La moto de mi vecino

Chico al que su vecino le invita a probar su moto, aunque lo que probará es algo más que su moto.

LA MOTO DE MI VECINO

La verdad es que llevo bastante tiempo pensándome mandar algún relato, pero nunca me había decidido. Sin embargo, me acaba de suceder algo que merece la pena el ser contado. Me presentaré: me llamo Daniel, soy un joven de treinta y pocos, músico, compositor y bisexual convencido. No me gusta mucho ligar, ya que soy bastante tímido hasta que tengo confianza: la mayor parte de las veces son ellas o ellos los que coquetean conmigo y yo, me dejo hacer. Físicamente mido 1.75, moreno, complexión ancha y, aunque yo no lo veo, atractivo y morboso (dicen que transmito mucha seguridad).

La historia que os voy a contar se ha desarrollado en los últimos cinco meses. Resulta que tengo un vecino casado y con dos niñas preciosas. Su mujer también es muy guapa y muy amable, pues nos vemos continuamente. Él, no es espectacular, pero tiene algo que no sé lo que es. Bueno, sí que lo sé, pero... En fín, tiene unos ojos profundos y azules, de esos que te obligan a mirarlos y te cuesta fijar tu vista en otra parte. Físicamente no está mal: es delgado, más o menos de mi misma estatura, tiene tatuados los brazos y una pantorrilla (lo que se puede ver), pelo rizo castaño. No te fijarías en él sino fuese por esos ojos. También es verdad tiene un aire de malote, que transmite cierta ambigüedad.

Resulta que siempre tomo el café con mi amigo Luís en el mismo bar, justo debajo de mi casa. Este amigo trabaja precisamente con él. Cuando pasa a nuestro lado siempre se saludan y hablan de cosas del trabajo que, aunque no me interesan, siempre me mantienen alerta. Mi amigo conoce mis inquietudes y siempre me está picando con él, me dice:

 Hoy ví a Alberto (así es como se llama) y estuvimos hablando un rato.

Yo le pregunto sobre qué y siempre termina por aburrirme.

El caso es que aunque cuando pasa a nuestro lado nunca me mira, yo noto que lo hace cuando yo no le presto atención (a posta). Muchas veces he pasado con el coche o con la moto a su lado y me echa unas miradas que me desencajan. Bueno, no sé si estoy contando demasiado rollo.

Hasta ahora nunca se ha producido ningún acercamiento, ni siquiera unas palabras. Sin embargo, hace unos días, cuando salía del portal de mi casa, me encontré una moto chulísima aparcada delante de mi cochera y en ese momento se subía a ella un tipo de mi altura con todo el atuendo motero, casco incluido. Me echó una mirada que me dejó bobo y, aunque en un principio no supe quién era, pude reconocer sus ojos a través del casco. No obstante, no lo tenía muy claro, así que por la tarde, le pregunté a Luís, si sabía que Alberto se había comprado una moto. Su respuesta me hizo temblar las piernas.

-Sí, se la compró hace diez días, me lo dijo la semana pasada. Y me dio las explicaciones menos interesantes que yo estaba esperando. Desde ese momento empecé a urdir mi plan para poder hablar con él. Entiendo bastante de motos y coches, así que eso me sirvió para poder comenzar una conversación.

Antes de ayer, cuando salía de mi portal, me volví a tropezar con él y, como ya me había decidido a tirarme a la piscina, le dije:

 ¡Vaya moto que te has comprado! ¡No sabía que te gustaran!. La verdad es que me esperaba una respuesta del montón, del tipo:

 Pues sí. - sin embargo, me dijo:

 Como ves, no eres el único al que le gustan las motos.

Su voz me sonó masculina y poderosa, de alguien que lo tiene todo muy claro. La verdad es que sabía cómo sonaba su voz, ya que le he escuchado en montones de conversaciones con mi amigo Luís, pero ésta era la primera vez que hablaba ¡¡¡conmigo!!! sin intermediarios. Después de una explicación del motor y de lo que le había costado, me preguntó si quería dar una vuelta en la moto. Era tarde y me cerraban el banco, así que le dije que mejor en otro momento. Además, añadí:

 Porque no sé si me controlaría.

 ¡Vale! - me dijo él, quedamos mañana a la una.

A partir de ese momento me marché al banco y no sé cómo fui capaz de explicarle a la cajera la operación que quería realizar, ya que me quedé como abducido por lo que acababa de pasar. No le comenté nada a Luís por la tarde; si pasaba algo, ya se enteraría al día siguiente.

Pasó la noche y por la mañana me levanté bastante inquieto. No sabía lo que le iba a decir, ni cómo entablar una conversación que no versase sobre las motos. Llegó la una y bajé al portal. Allí estaba él, sin atuendo de motero, con pantalones cortos que dejaban ver su tatuaje de la pantorrilla izquierda y una camisa de lino clara desabotonada hasta la altura del pecho. No llevaba casco aunque tenía uno en una mano y el otro estaba encima del asiento de la moto.

La verdad es que hasta me había planteado que me dejaría la moto mientras él esperaba tomándose una caña, pero finalmente, me encantó que fuera él quien condujera. Le salude, y me preguntó si estaba dispuesto a vivir una nueva experiencia (yo pensaba para mí la experiencia que realmente yo esperaba tener con él), a lo que le dije que por supuesto, muy convencido y sin titubear.

Nos montamos en la moto y empezó a acelerar. Mientras estábamos en la casco urbano mantuvo una velocidad prudencial, pero una vez que salimos a la carretera comenzó un viaje maravilloso, puesto que a mí también me encantaba la velocidad. Entonces me preguntó:

 ¿Cómo vas? ¿Te controlas o no?- La pregunta me dejó helado, pues no me la esperaba.

Yo le seguí el juego y le dije que me estaba costando. Él respondió cogiéndome una mano y llevándosela a su abdomen. Casi me da un vuelco el corazón. Después me cogió la otra y realizó la misma operación. Yo ya no sabía qué hacer. Supongo que había notado mi erección pegada a su culo. La verdad es que a estas alturas de la película yo pensé que iba a reventar: creo que nunca he tenido la polla tan hinchada.

Una vez que le estaba abrazando por detrás, encantado de la vida, él mismo me cogió las manos y me "obligó" a bajarlas hasta la altura donde su paquete rozaba con el depósito de la gasolina. Noté que él también estaba empalmado y comencé a palpar una erección que me pareció espectacular. Bueno, lo espectacular no sé si era la erección suya, o la mía, o la situación en la que nos encontrábamos. Siempre me había excitado mucho la idea de que un motorista se deja sobar por otra persona mientras va conduciendo su moto. Es como si no pudiese parar y se rindiese y se dejase hacer todo lo que el copiloto quisiera.

Traté de realizar mi fantasía sobre dos ruedas con mi vecino preferido. Le sobe el paquete un rato, el cual estaba tan caliente como una hoguera, no sé si por estar cerca del motor o por el trato que estaba recibiendo. Como no me decía nada empecé a bajarle la cremallera y como pude le metí mi mano dentro. Fue indescriptible ese momento de poder tocar tan ansiado trofeo. Con mi otra mano le estaba tocando el pecho y los pezones, que estaban tan hinchados como su polla.

Llegados a este punto, él mismo se dio cuenta de que no podíamos seguir en marcha, así que buscó un camino y se adentró por el. Llegamos a una zona arbolada bastante lejos de cualquier sitio y paró la moto. Yo seguía sobándolo porque no sabía cómo continuar con aquella situación. Él me separó las manos, se bajó de la moto y me dice:

 Ya veo que te has lanzado por fin. - Yo, medio ruborizado le dije:

 ¿Por fin?

 ¡Pues claro! Que yo te gustaba se nota a leguas, bueno, eso y tu amigo que me lo ha insinuado. - Qué cabrón, pensé para mí, cuando lo pille se va a enterar. Como pude le pregunté:

 ¿Y tú que piensas? - y me respondió:

 La verdad es que me gustas desde el primer momento que te vi, desde que no me quitabas ojo en el bar, pero no sabía cómo acercarme de una manera sutil.

Dicho esto y sin darme respiro, me besó de una manera tan tierna que casi me caigo de la moto. Me tuvo que sujetar y me ayudó a bajar. Nos enzarzamos y nos dejamos caer al suelo mientras nos comíamos la boca y nos sobábamos las partes más guardadas de nuestros respectivos cuerpos. Estuvimos así bastante tiempo, hasta que por fin él se decidió a ir más allá. Me empezó a bajar la cremallera y sacó mi polla que ya empezaba a lubricar, la cual acarició lo justo para metérsela de golpe en la boca. La situación ya era bastante subida de tono, pero el ver a una persona que te gusta comiéndote la polla, es una sensación de placer indescriptible.

Lo hacía de una manera prodigiosa, lo que me hacía presagiar que no era su primera mamada. Yo mientras, me dediqué a hurgar en sus pantalones, por delante y por detrás. Le toqué un culo duro y bastante proporcionado que no había notado bajo sus pantalones hasta ese momento. Le sobé unos huevos que me parecieron el manjar más preciado que yo me pudiese comer. Poco a poco me fui "recolocando" hasta completar un 69 super erótico. A estas alturas ya teníamos nuestras ropas sembradas por toda la hierba. Yo me dediqué a comerle las bolas casi lampiñas que tenía y darle pequeños mordiscos a sus muslos, para irme acercando con mi lengua hacia su más preciado ojal. Cuando lo vi, me pareció sublime, terso, rosadito, arrugado y palpitante, de manera que me involucré a fondo. Le pasé mi lengua por todo ello, arriba y abajo, sintiendo cómo temblaba, hurgando dentro de él, como realizando pequeñas penetraciones con mi ávida lengua. Él se había sacado mi polla de la boca y estaba suspirando de placer, tanto, que me incitaba a seguir adelante con mi gloriosa labor. Mi culo también llevaba un rato esperando alguna caricia, lo cual no se hizo esperar. Se chupó un dedo y me lo empezó a rozar alrededor de mi preciado anillo, el cual palpitaba esperando que en algún momento decidiese entrar a través de él. Al cabo de un rato me dijo:

  • Me encantaría follarte.- Yo le dije que estaba esperándolo desde hacía rato. Se puso manos a la obra y se colocó encima de mí. Me imagino que para verme la cara cuando me la clavara. Así fue, se puso un condón y me acercó su capullo a mi tembloroso culo. Me miró y me giñó un ojo al tiempo que me introducía la cabeza de su herramienta. Era afilada, así que, después de la lubricación natural que tenía mi culo, me la clavó entera en un par de segundos. Me sentí lleno; de carne y de placer, y él se tiró encima de mí. Acercando sus labios a mi oreja me dijo que me iba a follar en tantas posturas que iba a perder la cuenta.

La cuenta no sé si la perdí, pero me pasé los siguientes treinta minutos disfrutando de aquella polla enorme que me taladraba de una manera que jamás hubiese imaginado. El tío tenía un aguante especial, y yo le dejé hacer lo que quiso el tiempo que quiso, hasta que noté que estaba a punto. Me preguntó dónde quería que se corriera y le dije que dentro de mi boca: quería saborear aquello que se me antojaba el manjar más goloso de mi vida. Me la sacó, se quitó el condón y me tragué su polla con unas ganas tremendas. Le di cuatro chupadas y me dijo que se corría, así que me preparé para disfrutar de aquel momento tan merecido. Después de cinco o seis espasmos se quedó apoyado con las manos en el suelo por encima de mi cabeza y yo con su polla en la boca. Poco a poco se fue levantando y le ví una cara de satisfacción que no me imaginaba que iba a poder ver nunca. Mi polla estaba inhiesta y desafiante mirando al cielo y sin pensárselo dos veces, se sentó encima de ella dejándome alucinado al ver cómo le entraba. Nos besamos y le pasé parte de su corrida para que también la saborease. Empezó a subir y bajar de una manera tal que se le notaban todos los músculos. Yo, con aquella visión, tardé en correrme lo mismo que en pensar que me corría. Se lo dije y se clavó mi polla en lo más hondo de su culo. Allí descargué mi néctar en abundancia, como si quisiera que siempre me llevase dentro de él. Una vez que mi polla empezó con su descenso natural, se levantó y mi semen se fue derramando por sus piernas.

Me comentó que había tenido el orgasmo más salvaje de su vida a la vez que yo le comenté que no sabría qué palabra usar para describir el mío. Después de unas carcajadas me montó, mejor, nos montamos en su moto y al cabo de un rato llegamos a casa.

Más adelante os contaré cómo continúa la historia. Espero que os haya gustado. Escribidme a: elsexomueveelmundo@gmail.com