La mucama y el cocinero

Lucio somete a su hermana, después a la mucama, se forma un trío, el cocinero se come a la patrona, el marido con una pareja gay, todos unidos por el sexo.

LA MUCAMA YEL COCINERO.

PARTE 2/12.-

Alejandra seguía padeciendo a su hermano y éste estaba cada vez más loco, ella lo notaba muy pajero, porque se la pasaba espiándola en donde ella estuviera, en el baño, en el cuarto, cuando tomaba sol y para colmo lo había descubierto tocándose en más de una oportunidad. Lo peor de todo, es que al principio cuando él se sentía descubierto por su hermana tocándose, se retiraba enseguida, trataba de disimular sus movimientos de alguna forma o ocultarse. Pero ahora ya no le importaba que su hermana lo viera, al contrario, parecía que eso lo excitaba más todavía y la miraba desafiante, como diciendo: “ves lo que tengo entre mis manos, puede ser tuyo en cualquier momento”.

Alejandra había descubierto también algunos movimientos en su vestidor, algo que hizo que ella tomara precauciones con sus pertenencias más íntimas.

Comenzó a colocar pequeñas trampas en sus cosas, por ejemplo a dejarlas de determinada posición, incluso fotografiaba el interior de sus cajones antes de salir y después comparaba cuando regresaba y encontraba diferencias. Alguien la estaba espiando, eso era indudable.

Ella supo de entraba que se trataba de su hermano, pero tenía una duda, podría ser que también fuese la mucama, Yolanda, que era bastante entrometida a su parecer. Tal vez le espiaba la ropa interior o quizás solo buscaba algo para sustraerle, ya que tenía mucha cantidad de ropa y ni que hablar de la lencería.

O sería su hermano, que además de pajero, podría tener una veta fetichista. Eso lo tendría que descubrir y lo haría con el tiempo. En lo inmediato tuvo que lidiar con Lucio, Yolanda le quedaría para otra oportunidad.

Lucio se puso insoportable, no le daba tregua, así que no le quedaba otra alternativa que hablar con su madre, alguien tenía que ponerle un freno. Pero antes de llegar a eso, le advertiría a él, tenía la secreta esperanza de que se asustase y depusiese su actitud. Pero no fue así, sucedió lo contrario a lo que ella pensaba, cuando Lucio se sintió amenazado se desencadenó para ella lo que sería un cambio importante en su vida.


La casa estaba organizada en dos alas principales, la íntima, que era la que ocupaba el matrimonio y sus hijos y la de servicios, en donde estaba la cocina, las habitaciones de la mucama y del cocinero y otras dependencias para lavado, planchado y almacén de alimentos. Estas dos alas, estaban separadas por el área de uso común, como el comedor, living, biblioteca y escritorio, de forma que lo que sucedía en un ala, era privado y no trascendía en la otra ala.

En la parte íntima de la casa, había otra separación que hacía que el matrimonio gozara de intimidad absoluta, ya que tenían dormitorio, vestidor y cuarto de baño de uso exclusivo. Mientras que los dormitorios de los hijos, tenían baño y sala de estar que compartían.


Una tarde que Alejandra había llegado a su casa antes de tiempo, para cambiar su ropa, previo a un baño rápido y volver a salir, coincidió en ese momento con Lucio que también estaba presente, descansando de las tareas del día.

-          Hola hermano, que haces por acá? – le preguntó Alejandra.

-          Llegué hace rato, tuve hora libre en el colegio y nos dejaron salir antes.

-          Que bueno, yo me doy una ducha y salgo de nuevo.

-          Se puede saber adonde vas?

-          Salgo con un amigo.

-          Mmm, lo conozco? O es alguien que has conocido ahora?

-          Por que me preguntas tanto? No tengo que darte explicaciones a ti.

-          Oye, espera, soy tu hermano mayor, no te hagas la interesante conmigo.

-          Y tu mejor no me espíes más o se lo diré a mamá, para que te ponga en vereda.

-          Mamá seguro me retará, no más que eso, es lo normal que un chico quiera ver un lindo par de tetas y un culito. Ahora como le explicarás tu los porros que guardas en tu mesa de luz?

-          Tu me espías y te metes con mi intimidad, eres un pajero, eso es lo que eres.

Cuando Lucio asimiló la última frase de su hermana, en donde lo trataba de pajero, se puso como loco y si alguien lo hubiera visto en ese momento, podría haber pensado que podría llegar a matarla. Sin embargo, tuvo un momento de lucidez, necesario para arrinconar un poco más a quien deseaba tanto y hostigarla un poco más.

-          Ven acá, pedazo de puta, vamos a hablar tu y yo y mejor para ti que te pongas de acuerdo conmigo – le dijo en tono amenazante, a la vez que la empujaba hacia el interior de su habitación y cerraba la puerta, apoyándose en ella, como para hacerle notar que estaba encerrada y a su merced.

-          Suéltame y mejor que abras esa puerta y tampoco me cae bien que me insultes de esa forma – le contestó Alejandra, pálida por el pánico y roja por la ira que sentía en contra de su hermano.

-          Te ofendes porque te trato de puta, verdad, entonces que hacen todos esos aparatitos que guardas en tu habitación? Y que haces con los porros? Y con los lubricantes, que hay para todos los gustos, femeninos, masculinos, para mantener erecciones? Pero que yo sepa tu no tienes pito, verdad?

-          Eres una porquería, me has revisado la habitación, eso pertenece a mi intimidad, yo con mi vida hago lo que quiera, sabes?

-          Yo no te lo discuto, tendrás que discutirlo eso con mamá o tal vez con papá.

-          Ni se te ocurra delatarme porque . . .

-          Porque que?

-          No, nada – dijo Alejandra bastante abatida – que quieres de mi, porque me persigues así?

-          Que seas un poco buenita conmigo y punto, no voy a pedirte mucho hermanita.

-          Dime que quieres y acabemos ya – sentenció Alejandra.

-          No, no te equivoques, esto recién empieza.

-          A que te refieres, dime de una vez.

-          Quítate la ropa, te quiero ver desnuda, ya y en silencio.

-          Queee? Ni loca me voy a desnudar, eres mi hermano, ni lo sueñes.

-          Cuento hasta tres y si no lo haces, te juro que te arranco la ropa yo y después no se lo que te hago.

-          Pero te has vuelto loco.

-          Uno, dos . . .

-          Espera, déjame salir y olvidemos esto . . .

-          Tres.

Lucio se tiró sobre su hermana y la arrojó sobre su cama con bastante violencia, lo que hizo que Alejandra se asustara más de lo que ya estaba, porque no se esperaba una reacción así de un familiar suyo. Acto seguido tomó un cinto de su armario y comenzó a azotarla sobre la ropa con toda su fuerza. Los gritos que profirió Alejandra, hizo que Lucio abandonara su tarea y le tapara la boca con una mano, mientras con la otra la manoseaba por todo el cuerpo.

Lucio no estaba seguro si los gritos de su hermana habían sido escuchados desde la otra punta de la casa, por eso se mantuvo un buen rato apretándola en la cama, bajo su cuerpo y metiéndole la mano por los sitios donde nunca se lo hubiera imaginado.

Al no percibir ningún movimiento extraño en la casa, dio por sentado que nadie había escuchado los pedidos de auxilio de su hermana y se dispuso a seguir con su tarea, ya no de azotarla, sino de desvestirla, rompiendo botones, cierres y cremalleras, hasta que la dejó en ropa interior y de ahí a desnudarla totalmente hubo un tiempo muy corto.

Cuando Alejandra se dio por vencida, ya que no podía ni con la fuerza, ni con la furia que tenía Lucio, no opuso más resistencia y se dejó hacer, creyendo que con la sola visión de su cuerpo desnudo su hermano se daría por satisfecho y la dejaría en libertad.

-          Eres hermosa hermanita – le decía todo acaramelado su hermano – no te resistas, te miro un poquito y te dejo y nos olvidamos del asunto, si?

-          Está bien, mírame y déjame que me vaya y no me toques más, por favor y no cuento nada, lo prometo – le dijo Alejandra, sabiendo que difícilmente le creería, pero bueno había que intentarlo y una vez libre no solo lo denunciaría ante sus padres, sino también ante la policía o ante quien pudiera hacerle entender que no se podía meter con la intimidad de las personas y mucho menos con su propia hermana.

-          Bueno, entonces párate sobre mi cama y déjame verte bien, date la vuelta, muéstrame bien tu cuerpo, si va a ser una sola vez, que sea bien, te parece? – le dijo Lucio, sabiendo él que solo estaba tratando de que su hermana se relaje, para pasar un buen momento y después vendrían otras veladas, cada una de ellas sería más agradable, quiera ella o no.

Alejandra se deshizo de los pedazos de ropa que tenía entre sus manos y con las que tapaba en parte a su cuerpo y mientras lo hacía le recriminaba no solo los azotes recibidos, sino también el destrozo que le había causado en la ropa.

Pero a Lucio esto no le importaba nada, ni la escuchaba, solo la miraba y pensaba en todo lo que venía después. Las cosas que haría con ella y porque no con alguna de sus amigas, él ya le diría a quien tendría que traerle.

Cada uno estaba en su mundo, ella tratando de que su hermano llenara su retina con su imagen desnuda y la dejara irse y él pensando en la puerta que había logrado abrir y todo lo que obtendría de ahora en adelante.

-          Bueno hermanita, muéstrate sexy, que quiero verte bien y te dejo ir, como las putitas de la televisión, anda, se buenita – Lucio tenía segundas intenciones y su hermana no supo darse cuenta de lo que se le venía – no quiero que estés tan seria, solo muéstrate con cara de perra, como seguramente le haces a tus novios.

-          Está bien, pero ya basta, porque te estás pasando Lucio y me quiero ir.

-          Pon cara de perra y muéstrame lo que tienes, vamos perrita y ya te vas.

Alejandra pensó que haciendo eso ya terminaba para ella este tema con su hermano y tal como él le pidió, puso cara de gata en celo y se movió y se contorsionó, sacando la cola para afuera, levantando y exhibiendo sus tetas, abriendo las piernas para que nada quedara librado a su imaginación, hasta que se dio cuenta que su hermano la estaba filmando y fotografiando en cada una de esas poses que ella encarnaba. Y la estaba filmando y fotografiando en el cuarto de él y ella estaba saliendo en distintas poses y con cara de perra, no habría forma de explicar eso.

-          No, no, no, apaga la filmadora Lucio, ni foto, ni video, eso si que no – y se tapaba con sus manos aún a sabiendas que era muy poco lo que podía tapar.

-          Que no hermanita, este material lo mantendré en custodia, por si se te ocurre contarle a alguien lo que ha pasado hoy acá.

-          Eres un cretino y un pajero, además de una mala persona.

-          Todo lo que quieras, pero tu no me denunciarás, ok? O no habrá red social que no tenga tus poses de perra en celo.

-          Te juro que me las pagaras, Lucio, te lo juro.

Así terminó ese primer encuentro para Alejandra, que a partir de ese día pasó a depender cada día más de su hermano, de sus caprichos y necesidades.


Alejandra solo pensaba en como destruir a su hermano, en como borrar esas huellas que había dejado y no le encontraba la salida.

Pensó en entregarse a él, a que la sometiera, hasta que llegara el momento de que pudiese creer en ella.

Como sucedía con los matrimonios, se dijo, “tal vez tenga que entregarme a él hasta que confíe plenamente en mí, hasta que crea que él me gusta y que soy suya, hasta que me confíe sus más íntimos secretos. Tengo que seguirle el juego hasta que lo pueda atrapar, en algún momento tendrá que dar un paso en falso y ahí será mi oportunidad para destruirlo”.

“Pero cuanto tendré que padecer mientras tanto, quien sabe las cosas que me pedirá que haga, con él y porque no con alguna persona de su amistad o conocimiento. Es capaz de prostituirme, de entregarme a cualquiera. Porque Lucio es muy ambicioso, siempre lo fue y si se cansa de mi, puede ser que me pase lo peor”.

“Mejor no me entrego y dejo que los acontecimientos se den en forma natural, tal como tengan que ser”.

Y así, Alejandra se abandonó a los caprichos de su hermano. Comenzó para ella otra etapa de su vida, en donde se encontraría sometida por su hermano.

No se podía escapar de eso. Su mente no dejaba de pensar y elucubrar los más diversos y disparatados planes. El fin siempre era el mismo, destruir a su hermano. O al menos alejarse de él.

Mientras tanto ella se había alejado un poco de sus propias amistades, incluso había roto con un novio que tenía porque lo consideraba igual que su hermano. Ella veía a todos los hombres acosadores, que solo buscaban sexo en ellas y eso la alejaba de la realidad y cada vez más caía en la red que Lucio le había tendido.


Yolanda seguía atentamente la relación entre los hermanos, no se imaginaba lo que realmente estaba pasando entre ellos, ya que se había perdido el primer capítulo que fue cuando Lucio sometió a Alejandra y la empujó hasta lanzarla al abismo.

Ella sabía que algo raro estaba pasando, ya que se juntaban mucho encerrándose en la habitación del muchacho, en donde permanecían horas. Yolanda había querido entrometerse varias veces, llamando a la habitación ofreciéndose por si necesitaban algo, bebida o algún sándwich o algo caliente y jamás le habían permitido la entrada, contestándole desde adentro con algo así como: “no necesitamos nada, cualquier cosa que necesitemos, te lo pedimos” y con eso la despachaban.

Ella se quedaba por ahí, husmeando, pero fue descubierta en una oportunidad por Lucio que salió imprevistamente y no supo que contestar cuando el muchacho le preguntó que hacía por ahí.


En la mente de Lucio no había más que un poco de morbo, otro tanto de deseos frustrados de sexo y algo de descaro.

Porque esa capacidad que mostró para someter a su hermana menor, la podría haber usado en otra mujer, en alguna amiga e incluso, por que no, en la propia Yolanda, que era una mujer apetecible por donde se la mirara.

Pero bueno, hasta ahora lo único que había alcanzado era a su propia hermana, a la que tenía en su puño y se dispuso a disfrutar de ella, mientras la tuviera bajo su control.

El por lo general llegaba antes que su hermana y preparaba el terreno, que era su propio cuarto, para cuando Alejandra viniera. Acomodaba la filmadora en algún sitio oculto, para luego sorprenderla y tenerla así, cada día más a su voluntad.

Esa tarde estaba en su cuarto cuando sintió que entraba Alejandra a la casa, esperó hasta que se acercara a su cuarto y la llamó.

-          Ale, ven que quiero hablar contigo – le dijo.

-          Dejo mis cosas y enseguida voy – Alejandra trató de disimular su mal humor al contestar a su hermano. Sabía que algo malo estaba por pasarle.

-          No tardes – le contestó Lucio y cerró la puerta. Se recostó en su cama, repasando mentalmente todo lo que había preparado.

Pasó más de un cuarto de hora y Alejandra no salía de su habitación, Lucio ya comenzaba a inquietarse, cuando al fin sintió que había movimiento de puertas, su hermana se acercaba para golpear la suya con sus pequeños puños.

-          Pasa Ale – le dijo, animándola para que entrara – y cierra la puerta.

-          Lucio, tengo que salir, me esperan en . . .

-          Cancela tu compromiso Ale, hoy te quedas en casa para atenderme a mí.

-          No Lucio, es importante que vaya a . . .

-          Hoy te quedarás en casa para estar conmigo, vas a ver lo bien que la vamos a pasar juntos, te lo prometo.

-          Esto no puede seguir así, yo no soy tu esclava.

-          Te equivocas, he estado pensando y si, lo eres, a partir de aquel día que posaste para mi, firmaste el contrato. Me perteneces Ale, eres mía.

-          No me hables así que me asustas.

-          No tienes porque asustarte, es la realidad, yo te enseñaré muchas cosas y tus las harás para complacerme, está claro? Me perteneces Ale, eres mía y de quien yo quiera que seas, no es broma esto, es bien serio lo que te estoy diciendo.

-          No puedo creer lo que estoy escuchando.

-          Yo en tu lugar, no tendría dudas.

-          Eres una basura de persona, te odio.

-          Lo que tú digas, pero ahora basta. Cancela tus compromisos y vuelve a mi cuarto, hoy tendrás que atenderme, ya te lo he dicho.

Alejandra se marchó sin decir palabra alguna para hacer las llamadas pertinentes anulando sus citas de esa tarde. Al salir de la habitación de Lucio, se cruzó con Yolanda que según su costumbre vigilaba de cerca los movimientos de los hermanos.

Al ver la cara de furia que llevaba Alejandra, además del vigor de sus movimientos, pensó que algo estaría ocurriendo o por ocurrir y se dijo que debía estar atenta a los sucesos.

Decidió para ese caso, mantenerse haciendo higiene en ese sector de la casa, ya que no quería perderle pisada a los hermanos. En eso estaba cuando volvió a ver a Alejandra, que volvía con el rostro enrojecido entrando en la habitación de su hermano sin llamar y cerrando la puerta tras ella con un portazo.

-          Acá estoy de regreso, dime para que me quieres y por favor se breve, que quiero salir antes que vuelvan papá y mamá.

-          Ni lo sueñes, hoy no saldrás con nadie, ya te dije, hoy solo me atenderás a mí.

-          Pero quien te crees que eres Lucio?

-          Yo? Tu dueño, tu, mi esclava. A partir de este momento harás solo lo que yo te ordene.

-          Bueno, dime que quieres.

-          Así está mejor, esa es una actitud mejor, la de preguntar a tu dueño que desea. Fíjate que por ahora te permito que me tutees, tal vez más adelante no lo haga.

-          Lucio, por favor, que no se te vaya la mano.

-          Ya vuelves al mal camino, no duras mucho en la buena senda. A ver, quiero que retomes el buen trato o no empezaremos con lo que tengo planeado para ti, en realidad para nosotros.

-          Lucio, por favor, te desconozco, es un juego esto? Hasta donde quieres llegar?

-          A hacerte entender que eres mía, ese es el comienzo. Hasta que no entre eso en tu cabecita, seguiremos a los tumbos.

-          Bueno está bien hermanito, soy tuya, tu eres mi dueño, ahora dime, que quieres hacer, si?

-          No Ale, no te siento convencida, de esta forma voy a tomar un camino que será más duro para ti, pero bueno, tu me obligas a eso.

-          Mira hermano, aquí me tienes en tu cuarto, haz lo que quieras hacer, yo solo quiero que dejes irme.

-          Muy bien, lo primero que debes saber es que mientras tengamos estos encuentros no quiero que me consideres tu hermano. Trátame como lo que soy: tu dueño, ok?

-          Bien y como debo dirigirme a ti?

-          Puedes hacerlo por mi nombre, con respeto y sumisión. Eso lo harás siempre que estemos solos, mientras haya extraños seremos simplemente dos hermanos, de acuerdo?

-          Ay Lucio, me haces reír, pero si quieres jugar a esto, está bien, te sigo el juego.

-          Te equivocas, esto no es un juego. Es una forma de vida, la que te ha tocado vivir a mi lado.

-          Está bien, hermano, perdón, está bien Lucio, hago lo que sea, solo quiero que me digas que y luego me liberes para poder hacer mis cosas.

-          Ya no tienes más cosas que hacer, que no sea servirme, graba eso en tu cerebro.

-          Me asustas Lucio, no eres mi hermano.

-          No lo soy en este momento. Quítate toda la ropa, pero hazlo de una manera sensual, quiero que me excites mucho, que no tenga que tocarte, ni tocarme.

-          Quieres entonces verme como el otro día? De nuevo? Pero esta vez será sin fotos Lucio, fotos no, de acuerdo?

-          Para que notes mi buena voluntad, te diré que será sin fotos, pero tú trata de dirigirte a mi como corresponde, sin confianza, con respeto, en eso habíamos quedado.

-          De acuerdo Lucio.

-          Muévete al son de la música, desvístete de forma sensual, sexy.

En el cuarto se escuchaba un bolero interpretado por un cantante caribeño o centroamericano, lo que de por si creaba un ambiente romántico. Ayudaba a Alejandra a comportarse de la forma en que se lo había pedido su hermano Lucio. Ella comenzó a moverse cadenciosamente, acariciando su cuerpo de abajo arriba, ida y vuelta, por los costados, rozando delicadamente sus partes más íntimas.

De pronto y siempre al son de la música que se escuchaba, inició una serie de contorsiones con su cuerpo, se agachaba flexionando sus piernas y se incorporaba, giraba sobre sus pies y todos estos movimientos los entendió Lucio como que se compenetraba con lo que él le había pedido que hiciese.

En esos movimientos, Alejandra enganchaba con uno de sus dedos la punta de la pollerita que llevaba puesta y la levantaba enseñando sus torneadas piernas y la dejaba caer. Con las manos elevadas, al pasarlas por el pecho, desabotonaba su blusa dejando entrever sus sinuosidades, a la vez que con las palmas al pasar sobre los pechos dejaban entrever los endurecidos pezones.

Por momentos a Lucio le daba la impresión que Alejandra disfrutaba lo que estaba haciendo, lo notaba cuando la veía morderse el labio inferior y pasar su lengua por los labios, casi jadeando, exhalando cálidas bocanadas de aliento caliente. Alejandra a pesar de tener los ojos abiertos, no estaba mirando a su hermano, sino a la persona que había sido capaz de dominarla, a aquel hombre que supo ser lo suficientemente hábil para inducirla a hacer lo que estaba haciendo, desnudándose para exhibirse.

Y sentía que todo esto lo estaba haciendo obscenamente, a pesar de ello no se sentía mal, porque Alejandra sentía que no era ella, sino que la que se exhibía era otra persona.

Esta confusión que sentía Alejandra, fue lo que le permitió obtener un poco de placer de su actuación, lo percibió al notar un ligero cosquilleo en su entrepierna, que posteriormente humedeció su ropa interior.

Por otra parte Lucio sentía que tenía ante él una hembra, que se movía y se desnudaba para complacerlo e inmediatamente comenzó a crecer su verga que estaba aprisionada bajo su ropa interior. Este cambio de tamaño se hizo tan notable, que llegó a incomodarlo y tuvo que acomodar su verga para que no le estallase bajo el pantalón.

Acostado en su cama como estaba, abrió sus piernas y bajó el cierre de su pantalón, metió su mano buscándola para sacarla afuera, morcillona como estaba. Este cambio enseguida lo vio Alejandra, que detuvo de golpe el ritmo que llevaba.

-          No, que haces Lucio – protestó – guardo eso, no quiero verlo.

-          Shhh sigue bailando para mi, hasta que quedes desnuda – le contestó, restándole importancia a su protesta.

-          No Lucio, así no quiero seguir.

-          Shhh vas a seguir si no quieres que me enoje – mientras le decía esto, se desprendió el pantalón y sin moverse de su posición, se lo bajó hasta la rodilla, junto con el boxer, quedando su verga y huevos a la vista de Alejandra.

-          Por favor hermano, te pido que no, por favor.

-          Shhh, ven a mi lado, así como estás, acércate Ale y basta de histeriquear.

Alejandra se acercó hasta la cama de su hermano, tratando de no mirar los genitales, mirándolo fijamente a los ojos. Pero Lucio quería que su hermana viese y apreciase lo crecida y vigorosa que estaba su verga y lo hermoso que tenía sus huevos.

-          Ale, mira esto que tengo entre las manos, es para ti, es tuya – con una mano se tomaba la verga y con la otra alzaba sus huevos para que estuvieran a la vista de la joven. La verga de Lucio era de un tamaño considerable, en longitud y grosor, Alejandra si bien no se la había mirado en profundidad, solo en forma superficial, había podido establecer una mínima comparación con la de su ex novio y notaba que la de su hermano y dominante era más grande, mucho más.

-          No Lucio, por favor te lo pido.

-          Escucha Ale, porque te incomoda que esté desnudo? O acaso tu no te has desnudado para mi? Y no te estás desnudando ahora mismo?

-          Si, pero yo no quería verte desnudo a ti. No me esperaba eso. No pensaba llegar a tanto.

-          No te imaginas las cosas que vas a hacer conmigo, hermanita, solo dame tiempo y prepárate. Eres mía, solo piensa en eso.

-          Piedad Lucio, soy tu hermana, tu hermanita, no olvides eso, por favor.

-          Concéntrate en mi verga Ale, mírala y también mis huevos – Alejandra desvió su vista y sus ojos se clavaron en donde Lucio le había dicho.

-          Por que me haces esto?

-          No quiero que hables más, solo obedece perra, a partir de ahora no eres más mi hermana, sino mi perra, de acuerdo?

-          Si Lucio.

-          Acaríciame la verga, vamos, usa tus manos, mis huevos también – mientras Alejandra se disponía a tocarle sus genitales, Lucio se quitó totalmente pantalón, ropa interior, medias y calzado y se acomodaba en la cama, bien relajado y ahora más con las caricias que recibía.

-          Es muy grande Lucio.

-          Como sabes que es grande? Has visto otras?

-          La de mi novio, bah, ahora ex novio.

-          Solo esa o alguna otra más?

-          Solo por películas o fotos.

-          Ah, entonces te gustan las películas, eh?

-          No, solo he visto con amigas. Bueno si, alguna estuvo buena, pero otras son aburridas y no las miramos, solo nos reímos de lo que vemos.

-          Bien, sigue acariciando mi verga, vamos, con las dos manos, que estoy muy caliente.

-          Si Lucio.

-          A ver, acércate un poco para que pueda quitarte la ropa, te dije que te quería desnudita Ale.

Alejandra, sin dejar de acariciar la verga, los huevos, las piernas y toda la zona caliente de su hermano, acercó su cuerpo hasta las manos de Lucio, para que aquel le quite la ropa. Cuando ella quedó desnuda, su hermano quiso que refregara sus tetas por sobre sus genitales y luego que aprisionara su verga entre ambas, para frotarse contra ella.

Desnudos los dos, Lucio le ofreció su verga para que la besara sabiendo que estaba a punto de acabar, que más no podía aguantar.

-          Vamos Ale, solo unos besitos, no te pido que la chupes, solo bésala un poquito, vamos, dale.

-          Mmm bueno, pero no me pidas más que eso – Alejandra protestaba, pero no soltaba la verga, ni dejaba de acariciar los huevos, lo que Lucio no sabía era como interpretar esa actitud, si lo hacía porque estaba caliente o era para que todo terminara más rápido – toma muack muack muack.

-          En la puntita, quiero que me beses la cabeza, como hacías con tu novio.

-          A mi novio no se la besé nunca.

-          Pero que tonto que es ese tipo, a mi si me la besarás, vamos en la puntita – Lucio no podía ya más contener sus deseos de acabar y quería hacerlo en la cara de su hermana, para ello debía sorprenderla.

-          Bueno, toma muack muack muack – Alejandra no fue más que posar sus labios en la cabeza de esa verga a punto de estallar, que sintió un chorro de leche caliente golpear sus labios, su nariz, sus mejillas y hasta en el cabello llegó a salpicarle.

-          Ey, espera, ahh mmm que bueno, anda, mueve la mano, hazme terminar bien, perrita.

-          Ah, pero que hiciste Lucio, tienes que avisarme, mira como me dejaste toda sucia – protestó Alejandra y al mismo tiempo que protestaba seguía pajeado a su hermano.

-          Espera, ah, que bueno que estuvo, que calentura que tenía. Estuviste bien, vas a hacerlo mucho mejor, te lo garantizo. Eh, no te vayas, busca pañuelos y límpiame todo.

-          Mejor límpiate tú, yo te alcanzo los pañuelos.

-          Te he dicho que me limpies puta de mierda y eso debes hacer. Puedo pedirte que lo hagas con la lengua, sin embargo hoy estoy bueno y no te lo estoy pidiendo. No abuses de mi, perra.

-          No me insultes más, por favor.

-          Te digo puta porque lo eres y no vuelvas a corregirme o te vas a arrepentir.

-          Está bien Lucio – y Alejandra buscó pañuelos y limpió a su hermano de su propio semen y luego hizo lo propio ella.

Después de haberlo hecho, le pidió permiso para ir al baño a completar su limpieza, a lo cual su hermano le dijo que se pusiera una de sus batas para cubrir su desnudes. Le dio una bata corta, que apenas tapaba la cola de Alejandra, ésta quiso ponerse ropa interior, pero Lucio no se lo permitió, diciéndole incluso que debía ir hasta el cuarto de baño descalza, solo con la bata que él le había dado, que eso lo excitaba terriblemente.

MARCELA ( marce459@live.com.ar )