La mucama oriental

Por cuestiones laborales me instalé en Singapur. Contratamos una mucama que nos inició en una nueva manera de disfrutar del sexo sin tabúes. (fotos)

LA MUCAMA ORIENTAL

Por razones laborales me trasladé junto a mi mujer a Singapur. Conseguimos un departamento en alquiler y decidimos contratar una mucama de servicio bilingüe, para que nos orientase y sirviese de traductora. La necesitábamos para movernos mejor en ese mundo exótico y tan distinto para nosotros los occidentales. Entrevistamos con mi mujer a varias postulantes. Finalmente nos decidimos por una muchacha joven y bonita de rasgos orientales que nos pareció agradable y desenvuelta que hablaba perfectamente el inglés y había estudiado el castellano, idioma que deseaba perfeccionar.

Era bonita y tenía un cuerpo escultural. Medía 1.70 metros magníficas piernas y una cintura estrecha. Sus senos eran pequeños pero firmes, destacándose a través de la blusa sus pezones turgentes. Sus ojos rasgados eran enigmáticos y me parecieron desde el momento que la conocí escondían una sensualidad que inconscientemente imaginé algún día iba a explorar.

Mi mujer quedó encantada desde el momento que comenzó a trabajar en casa. Era discreta, servicial y sus modales, como buena oriental, la hacían diferente a las que tuvimos antes en la Argentina. Siempre estaba dispuesta a nuestros requerimientos y con amabilidad y dulzura los aceptaba de buena manera.

Nos acompañaba a todos lados, y nos era de una utilidad inestimable. Poco a poco pasó a ser una más de la familia, aunque siempre guardaba su lugar. Se vestía primorosamente con su uniforme de mucama que tan bien le quedaba, y que debo reconocer, estimulaba mis fantasías e instintos sexuales. Esa mucama de uniforme que me había ratoneado desde adolescente se me presentaba cada vez que aparecía vestida con la falda corta, la blusa y el tocado con que sujetaba su pelo renegrido, mostrando sus piernas y su garbo al caminar.

Mi mujer es agraciada. Rubia de pelo color caoba y piel blanca. Siempre está impecablemente arreglada, y no descuida ningún detalle. Es tímida y poco comunicativa. Posee un cuerpo armonioso con una cintura estrecha y un vientre plano sin estrías, Sus senos generosos y sus pezones rozados son una invitación a lamerlos y besarlos como una fruta madura. Sus glúteos firmes ocultan su orificio anal tan bien protegido por Raquel, que jamás había permitido que lo desflorase a pesar de mi insistencia. Cuando la conocí, me enamoré de su figura, de sus piernas y de la ingenuidad que transmitía en cada uno de sus actos. Teníamos un diálogo fluido excepto cuando se tocaba el tema sexual. Raquel era reticente y parecía sentirse incómoda cuando abordábamos temas afines debido a su formación religiosa, pero todo cambió cuando llegamos a Singapur y nos relacionamos con Zhen. Su actitud, luego de unos meses, me sorprendió. Una noche en la intimidad y mientras teníamos relaciones sexuales, Raquel me preguntó si me atraía Zhen. Quedé atónito y sin saber que responder. La miré a los ojos y mientras meditaba una respuesta, Raquel completó su pensamiento. "Estoy segura que desearías tener una relación sexual con ella y hacer realidad tu fantasía de gozar con una mucama oriental". En ese momento solo atiné a buscar su boca con desesperación y empezar con un mete y saca frenético hasta eyacular en su vagina. Me respondió de la misma manera y un gemido ahogado me indicó que había tenido un orgasmo maravilloso. Sus palabras me intrigaron y me excitaron aún más. "Te amo y te deseo","quiero hacerte feliz, y cumplir con todas tus fantasías". Fue una noche diferente, la cogí como nunca antes imaginando que Zhen era la receptora de toda mi lujuria. Ya relajados y distendidos, luego de bañarnos, le pregunté por su cambio de actitud. Con una sonrisa pícara, me confesó que había congeniado con Zhen desde el primer momento. Ella de una cultura diferente, la había invitado a una reunión de religiosos de su cofradía, donde le hicieron comprender que el placer sexual era fundamental en la vida terrenal. Raquel se había formado en una sociedad donde la iglesia consideraba como pecado gozar de una sexualidad plena. Me confesó que había comprendido que nada estaba prohibido dentro de una relación intensa en aras de satisfacer al ser amado y entregarse de cuerpo y alma. Había cambiado su manera de pensar. Ante su confesión me atreví a más. "Sería maravilloso disfrutar de una relación entre los tres". "Aceptarías que la penetrase sin ponerte celosa". "Mi amor si eres feliz yo también lo soy", y agregó, "Vos aceptarías que yo gozase del cuerpo maravilloso de Zhen". Quedé anonadado y le pregunté "¿Ya has tenido un encuentro sexual con ella?". Bajó la mirada y asintió con un movimiento de cabeza. "Fue increíble su sensualidad y delicadeza para iniciarme en la homosexualidad". "Me hizo prometer que te lo contaría, pues ello no interferiría, más bien nos daría motivo para disfrutar más intensamente nuestras relaciones sexuales".

Nos pusimos de acuerdo para vivir esa experiencia muchas veces soñada. Zhen fue la encargada de organizar la velada. Cenamos un menú afrodisíaco preparado según las costumbres de la cofradía. Ella vestida con su uniforme azul marino con la pollera arriba de las rodillas dejaba ver el portaligas que sujetaba sus medias blancas. El amplio escote insinuaba el nacimiento de los senos sostenidos por un corpiño blanco. Sus rasgos orientales enmarcados por su cabello renegrido tomado por un tocado blanco le daban el aire y el misterio de la mucama que yo había soñado en mis fantasías.

Raquel, estaba radiante con su vestido negro largo. Un tajo desde el muslo dejaba entrever una media calada negra que resaltaba las magníficas formas de sus piernas. Sus pechos voluminosos insinuaban sus pezones turgentes a través del vestido ajustado. Su rostro encendido a medida que transcurría la cena denotaba la calentura que se iba apoderando de ella a medida que nos acercábamos a los postres y se acercaba el momento de estar los tres juntos.

Zhen parecía tranquila y luego de finalizada la cena nos invitó a pasar a nuestro dormitorio. Yo estaba nervioso e indeciso hasta que Raquel se aproximó y me beso. Me fui despojando de la ropa mientras ellas hacían lo mismo. Quedé desnudo y a medida que observaba a Zhen y a Raquel solo cubiertas por las medias y el portaligas mi miembro se fue endureciendo. Lo tomé con mi mano derecha y lo masturbé ligeramente.

La primera que se acercó fue Zhen. Se arrodilló y comenzó a besarlo e introducirlo en su boca. Raquel sentada en un sillón, nos miraba y se masturbaba. Abría los labios mayores con una mano y dos de sus dedos de la otra entraban y salían de la concha humedecida por sus jugos. Les pedí por favor que se detuviesen pues iba a acabar. No me hicieron caso y eyaculé en la boca de Zhen que tragó hasta la última gota de semen. Los gemidos de Raquel, me anunciaron su orgasmo quien en un susurro me expresó su amor y su calentura. "Amor soy feliz", "Estoy gozando viendo como gozas".

Eso fue solo el principio. Luego fue el turno de Raquel que me practicó una mamada fenomenal mientras Zhen me chupaba el culo. Sentía su lengua reptar y mojar con su saliva el ano. Me introdujo un dedo provocando que eyaculase en la boca de Raquel que me masturbaba y tragando el semen. Nos duchamos juntos y luego degustemos un brebaje preparado por Zhen quien nos aseguró que producía un efecto mágico recuperando las energías. Luego de elogiar nuestra sensualidad, nos aseguró que vendría lo mejor. La bebida había conseguido su resultado. Me sentía eufórico y mi miembro se paró y endureció nuevamente. Las cogí a ambas sin perder la vitalidad. Pasaba de una concha a la otra entrando y saliendo mientras ellas jadeaban y gemían de placer. Zhen me suplicó que no eyaculara pues les iba a dar el gusto haciéndolas gozar por el culo. "Raquel no lo va a aceptar", fue mi respuesta. "No temas que ya está hablado". "Primero lo harás conmigo y luego la ayudaré para que cumpla tu deseo de tantos años", "además veras a tu amada mujercita dándome placer".

Zhen se montó de espaldas a mi pelvis y ubicó mi miembro sobre la entrada del ano previamente lubricado. Fue deslizándose lentamente hacia abajo, mientras Raquel guiaba mi verga que se introdujo en el recto luego de atravesar el ano y el esfínter. Las veía por el espejo. Zhen con los ojos cerrados contenía la respiración hasta que la verga entró totalmente. Raquel miraba absorta mientras repasaba sus labios con la lengua y acompañaba el movimiento de introducción acariciando los testículos. Luego aceleré los movimientos, hasta que Zhen , se incorporó.

"Ahora es tu turno", le dijo a Raquel, que esbozó una tímida defensa.

"No voy a tolerar el dolor", "Tengo miedo", "Nunca lo hice".

"No temas, te vamos a ayudar", expresó decidida Zhen.

Me coloqué entre las piernas de Raquel, abriéndolas y colocándolas sobre mis hombros. El orificio anal estaba lubricado por los besos y la saliva que le habíamos acercado con Zhen. Comencé a presionar la entrada. Raquel casi no se podía mover. Observé su rostro demudado por el temor. Sus ojos entrecerrados, la respiración agitada y los gemidos contenidos haciéndose cada vez más fuertes, hasta que un grito incontenible al atravesar el esfínter me indicó la desfloración anal. Los movimientos entrando y saliendo fueron cada vez mejor tolerados. Zhen abierta de piernas colocó su concha sobre la boca de Raquel que lamiendo el clítoris la hizo delirar de placer obteniendo un orgasmo sensacional.

Fue una noche maravillosa de lujuria y placer. A partir de ese momento la vida sexual con mi mujer fue diferente explorando todas las maneras de disfrutar del sexo sin tabúes. Munjol ( hjlmmo@ubbi.com )