La montaña blanca (14)

Pasaron dos meses y estaba en el bar de Pepe...

Pasaron dos meses y estaba en el bar de Pepe con una copa sentado en una mesa, entró una chica espectacular con el pelo suelto, me miró y vino directa a mi mesa, se paró delante con un tipazo acojonante, me miró.

CHICA: ¿Puedo sentarme contigo?

Por favor, le dije levantándome por educación, se sentó y me miró a los ojos sonriendo.

YO: ¿Qué te gustaría tomar?

Me lo dijo y fui a la barra a pedírselo a Pepe, le puse la bebida delante, brindamos y estuvimos hablando un rato animadamente, la convencí para ir a mi casa, entramos, nos besamos con pasión caminando hasta llegar a la habitación sin dejar de tocarnos y acariciarnos, le quité la camisa que llevaba, no se había puesto sujetador y me tiré a sus tetas comiéndomelas con hambre, bajé quitándole los pantalones y zapatillas, le aparté el tanga metiéndole la lengua en medio del coño comiéndomelo como le gustaba a Noemí, la tenía casi a punto de correrse, me levanté y me desnudé tirándome encima suyo metiéndole la polla profundamente, follamos como locos corriéndonos los dos a la vez, nos quedamos recuperándonos en la cama con su cabeza en mi hombro.

YO: ¿Qué demonios hacía una tía como tú en el bar de Pepe a estas horas?, y por cierto, ¿cómo te llamas?

ELLA: Me llamo Noemí, estaba allí por qué mi novio es un cachondo mental, si no le hago estos jueguecitos cualquier día me la pega con otra el pedazo de cabrón.

Dijo mirándose el anillo en su dedo, nos besamos con mucho cariño y nos levantamos a hacer la cena.

“Cuando me dejó no tenía ganas de vivir, mi hermana intentaba animarme de lo mal que me veía, nunca pudo hacerlo, yo tampoco se lo permitía, me sentía culpable, una culpabilidad que me corroía.

Estaba deseando acabar el trabajo para meterme en el bar de Pepe y ponerme morado a cervezas, cubatas o lo que cayera, llegaba cada día a mi casa que no acertaba ni a meter la llave en la puta cerradura, podía dormir de lo borracho que estaba. Al día siguiente me levantaba y me presentaba en el trabajo como un zombi, durante el día me despejaba y por la tarde volvía a beber.

No podía mirar a una chica sin que me entrara una gran tristeza, por culpa de situaciones así me destrocé la vida yo solo, tenía a una mujer que me adoraba, que me perdonó mis infidelidades hasta la saciedad, y yo, yo, era el tío más rastrero del mundo, y el más gilipollas. Me pregunté mil veces como pude comportarme así, como pude defraudar de esa manera al amor de mi vida, a la mujer por la que moriría, con la que estaba dispuesto a estar toda la vida creando una familia, a la que perdí por no saberme guardar la polla, por un mal polvo cuando con ella lo tenía todo.

Fui incapaz de mirar a otra mujer con deseo, me miraron muchas, se acercaron a hablar conmigo, me tiraron los tejos, pero yo notaba que ya no era el mismo, había perdido el instinto, no me interesaban, hablar más de unos segundos con una era acordarme de Noemí y del daño que le había hecho, a ella y a mí mismo, mi único interés era beber para olvidar.

Habían pasado más de tres semanas desde que Noemí se fue, yo estaba bebiendo en el bar de Pepe una tarde, llevaba unas cuantas cervezas cuando entró ella dirigiéndose a la mesa en la que estaba yo, me puse de pie tambaleándome.

NOEMI: ¿Estás borracho?

YO (sujetándome a la mesa para estarme quieto): ¿Yooo?, nog queee va.

Me resbalaba la lengua que daba gusto.

NOEMI: Que va, que va, menuda mierda llevas encima.

YO: Peero tug, ¿qué haceg por aquigg amogsito?

NOEMI: Quería hablar contigo, pero ya veo que no estás en condiciones, me voy, a ver si mañana tengo más suerte.

Se fue, intenté seguirla y me iba de lado a lado del bar, se giró mirándome fijamente a los ojos.

NOEMI: No te muevas, no se te ocurra seguirme, mañana volveré y espero que estés sereno.

Pepe me sujetaba diciéndole a Noemí que él se cuidaría de que estuviera bien, al salir miré por si la veía, había desaparecido. Por supuesto al día siguiente estaba en el mismo sitio sin beber nada, sereno de bebida y atacado por los nervios. Volvió a aparecer, estaba guapísima, se me caía la cara de vergüenza, no le pude ni mirar a los ojos mientras se sentaba delante de mí, fue ella quien cogiéndome por la barbilla me levantó la cabeza.

NOEMI: ¿Estás sorprendido?

YO: Mucho.

NOEMI: ¿No te vas disculpar, pedirme perdón y decirme que me quieres mucho, como hacías siempre?

YO: Te quiero mucho, más que a mí vida, pero no creo que valga la pena disculparme, me merezco lo que me pasa, es más, estoy seguro que tú serás más feliz con cualquier tío que conmigo, me has perdonado muchas veces y no ha servido para nada. Yo, yo, no te merezco Noemí.

NOEMI: Así, ¿ya has tirado la toalla, no te gustaría que volviéramos a estar juntos?

YO: Claro que me gustaría, pero tendría que ser todo como antes, no creo que tú puedas volver a estar conmigo queriéndome tanto como lo hacías.

NOEMI: ¿Por qué te crees que estoy aquí?

YO: No lo sé, ¿para verme en el infierno?, ¿para ver como es de mierda mi vida sin ti?, ¿para vengarte de todo el daño que te he hecho?, yo que sé.

NOEMI: Estoy aquí porque no puedo vivir sin ti idiota.

Se me abrieron los ojos como platos, no me podía creer que Noemí estuviera enamorada de mí todavía.

YO: Yo pensaba que estarías viviendo con aquel tipo…

NOEMI: Aquel tío era un extranjero que encontré por el pueblo que me gustó, le expliqué lo que me pasaba y accedió a follarme y hacer un poco de teatro. Nos despedimos cuando salimos de tú casa y no le he vuelto a ver más.

YO: ¿Entonces no te fuiste a vivir con él?

NOEMI: Me fui a la casa de mis padres, he estado pensando mucho, eres un cabrón, un desgraciado del que me tendría que olvidar, pero no puedo, te quiero demasiado. Quiero formar una familia contigo, pero algunas cosas van a cambiar.

YO: Por supuesto, te prometo…

NOEMI: No me prometas nada que ya te conozco, haré lo mismo que tú, de vez en cuando saldré y me follaré a alguien que me guste, así estaremos en paz.

La miraba sin parpadear, sorprendido, noté que estaba a punto de llorar.

YO: ¿Quieres que nos vayamos a casa?

NOEMI: Lo estoy deseando.

Salimos a la calle, caminamos sin decir nada, poco a poco se fueron juntando las manos hasta agarrarse, llegamos a la puerta y Noemí abrió un coche sacando algunas bolsas.

YO: ¿Es tuyo?

NOEMI: Sí, me gasté parte del dinero que tenía ahorrado, es de segunda mano pero está muy bien.

La ayudé a subir sus cosas a casa dejándolas en el suelo, nos miramos a los ojos y le agarré las dos manos.

YO: Noemí, lo siento mucho, te quiero muchísimo y haré todo lo que me pidas, si tú quieres estar con otros hombre me aguantaré, tú lo has hecho por mí y yo lo haré por ti, ahora mismo solo quiero estar contigo…

Me puso la mano en la boca acercando sus labios, apartó la mano y me besó.

Volvimos a vivir juntos, a los cuatro días volvíamos a estar ilusionados el uno con el otro, el sexo volvía a ser maravilloso y la vida me sonreía de nuevo. Hasta una tarde que estábamos sentados en el sofá.

NOEMI: Quiero que vayas al bar de Pepe, en un rato iré yo, quiero que veas cómo me ligo a un tío y me lo llevo del bar para follármelo.

YO: ¿Cariño es necesario?, haz lo que quieras pero no me obligues a verlo.

NOEMI: ¿Quieres que sigamos juntos o no?

YO: De acuerdo, ya voy.

Así que me senté en una mesa esperando que llegara ella, ya me la estaba imaginando hablando con un tío, haciéndole carantoñas y viéndolos salir del bar juntos para que lo que iban, me estaba poniendo de mala leche cuando entró Noemí, la cabrona se había puesto guapísima, pensé que no le iba a costar nada ligarse a alguien y yo me tendría que conformar con mirarla sin poder hacer nada, se acercó a mi mesa.

NOEMI: Hola, ¿te importa si me siento contigo a tomar algo?

YO (sorprendido): No me importa, ¿qué quieres tomar?

Me pidió un whisky con cola que le fui a buscar a la barra, cuando se lo dejé delante y me volví a sentar.

NOEMI: Eres muy guapo, ¿cómo te llamas?

Entonces entendí el juego…”

Tres meses más tarde nos casamos celebrándolo en el hotel como no, había conseguido encontrar una estabilidad en mi vida, ya no entraba en situaciones de riesgo, después del escarmiento que me dio Noemí con aquel tío, me di cuenta lo grave que era lo que yo le hacía, cuando estábamos en el banquete le dije al oído.

YO: Cariño tengo que confesarte algo.

NOEMI: Hay mi madre que todavía tendremos que suspenderlo todo.

YO: No, no es eso, es que la primera noche que nos conocimos y estuvimos juntos, pues, no me acuerdo una mierda de nada.

NOEMI (descojonándose de risa): Yo tampoco mi amor.

YO: No me jodas.

NOEMI: Llegamos a tú casa, nos besamos de una manera que me dejaste enamorada para siempre, nos desnudamos en la habitación y cuando nos metimos en la cama nos quedamos dormidos.

YO: Pero si al día siguiente me dijiste que te había follado espectacular.

NOEMI: Claro hombre, ¿que querías que te dijera?, que habíamos hecho el gilipollas los dos, además, estaba deseando hacerlo y quería que tú tuvieras el ego levantado para que te esmeraras.

YO: Que cabrona estás hecha nena.

Fuimos realmente felices y a los pocos meses se quedó embarazada.

Parió a nuestro hijo al medio día, por la noche la enfermera vino a llevárselo para cambiarlo y lavarlo, Noemí se levantó de la cama poco a poco y me hizo acompañarla al baño, se sentó en el váter, me dijo que cerrara la puerta y me acercara, me bajó la cremallera desabrochándome el pantalón y sacó mi polla haciéndole una paja lenta para ponerla a tono, me la chupó con fuerza y me la pajeó hasta que me corrí dos veces ahogando mis gritos, se tragó todo el semen dejándome bien ordeñadito como a ella le gustaba decirlo.

NOEMI: Ahora podré dormir tranquila, que ya he visto como mirabas a la enfermera cabroncete.

Se lavó la boca, cuando salimos, la enfermera nos estaba mirando roja como un tomate, se había enterado de todo.

A los tres años, aparcamos el coche familiar en la calle, salimos los tres para entrar al hotel que queríamos celebrar con la familia el cumpleaños del peque, justo en la puerta, antes de entrar, salió un grupo de chicas jóvenes y guapas pasando por nuestro lado, el niño se nos soltó de las manos, se giró y se quedó mirando con sus ojos azules el culo de las chicas, con cara de “fiera salvaje acechando a su presa”, su madre se puso las manos en la cabeza alucinada.

NOEMI: La madre que me parió que el niño nos ha “salio” como tú el cabrón.

FIN