LA MUCAMA Y EL COCINERO - Parte 3

Lucio somete a su hermana, después a la mucama, se forma un trío, el cocinero se come a la patrona, el marido con una pareja gay, todos unidos por el sexo.

LA MUCAMA YEL COCINERO.

PARTE 3/12.-

En esas condiciones la vio pasar por el pasillo Yolanda, que permaneció todo el tiempo muy cerca de la habitación en donde estaban los hermanos, escuchando en algunas oportunidades algo del diálogo entre ellos. Con lo poco que escuchó, más lo que pudo espiar por el ojo de la cerradura, si bien no vio la escena completa, pudo notar como Alejandra se iba quitando la ropa mientras danzaba al ritmo de un bolero. El resto fue producto de la propia imaginación de Yolanda.

Y ahora que veía pasar a Alejandra con una bata de Lucio, descalza, con el cabello revuelto, corriendo hacia el cuarto de baño, supuso lo que estuvieron haciendo los hermanos. Todo le cerraba y la frutilla del postre era ver a la chica de esa manera, ya que instantes antes había escuchado el diálogo entre ellos cuando Lucio le había acabado en la cara, sin previo aviso.

Lo que ignoraba Yolanda, era que Alejandra estaba siendo sometida por su hermano, mediante métodos extorsivos y no por propia voluntad de ella. Y también desconocía que pronto ella misma caería en las garras del muchacho.

Yolanda quiso saber más y de puro entrometida, se ubicó en el pasillo, plumero y trapo en mano, a limpiar unos cuadros en el sector comprendido entre el cuarto de baño en donde estaba Alejandra y la habitación de Lucio. Comenzó a repasar cuanto objeto veía a su alcance esperando pronto que Alejandra pase a su lado, para comprobar lo que había visto de lejos.

No podía estar equivocada, la muchacha caminó el pasillo desnuda, llevando sobre su cuerpo una bata que no era suya y ni siquiera le había visto llevar calzado alguno. Si Alejandra volvía al cuarto de su hermano, debía pasar forzosamente a su lado y ella podría confirmar lo que de lejos había visto, lo que le serviría para tener en claro lo sucedido en esa habitación mientras ella espiaba desde afuera.

Pocos segundos después de que Yolanda elaborara todas esas conjeturas y pensamientos, salió Alejandra del baño, con el cabello arreglado, con bastante perfume, incluso pudo apreciar que se había cepillado los dientes y que su vestuario no había modificado en absoluto.

Alejandra se sintió no solo observada, sino también radiografiada por la empleada, además percibió en ella una mirada con curiosa, investigadora, como si algo hubiese percibido y quisiera saber más.

-          Hola Yolanda, no sabía que estabas por acá – le dijo Alejandra al cruzarse y ahora pudo verificar lo que ella venía pensando, que la muchacha sabía algo más, porque casi no pudo reprimir una risita cínica.

-          Si Ale, estoy haciendo un repaso – le contestó Yolanda, como diciéndole: “lo se todo”

-          Ven conmigo, te quiero pedir que me traigas la merienda y seguro Lucio te pide algo más, ven, sígueme – Alejandra se dio cuenta enseguida que tenía que poner al tanto a Lucio de esta circunstancia, por esa razón le pidió que la siguiera hasta la habitación de su hermano – espera acá, no te muevas que te completo lo que queremos que nos traigas.

-          Si Ale, te espero – y Yolanda se paró en la puerta del cuarto de Lucio, en donde entró Alejandra y tras cerrar la puerta habló con su hermano.

-          Lucio esta mujer nos ha estado espiando – le dijo bastante sobresaltada, en voz baja, para que no pudiese escucharla desde afuera – lo se por la forma que me miró, sabe que algo pasó entre nosotros.

-          Por que dices eso? – preguntó Lucio, copiando el tono de voz de su hermana, quien le había hecho señas de que hablara muy despacio.

-          Lo se, te digo que lo se, además como explico que entro desnuda a tu cuarto y llevando una bata tuya? Me ha visto salir y luego entrar, nos estuvo espiando, lo se.

-          Y ahora la tienes parada en la puerta? – le preguntó Lucio.

-          Si, le dije que tal vez vos le harías un pedido.

-          Dile que pase, no sabe lo que le espera.

-          Estás loco? Estás desnudo? Nos va a denunciar, ni loca le digo que entre.

-          Obedece, perra, recuerda que yo soy el que manda acá – y Alejandra hizo lo que le dijo su hermano, abrió la puerta e hizo pasar a la muchacha.

-          Pasa Yolanda, Lucio quiere hablar contigo.

-          Si Ale – dijo la criada e ingresó tranquilamente en la habitación, con un aire de suficiencia y altivez que no eran comunes en ella.

En el momento que entró en la habitación, Lucio se encontraba en el vestidor, Alejandra cerró la puerta a espaldas de Yolanda y se quedó tan dura como la empleada al ver aparecer a su hermano totalmente desnudo y plantarse en el medio del cuarto, frente a la recién ingresada.

-          Ehhh, pero que significa esto? – gritó Yolanda al ver a Lucio plantado frente a ella desnudo y sonriente.

-          Nos estuviste espiando, negra de mierda, eso no te lo voy a perdonar.

-          No me insultes, acá la porquería eres tu, no soy lo que me dices, soy mucho mejor que tu, yo jamás haría nada con un hermano. Esto lo voy a hablar con tus padres – Yolanda se sentía confundida por todo lo que había descubierto esa tarde, más todavía al ver el descaro de Lucio que se plantó ante ella desnudo e insultándola de la peor forma, por eso tomó coraje y se dio vuelta para retirarse.

-          Adonde te crees que vas, negra sucia?

-          Basta de insultos, no te lo voy a permitir, vamos a ver la cara que pones ante tus padres, cuando ellos sepan lo que hacen Ustedes – Alejandra, estaba pálida y con la boca seca, de ahí no salía palabra alguna y permanecía apoyada contra la puerta del cuarto.

-          Espera – dijo Alejandra – quiero decirte algo.

-          No, déjame pasar, me voy Ale, este tipo de insultos no puedo soportar.

-          Escucha lo que te voy a decir, pedazo de negra puta – le dijo Lucio bastante fuera de si.

-          Lucio, me voy, no quiero seguir oyéndote, me insultas como si fuera un trapo de piso.

-          No, tú no te vas hasta que no termines de escucharme.

-          Es que yo no quiero oírte más, me voy – dijo resuelta Yolanda.

-          Te será imposible salir de acá – le contestó Lucio, tomándola del brazo y haciéndola girar hacia él, para tenerla de frente – tu Ale, no te muevas de donde estás – le indicó a su hermana que seguía apoyada en la puerta.

Yolanda se había mantenido todo el tiempo que duró su permanencia en el cuarto de Lucio, de costado a él, para no mirar su cuerpo desnudo. Se había impresionado mucho al verlo aparecer sin ropas y luego de verlo, giró su cuerpo y así se mantuvo durante la charla.

Lucio se aprestaba a darle una estocada mortal a la muchacha de la limpieza, debía jugarse entero y emplear las palabras justas o podría derrumbarse el plan que había trazado de vida junto a su hermana, que incluía desde ahora a Yolanda.

-          Cuanto hace que trabajas en esta casa Yolanda? – le preguntó Lucio, sin soltarle el brazo que le tenía tomado para que quedara frente suyo.

-          Hace bastante, no veo que importancia tiene esto, pero bueno, más de dos años – contestó Yolanda, siempre mirando hacia un costado, porque se negaba a mirar al muchacho desnudo que le hablaba.

-          Y estás conforme de trabajar en esta casa, en nuestra familia?

-          Si, estoy muy conforme o mejor dicho, hasta ahora, porque esto no entraba en mis planes.

-          Y ahora, que piensas? Que seguirás trabajando en esta casa?

-          No se, no esperaba estos que me estás haciendo vivir, ya te lo he dicho, ya no se que voy a hacer.

-          Piensa lo siguiente: si tu vas con el cuento de lo que viste hoy a mis padres, lo más seguro es que ellos nos den un reto, pero de ahí no va a pasar. No nos van a echar de casa, ni mucho menos. En cambio a ti si te echaran, por dos motivos, el primero por entrometida, porque te has metido en donde nadie te ha llamado y el segundo es porque se te habrá perdido la confianza y sabiendo tu lo que sabes de nosotros, será muy difícil la convivencia futura, me entiendes?

-          Si Lucio, entiendo, que los que hacen las chanchadas son Ustedes y la perjudicada soy yo – comenzando a sollozar.

-          No, te equivocas, nosotros no hicimos ninguna chanchada y tú te perjudicaste por meterte en donde no te importa, por espiar, esas cosas no se hacen.

-          Yo no me merezco esto, pero por favor Lucio, puedes vestirte de una vez?

-          No, hasta que no logre hacerte entrar en razones.

-          Que más quieres?

-          Hacerte pensar un poco en el futuro.

-          Habla, por favor, me quiero ir de acá.

-          Quieres seguir en esta casa, a pesar de lo que crees que has visto?

-          Claro, no quiero perder el trabajo, tu pretendes que no hable con tus padres, verdad?

-          No, te pretendo a ti, quiero que seas mía, que te integres a nosotros.

-          Que me estás diciendo?

-          Que puedes tener una vida mejor, que no tienes porque volver a la villa en donde vivías, puedes seguir trabajando acá, mucho más cómoda, compartiendo momentos con Ale y conmigo.

-          Explícate mejor.

-          Tienes dos opciones, volver a la villa o ser parte de nosotros, sin más preguntas.

-          No pienso volver a la villa, puedo buscarme otro trabajo y no tendría que hacer eso que tú me pides.

-          Para conseguir otro trabajo, vas a necesitar referencias de esta familia y dudo que sean buenas o que las puedas conseguir.

-          Eso está mal Lucio.

-          Si o no? Decide, perrita – cerró esta frase tomándola con su otro brazo también.

Ahora Lucio la tenía a Yolanda, en frente suya, agarrándola con sus dos brazos, tirándola hacia su cuerpo y notando como de a poco la muchacha iba cediendo y aflojando la tensión corporal que tenía.

De repente la soltó para notar la reacción de Yolanda y con una sonrisa a flor de labios, pudo constatar que la mucama no se movió del lugar a donde él la había obligado a pararse, casi pegada a su cuerpo desnudo. Pasó uno de sus brazos por la espalda de Yolanda, bajando con la palma abierta hasta la cintura y presionando ese cuerpo hasta pegarlo al suyo. Yolanda sintió entre sus piernas la erección de Lucio, tremenda erección que fue creciendo a medida que la conversación entre ellos se desarrollaba. La pollera y el delantal que tenía la mucama le ponían freno a esa verga que nuevamente estaba en estado de ebullición.

-          Por favor, déjame Lucio, no estoy preparada ni dispuesta a lo que tú pretendes – dijo Yolanda, con un tono de dejadez, apenado.

-          Es que no te gusta lo que estás sintiendo entre las piernas? O acaso me vas a decir que nunca te han tenido así?

-          No voy a responder a tus preguntas, solo déjame.

-          Te dejo si me agarras la verga con la mano, te lo prometo, dame tu mano – Lucio tomó la mano de Yolanda y la depositó sobre su verga y otra sonrisa se dibujó en su rostro, al sentir como la chica apretaba con su mano su miembro que estallaba en cualquier momento.

-          Déjala Lucio, no la obligues a hacer lo que no quiere – dijo desde atrás Alejandra, sin ver como Yolanda, en silencio, sin protestar, había tomado la verga entre sus dedos y no la largaba, como si fuera un trofeo.

-          Ven tu también a mi lado, deja esa puerta que nadie la va a abrir. Mira lo que tiene esta puta en su mano – le dijo Lucio a su hermana.

-          No me llames así – protestó Yolanda, soltando lo que había aprisionado con su mano.

-          Te dije que me agarres la verga y la has soltado, agárrala nuevamente y acaríciamela, los huevos también, vamos con las dos manos. Y tu mira, perra, que después me encargo de ti – refiriéndose a Yolanda en primer término y a su hermana luego, que miraba absorta como la mucama había cedido también a los caprichos de su hermano.

Lucio se encontró de pronto con dos mujeres sometidas a las que tendría que educar y moldear, según sus gustos. Con su hermana ya había dado los primeros pasos, considerando que a medida que se sucedieran los encuentros, iría sacando mayor provecho y aumentaría el nivel de obediencia. Respecto de

Yolanda, consideraba que le daría menos trabajo que su hermana, ya que la notaba con mucho miedo a volver a la villa y él presionaría en ese sentido para obtener el máximo de sumisión de la joven.

Objetivamente eran dos hermosas mujeres, las cuales pertenecían a dos clases sociales distintas, que coincidían entre sí en sus propias inseguridades, lo que era capitalizado por Lucio.

Alejandra se sorprendió cuando vio a Yolanda con la verga de su hermano en la mano, quieta, casi sin moverse, después vio que se la soltó y a un reto de éste la volvió a tomar, ahora con las dos manos, para hacerle caricias y a los huevos también. Sonrió ella también al sentir que su hermano había comenzado a someter a Yolanda y no se sintió tan sola en su humillación.

Porque antes de que la mucama entrara al cuarto, ella era la que se sentía humillada y rebajada a los caprichos de Lucio, que había tenido el descaro de desnudarla y obligarla a que acariciara sus genitales, a que los abrazara con sus pechos y por último tuvo que soportar que le acabara en la cara, que había sido la causa por la que ella tuvo que abandonar la habitación para lavarse en el baño y quitarse el semen que tenía en su rostro y cabello.

Ahora la que estaba comenzando a transitar ese camino de humillación era Yolanda y ella la miraba y disfrutaba viendo como su hermano seguía haciendo lo que le daba la gana.

-          Mmm veo que sabes lo que es acariciar una verga, eh putita? – le decía Lucio a Yolanda, que masajeaba sabiamente sus genitales.

-          No me llames así Lucio, te pido por favor – se quejaba Yolanda, ante la sonrisa de los hermanos.

-          Acaso no eres una puta, una negra puta y villera?

-          No, no lo soy, villera si, porque vengo de la villa, negra también, pero puta no – y dejó de acariciar la verga y los huevos, en señal de enojo.

-          Si lo eres, eres lo que yo te digo que eres, porque yo te quiero así, negra, puta y villera – le dijo casi gritándola – y agárramela la pija de nuevo o la vas a pasar peor.

-          No, no lo soy – Yolanda comenzó nuevamente a sollozar y tímidamente volvió a acariciar la verga de Lucio con una de sus manos y con la otra se tapaba la cara, no queriendo ver lo que estaba haciendo.

-          Ahora quiero besitos, vamos, besa la pija, muéstrale a Ale como lo haces, así ella aprende.

-          Mmm espera Lucio, vas muy rápido – Yolanda empezó a histeriquear, sabiendo que mucho no iba a conseguir, al contrario, eso haría que Lucio le pidiese cada vez más.

-          Tu mejor me la chupas y le enseñas a Ale como lo hace una verdadera puta y tú quítate la bata y acuéstate en la cama, que ya será tu turno de nuevo – Lucio ordenó a sus dos hembras lo que debían hacer, Ale obedeció y se acostó mirando atentamente lo que hacía Yolanda.

-          No, Lucio, no te la quiero chupar, así no – se plantó Yolanda.

Lucio al tener esta respuesta de la mucama, se dio la vuelta y la dejó sola. El se fue a acostar junto a su hermana, en realidad la desplazó a ella de la cama para ocupar su lugar y le pidió a Alejandra que se arrodillara entre sus piernas, de forma tal que pudiera hacerle una mamada cómodamente, la que se había negado a hacerle la mucama.

Yolanda se había quedado parada en donde Lucio la había dejado y no sabía que hacer. No se animaba a retirarse del cuarto y tampoco a acercarse a la cama. Lucio notó la indecisión de la chica y enseguida la capitalizó a su favor.

-          Ya no te necesito más Yolanda, puedes irte, no me haces falta, no me sirves ni como puta, ni como mucama. Sal de mi habitación y déjame en paz.

-          No puedes tratarme así Lucio, no me lo merezco, solo te pido que no me insultes. Estaba haciendo lo que me pedías, tú lo sabes.

-          Ale, que esperar para chuparme la pija o quieres que te eche a ti también? – le dijo Lucio, ya que su hermana le miraba a él y a Yolanda, siguiendo con atención la conversación que se daba entre ambos.

Alejandra, que lo más que había hecho hasta ese momento había sido darle unos tibios besos en la verga a su hermano, estaba ahora confundida por lo que él le pedía. No se animaba a chupársela y tampoco a negarse a hacerlo.

Yolanda, a su vez, miraba con ojos suplicantes a Lucio, para que éste le diese una nueva oportunidad, ya que sabía que si se retiraba del cuarto, seguramente también tendría que irse de la casa.

Lucio, por último estaba perfectamente en conocimiento de lo que pasaba por las cabezas de ambas criaturas. Así que ante la indefinición de sus chicas, dejó transcurrir unos segundos y volvió a tomar al toro por las astas.

-          Ale, espera unos segundos, no me la chupes, deja que lo va a hacer Yolanda y mira bien como lo hace ella, entendido? Y tú, vamos, chúpala y muéstrale a mi hermana como se hace.

-          Si me lo pides bien, lo haré Lucio, ya verás que si – Yolanda se acercó a la cama en donde los hermanos estaban instalados y se arrodilló en el piso, a la altura conveniente para lo que tenía que hacer, tomó la verga con una de sus manos y la otra, la pasó por debajo de los huevos, para hacerlos descansar en su palma y acerco su cabeza para cumplir con lo que le había pedido su hombre – glup glup glup muack muack muack mmm.

-          Eso, arriba y abajo tu cabecita, adentro y afuera, mucha lengua y llénala de saliva, que bien que lo haces, si te habrás tragado vergas, negra puta, ahhh me matas.

-          Mmm, te gusta como glup glup lo hago? Splash splash – Yolanda ya no protestaba por las palabras que utilizaba Lucio para referirse a ella y se había compenetrado en la mamada que estaba haciendo.

-          Me encanta, sigue así y acércate que quiero tocar tus tetas, se ven duritas, mmm ahhh que bien me la chupas, sigue despacito perra, sigue.

Alejandra miraba con los ojos muy abiertos como la mucama masajeaba toda la zona genital de su hermano y lamía y chupaba la verga como ella había visto que se hacía en las películas porno. Estaba al lado mismo de Yolanda y sin darse cuenta con una de sus manos comenzó a alisar el cabello de la chica, que subía y bajaba la cabeza, metiéndose la verga hasta la garganta. Con su otra mano, disimuladamente se acariciaba sus muslos, deslizando el dedo pulgar para que rozara su clítoris que endurecido como estaba le provocaba mucho placer.

De estos movimientos se dio cuenta Lucio, que miraba de reojo a una y otra de sus mujeres.

-          Ale, te estás tocando y crees que no me doy cuenta. Así desnuda como estás, ve a tu cuarto y trae dos de tus aparatitos, vamos vuela de acá, mmm ahhh.

-          Si Lucio, ya voy – y saltó de la cama y ni eso provocó que Yolanda dejara por un segundo de mamar esa verga, al contrario, cuando sintió que estaba a solas con Lucio se esmeró más y se la tragaba entera, lo que le provocaba arcadas, pero más placer que otra cosa.

-          No puedo más, putita, te voy a acabar, cuida que no se escape nada, mmm no aguanto, vamos que quiero ver como te la comes todita.

-          Si, glup splash ahhh ajjj glup glup ajjj. – sintió como Lucio comenzaba a tener convulsiones y de pronto su boca y parte de su estómago se inundó de leche, que llegaba en borbotones que iban de mayor a menor.

Yolanda cumplió con lo pedido por Lucio y tragó hasta la última gota de leche. Al terminar de hacerlo, se la siguió chupando un poco más a la verga, más para limpiarla que otra cosa, hasta que culminado su trabajo, le acercó su boca a Lucio para mostrársela abierta en señal de que estaba limpia y que nada había guardado.

-          Muy bien, perrita, te quiero así de putita, sabes?

-          Si Lucio.

-          Ey, que me perdí? – dijo Ale que ingresaba al cuarto trayendo dos vibradores, que mostraba para que vieran que había cumplido.

-          Acuéstate Ale y tu ven a mi lado – Lucio se había incorporado y se disponía a quitarle la ropa a la mucama – te quiero sacar esa ropa, te quiero desnudita amor.

-          Como puedes cambiar así y pasar de malo a ser dulce, eh Lucio? Así me puedes y me vas a hacer cualquier cosa – le dijo Yolanda, sonriente.

Lucio la miró y no le contestó, en cambio comenzó a quitarle la ropa en el preciso momento que sonó una llamada desde la cocina para Yolanda, quien la estaba requiriendo era Tomás por cuestiones de su trabajo en la casa. La chica se sobresaltó y se lo hizo saber a Lucio, quien enseguida le dijo lo que debía contestar al cocinero.

-          No te alarmes Yoli, dile que estás con nosotros, que nos estás ayudando a ordenar el vestidor, que estamos cambiando toda la ropa de lugar.

-          Ok Lucio, le digo eso y vuelvo enseguida.

Esa inoportuna llamada del cocinero, cortó la inspiración de Lucio, que era el que comandaba la situación que se estaba dando. Alejandra, quedó con sus dos vibradores en la mano, sin saber que hacer, por lo que su hermano le dijo que se vistiera y que si estaba a tiempo de salir con sus amistades, lo hiciera, que ya habría tiempo para las cuestiones de ellos.

Alejandra, juntó toda su ropa, le dio un beso a su hermano y le dijo, que al final la estaba empezando a pasar bien, que ahora con el agregado de Yolanda a la relación entre ellos, suponía que todo podía llegar a ser más atractivo.

Lo que no decía Alejandra y que estaba en sus pensamientos más íntimos, era que en ella subyacía un sentimiento de amor lésbico, que seguramente iba a poder desarrollar en esa relación, ya que no le parecía nada raro que su hermano pidiera que hicieran algo entre ellas para calentarlo a él y en esa situación tendría su gran oportunidad de experimentar el sexo con otra mujer.

Además Yolanda le parecía una chica muy atractiva, a pesar de no estar cuidada o vestir como ella podía hacerlo. De ahora en adelante se preocuparía por ponerla en condiciones, por ejemplo hablaría con ella por el tema depilación, no solo de piernas, sino de sexo, le daría cremas y perfumes y también ropa interior adecuada para los encuentros que ya vislumbraba iban a tener.

Yolanda por su parte, si bien fue sometida y recibió insultos de parte de Lucio, se sentía bien, porque consideraba que los insultos no eran tales, sino que eran simples palabrotas que servían para poner un condimento a la relación sexual. Mientras caminaba hacia la cocina para encontrarse con Tomás, se sentía exultante, llena de felicidad, porque había roto una barrera que le permitía entrar a lo que ella calificaba como la otra parte del mundo, el mundo de los ricos.

Lo había hecho sin pensarlo, ella había buscado de ingresar por alguna puerta, pero no encontraba la forma y esa tarde pudo hacerlo, solo tuvo que espiar un poco y el resto lo hizo la fortuna. Esa relación para ella recién comenzaba, tuvo que hacerle una mamada al hijo de sus patrones, pero bien valió la pena y además por que no decirlo, le gustó chupársela, Lucio era un lindo tipo de hombre y ella lo disfrutó. Lástima que Tomás le cortó todo lo que venía después, pero habría mucho tiempo para eso y la próxima vez, hablaría con Lucio para que nadie pueda interrumpir la velada.

Había algo más que la mantenía con una amplia sonrisa en su rostro y era que conocía algo muy íntimo de esa familia, que era la relación incestuosa que mantenían Alejandra y Lucio, iba pensando eso mientras caminaba hacia el encuentro con Tomás, cuanto valdría ese secreto y no solo en dinero, porque hay situaciones que no se pueden resolver con dinero y ese dato oculto que ella poseía era lo que la hacía sentir tan bien.

MARCELA ( marce459@live.com.ar )