La mucama y el cocine - parte 9

Lucio somete a su hermana, después a la mucama, se forma un trío, el cocinero se come a la patrona, el marido con una pareja gay, todos unidos por el sexo.

LA MUCAMA Y EL COCINERO.

PARTE 9/12.-

En la ciudad Lucio había quedado sin Yolanda, con la que tenía elaborados planes para disfrutar con la chica, lamentando no poder tenerla con él, por lo que Alejandra sería quien tendría que hacerse cargo de solucionar su deseo sexual. Pensaba en su cama que cosas tenía para hacer y se dijo que muchas, empezaría por el principio, tendría sexo con Alejandra de una manera suave y cuidando mucho que no se le fuera la mano como lo hizo con Yolanda, a su hermana la trataría bien, como a una princesa.

Ese viernes él no salió, se quedó en su casa esperando la llegada de Alejandra. A la hora de cenar, Tomás le comunicó que su hermana había llamado que se quedaría a cenar en casa de una amiga y que luego saldría a bailar, por lo que llegaría tarde a su casa.

Esta novedad a Lucio no le cayó para nada bien, pero bueno debía digerir eso y esperar la llegada de Alejandra a la hora que fuera, iría directo a su cuarto, dormiría con él y ya que no fue capaz de avisarle a él que no venía a cenar y que saldría sin su conocimiento, más le valdría que no lo hiciese enojar esa noche o correría la misma suerte que Yolanda.

Quiso el destino que esa noche fuera muy corta para Alejandra y luego de cenar con su amiga, tomaron un café en un lugar céntrico y muy concurrido y luego de eso, cancelaron la idea de ir a bailar porque su amiga no estaba pasando un buen momento.

Cuando Lucio sintió que alguien caminaba por el pasillo, ya que la puerta de su cuarto estaba abierta a propósito para escuchar todos los movimientos de la casa, abandonó el chateo al que se había entregado para mirar quien caminaba por ahí, descubriendo que era su querida hermana, a la cual él había estado esperando desde hacía horas.

-          Hermanita, no habías ido a bailar? Que pasó que has vuelto tan temprano?

-          Nada, solo volví porque Gimena no se sentía bien.

-          No sabes como te estaba esperando, ven para mi cuarto, que hoy tienes tareas pendientes conmigo.

-          Ay Lucio, con lo cansada que estoy, no lo podemos dejar para mañana?

-          No, mi amorcito, ven para acá así como estás, que quiero oler el perfume que traes.

-          Puedo dejar mi cartera en mi dormitorio?

-          No, así como estás te vienes para acá, vamos entra y basta de evasivas.

-          Si amo.

-          Me reconoces como tu amo, como tu dueño? Está bien eso, porque ya te lo dije varias veces, eres mía, eres una posesión mía a la cual yo le doy libertad de movimientos, es así?

-          Algo así, digamos.

-          Bien, primero quiero oler bien tu ropa, para ver si descubro algo. Quédate quieta hermanita.

-          Si amo.

Alejandra llevaba puesto un vestido negro, con breteles, generoso escote que hacía que muchos hombres estiraran sus cuellos por la posibilidad de poder ver un poco más de lo que quedaba a la vista. El vestido no llegaba a tapar las rodillas de Alejandra, que esa noche se había colocado medias negras, caladas y zapatos de taco aguja, altos, realzando las piernas, exaltando la cola redonda y dura, que quebraba la espalda. El cabello lo tenía tan largo que ya le llegaba a tocar el inicio de la cola, lo llevaba suelto, con un flequillo que tapaban sus cejas.

Cuando Lucio la tuvo a su lado, la olfateaba tipo un perro sabueso en busca de alguna pista, olía y tocaba, hasta que se sintió satisfecho. Arrastró a su hermana hasta la cama, se sentó sobre la misma y con sus brazos abrazó la cintura de Alejandra, hasta apretar el vientre con su propia cara.

-          Mmm Lucio que quieres, hermano, estoy cansada – protestó tibiamente su hermana.

-          Sabes que te quiero a ti, te pido por favor que no empieces a negarte, porque te tendré conmigo todo el fin de semana, hasta que vuelvan papá y mamá, estarás dependiendo de lo que yo te diga, de acuerdo?

-          No es mucho Lucio?

-          Comienzas a negarte a mi? No te sometes a mi voluntad por todo el fin de semana o si lo haces? Dime y sabré como actuar contigo.

-          Está bien Lucio, si no lo hago quien sabe cuantas cosas malas me harás, verdad?

-          Exacto, podemos pasarla bien o podemos pasarla mal, tú eliges.

-          Soy tuya, ya lo sabes, pero por favor no abuses de mí, te lo ruego.

-          Pienso usar y abusar de ti, por eso te digo, puedes negarte si quieres.

-          Está bien Lucio, me dominas como siempre, haz de mí lo que quieras.

-          Muy bien, así está mejor, yo me voy a acostar. Tu cierra la puerta para que nadie pueda entrar, por las dudas se le ocurra a Tomás venir por acá. Después me quitas toda la ropa, yo voy a quedarme acostado, no pienso moverme, hasta quedar totalmente desnudo. Vamos, empieza.

Alejandra se fue hasta la puerta del cuarto y cerró con llave, después le fue quitando a su hermano todas las prendas que llevaba puestas, hasta dejarlo totalmente desnudo, al mismo tiempo que le quitaba la ropa, se la doblaba y la acomodaba prolijamente sobre una cómoda que estaba al lado de la cama.

-          Y ahora que, hermanito? – le dijo Alejandra – debo quitarme la ropa yo también.

-          No, tu espera a que yo te de las órdenes. Eso lo haré a medida que se me ocurran las cosas que haré contigo.

-          Está bien, hermano.

-          No me llames hermano, mientras estamos en esto, no somos hermanos. Yo soy tu dueño y tú eres mi puta, mi perra, mi cualquier cosa que seas.

-          Pero como te llamo entonces?

-          No se, amo está bien, señor o algo así.

-          Está bien amo, me gusta decirte amo.

-          Bien, me la quieres chupar un poco?

-          Si amo, te la voy a chupar como ya lo he hecho antes.

-          Vamos, chúpala perra.

-          Mmm glup splash mmm ahh glup.

-          Bien adentro, trágala toda, mucha saliva y lengua puta, mmm ahh.

-          Mmm si glup splash ahh.

-          Vamos, adentro y afuera, vamos con el mete y saca, quiero que me pongas muy caliente, hoy te voy a coger mucho hermanita.

-          Mmm ya me parecía mmm ahh que ibas a querer glup eso.

-          A que te refieres con “eso”? – le preguntó Lucio.

-          A que tarde o glup splash temprano me ibas a querer coger, a eso me refiero, glup splash mmm.

-          Ya era hora hermanita, te vengo perdonando desde hace demasiado tiempo.

-          Mmm glup splash solo te pido que me trates con cuidado, no glup splash te creas que para mi es algo corriente eso glup splash mmm.

-          Descuida, te lo voy a hacer despacito, ya vas a ver como te hago gozar.

Poco después de la mamada que Alejandra le hizo, Lucio quiso probar el sabor de la concha de su hermana, para lo cual la hizo acostar a ella en su lugar, sin quitarse la ropa y le fue besando las piernas desde los tobillos hacia arriba, las pantorrillas, las rodillas de un lado y del otro, los muslos bien besados y lamidos y luego le separó las piernas y las elevó para besar la parte de atrás de los muslos, llegando hasta la misma raya de la cola. Con las piernas bien levantadas, le chupó las dos hermosas nalgas y deslizando la tanga pudo meter su lengua en el orto de Alejandra, que sintió esta tarea de Lucio, manifestando su agrado con grititos de placer, jadeos y suspiros.

Todas estas manifestaciones de Alejandra, Lucio las supo capitalizar a su favor, metió su cabeza entre las piernas de su hermana y se acomodó para chupar esa tierna y rosada concha, semivirginal, muy estrecha según su apreciación personal. Pasó su lengua por los labios vaginales, por uno y otro lado, sorbiendo el flujo que comenzaba a salirle a Alejandra, metiendo la lengua en punta dentro del canal principal y llevándola al botón de máximo placer, su majestad el clítoris. Ahí se detuvo a chupetearlo, lamerlo y morderlo, hasta que Alejandra tiraba de sus cabellos enloquecida porque no podía contener más la llegada de un gran orgasmo y Lucio, notando lo que le estaba pasando a su hermana, le pidió que no reprimiese su sentir y que acabase todo lo fuerte que le fuera posible, que eso de por si, era lo que él estaba buscando.

Lucio en realidad, gozaba sometiendo a su hermana, sintiendo que la tenía agarrada en un puño, pero todo esto se magnificaba, si además la hacia gozar sexualmente. Eso era muy bueno para él, porque la tendría más sometida aún.

Después de haberla hecho acabar a Alejandra en buena forma, la dejó un momento que se relajase y luego la hizo acomodar con la cola sobre un almohadón, para lograr una penetración ideal. Si bien Alejandra estaba bañada en flujo, Lucio eso no lo tuvo en cuenta y se lubricó su verga con un gel íntimo masculino, para que su hermana no tuviera quejas por su penetración y todo lo que pudiera sentir fuera solamente placer.

Después de tener bien abiertas las piernas de su hermana, con el vestido a la altura de la cintura, sin quitarse ni las medias, ni los zapatos de tacos altos, Lucio se acercó para lamer esa concha que temblaba con su sola cercanía y luego arrodillado en el centro de la escena, le acercó su verga toda patinosa, que no fue más que apoyar en la entrada y entrar la cabeza sin la mayor dificultad. Alejandra pegó un pequeño gritito que no fue más que el sentir que algo le había entrado en su cuerpo pero sin dolor alguno.

-          Sientes como te ha entrado la cabeza, Ale? – le dijo Lucio quedando casi inmóvil, sin pujar hasta oír la contestación de su hermana.

-          Mmm si amo, lo sentí, pero no me dolió nada, sigue amo, un poquito más si quieres, mmm ahh – le contesto su hermana.

-          Quieres más perra, toma un poco más putita – le dijo Lucio y de un par de enviones casi le metió la totalidad de la verga, le quedaba muy poco para meter.

-          Mmm me gusta, que bueno amo, métemela más, a ver como me siento cuando la tenga toda adentro, vamos amo, que me tiene caliente – Alejandra estaba caliente de verdad y Lucio ya casi no tenía más verga, solo un poquito más y él había pensado que su hermana no iba a poder soportar su poronga, evidentemente se había equivocado.

-          Toma perra, creo que eres más puta de lo que pensaba – y terminó de clavarle toda la verga a su hermana, pensando que tal vez la perra ya se hubiera tragado algunas mucho más grandes que la suya.

Eso lo enardeció y comenzó un mete y saca furioso, con la idea que a su hermana le duela algo, él quería que se quejara de la verga que tenía, que le dijera que era grande, que nunca había visto algo semejante, pero Alejandra no le había ningún comentario al respecto y eso le hacía pensar que su hermana ya había probado muchas pijas y tal vez de las más grandes. Le siguió dando y dando hasta que se encontró que él estaba todo transpirado y su hermana apenas despeinada, mirándolo con los ojos abiertos y con cara de quiero más.

Alejandra seguía aguantando todo lo que él le hacía, sin manifestarle la más mínima queja, mirándolo a los ojos sonriente, como desafiándolo a que le de más verga.

Lucio se enloquecía más y más se esforzaba por hacerse notar, porque Alejandra jadeaba de una forma que parecía una puta, una verdadera puta. Siguió cogiéndosela hasta que se dio cuento que no podía acabar, seguramente debido a los nervios, entonces decidió probar una nueva posición, la haría acostar boca abajo y se la pondría desde atrás, por el mismo agujero que ya había estado haciendo. De esta forma iba a poder apoyar su cuerpo en esas hermosas nalgas de su hermana.

Lo más importante para Lucio era que al estar clavándose a su hermana desde atrás, no le vería esa mirada de puta que tenía ella, que le hacía notar que apenas sentía lo que le estaba haciendo, que ella necesitaba más verga, con la de su amo no le alcanzaba.

Se la clavó desde atrás ni bien Alejandra se acomodó, ni siquiera le anunció que ya estaba listo, nada absolutamente, cuando la vio en posición se le acercó y sin previo aviso dio un fuerte golpe y su verga entró hasta el fondo sin que su hermana haga ninguna exclamación de dolor o molestia alguna.

-          Ay amo, no me avisó que me la iba a poner, me asustó – le dijo Alejandra.

-          Te dolió perra? – le preguntó Lucio esperando una respuesta positiva.

-          No, solo me asustó porque no lo esperaba amo, la verdad que ni la sentí – Alejandra, empezaba a percibir como era el juego y decidió jugarlo, se dio cuenta que su hermano estaba queriendo impresionarla y ella no demostraría molestia alguna, a menos que sea algo impresionante.

Con esas palabras Alejandra logró que Lucio siguiera bombeando cada vez con más fuerza, con violencia, incluso despegándose de su hermana para zambullirse sobre ella con la pija en punta y nada, no había dolor ni exclamación de ningún tipo. Y Lucio seguía sin poder acabar y con su pija cada vez más dura, ya le dolía a él de solo rozarla con las paredes de la vagina, a pesar de lo lubricada que estaban.

Lucio se dijo asimismo que de alguna manera la tenía que hacer gritar a su hermana y si por adelante no gritaba, la iba a hacer gritar por atrás, lo pensó y se decidió, le haría el orto y en ese mismo momento.

El había reservado el orto de su hermana para otra oportunidad. En realidad a su hermana se la quería ir pasando por partes, hasta ahora venía cumpliendo. Un día la desnudó, otro día se hizo besar la pija y hacer una paja, más tarde se la hizo chupar y ahora le había tocado cogérsela por la concha, reservando el culo para la siguiente vez y después de eso vendrían las sesiones más duras, las que él imaginaba entregando a su hermana a distintas personas, hombres, mujeres, conocidos, desconocidos, por placer, por dinero, tenía en mente muchas ideas sobre que hacer con su hermana.

Y con la negra villera también, todo lo que le hiciera a su hermana, a la negra esa pata sucia se lo haría hacer por partida doble. Mejor que descansara bien en la costa y repusiera energías, porque después tendría que vérselas con él.

Estaba decidido, le haría el culito a su hermana y la haría retorcer de dolor a la muy perra, ya iba a saber lo que es un verdadero macho, esa puta. Lucio hizo correr a su hermana de la cama y se tiró a un costado de ella, estaba agitado, parecía que el corazón se le iba a salir del cuerpo, del esfuerzo que había hecho tratando de acabar dentro de su hermana, sin poder hacerlo. Tenía sus huevos llenos de leche y sin poder vaciarlos, se sentía mal porque ya empezaban a molestarle los huevos. Cada vez que esto sucedía, en cada oportunidad que se le presentaban estos síntomas, él tenía un método muy eficaz que termina en un periquete con el dolor y es más, por lo general le arrancaba una sonrisa de oreja a oreja.

El procedimiento consistía en hacerse una buena paja, de esta manera soltaba toda la leche que ya no cabía dentro de sus huevos y los dolores desaparecían. El solo hecho de acabar le provocaba la más espléndida sonrisa de placer, del más puro placer.

Pero en esta ocasión no podía recurrir a eso, no podía teniendo a su hermana a su lado, hacerse una paja. Lo peor de todo que no podía pedirle a ella que se la hiciera, porque quedaría muy mal parado frente a Alejandra.

Que podría llegar a pensar de él, cuando ella se la estuvo chupando durante bastante tiempo, casi el mismo tiempo que él había estado besando, lamiendo y chupando el cuerpo de su hermana y después le abrió las piernas para que la penetrara por su concha, desde adelante y por atrás también.

No, no podía permitir eso. Su hermana le había entregado todo su cuerpo para que él disfrutara, para que hiciera y deshiciera, a su voluntad.

Tendría que pensar algo, ya se le ocurriría una idea, por el momento tenía que recuperar fuerzas, tenía la otra mitad de la hermana que todavía no había tocado. De la cintura para arriba no había pasado y en esa zona había mucho por chupar y por tocar, que lo haría calentar a él y a su hermana también.

Arrancaría por ahí y después le haría el culo, quiera su hermana o no. Para su conveniencia personal, para su gusto, lo mejor que le podía pasar era que su hermana se negara a darle el culo, de esta forma tendría que forzarla, casi en el límite con la violación, eso era lo que a él lo hacía disfrutar mucho, placenteramente.

Tal vez por ahí estaba el asunto, el era un hombre de tomar las cosas como propias, sin pedir permiso, porque cuando pedía permiso, parecía que se desinflaba, que perdía interés.

Lucio consideró que ya había descansado suficiente, sintió que su respiración se había normalizado y se molestó un poco cuando su hermana, que seguía acostada a su lado, había cruzado sus piernas y se mostraba aburrida, esperando que él se decidiera a seguir. Ella quería acabar de nuevo, tener más orgasmos, parecía que se preocupaba solamente por ella, cuando a él le pareció que lo correcto era que una puta de su clase se preocupara más por su amo, que por otra cosa. Ahora iba a ver lo que le iba a dar, la haría sufrir por ser egoísta y pensar solo en ella. Se la daría por el culo hasta que le pidiera por favor que parara, que la estaba matando.

-          A ver puta, vamos a seguir, porque parece que estuvieras aburrida, eh? – le dijo Lucio a su hermana.

-          Si, quiero seguir amo, estoy dispuesta, lo que decidas, yo esperaba que me dijeras eso – le contestó Alejandra, demostrándole que ella estaba entera y el flojo era él.

-          Date la vuelta y acomoda esta almohada bajo tu vientre, la cola bien arriba, vamos a ver como la pasas ahora.

-          Puedo preguntar que me vas a hacer ahora amo?

-          Te voy a romper el culo, entiendes? Te la voy a poner por el orto.

-          Espera amo, me pongo cremita, para que no me duela, puedo?

-          Si y quiero que me la chupes un poco, que me la llenes de saliva – Lucio esperó que se pusiera ella misma la crema en el culito y luego le arrimó la verga hasta la cara para que hiciera lo que le pidió.

-          Si amo, me encanta chupar la pija, glup splash mmm.

Después de una buena mamada y con la verga llena de salida, le dio un par de palmadas con la mano abierta en la cola, que eso si, la hizo saltar a Alejandra de la cama, lo que sirvió para que Lucio la acomodara bien, con la almohada bajo el cuerpo, la cola levantada, según él le había pedido.

Se puso de rodillas atrás de su hermana, entre las piernas de ella, con una mano se apoyó en la cama y con la otra enfilaba su verga hacia el orto de Alejandra. Cuando sintió que la punta de su verga tenía una sensación de haber tocado algo caliente, supo que estaba en el sitio correcto y pujó hacia adentro y la cabeza entró separando las paredes del ano para recibir al intruso.

Lucio esperó, quería escuchar de su hermana un grito si no desgarrador, al menos un grito que le mostrara que estaba sufriendo por la penetración que él le estaba haciendo.

Pero nada, Alejandra apenas lanzó un suspiro y contuvo el aire de sus pulmones. Tal vez esté esperando que se la meta más, para lanzar un aullido de dolor, pensó Lucio y entonces le dio un fuerte pijazo hacia adentro, que llevó su verga hasta más de la mitad de su tamaño dentro del tierno culito.

Alejandra volvió a emitir otro suspiro, que era más de resignación que de dolor, lo que desconcertó a Lucio. Pero la reacción de su hermana lo descolocó totalmente cuando ante la lentitud de Lucio, ella misma empezó a pujar con su cola hacia atrás, en un intento de auto clavarse la verga de su hermano. Lo más lamentable para Lucio es que además de demostrarlo con movimientos se lo hizo saber con palabras.

-          Vamos amo, déme lo que tenga, lo que sea métame y que sea todo, que lo quiero sentir dentro mío, amo, vamos, póngamela, mmm – le dijo Alejandra, mientras le daba fuertes culazos para quedar bien clavada o al menos para quedar clavada con el máximo de la verga dentro de su culito.

-          Ya está casi toda adentro, puta, lo que pasa que tienes el culo más abierto que la concha, quien sabe las vergas que te has tragado, perra.

Lucio se había descontrolado, golpeaba con su ingle sobre las nalgas de su hermana, las que había abierto al máximo, para que sus huevos golpearan la raya y la muy puta, ni siquiera se había quejado, pero esto no iba a quedar así.

Lucio pujaba fuertemente, se había agarrado de las tetas de Alejandra, las que apretaba con sus manos, pellizcando y retorciendo los pezones. Con eso si, conseguía hacer gritar a su hermana, porque con su pija, no lo lograba hacder, ni siquiera la sentía.

Esos grititos de Alejandra, fueron los que provocaron que Lucio pudiera acabar y arrancarle luego un pequeño orgasmo a su hermana, aunque más no sea, para consolarla.

Volvió a quedar exhausto, esta vez cayó encima del cuerpo de Alejandra, que movía su cola y contraía y aflojaba su ano, presionando gratamente la desinflada verga de Lucio. Ya pensaría que hacer con la perra esta, por lo menos había descubierto que cogiendo, tanto por adelante como por atrás, era incansable y que era capaz de tragar terribles pedazos de porongas sin pestañear.

Alejandra más tarde se arrepintió de no haber simulado algo de dolor, cuando su hermano se la estaba cogiendo por el culo. Era evidente que había quedado al descubierto, porque nadie tiene el culo de esa forma, con tanta dilatación, capaz de soportar una penetración sin pestañear. Pensó que como puta dejaba mucho que desear, lo que había hecho era algo como para vislumbrar un futuro negro.

El culito de Alejandra, estaba muy entrenado porque ella lo usaba para complacer a un profesor que tenía en la secundaria, que solo le pedía esa parte del cuerpo. Este profesor sabía bien como sacarle placer al sexo anal y se lo enseñó a Alejandra, quien a partir de ese descubrimiento, siguió usando su culito con cuanto chico se le presentaba, lo cual preservaba su parte de adelante y le aseguraba no quedar embarazada, con lo cual el beneficio era doble.

MARCELA ( marce459@live.com.ar )