La montaña blanca (9)

Julio y agosto trabajábamos juntos, nos íbamos a casa juntos y disfrutábamos...

Julio y agosto trabajábamos juntos, nos íbamos a casa juntos y disfrutábamos del sexo juntos de manera espectacular, vivíamos en una nube de felicidad, ella me cogía más confianza cada día dejándome pequeños ratos solo, tampoco demasiado tiempo pero a mí ya me estaba bien, cuando se le marchitaban las rosas le compraba otras, aunque solo fuera para ver con que mimo las cuidaba, pero llegó septiembre y a ella se le empezó a notar una cara de intranquilidad, una tarde en casa.

YO: ¿Qué te corre por la cabeza amor?, hace días que no estás tan alegre como antes.

Me miró con cariño tocándome la cara con su suave mano.

NOEMI: No pasa nada cariño, es que la semana que viene tengo la entrevista del trabajo, estoy un poco nerviosa porque es muy probable que me lo den, y no querría que eso influyera en nosotros.

YO: No va a influir en nada cariño, haremos lo que haga falta para solucionarlo y que tú puedas estar tranquila, es importante para ti trabajar en lo que te has estado preparando durante años y además tendrás un mejor sueldo, todo indica que podemos seguir igual y tú más contenta.

NOEMI: Si eso ya lo sé, pero lo que me preocupa ya sabes que es, tendrás mucho tiempo para hacer de las tuyas.

YO: Ya no hay de las mías amor, trabajaré las horas que hagan falta en el hotel para coincidir con tus horarios y que puedas estar tranquila de que no estoy suelto por ahí, ¿qué te parece?

NOEMI: Que te quiero mucho y quiero confiar en ti.

Empezó a trabajar y estaba encantada con su trabajo, además consiguió un horario intensivo que acababa sobre las tres de la tarde, así que a primera hora me dejaba a mí en el hotel y se iba ella con mi coche, a las tres y veinte o y media ya estaba en casa, los primeros días me venía a buscar caminando al hotel regresando juntos, poco a poco me fue dejando volver solo, yo me sentía como un crio que controlaban en todo momento, pero estaba encantado del control y que además fuera ella la controladora, el sexo seguía siendo maravilloso.

Entonces llegó el mes de noviembre, me llamaron de la estación de esquí para confirmar que trabajaría con ellos aquella temporada como cada año, llegué a casa, ella estaba en el sofá, se levantó y vino a saludarme con una sonrisa abrazándome, le dije que me habían llamado y le cambió la cara.

YO: Si tú quieres les digo que no y sigo trabajando en el hotel, si vas a estar más tranquila a mi no me importa.

Yo sabía que en las pistas estaría la tentación y quería evitarla, también tenía claro que el esquí era mi vida y el trabajo que me hacía feliz y no solo por tener sexo, ella también era consciente.

NOEMI: Sé que esto va a ser peligroso, pero no puedo apartarte de las pistas y de tu trabajo que tanto te gusta, no podemos vivir así siempre, tú tienes que ser responsable y tener tus prioridades, si me quieres te portaras bien.

YO: Sabes que te adoro cariño, si la cago te juro que yo mismo me castigaré, ya te lo prometí un día y pienso cumplirlo, te seré sincero siempre, se han acabado las mentiras.

Nos abrazamos, me cogió de la mano y me llevó a la habitación, nos besamos apasionadamente desnudándonos el uno al otro, cuando se quedó en bragas la estiré en la cama besándole los muslos, subiendo para besar y lamer sus bragas por todos lados sintiendo su olor que me ponía a cien, se las quité estirando con los dientes levantando ella los pies para quitárselas riendo, le di la vuelta besándole todo el culo lamiéndole por la raja llegando al ojete llenándoselo de saliva.

Me miraba sonriendo y diciéndome lo guarro que era, yo sabía que le gustaba, se volvió a girar lamiéndole el coño despacio como a ella le gustaba, metiéndole un dedo en el culo follándolo despacio, aceleró la respiración, gimió cada vez más fuerte y acabó corriéndose con dos dedos en su culo y chupándole el clítoris a gritos, me miró a los ojos y sabía lo que le estaba pidiendo, se giró mirándome la cara levantando un poco el culo para ponérmelo más a tiro, se lo volví a besar todo y lamer por la raja dejando el ojete bien lubricado, me estiré despacio encima apoyando una mano en la cama, con la otra dirigí mi polla para meterle lentamente el capullo dentro, dio un gemido que yo sabía que era fingido pero me excitaba una barbaridad, la fui metiendo lentamente hasta llegar al final apretando un poco más de la excitación, no dejaba de mirarme con la cabeza girada sonriendo, empecé a subir y bajar lentamente, acelerando cuando lo notaba más dilatado, acabando dando unos fuertes golpes contra su culo, gemía más fuerte para excitarme, me corrí dejándole toda mi leche dentro mirándole fijamente aquellos ojos tan bonitos que me miraban con amor.

Llegó el momento y empecé mis jornadas como monitor, al principio los dos estábamos muy atentos a todo, me preguntaba cada día como había ido y yo le decía toda la verdad, las clases que había dado ese día, si eran hombres o mujeres, de que edades y si eran guapas o feas las chicas, si me habían intentado tirar los trastos y cómo reaccionaba yo, a mi me pareció que ella me creía en todo lo que le explicaba, poco a poco fue dejando de preguntar cosas dejándolo en un simple: “cómo ha ido hoy”, teniendo como respuesta, “bien como siempre”.

A mediados de febrero subí aquel lunes sabiendo que tenía una buena esquiadora del centro de Europa, venía a entrenar toda la semana y todo el día conmigo para prepararse para algunas competiciones. Cuando el director me la presentó me quedé flipado, era muy rubia con ojos verdes muy claros, alta como yo y con un tipazo espectacular, por la mañana haciendo algunos ejercicios, cada vez que pasaba por mi lado corrigiéndole la posición se me quedaba la vista enganchada en su culo bonito y prieto, en una de las subidas en el telesilla me confesó que de la lista que le dieron con fotos para que escogiera el entrenador, me había escogido a mí por joven y guapo, mirándome a los ojos que me atraparon.

Llegamos al medio día, me dijo para comer en una terraza que era del hotel donde se hospedaba a pie de pista, una vez allí me pidió si podía acompañarla a la habitación a buscar no se qué coño, yo la seguía con las piernas y con la cabeza diciéndome que no lo hiciera, que la estaba cagando, que estaba claro lo que ella buscaba y que yo no podía, ni debía darle.

Entramos a la habitación, una parte de mi cabeza me decía que me quedara y otra que me largara de allí sin mirar atrás, cuando ella se bajó la cremallera del mono y me enseñó unas tetas impresionantes, se me nubló la vista dejando en blanco el cerebro, solo pensando con mi polla como tantas veces había hecho en el pasado, me quité el anorak, la camiseta térmica, los pantalones, calzoncillos, calcetines y botas quedándome en pelotas, ella me miraba con una sonrisa de dientes blancos mientras me acercaba estirándole el mono hacía abajo, quitándoselo dejándola con un tanga, nos besamos metiéndonos la lengua hasta el fondo, le acaricié aquellas tetas grandes y duras haciéndola gemir a la vez que ella me agarraba la polla, se arrodillaba y se la metía en la boca chupándola dejándomela tiesa del todo, la estiré en la cama sin alargarlo demasiado porque las mamadas de Noemí eran mucho mejores, le metí los morros encima del tanga lamiéndole el coño, ella volvía a gemir, estiré de él quitándoselo, mirando su coño rubio metiéndole la lengua sin parar de lamer.

Cuando estaba todo bien mojado le metí la polla de golpe, dándole golpes de cadera como un loco, cabreado por ser tan gilipollas y traicionar a mi amor una vez más, se corrió muy rápido y yo también, me vestí con prisas, y antes de irme le dije que bajara después de comer al control que le asignarían otro monitor.

Me fui directamente a ver al director teniendo las ideas muy claras, le dije que me tenía que ir, si me podía hacer el favor de preguntar en una estación europea que tenían muy buena relación, si necesitaban a un monitor para comenzar ya, me iba ese mismo día, llamó delante de mí y le confirmaron que podía ser, me despedí de él agradeciéndole la gestión y bajé con una pareja que salía en aquel momento para el pueblo, llegué a casa, me cambié, metí cuatro cosas dentro de una bolsa y le dejé una nota a Noemí con lágrimas en los ojos.

“Lo siento, ha pasado lo que tenía que pasar,

un gilipollas como yo está condenado a estar

solo, te he traicionado y cumplo mi palabra,

quédate en casa y con el coche todo lo que

quieras, se feliz y olvídame.

Siento no poder hacerte feliz y que hayas

perdido el tiempo conmigo.

Toni.

Llamé un taxi para ir al aeropuerto, compré un billete para el primer vuelo que salía para una ciudad europea, quería estar lejos cuando sabía que Noemí llegaría a casa. Estaba volando, eran las tres y veinte, pensé que tal vez ella estaba leyendo la nota y se me rompió el corazón, empezando a llorar, la azafata me preguntó si me encontraba bien, le hice un gesto con la mano diciéndole que sí.

Llegué a destino y desde allí cogí otro vuelo al país de la estación, me presenté al director el día siguiente por la mañana, le di una mala escusa del porqué había querido cambiar de aires y ese mismo día ya pude empezar algunas clases, me llevaron a un apartamento muy pequeño que sería donde viviría a partir de aquel momento, me cambié y salí a la calle a buscar un bar o cualquier lugar donde encontrar alcohol, cogí una borrachera que no me acordaba de la última vez que había estado tan mal, me costó horrores encontrar el puto apartamento porque eran todos iguales coño.

Entré y me tiré a la cama vestido, despertándome al día siguiente en la misma posición con un dolor de cabeza terrible, me había desentrenado en beber, desde que volvió Noemí no había cogido ninguna mierda importante y aquella me pilló por sorpresa, pasé unos días fatal, veía una chica con ojos azules pensaba en Noemí, morena, también pensaba, un culo bonito, también, cualquier cosa me recordaba a ella, que gilipollas, había huido a otro país, a otra cultura, todo para separarme de ella y no hacerle más daño, y la tenía más en la cabeza que cuando estaba con ella, me sentía el tío más mierda, gilipollas, inútil y tonto del mundo, me pasaban por la cabeza hacer unas cuantas animaladas pero no tenía cojones para llevarlo a cabo. Así que cada día me concentraba en el trabajo, cuando acababa me metía dentro de un antro donde ya era íntimo del dueño a ponerme de copas hasta el culo, volviendo a casa tambaleándome por la calle.

Llegó el viernes, estaba en el mini apartamento duchándome para salir a emborracharme un día más, escuché que llamaban a la puerta, grité, “Estoy en la ducha ahora voy”, salí con la toalla liada en la cintura y abrí la puerta.

Antes de ver quien llamaba me pegaron una hostia en la cara con la mano abierta que flipé, cerré instintivamente los ojos, antes de poder abrirlos ya me estaban dando en la otra mejilla, me protegí la cabeza, pensando que el cabrón del “medio melé” había venido hasta allí para buscarme y darme unas cuantas hostias más, miré entre los dos brazos cruzados delante de la cara y vi, no me lo podía creer, a Noemí con la mano levantada y una cara de mala hostia que me asustó, bajé los brazos dejándolos estirados al lado del cuerpo, descargó la mano pegándome otra hostia que me hizo tambalear, no moví las manos para nada, mirándola a los ojos empezando a llorar, volvió a cargar la mano pegándome de nuevo con mucha fuerza, quise decirle algo pero me empujó el pecho haciéndome retroceder unos pasos.

NOEMI: Como coño te atreves a irte de casa.

Me pegó otro empujón retrocediendo unos pasos más, tropezándome con la cama cayendo sentado encima, pegándome otra hostia que me giró la cara.

NOEMI: Y encima dejándome una puta nota, una puta nota.

La sacó de un bolsillo desplegando el papel, me la estampó con fuerza en medio de la cara, dándome un golpe que me hizo sangrar la nariz.

NOEMI: ¿No has tenido cojones después de estos meses de esperarte para hablar conmigo, inútil?

Me soltó otro guantazo que ya notaba la cara calentita de verdad, me empujó otra vez estirándome en la cama, se subió encima de mí con una rodilla por cada lado de mi cuerpo chafándome, dándome otra serie de hostias a derecha e izquierda ya no tan fuertes.

NOEMI: Eres un mierda y te voy a matar, no te muevas de ahí.

Se levantó, se bajó los pantalones y las bragas dejándolo en una pierna sacando la otra, se volvió a subir en la cama, la miraba sin saber qué cara poner ni que pensar, con tantas hostias se me nublaban las ideas, me agarró la toalla, estirando con tanto fuerza que me la sacó de alrededor del cuerpo notando una rozadura en mi cintura, la tiró a tomar por culo, me agarró la polla que más pequeña no la podía tener.

NOEMI: Esta polla es mía, de mi propiedad, se puede follar a las tías que tú imbécil de mierda quieras, pero siempre será solo mía.

Al escucharla, con la paja lenta que me estaba haciendo parecía que empezaba a reaccionar creciendo un poquito, me pegó otro hostión por sorpresa que me la puso tiesa de golpe la cabrona, se sentó encima metiéndosela en el coño de golpe dando un suspiro, me empezó a follar con furia, con rabia, me excitó y se excitaba ella cada vez más, a cada gemido mío me descargaba un guantazo de cojones, yo follando medio llorando, ella con una cara de rabia y de mala leche, sin dejar de darme hostias por un lado y por otro, así me corrí y se corrió ella, gritando, cagándose en mí, en mi carácter, en mi físico y en todo lo que salió del coño.

Cuando se relajó dando un último suspiro, pensé que ya se había acabado la lluvia de hostias sobre mi cara, me miró a los ojos relajada, como alegrándose de haberme encontrado, cuando estaba a punto de pedirle perdón, me endiñó en medio la cara un último hostión que me giró la cara dejándomela enganchada a la sabana.

NOEMI: Como se te ocurre largarte de casa y dejarme sin esto, ¿estás loco o qué coño te pasa?

Se levantó, se puso bien los pantalones y las bragas abrochándose el pantalón, me cogió del brazo levantándome de la cama con una fuerza que no le conocía.

NOEMI: Vístete que nos vamos a casa ahora mismo.

YO (temblándome la voz): No puedo desaparecer de aquí así como así, tendré que despedirme.

NOEMI: No te vas a despedir ni de tu puta madre, nos vamos ahora mismo.

Me pegó otro golpe en la espalda, me vestí deprisa sin dejar de mirarla, alucinando de lo que me estaba pasando, me daba golpecitos por aquí y por allí metiéndome prisa, metí en la bolsa las cuatro cosas que me había traído, antes de salir por la puerta me paró, me puso recto mirando que estaba bien vestido para ir por la calle, me volvió a pegar otra hostia bien dada de cojones.

NOEMI: Esta es la última de momento, por la calle o en el aeropuerto no te voy a pegar, cuando lleguemos a casa prepárate que te voy a dejar molido cabrón de mierda.

Hacía meses que con ella me sentía como un crio, pero en aquel momento me acordaba cuando mi madre o mi padre de pequeño me habían dado algún pescozón por portarme mal. Cogimos un taxi y nos presentamos en el aeropuerto, con dos billetes que la muy cabrona ya tenía comprados, lo había planeado todo, no sabía cómo había conseguido saber donde estaba, pero la tía lo descubrió y vino a por mí para llevarme a casa, eso me complacía y me alegraba, ver que ella se preocupaba de estar conmigo.

Lo de las hostias no me preocupaba por que las tenía bien merecidas, esas y todas las que quisiera darme, cada guantazo era quitarme un poquito de culpa de encima. Envié un mensaje al director mintiéndole, diciéndole que me tenía que ir por una urgencia, que en el apartamento había dejado la ropa que me prestaron de la estación. Iniciamos el viaje de vuelta a casa.