su boca.

Todo esto que hacía, lo hacía por su amada, cada vez sentía que la quería más, mala suerte si ahora tenía que chupar una verga, porque después de eso su hermano se iría de la casa y ella tendría tiempo para estar con su Yolanda, con su hembra y tal vez tendría la posibilidad de darle una devolución de la chupada de concha que le había hecho su novia y hacerle tener un rico orgasmo o más de uno si fuera posible. Estaba decidido a lo que fuera, con tal de hacer feliz a esa mujer.

Por un momento apartó de su mente todos esos pensamientos y se dispuso a concentrarse en lo que estaba haciendo con su hermano, quería que él también estuviese satisfecho y que después de estar con ella, ya no quisiera más sexo o al menos dentro de la casa, porque por fuera que hiciera lo que quisiera que a ella no le importaba.

-          Glup splash mmm lo hago bien? Glup mmm splash ajj ahh – Alejandra ponía todo de si para poder hacer acabar rápido a su hermano, pero al parecer no era suficiente o no era buena en lo que hacía.

-          Mueve bien la lengua, yegua y chúpala con cariño, como si fuera un chupetín, una golosina, vamos puta que te quiero llenar la boca de leche.

-          Lo hago lo mejor que puedo, glup mmm splash – pero a Lucio no le alcanzaba las artes mamadoras de su hermana, no era como la chupada que le había hecho la negra villera, esa si que sabía chupar vergas.

-          A ver, corre tu boca – Lucio le sacó la verga de la boca y se empezó a pajear con fuerza ante la mirada atónita de su hermana y cuando sintió que ya le venía la acabada le dijo a Alejandra – vamos abre la boca que me vienen las ganas de acabar, vamos puta ahh mmm.

-          Ajj mmm glup ajj espera – los chorros de leche que le entraron en la boca la hicieron atragantar tanto como la presión que hacían los dedos de Lucio desde la parte de atrás de su cabeza para que no la saque.

-          Ahh que bueno, te la tienes que tragar toda, que no te quede nada afuera, entiendes puta?

-          Si, está bien.

-          A ver abre grande la boca y muéstrame que quiero ver si tragaste todo.

Alejandra no solo se había tragado todo, sino que además después de lo que había tenido que hacer, tuvo que chuparle los huevos un buen rato, obligada por Lucio para humillarla un poco más. Mientras estaba lamiéndolo, él se puso a hablar por su celular, impidiéndole que levante la cabeza de donde la tenía, al ejercer presión en tal sentido con su mano.

Terminó de atender su llamada, con Alejandra que seguía chupándole los huevos y la verga de su hermano se encontraba descansando sobre la mejilla de chica, en su expresión más reducida. Alejandra se sintió bastante mal, porque su hermano gozaba con el maltrato y la humillación y ella no sabía como iba a poder salir de eso.

MARCELA ( marce459@live.com.ar )