La miss y yo

Un pequeño trozo de una relación intensa.

La miss y yo.

Comenzare por contarles una parte de mi corta vida, un episodio de una relación intensa y fugaz.  Soy Belén de 23 años y ella… ella una mujer hermosa de 26.

La verdad no me encuentro gran cosa, soy baja, media rellenita, pelo negro y ojos cafés como el chocolate. Carita blanca y con una sonrisa muy linda (según me han dicho)… ella una mujer alta, de pelo negro y ojos verdes, piel blanca y muy bonita figura.

Esta relación marco un tanto mi vida, les contare una parte de mi historia. Contar como nos conocimos es básicamente revivir una fiesta que por obra y gracia de Dios nos junto. Nos gustamos y pues comenzamos una “relación”.

………………

Mayo, 2013 en un dio cualquiera…

Llego a mi casa a visitarme, me encantaba mirarla aparecer por mi calle desde mi habitación. Su forma tan sensual de caminar, sus largas piernas moverse rítmicamente y esa sonrisa coqueta, pues ella sabía que yo la estaba observando.

Entro a mi casa, saludando muy discretamente y subimos a mi habitación. Conversábamos mucho las dos, escuchábamos música y de vez en cuando comíamos algo rico. ¿Cómo estás? Le pregunto. Bien y ¿tu?... bien igual extrañándote.

Como se imaginaran es una relación más bien tierna pero…

Ella, ella tenía la capacidad de excitarme con solo su presencia. No podía mirarle las piernas o el trasero sin sentir ese calor en mi sexo. Tenía la facultad de hacerme mojar con su respiración. De las muchas veces que tuvimos sexo, esta es la que más me marco…

Me encantaba buscarle la maldad dijeran por aquí. Provocarla lentamente. Sabía muy bien sus puntos débiles y como buscarla, jamás se oponía. Comencé a besarla lentamente, colocando mis manos en sus mejillas, despacio la acariciaba mientras mis labios succionaban los suyos. Y de apoco me iba acercando a ella. La dejaba caer en mi cama, sin dejar de acariciarla. Ella en esos besos, como me apretaba la espalda y me empujaba en contra su cuerpo me hacían sentir cada vez más caliente. Nos desvestimos y nos acostamos bajo mis sabanas totalmente desnudas… de a poco fui subiéndome sobre ella, despacio sin prisa. Mientras besaba esos labios carnocitos, los lamia y eso le provocaba una corriente de suspiros. Me apretaba tan fuerte, ella sabía que me encantaba que me rasguñara la espalda y me apretara el trasero con rudeza.

Tenía mi pierna entre medio de las de ella, haciendo presión en su húmedo sexo, en un sutil vaivén… de repente ese beso, comenzó con un encuentro visual, jamás olvidare ese brillo en ella y me tomo tan despacio la cara y me beso de tal forma, que sentí unas maripositas en la estomago y en mi sexo. No puedo comparar que parecía su boca en ese instante solo sé que me provocaba mucho placer y ternura, sentía que la amaba… hasta que sentí su lengua… fue un empujón de pasión que convertí el hecho más tierno en una fogata sin fin.

No pude aguantarme, me hice a un lado y comencé a lamerle los pezones. Me gemía y me pedía que chupe. “chupa, chupa me decía” y yo seguía. Un pecho y luego el otro. Se los apretaba despacio y se retorcía bajo de mí. Sus gemidos me encendían aun más. Uy!!! Le dije y baje mi mano a su vagina. Estaba totalmente empapada. Comencé a tocarla despacio, rozar su clítoris. Sentía su cadera como se movía al compas de mi mano… y ahogaba cada gemido de ella con mis besos.  Le metí un dedo, se quejo… sentía que el placer me haría acabar por si sola... le metí otro dedo y los movía fuerte. Los metía y los sacaba.

Su cadera me tenia loca, y por otra parte sentía su lengua que quería enredarse con la mía en un beso que ahogaba… entre gemidos, sudor nos movíamos las dos… comencé a frotarle nuevamente el clítoris cada vez más rápido, lo sentía hinchado y sus gemidos cada vez se hacían más fuertes, me dijo: “me voy “entre gemidos  y cuando estaba casi lista... Pare.

Se enojo y trataba de controlar su respiración. Le di un beso tierno le dije que tranquila así era más rico. Baje un poco y le metí dos dedos en su vagina y con la otra mano hacia círculos en su clítoris. La zona estaba caliente y muy húmeda, me miraba con desconfianza pero ardiente.

No olvidare como se retorcía en mi cama, apretaba mis almohadas y me miraba desesperada. Cada vez más rápido y más… de repente siento como su vagina cobra vida y me aprieta los dedos y… un concierto de gemidos y fluidos saltaron a escena… ahhhh!!!!...

Me reuní junto a ella, la abrace y juntas nos calmamos… estuvo rico dijo, jamás me habían hecho eso. Realmente me sentí bien.

Desde aquel entonces y hasta ahora todo se termino. Pero entre los recuerdos fugaces que tengo, es la relación sexual donde sentí un gran amor y unas ganas incontrolables de hacerla gemir. Amaba ser parte de su piel… te amaba a ti.