La monja adicta al sexo.
María decide que quiere hacer un trio y no espera por mi para hacerlo follandose a su amante antes de que yo llegué a casa.
Para entenderlo mejor leerse Casado por una apuesta, de Viaje de novios por una apuesta, torturando por una apuesta y Dios es negra. Especialmente el primero que os ayudará a entender el final (son los relatos anteriores)
Llevábamos dos meses y medio casados y cada día me gustaba más estar con María. Nunca había conocido a una mujer más ardiente y deseosa de nuevas experiencias sexuales.
No es que dijese que si a toda perversidad sexual que yo le pudiese proponer sino que se documentaba y era ella la que proponía y desde luego recibía.
Me quedé pasmado cuando me pidió que la atase a la pérgola del jardín y la azotase sus nalgas y espalda para luego sodomizarla colgada de las cuerdas como estaba, me quedé un poco menos sorprendido cuando cuando insistió en grabarnos follando para después volver a follar viéndonos, ¿y que decir?, no me sorprendió nada cuando me pidió ir al aparcamiento de un parking una noche a que me la follase en el asiento de atrás del coche mientras un enjambre de depravados se la machaba a nuestra costa mirando por las ventanillas.
Tenía a María atada, tal y como me pidió con el culo en pompa y sus muñecas atadas a sus rodillas. Mi polla entraba y salía de su coño como si la vida nos fuese a ambos en ello. Junto al chop chop que producía mi polla al introducirse en aquel encharcado coño solo se oía gemir a mi esposa, pero muy en bajo.
Metí un dedo en su ojete dejándole claro cuales eran mis intenciones. María dio un largo gemido y su esfínter es apretó sobre mi dedo para a continuación empezar a dilatarse.
- Katty quiere que me compartas con Humberto – me dijo entre lamentos.
- ¿Cómo?
- Si, Katty la negrita
- Se quien es Katty. Como para olvidarla.
- Quiere follarme como tu te follaste a su mujer.
- ¿Y no le llegó con lo vuestro?
- No me folló.
- ¿Y a ti te apetece?
- Si a ti te apetece si.
- Pero, ¿qué pensara tu confesor? – le pregunté un poco en coña
- Pues lo mismo de todas las cosas que hacemos
- ¿Qué es?
- Que mientras lo que hagamos tenga como fin ultimo ponerte cachondo para más tarde poder concebir, todo esta bien.
- Incluso que te la meta por detrás.
- Incluso.
- ¿No será el cura del Opus?
- Jesuita – me dijo mientras tensaba su cuerpo y se corría como si el mañana no fuese a llegar.
Le llené el coño de esperma sin darme tiempo a profanar de nuevo su estrecho ano.
Dormí con la polla como una piedra. ¿Quién me lo iba a decir a mi?, hace tres meses no pasaba por mi cabeza estar casado y menos con una monja. Hace dos meses jamás pensé que iba a aguantar más de dos meses con la moja con la que me había casado. Hace un mes jamás me hubiera imaginado que haría un trio con mi mujer y con una negra, pero sencillamente ayer no me hubiese imaginado que iba a compartir a mi mujer con un tío que ni conocía.
María lo organizó todo, a veces mientras me la chupaba me iba contando los planes que iba teniendo con su amiga la negra.
Estaba pensando que iba a hacer para festejar nuestro tercer mes de matrimonio cuando María me dio la noticia.
- Mañana por la noche me toca a mi ser tomado por dos hombres – me dijo como si los tríos fuesen una constante en nuestra relación. Pensé en vacilarla un poco, pero la vi tan nerviosa que no le di mucho la lata.
- Mañana a lo mejor llego un poco tarde. O por lo menos pensaba
- Intenta llegar pronto, van a venir aquí.
- ¿Quién?
- ¿Cómo que quien? Humberto y Katty
- ¿Pero es un trio o una orgia?
Katty me prometió que solo se tocaría ella misma – un flashazo con la negra abierta de piernas enseñándome su roja vulva recorrió mi cuerpo.
María había pensado en hacer una cena y luego pasar a la acción. Le expliqué que llegaría justo que tenía mucho trabajo y que casi prefería dejarlo para el finde, pero mi mujer insistió.
Pase todo el día liado de cojones, la verdad es que era una mezcla de la emoción de vivir algo nuevo y el nerviosismo porque el tiempo se me echaba encima y no podía hacer nada. Por primera vez en meses no podía dar carpetazo de dejar las cosas para el día siguiente. Aquella era una reunión importante y a pesar de consultar el reloj cada cinco minutos no lograba hacer nada sobre ello.
Habíamos quedado a las 21:00 y media hora antes María me escribió.
- ¿cómo vas?
- Fatal
- Pues estos llegan a las 21:00
- No te preocupes.
La reunión se alargaba y habían pasado las 21:00 en bastante, me jodia pero no podía dar una hora.
- María, no se lo que esto va durar, empezar sin mi.
- ¿Seguro?
- Del todo.
Sabia que les estaba jodiendo la noche a los otros tres, pero no le podía hacer nada, desgraciadamente aquello era importante.
Para cuando logré firmar el ultimo papel y pasar por aquella interminable despedida en la puerta de nuestro edificio corporativo.
Le mande un SMS a María desde el coche sin recibir respuesta, efectivamente, eran las 23 horas y sabía de sobra que les había jodido la cena y seguramente, el polvo.
Ni metí el coche en el garaje, lo dejé en la explanada y entré por la puerta principal de la casa. La mesa del salón estaba llena de platos sin terminar pero ni rastro del trio. Bajé a la salita del sótano y no estaban, subí las escalera y según avanzaba empecé a oír gemidos.
Cuando entré en mi habitación vi a Katty desnuda sobre un sofá, abierta de piernas y con el ultimo vibrador de metal que le había regalado a María metido en el coño, mientras con su mano se flotaba con ganas su almeja. En el centro de la cama, María con una venda en los ojos estaba atada con la cara hacía el colchón al cabecero de la cama con unas correas. Humberto le metía su polla en su coño de rodillas entre sus piernas y con una mano metía otro de los vibradores de mi mujer en su culo.
Humberto me miro sin dejar de follarse a mi mujer y me hizo gestos para que le metiese la polla en la boca.
María gemía como una poseída al notar aquella polla y aquel vibrador reventarle todo su interior, la negra a su espalda tampoco era muda, Humberto en cambio se contenía y solo se esforzaba en percutir y de que manera a mi mujer. Le hice caso y me desnude si tan siquiera pestañear. Me subí a la cama haciendo dudar a María si había llegado o era Katty quien rompía el acuerdo y participaba en la fiesta. Cuando notó mi polla en sus labios los abrió como una pantera y se metió mi mango de una estocada hasta la garganta. Le tuve que ayudar cogiéndola de la coleta. La verdad es que estaba tan excitado que enseguida me olvide que mi polla entraba en una boca y no en un coño que empecé a darle con saña, María era una autentica maravilla comiendo polla y no hizo en ningún momento ascos a mi actitud.
Humberto soltó a María cuando empezaba a dar síntomas de que se iba a correr. Me hizo tumbar y hizo que María aún con los ojos tapados, se montase sobre mi polla. Dejó que ambos follásemos un buen rato solos. Su mujer se la chupaba sin dejar de masturbase lentamente. Cuando se canso de la lengua de la monja, se acercó hizo que María se tumbase sobre mi pecho y sin demasiados preámbulos, se la empezó a meter en el culo hasta que su polla chocó con la mía en el interior de ella.
Nos costó poco acostumbrarnos al movimiento de los tres, pero en tres minutos María gritaba enfurecida mientras uno tras otro los orgasmos la invadían y le consumían las fuerzas. Humberto y yo le comíamos las tetas, le dábamos con fuerza, disfrutábamos de su cuerpo. Fue el camarero el primero que se corrió en el recto de la ex novicia, yo tarde un poco más pero no tanto como para que el chico hubiese sacado su polla de su recto.
Katty solo aceleró el ritmo de su masturbación cuando nosotros nos fuimos corriendo uno tras otro. Los tres la mirábamos mientras ella se acercaba a su merecido orgasmo. María no pidió levantarse y sin que nadie lo esperase se arrodilló frente a la negra y quintando su mano de su abultado clítoris se lo metió en la boca y empezó a mamar. A la negra le debió de gustar, pues no tardó ni dos minutos en soltar el vibrador y rendirse al placer que le daba la lengua de su amiga.
Nos tomamos una copa los cuatro desnudos, les pedí mil disculpas por haberles jodido la noche, le quitaron hierro al asunto, luego me enteré que por empezar mi María entendió que se podían poner a follar enseguida por lo que no alargó la cena y a eso de las 10 de la noche ya estaba probando el arsenal de juguetes sexuales que le había regalado en los últimos meses.
Le prometí salir pronto del curro al día siguiente y llevarla a cenar a un sitio caro.
Cumplí mi promesa y a las seis estaba en casa al día siguiente. Nos duchamos juntos, le afeite el bello púbico, ella afeitó el mío, nos chupamos un poco, no mucho y por ultimo nos arreglamos.
Hice sentar a María en una banqueta antes de salir de casa. Aparté su braga, le metí un dedo, luego dos y por ultimo una bala conectado a mi móvil por bluetooth.
- tu eres un marranete, eh.
- Y tu que te dejas – le contesté.
Conduje hasta el restaurante. Durante el recorrido la bala metida en su coño vibraba a la mínima potencia, ella me besaba el cuello y pasaba su mano por mi pierna.
Bebimos mucho durante cena, yo jugueteé con el aparato subiendo y bajando la velocidad de la bala en su coño.
María insistió que nos tomásemos una copa en el bar de al lado de su casa. María bailo seximente para mi. MI polla estaba que explotaba y solo deseaba volver a tenerla entre mis brazos. Quería atarla, dominarla, hacerla gozar, que fuese mía, que desease mi polla como yo deseaba aquel cuerpo.
Cuando salimos del pub andamos hasta el coche, íbamos los dos con un buen pedo. Cuando llegamos al coche la hice ponerse contra el coche como si yo fuese un policía y la fuese a registrar. Le toque cada parte de su cuerpo agarrándole un pezón, pasando mi mano por su raja y sobando su culo como queriendo encontrar armas o yo que sé que en ese vestido tan ajustado. María alucinó cuando realmente la esposé con las manos a la espalda.
- hoy te voy a dar más duro que nunca – le dije mientras arrancaba con ella esposada. Ella no dijo nada.
Conduje a María al gimnasio donde había hecho instalar ganchos y poleas. NI le solté las manos esposadas antes de ponerle unas tobilleras y enganchar un cabo a ellas. Cuando tiré de la cuerda María empezó a subir con cuidado quedando en suspensión con la cabeza para abajo.
Su tetas apuntaban al suelo, su falda dejaba ver su negro tanga. Lo rasgué dejando su coño al aire, ella gimió. Empecé a pasar la palma de mi mano por su raja mientras sacaba mi polla con la otra mano y se la ponía a la altura de su coño. María no me decepcionó. Incluso mirando hacia abajo era una magnifica mamadora.
La verdad es que siempre había deseado colgar así a una mujer, pero después de la coña inicial resultó ser un poco coñazo. La bajé y si desatarle ni pies ni brazos la apoyé en un potro si le deje caer la ropa al suelo dejándola solo con su sujetador. Simplemente lo desabroché y abrí, no cayó porque su pecho ya descansaba sobre la cubierta de cuero. Si abrirle las piernas se metí la polla en el culo, en su coño aun vibraba la bala. Me encantaba meter la polla en su interior cuando algo vibraba dentro. María con las manos esposadas me arañaba la barriga. Yo me sujetaba a sus hombros para darle caña. Me la folle hasta que la incomoda postura para ella me hizo tumbarme en una colchoneta para que mi mujer se sentase en mi polla metiendo en su culo mi duro miembro.
No tuve que hacer nada, María empezó a bombear y a gemir disfrutando de mi pene.
- ósea que mañana cumplimos tres meses casado.
- Si – me dijo ella.
- Te lo hubieras imaginado
- Claro que si, es lo que habíamos acordado.
- Te podía haber dejado antes
- Era un riesgo.
- ¿Y si mañana te digo que se acabo? – María se quedó mirándome sin parar de botar sobre mi polla.
- Preferiría que lo hablásemos mañana, no pares.
- No paro, ¿por qué no hoy? – le pregunté como pensando que la estaba puteando.
- Ponme a cuatro patas – me dijo mientras se salía de mi polla se ponía con las rodilla en el suelo y bajo con cuidado hasta apoyar la cara en el suelo – sácame la bala y méteme la polla por el amor de dios. Yo la obedecí y tirando de la cuerda se la saqué y sin demorarme se la metí hasta el fondo de su encharcado coño.
- Ósea que, ¿te rompería el corazón si mañana te dejo?
- El problema es que mañana voy a ser yo la que me voy a ir, no pare por dios, dame duro.
- ¿cómo que te vas? ¿? A donde? – le dije parando de darle.
- No pares joder permíteme una ultima noche de lujuria, de vicio, de ser la puta que nunca quise ser y que me encanta, de ser utilizada – no le deje acabar, mi polla volvió a entrar con fuerza, tire de sus esposados brazos hacia atrás y empecé a darle con toda las fuerzas que tenia. Le di fuerte durante más de media hora. Cunado le di la vuelta María estaba con los ojos en blanco y vibraba uno a otro de cada una de mis envestidas. Le subí sus preciosas piernas sobre mis hombros para acentuar la penetración. Tuve que quitarle las esposas pues empezaban a hacerle daño.
Follamos hasta el amanecer, por alguna razón mi polla no bajaba, tampoco me corría pero no bajaba, ahora que lo pienso algo me debió echar en la ultima copa.
Le di por el culo, me follé el coño unas cuantas veces y finalmente le inundé la cara y la boca de litros de lefa, bueno no eran litros pero a ambos nos los parecieron.
Nos dormimos abrazados después del esfuerzo.
Cuando desperté María no estaba mi lado. Me levanté con el corazón a mil por hora, salí de la habitación buscándola por toda la casa a mi mujer pero no había rastro de ella.
Salí al jardín de casa desnudo como estaba por si ella se encontraba allí. Ni rastro de María, volví sobre mis pasos intentando localizar mi teléfono. En el descansillo vi el Marca, el titular me dejó frio.
Todo preparado para el derbi del año.
El Real Madrid recibe hoy al peor FC Barcelona en su temporada en años.
Me quedé de piedra, todo había sido un sueño.