La modelo y las enfermeras. 24 horas de sexo.

Una chica aficionada se inicia en el modelado, y acaba en el hospital empalada con dos enfermeras bisexuales.

Volvía de una rueda de prensa. Como había comida tras el evento, y sabía que iba a beber, me fui en transporte público. Ya cerca de la oficina vi a una chica morena desde el bus, enfundada en un leguins de pies a cabeza. Le marcaba todas las curvas como si fuera desnuda. Pese a ir ligeramente mareado esa visión me despertó mi mente y mi pene. Me bajé en la siguiente parada y fui hacia donde la había visto.

La encontré y me dirigí a ella.

Yo: Hola, perdona que te asalte así, toma mi tarjeta, trabajo en una revista, y necesito urgentemente una modelo, y al verte he pensado que sería difícil encontrar una modelo más guapa que tú, porque seguramente eres modelo o azafata. ¿Cómo te llamas?

Olivia: Hola, Olivia, pues aun no, estoy estudiando para serlo. ¿y cuando pagáis?

Yo: Dependiendo del contenido de la foto y el número de fotos que publiquemos. Para mi artículo que quiero proponer ir en portada, mi presupuesto está entre 100 y 500 euros.

Olivia: ¿Y tengo que salir sin ropa?

Yo: No es una revista X, sino para hacer publicidad de marcas. No necesariamente, pero los lectores son todos hombres.

Olivia: Entonces ¿250 estaría bien?

Yo: Si puedo fotografiarte desnuda, sin que se vea luego nada, vale.

Olivia: ¿Y cuándo sería la sesión?

Yo: Tengo que reservar el estudio, ¿el sábado por la mañana 11am?

Olivia: OK, genial. ¿en la dirección de la tarjeta?

Yo: Sí, claro.

Olivia: vale, ¡pues nos vemos mañana!

Y me dio un beso en la mejilla para luego irse calle abajo. Ni me había dado cuenta de que era viernes... y a saber si al día siguiente estaría la editorial vacía. Tenía llaves, pero si había alguien me cortaría el rollo. Mi intención no era sacarla en el artículo, sino follármela.

Llegué a la oficina temprano, preparé el estudio. Como hacía calor me puse en pantalón corto de deporte y camiseta. La sala no tenía ventilación ni ventanas. Era una sala para hacer fotos a cacharros principalmente...

Llamaron al timbre. Fui a abrir y me encontré a la chica con otra algo mayor. Fuimos a la sala de reuniones, y se presentaron:

Olivia: Hola, mira, esta es mi madre, Tania, igual la conoces.

Yo:  Hola, encantado, (le di dos besos), pues no, ¿eres famosa? Pensaba que eras la hermana o amiga. (Me quedé mirándola de abajo a arriba, era preciosa, más alta que Olivia, e iba vestida con una camisa y falda corta.

Tania: Quería conocerte, mi hija es un poco alocada, y en estos tiempos que corren no te puedes fiar de nadie.

Yo: Lo entiendo. Son fotos para nuestra revista, para ilustrar una raqueta de paddle nueva, con la que puedes jugar incluso con la consola.

Tania: Uff, yo no sé de deportes ni de videojuegos. Pareces un chaval majo. Bueno, yo os dejo. Olivia, si necesitas que venga a buscarte si se os hace tarde me avisas. Supongo que serán varias horas, pero como mañana es Domingo no me importa que llegue tarde.

Yo: Bueno, no creo que nos lleve mucho, pero si se hace tarde la acerco a casa. Tengo coche. No puedo hacer menos.

Tania: Ah, estupendo.

Me dio un sonoro beso demasiado cerca de los labios, arrimándose demasiado.

Tania: Bueno, por cierto, mi hija es un poco ligera de cascos, (y poniéndome la mano en el paquete), así que espero que seas todo un caballero y tengas a este ahí guardadito.

A penas recuerdo que pude responder. Me tuve que poner colorado, porque los escasos segundos del apretón fueron bastantes como para que mi rabo se pusiera erecto bajo su mano. Su madre se fue, y Olivia me miraba el bultazo que tenía. Cerré la puerta, avergonzado de la tienda de campaña que llevaba.

Yo: Olivia, vamos a trabajar, y perdona, pero es que por las mañanas eso está muy sensible

Olivia: No, no me importa. Está bien saber que no eres maricón. No me gustan. Donde esté un tiarrón que se quiten mariposones.

Le expliqué como quería las fotos, la raqueta se prestaba a muchas poses insinuantes. Cada postura que le sugería me ponía más excitado, porque le hacía repetirla. Ver como tomaba el mango de la raqueta con ambas manos acercando el mango a su boca era lo más.

Como ella traía un bolso le pregunté si había traído algo de vestuario. Así era. Me dijo que llevaba la ropa del Gym, un vestido corto, una camisa grande de su padre, una camiseta deportiva, y un conjunto de tenis.

Yo: Si te parece déjame verte con la del Gym, tenis, y el vestido.

Olivia: ¿Dónde me cambio?

Yo: Umm, pues aquí mismo. O si prefieres puedes ir al aseo que hay al final del pasillo.

Olivia: Bueno, pero no mires.

Yo: Pero si te voy a ver desnuda en las fotos, ¿no?

Olivia: También es verdad, pero no me mires, me corta.

Me giré como ajustando la cámara, de reojín vi cómo se quitaba el suéter, las zapatillas de deporte, y esos leguins que le marcaban toda la hucha… Se quedó en ropa interior, un tanguita y un sujetador que le apretaba el pecho.

O: ¿Me pongo el vestido?

Le dije que sí, que haríamos fotos como si fuera hacia el centro deportivo vestida “de calle”, luego en ropa deportiva, tanto de gym como de tenis. Ella se puso el vestido y se calzó unas medias. Se puso unos zapatos de tacón alto. Se colocó en el escenario. Encendí los focos y me dispuse a hacer las fotos. Ella ensayó las poses, guardando la raqueta en la bolsa, etc… Me quedé mirándola y le dije que tenía la piel muy mate, y quería algo de brillo. Cogí un bote de aceite de masajes y le pedí que se lo pusiera en los brazos y escote. Ella se lo aplicó. Seguí fijándome y no le pegaban las medias con el vestido. Y le pedí que se las quitara.

O: pues con las manos aceitosas no puedo quitármelas.

Y: ¿te ayudo?

O: Bueno.

Me acerqué a ella, me puse de rodillas. Ella me dio la espalda. Metí las manos bajo su vestido y poniendo las manos en sus caderas busqué la goma. Le llegaba a la cintura. Mis brazos alzaban su ropa dejándome ver su precioso, redondito y respingón culo. Me acerqué para sujetar el vestido con mi cabeza, metiéndola de hecho bajo su ropa, empecé a bajarle las medias, acariciando su piel, desde la cintura a los tobillos. Del calor que desprendía su cuerpo, en especial por la entrepierna se me nublaron las gafas, y estaba tan excitado que el pene se puso duro como un calabacín. Al levantarme, mi pene se había escurrido por una pernera y lo llevaba por fuera. No me había dado cuenta de ello, hasta que al volverse Olivia, me dijo:

O: me estás señalando y es de mala educación

Y con delicadeza me tomó del glande y lo empujó dentro del pantalón.

Mi cara debía ser un semáforo, me quedé cortadísimo y aún más excitado.

O: ¿me das tu el aceite? Si me agacho me lo voy a manchar.

Tomé el bote, me puse un chorrito en las manos y me volví a poner en cuclillas, metí de nuevo mis manos bajo su vestidito. Ella se lo levantó para que no le rozara con mis manos, dejándome ver todo su precioso trasero. Le apliqué la crema por sus piernas, empezando por los pies para ir subiendo más y más hacia sus muslos, y luego hacia su entrepierna. Ella se dejaba hacer. Con tanta excitación mi mano se me fue al pene y me lo saqué, me lo acaricié, y al ponerme de pie le fui rozando sus piernas con el capullo, hasta llegar a sus nalgas, y se lo dejé en la raja apoyado, palpitando, a punto de correrme. Estaba fuera de mí. Realmente no sabía lo que hacía. Me podía la excitación.

O: ¿vas a darme aceite en el culete? No me importa, aunque si te da corte me lo doy yo.

Y: No deja, ya acabo.

Y agarrándome el pene con una mano, y poniendo un poco de aceite en cada nalga, empecé a distribuírselo frotando con mi nabo sobre su culo. Ella seguía como inmutable, y eso me animó a ir más lejos. Mis manos se fueron por su cadera en busca de su ingle, mientras mi pene se deslizaba entre sus muslos. Estuve un buen rato masajeando sus muslos y su entrepierna, rozando su tanga con descaro, y deslizando atrás y adelante mi verga entre sus muslos.

O: Yo creo que ya está, que si no se absorbe y hay que volver a empezar.

Me separé y me guardé el rabo.

Y: Sí claro, ponte por favor. Empecemos a hacer las fotos.

Le hice unas cuantas fotos vestida con el vestidito. Cuando me parecieron suficientes le pedí que se pusiera la ropa del Gym. Recordé que teníamos un banco típico de gimnasio en la redacción, de otro artículo sobre material. Salí a buscarlo, y mientras iba a la otra sala, me fui pajeando. Volví con el banco y con el pene asomando por la cintura del pantalón, aunque tapado por la camisa. Pero se notaba un montón.

Y: Si te parece vamos a hacer algunas picantes, como cambiándote en los vestuarios, y mientras te vas desnudando o vistiendo, sujetas la raqueta como si fuera un pene y lo desearas, ya sabes, de forma figurada, perdona por el ejemplo.

O: Ok, no te cortes, entiendo que es para ayudarme a poner las poses. Es un buen ejemplo. A mí me gustan gruesos y largos, como ese.

Lo dijo mirándome a mi paquete. O al mango de la raqueta, no lo sé. El caso es que empezó a desnudarse, y yo a fotografiarla. Tenía que levantar la vista del objetivo para poder admirar su cuerpazo. Se llevó las manos atrás, y se desabrochó el sujetador, lo sostuvo con los antebrazos, y llevándose las manos a los pechos, se lo fue resbalando hacia su abdomen. Sus pezones aparecieron tiesos, como pitones, y finalmente dejó al descubierto sus dos tetas, redondas, hermosas, tiesas, firmes como piedras.

O: Me las regaló mi madre hace tres meses. Es la primera vez que nadie me las ve.

Levanté mi cara de la cámara y le dije que eran preciosas. Que las fotos estaban quedando increibles.

O: ¿quieres tocarlas? ¿has tocado alguna vez unas tetas como estas?

Y: No la verdad, ¿puedo?

Me acerqué a ella y con calma las sostuve entre mis manos, las rodeé y las apreté. Sus pezones aparecieron entre mis dedos. Eran rosaditos, duros, gruesos y larguitos. Los apreté con los dedos y los estiré hacia mí, Ella se mordió el labio inferior.

O: Perdona que me aproveche de ti, pero no me los había tocado aun ningún tío y quería saber cómo iba a sentirlos. Me he estado masturbando desde entonces imaginándome esto, y me pone muy caliente. Pero sigamos con las fotos, estamos trabajando…

Volví tras la cámara. Olivia entonces se llevó las manos a la cadera y separando la goma del tanga se lo bajó mientras se daba la vuelta, dejándome ver como la cuerda trasera salía de entre sus nalgas, y su tanga se desprendía de su coñito. Se lo acabó de sacar, se volvió, me guiñó un ojo, tomó el pantaloncito del Gym, se lo puso, y luego el top, colocándose las tetas para que dejaran un gran escote al aire. Luego se sentó, y poniendo un pie y luego el otro, se calzó las deportivas. Se incorporó y sacó la raqueta super insinuante de la bolsa, deslizando la cremallera como si fuera una bragueta, y la sacó como si me sacara la polla. Jugó acercando su boca al mango un rato.

O: ¿Así ha estado bien?

Y: Sí, estupendamente. ¿Puedes repetir lo mismo, pero con la ropa de tenis?

O: Pero si al paddle se juega con esto…

Y: Bueno, pero la faldita da juego a otras fotos picantonas.

O: (riéndose) Claro, venga.

Se desnudó de nuevo. Al quedarse desnuda me preguntó

O: ¿Me pongo el tanguita?

Y: Como quieras, como es tan pequeño y tienes ese culo tan redondito, no se va a distinguir si lo llevas o no.

O: Es verdad. Además, no sé dónde lo he puesto. Venga, empiezo.

Volví tras la cámara, ella se puso primero la camisa, y luego la faldita. Al sentarse en el banco para ponerse las deportivas, tomé la cámara en mano para poder tomar fotos de cerca, a la altura de su cadera, para captar su chochito mientras se ataba las zapatillas. Se incorporó y simuló jugar. Había una pelota en la bolsa y se la tiré a su lado. Ella captó la intención, y se reclinó para cogerla, dándome la espalda. Su culo casi completo.

O: ¿te gusta esta pose? ¿hago otras?

Sujeté la cámara en el trípode, y le explique cómo me gustaría cogiéndola de la cadera y arrimando el cebollón. Ella se reclinó sin doblar las piernas ofreciéndome su culo, como haciendo que cogía la pelota del suelo. Me saqué el pene por la pernera y me apreté a ella con el pene erecto hacia arriba. Como podía iba explicándole la pose, ella obedecía y se colocaba según decía yo, cogiendo la pelota más o menos cerca de ella. Estaba tan excitado que me separé lo justo y resbale mi tranca hasta ponerla entre el arco de sus muslos, sin considerar que así su vagina estaría en la postura perfecta para penetrarla. Y así pasó, al volverme a arrimar, sujetándola de la cadera con ambas manos mi pene se colocó entre sus labios vaginales, pero como lo tenía tan duro y caliente no lo noté hasta que ella dejó caer su cadera sobre mí y entró todo el glande en su vagina. Ella incorporó su tórax, arqueando la espalda y gimiendo. Me sujeto con sus manos las mías.

O: No entres más. Me encanta así. No te muevas. Solo un poquito más.

Movió su cadera circularmente sobre mi pene, y noté como contraía y expandía su vagina. Deseaba clavársela toda. Ella metió una mano entre sus piernas y fue a agarrarme del tallo del rabo, y lo recorrió hasta llegar a los testículos. Los apretó.

O: vaya tranca tienes… con razón se te ha salido antes del pantalón. Pensaba que eras un pervertido, pero con ese mango tan largo es imposible que lo puedas ocultar.

Entonces se separó y agarrándomelo de nuevo me miró a los ojos y me dijo

O: Si te portas bien luego tendrás tu premio… Sigamos con la sesión.

Aprovechando que me tenía agarrado del mango, le bombeé unas veces seguidas por si le convencía hacerlo en ese momento. Ella sonrió.

O: Tío, apaga un rato el motor, que quiero ganarme los 200e

Y: Acordamos 250.

O: Eso es un descuento por ser tú.

Volví tras la cámara, y ella puso todas las posturas morbosas posibles para recoger una pelota y mostrar su culo, tetas, …. Le hacía fotos de detalle, de sus pechos, del coñito, …

Y: Olivia ¿Y si te hago fotos más subidas de tono y las vendemos en un portal X?

O: Sí, pero otro día. Hoy solo eróticas. Me gustaría hacerlo en una habitación en un castillo, sobre una cama con gasas a mi alrededor…

Y: Ok, se dónde ir.

O: ¿Y saldría algún chico conmigo?

Y: Yo mismo si no te importa

O: ¿Y cómo harás fotos mientras?

Y: ¿Mientras qué?

O: Mientras me follas

Y: lo grabaré con varías cámaras en video 4K.

O: Que listo eres chaval… ¿no quieres compartirme eh?

Y: No.

Sacándome el pene le dije

Y: Olivia, mira como estoy, llevamos casi tres horas, y tres horas que llevo erecto. Me van a explotar los huevos si no me corro. Si no te follo.

O: Prefiero otro día, de veras.

Y: Ok, ¿te apetece comer algo? He encargado unas pizzas.

O: Vale, perfecto ¿Cuándo?

Y: Está al llegar

Vino el motorista, comimos en la sala de reuniones, y después volvimos al estudio.

O: ¿Qué fotos necesitas más?

Y: Para el artículo de la raqueta creo que tengo suficientes, pero si te apetece podríamos hacer otras para otro que analiza diferentes geles de masajes.

O: ¿Y cómo quieres que pose?

Y: Como la que recibe los masajes, y luego de masajista.

Fui a buscar la camilla portátil de una compañera fisio, que la dejaba allí de vez en cuando. Preparé el escenario, y coloqué otra cámara, las dos con disparo automático para no tener que estar pendiente.

Y: Te daré yo el masaje. Las fotos se dispararán solas, cada 10 segundos. Luego seleccionaré las que mejor estén.

O: ¿Cómo me pongo?

Y: Desnúdate, tumbada boca abajo.

O: ¿Solo me masajearás verdad?

Y: Claro, tranquila.

Empecé a masajearla por los pies, tobillos, gemelos, muslos, ... Le había puesto una toalla tapando su culete, pero mis manos iban entrando entre sus muslos, por debajo de la toalla, mis manos se derretían en el calor de su entrepierna, y llegaron a empezar a rozar su vulva, ella separó las piernas, seguí insistiendo frotando su sexo con el aceite efecto calor, ella gemía ligeramente.

Y: Para el resto debo ponerme sobre ti.

O: vale.

Me subí a la camilla y me puse sobre ella, sentándome sobre sus muslos, muy cerca de su culo. Miré el panorama y me bajé de nuevo.

O: ¿pasa algo?

Y: Nada, es que tengo que ponerme más cómodo.

Me quité el pantaloncillo, quedándome solo en camiseta y me subí sobre ella. Mi pene volvió a ponerse como un hierro al rojo. Comencé a masajearle las nalgas, y poco a poco fui subiendo hacia su cintura. Me reclinaba en cada pase y mi pene se colocaba entre sus nalgas. Me excitaba muchísimo. Volví a masajearle los glúteos, pero poniendo mi pene entre los cachetes y apretándolo con sus nalgas en cada pase, como haciéndome una cubana con su culo. Luego pasé a su espalda, en cada pase largo resbalaba mi pene por su raja, arriba y abajo. Noté como ella levantaba el culito y cerraba las nalgas como para agarrármelo. Mis manos acariciaban sus costados, hasta que las dejé agarrando sus pechos, pero seguía frotando mi pene contra su culo. Era alucinante. Estaba a punto de correrme, pero decidí disfrutar de esto, pero con ella boca arriba.

Se cambió de postura, como ansiosa por seguir el frote, volví con el ritual de empezar por los tobillos, pero antes de llegar a su entrepierna, me subí a la camilla otra vez, pero pasando sus piernas a mi alrededor, mi pene cimbreaba a la puerta de su vagina. Masajeaba el interior de sus muslos con propósito de excitarla, rozando cada vez más sus labios vaginales, fui centrándome cada vez más sobre su sexo, y empecé a frotar sus labios con una mano y con la otra su clítoris. Entonces le metí dos dedos en su vagina y comencé a masturbarla. Olivia gemía cada vez con más fuerza, hasta que de pronto su cuerpo reaccionó como por un latigazo de placer, arqueando su espalda y temblando sus piernas. Se agarró con fuerza a la camilla. Cuando se relajó comencé a masajearle el vientre, abdomen, y como antes, a cada pase más largo me reclinaba sobre ella. Mi pene resbalaba sobre su clítoris, arriba y abajo, cada vez más apretado. Mis manos llegaron a sus pechos, más que masajearlos se los acariciaba, y le pellizcaba los pezones al final de cada caricia. Hacía mucho esfuerzo por evitar penetrarla, pero ella entonces me abrazó con sus muslos con fuerza, atrayendo mi cadera a la suya. Quise ver como mi rabo entraba en su cuerpo. Su vagina estaba dilatada, vibraba, y mi glande estaba más grande que otras veces, rojo casi morado. El cabezón del pene chocó contra sus labios interiores, noté su humedad e intenso calor, y con delicadeza fui empujando hasta meterle toda mi tranca. Empecé a moverme, pero la camilla amenazaba con romperse.

Y: no te muevas. Vamos al sofá del despacho de mi jefe.

O: No, sigue por favor, no pares

Me excitaba demasiado la situación y seguí con el metesaca. Deseaba darle más duro. La cogí en brazos y me bajé de la camilla. La puse sentada al borde de la camilla, le levanté las piernas hasta mis hombros y empecé a metérsela cada vez con más violencia, ella gemía con más fuerza, suspiraba, daba grititos agudos y yo seguía taladrándola. Estaba listo para correrme. No sabía si hacerlo dentro de ella, fuera, si pedirle que me lo mamara… entonces Olivia en otro de sus orgasmos espasmódicos me dijo como pudo

O: ¡Córrete ahora, córrete dentro!!

Eyaculé más de 1 minuto, mi pene estaba tan grueso que no lograba sacárselo, Su vagina vibraba como succionando todo mi pene, y ella seguía como en éxtasis con un orgasmo infinito. Mi pene no se relajó pese a todo, era muy fuerte esa sensación de una vagina succionadora, y de ese cuerpo tan perfecto, de una chica tan guapa. En menos de 5 minutos, sin hacer nada volví a correrme en su interior. El semen y sus fluidos ahora ya permitían que pudiera moverme dentro de su vagina, y seguí follándola otro ratito más hasta que de nuevo ella, sin haber acabado su anterior orgasmo tuvo otro aún más fuerte, que hizo que me corriera de nuevo.

Ya no podía seguir de pie, iba a caerme del placer y de la fatiga, se lo saqué. Estaba todo empapado, vibrante, duro como nunca me había visto el pene. Se lo restregué por sus labios vaginales. Ella se bajó de la camilla me abrazó.

O: Ha sido genial tío, nunca me habían follado así, tampoco es que haya tenido mucho sexo, solo con un novio el verano pasado, pero ni en las pelis porno que veo podía imaginarme una follada así.

Me senté en el taburete, ella me siguió y se sentó sobre mis piernas, conduciendo mi nabo a su vagina y empalándose de nuevo

O: Mientras sigas erecto, quiero tenerlo dentro.

Le comí las tetas y la besé su cuello, su boca, era increíble sentir sobre mi una chavala de escasos 18 añitos, 45 kilos, cuerpo musculado, pechos generosos, piel más suave que el nácar, un sueño.

Olivia empezó a subir y bajar sobre mi rabo, no quería dejar que relajara. Yo tampoco. Y al poco tuvimos otro orgasmo simultáneo. Nos caímos del taburete al perder casi el sentido.

O: Sabes, no quería que pasara esto hoy, me daba miedo que pensaras que soy una facilona, pero desde que te vi el rabo esta mañana, quería comérmelo. Además, me daba cosa hacerlo sin goma, pero es mucho más gustoso así, a pelo. Con mi noviete siempre ponemos goma.

Y se puso sobre mis piernas y se metió el pene que comenzaba a arrugarse. Su boca succionaba como su vagina, y me lo puso tieso otra vez. Miré como me lo hacía, se tragaba los 18cm sin inmutarse. Ella giró su cuerpo sin sacarse de la boca el pene, para ponerme el culo sobre mi cabeza, invitándome a comerle el coño. Separé sus paredes vaginales, brillaban como el interior de una almeja, o de una cueva con paredes de plata. Ya casi no le quedaban restos de fluidos, y le lamí y comí su clítoris. Su vagina se abría y cerraba por el placer que le daba, hacía como pedorretas al coger aire. Me dio un poco de risa, pero eso me hizo respirar con más energía y el pene empezó a responder rápidamente a las succiones de Olivia. Esta vez me correría en su boca, y justo sucedió cuando se lo había metido del todo haciendo un esfuerzo. El semen tuvo que llegarle al fondo de su estómago directamente. Ella aguantaba la respiración. Llegué a preocuparme porque no sabía ya cuánto tiempo llevaba con mi pene atragantado en su boca. Entonces ella tuvo un espasmo tremendo y de su vagina salió una fuente de jugos que me empapó la cara. Yo no podía hacer nada por quitármela de encima. Parecía que de mi pene manaba semen sin cesar, y el orgasmo no bajaba de intensidad.

Finalmente, cuando yo ya estaba casi a punto de desmayarme, pensando en que Olivia se me quedaría seca sobre mí, ella se separó, como si nada.

O: ¿te ha gustado?

Y: sí, pero me he asustado, pensaba que te habías asfixiado.

O: jajaja, nooo, es que hago buceo, apnea, y se mantener la respiración más de un minuto.

Y: A mí me ha parecido horas…

O: Debo decirte que lo he hecho para probar eso que veo en las pelis porno, donde el maromo le aprieta el cuello a la tía para ahogarla un poco y así aumentar el orgasmo. Ha sido una pasada, pero gracias a tu lengua… que fuerza tienes en tu boca, que bien sabes hacerlo…

Y: Bueno, hay una ducha en el baño… tenemos que limpiarnos un poco y recoger.

Eran ya las 7 de la tarde. Llevábamos desde las 11, y empecé a sentirme agotado. Ella también. Se fue al baño en pelotas y volvió al rato mojadita. Le dejé una toalla y me fui a lavarme. Al volver ella seguía desnuda, tumbada en el suelo, y se estaba metiendo el mango de la raqueta por el coño. Me miraba como ida, como si solo pudiera mover sus brazos para penetrarse con la raqueta. Me tomé el miembro y me pajeé a sus pies, me costó un poco ponérmelo morcillón, pero el espectáculo era tremendo. En un brillo de lucidez me solté el rabo y cogí la cámara, la fotografié metiéndose la raqueta más allá de lo que podía imaginarme, se estaba empalando realmente. Su abdomen se dilataba allí por donde entraba el mango, casi hasta sus pulmones. Parecía haberse vuelto loca.

Y: Olivia, para, vas a hacerte daño!

O: No puedo paraaaarrrr, ayúdame!

Me puse entre sus piernas, le solté las manos de la raqueta y se lo saqué poco a poco, si mi pene le había entrado 18cm, ella se había metido los 25 del mango.

Y: Me hace pensar que mi pene es pequeño para ti… y que necesitabas algo más grande.

O: No, pero quería dejarte un recuerdo para cuando juegues con esa raqueta, pero no se si ha sido el cuero del mango o qué, que me daba un gusto tremendo.

Ella seguía tumbada y abierta de piernas, y yo desnudo entre sus muslos. Mi pene erecto. Nos miramos y de nuevo se lo metí. Entró sin problemas, lo tenía dilatado casi como para parir, pero enseguida se ciñó a mi cantimpalo. Estaba cansado, así que la abracé y estando empalada me senté yo en el suelo y la senté sobre mí. Ella se acomodó poniéndose en cuclillas, y empezó a cabalgar sobre mí, sin llegar a sentarse en mi cadera. Ella cabalgaba, se contorsionaba para que su vagina me lamiera el rabo por todos los costados. La tenía sujeta de sus tetas cuando se paró de golpe y se cayó de espaldas con espasmos, vibrando todo su cuerpo, y con su vagina comprimiendo con tanta fuerza que al caerse me tiró con fuerza del rabo, doliéndome una barbaridad. Logré ponerme de rodillas para relajar el tirón de su cuerpo contra mi pene. Traté de reanimarla, pero seguía vibrando, como en éxtasis, miré alrededor, para que se me pasara la erección, pero era imposible, me fijé en un envoltorio que tenía en sus manos, se lo saqué, era como de celofán, y tenía un polvo blanco. Lo lamí, era ácido, quizás cocaína. Pensé que se había metido el polvo en la vagina… Por eso estaba así, su coño tan cerrado y mi pene con una erección tan fuerte.

Recordé que una amiga, médico de urgencias, me había contado casos parecidos… y que, si no iba al hospital, la erección y la compresión de su vagina podrían durar muchas horas, y sin una inyección de calmante no se resolvería.

Tirar hacia afuera no era solución, podría reventar el pene o su vagina, así que la tomé en brazos y fui a la ducha, a cada paso me daban pinchazos de placer, una vez dentro abrí el agua fría, ella empezó a despertar. Me miró y me besó.

Y: Eres una niña muy mala…

O: Quería probarlo…

Y: Ves demasiado cine porno.

O: ¿No puedes sacarlo?

Y: No. ¿te has puesto coca? ¿verdad? – ella afirmó con su cabeza – pues si no vamos a urgencias, a mí se me va a gangrenar el rabo.

O: ¿No podemos esperar?

Y: No, a cada paso que doy contigo así, me dan mini orgasmos. Y ya no creo tener más semen dentro. Me vas a absorber la sangre…

Llegamos al estudio, me puse la camisa y me subí el pantalón hasta donde pude, ella se puso una camiseta larga para taparse hasta el culo. Más o menos quedaba discreto. Pero sentirla abrazada a mi, sus pechos rozando mi pecho, y el ardor de nuestros sexos, me hacía temblar. Le puse unas deportivas, me calcé mis zapatos, y llamé a un uber.

Cerré el estudio, que olía a sexo a tope, apagué las luces. Fuera ya era casi de noche, serían las 10pm.. El coche esperaba fuera. Fui con ella en brazos, abrí la puerta, y me senté como pude con ella encima. El conductor se ofreció a ayudarnos, pero le dije que no era necesario. Pensó que ella se había roto el tobillo, y yo no quise corregirle.

Llegamos a urgencias del hospital del Ramón y C., donde trabaja mi amiga. Esperaba que librara, para que no me viera así. Estaba cortadísimo. Nos llamaron inmediatamente para triaje. Pasamos y la enfermera me dio una silla de ruedas.

Enfermera: Puedes dejarla ya sentada ahí.

Y: Bueno, verás, es que no es que se haya roto nada… No puedo dejarla sentada. Ese es el problema.

La enfermera era una chica de unos 22 años, rubia, con un cuerpazo, muy guapa de cara. Se levantó de la silla y se nos acercó. Me pidió que la dejara ver. Metió su cabeza por debajo del culete de Olivia, y con sus manos separó mi pantalón. El espectáculo tendría que ser alucinante, porque me apretó el tallo del rabo, y con las dos manos empujó como para separarnos. Olivia sintió el roce de los dedos de la enfermera en su vulva y gimió. Tenía su sexo inflamado, y cualquier roce lo sentía como multiplicado por 1000.

Sin soltarme el pene, la enfermera me preguntó que desde cuando llevábamos así. Ella estaba en cuclillas para ver la penetración, eso me excitaba mucho, y agravaba la situación.

Enfermera: Si habéis estado follando varias horas, os tendríais que haber puesto algo ahí para quedaros empalados…

O: Bueno, yo es que no sabía que podía pasar esto…

E: Pues menudo lío, no sé si llamar a la ginecóloga o al urólogo… que por cierto no están de urgencias ahora. Os voy a pasar a un box.  ¿Te duele si te hago esto?

La enfermera me palpaba el pene, dije que no, entonces lo rodeó con dos dedos, lo justo que había entre mi pelvis y el coño de Olivia, y los movió adelante y atrás, así varias veces. Mi pene palpitaba inflándose mis venas como para romperse de la presión. Me flojeaban las piernas. No sabía que decir a la enfermera, desde arriba veía sus tetas por el escote que dejaba su bata.

Sin soltarme se incorporó y me preguntó casi susurrando cuanto me media. Al decirle que 18, pero más algunas veces, ella sonrió casi noto sus labios contra los míos. Olivia estaba otra vez empezando a vibrar, los dedos de la enfermera le rozaban el clítoris y eso hacía que se excitara muchísimo.

E: Venir, os llevo al box yo misma, por no hacer un espectáculo…

Fuimos por el pasillo de urgencias hasta el final, abrió una puerta con llave, y pasamos a otro, entró en una habitación con una cama. La puso reclinada.

E: Siéntate con ella encima, y esperar un poco. Voy a avisar a una médica amiga mía para que venga y vea que hacemos.

Olivia se subió su camiseta y luego la mía y me abrazó. Quería sentir piel sobre piel. Parecía no darse cuenta de que esto era grave… pero no podía hacer nada por evitar que siguiera acariciándome o frotando su cadera contra la mía.

Llegó de nuevo la enfermera con otra chica, ambas eran enfermeras por su uniforme. Se acercaron a la cama, nos levantaron la ropa y se agacharon para mirar mejor. La nueva era morena, más alta que la otra y con unas tetas impresionantes, tenía tres tías a mi lado preciosas y eso me ponía a 1000.

Se presentaron, la rubia se llamaba Mercedes y la otra Sofía. Me pidieron que les contara todo lo que había pasado. Desde el principio. Mercedes seguía agachada y Sofía se sentó sobre la cama al lado nuestro. Como la cabeza de Olivia quedaba sobre mi hombro, no las veía bien. Noté como Mercedes volvía a agarrarme el rabo y le dijo a su amiga que lo tenía duro como un barrote. Sofía me acariciaba el muslo, subiendo hacia el culo de Olivia, como tratando de tranquilizarnos.

E1: Pues habrá que pinchar para relajar esos músculos. ¿No está la doctora Marta?

E2: No. Lo hacemos nosotras, esto no es para hacer venir a los especialistas.

Sofía salió de la habitación. Pero Mercedes seguía apretando mi rabo y rozando el clítoris de Olivia.

E1: ¿Tenéis sensibilidad ahí?

Los dos respondimos solo moviendo afirmativamente la cabeza.

E1: ¿Notáis esto?

Y la mano de Mercedes se agitaba para masturbarnos…

Mi mano izquierda se deslizó por el escote de Mercedes. Y le agarré un pecho sacándoselo del sostén. Busqué su otro pecho y también se lo saqué de la cazoleta. Le sobé los pezones, mientras notaba sus dedos frotándome el rabo, y la vagina de Olivia palpitar sobre mi glande.

Entró la otra enfermera, Sofía. Llevaba una bandeja con la medicina. Mercedes se incorporó, apenas dándome tiempo para sacar mi mano de su bata. Sofía preparó la jeringa.

M2: ¿A quien pincho primero?

Desperté, era por la mañana y seguía en la habitación. Olivia ya no estaba. Miré a mi alrededor. Había una nota sobre la mesilla. Era de Olivia. Se había marchado a casa poco después de la inyección, yo me había quedado dormido y no quisieron despertarme.

Entraron Merceds y Sofía, abriendo poco la puerta, como para no despertarme. Me hice el dormido. Se acercaron las dos, y me levantaron la sábana. Comentaron que aun relajada era para comérsela. Mi pene tuvo que oírlo, porque empezó a dilatarse ante sus ojos. Notaba sus miradas calenturientas sobre mi pene.

M1: No se si está aun dormido, pero esto no lo dejo yo pasar de largo. Con los ojos casi cerrados vi como se llevaba las manos por debajo dela bata, mientras Sofía cerraba la puerta y se desabrochaba la bata.  Mercedes se subió sobre mi, y puso mi pene tumbado sobre mi vientre, y me lo masajeó con su entrepierna, calentándose, Sofía se desnudó a la altura de mi cabeza, y entonces se subió con agilidad a la cama, poniéndome su sexo contra la boca, ambas una frente a la otra, y se abrazaron y besaron. Mis manos fueron resbalando por las piernas de Mercedes hasta los pechos de Sofía, mientras lamía el sexo depilado de Sofía. Mercedes se alzó lo justito para agarrarme el pene y metérselo en su coño.

Mercedes: ay, tienes que metértelo Sofi, mi vagina no se dilata tanto. Es enorme para lo que estoy acostumbrada.

Yo: Ponte en cuclillas y muévete, sin metértelo todo.

Ella obedeció y me cabalgó hasta llevarme a punto de correrme.

Yo: Ahora Sofía

Se cambiaron de sitio. Sofía se empaló del todo mi pica. El coño de Mercedes sabía aún mejor que el de Olivia.

Del esfuerzo del día anterior, mi pene se resistía a correrse, pero me daban orgasmos secos, lo que hacía que ellas se excitaran a cada palpitación y engrosamiento de mi rabo.

Sonó una alarma en el móvil de una de ellas.

E1: Tenemos que ir…. Y gimió

E2: Un segundito…

De la excitación por tener que acudir a una emergencia, ambas se corrieron. Mercedes casi me ahoga con su vagina apretándose contra mi cara, y Sofía se arqueó hacia atrás tirando de mi maltratado pene. Y me corrí.

Sofía: ¡Joder tío, que no llevas goma!!,

Mercedes: Pues sepárate…

Sofía: Nooo, que gusto sentir su semen ardiendo en mi interior…

Mercedes: Mañana cuando vengas, me toca a mí. ¿vale?

Yo:  Vale.

Se retiraron y vistiéndose a toda prisa se marcharon.

Sonó mi teléfono. Era Olivia preguntando como estaba. Charlamos un rato y acordamos vernos el lunes, ella haría pellas de clase para ir hacer las fotos porno.

Me lo sacudí pensando en Olivia, Mercedes y Sofía…  Y en cómo iba a hacer para complacer a las tres al día siguiente…

Al salir del hospital me llegó un sms. Tenía cita el lunes a las 9pm con la doctora Marta y las enfermeras Sofía y Mercedes.