La merienda
Preparamos una tarde de merienda con dos amigos, para recuperar el tiempo perdido y volver s zorrear.
Hacia tiempo que no quedábamos con nadie. Trabajo, actividades varias, mil ocupaciones.
La rutina diaria, que te hace olvidar un tiempo, para disfrutar de los placeres de la vida.
Me llamo Silvia y mi marido es David. Tengo 45 años, que vosotros podréis juzgar,si bien llevados o no. Somos un matrimonio muy discreto, con trabajos bastante importantes, y que pasa desapercibido en su día a día.
Desde hace bastante tiempo frecuentamos el mundo swinger, con más o menos frecuencia, dependiendo del tiempo libre.
Este relato es cien por cien real. Y para que podáis comprobar que todo es cierto, y que mis "fiestecitas" son auténticas, os adjunto algunas fotos.
Decidimos poner un anuncio, para ver cómo estaba el ambiente masculino. Y teniendo muy claro, lo que me gusta, colgamos un texto que no daba lugar a dudas y una foto explicita. Donde se me ve, pasándomelo muy bien.Y como podéis leer mi texto es claro y muy preciso.
Mi anuncio
Cada vez que ponemos un anuncio, la avalancha de respuestas es importante. Y aunque específico bien, lo que busco, me responden todo tipo de chicos.
Los que mandan una línea, no tienen la edad que busco, faltas de ortografía, mal educados, etc
Van directos a la papelera.
Para los que se ajustan a lo que pido, me tomo su tiempo, y les escribo, preguntándoles por cosas que no hagan alusión en su respuesta. Disponibilidad de días y horarios, estatura, si disponen de sitio, si están rasurados en sus partes ( me encanta lamer los huevos ) si tienen algún amigo, etc
Al primero que respondí, que llamó mi atención, se llama Diego, divorciado de 39 años, 1,86 y bien dotado por sus fotos. En su detallada respuesta, me ofrecía la posibilidad de quedar con un amigo suyo, de similares características.
Intercambie varios correos con Diego y la verdad es que me dio confianza y presentí que lo pasaríamos bien.
Quedamos un jueves a las cinco de la tarde, en su casa.
Le pregunté si tomaban vino, para llevar una botella y empezar a romper el hielo. Es algo que me gusta hacer, porque mientras tomamos una copa y charlamos, es el momento adecuado para cambiar mi vestuario. Me gusta ir muy formal. Me vestí con unos pantalones grises de pinzas, unos mocasines y un jersey de cuello alto, negro. Nada sexi.
David me dijo:
- Que formal vas, los quieres sorprender, con tu cambio de look.
Siempre que vamos a una "fiestecita" tengo una mezcla de nervios y chochete encharcado, jajaja.
Mi vestídito
Metí en una bolsita, unos taconazos, un mini vestídito ( foto ) unos guantes cortitos y calados, a juego con el vestido, mi collar ( foto ) y un mini tanguita.
Mis taconazos
Aparcamos en la misma puerta y llamamos al portero automático. Entramos en un patio de manzana grande. Con piscina,pista de padel y parque infantil. Buscamos el portal y nos subimos en el ascensor. David me besó y me dijo:
- Estas nerviosa , pero cachonda. Se te nota.
Al salir del ascensor, ya tenían la puerta abierta y Diego nos estaba esperando.
Dos besos y mientras pasábamos al salón nos pidió los abrigos. Allí estaba su amigo Pablo.
Altos los dos, bien vestidos, sin barba ni perilla y con buena figura. Pintaba muy bien.
Y si las fotos que me habían enviado de sus pollas, eran de ellos, mejor aún.
Mi collar
Abrieron la botella de vino y brindamos por la tarde. Aproveche la conversación que manteníamos, para preguntarle a Diego, por un baño para cambiarme.
Mientras me cambiaba, comprobé que habían hecho caso a mi primera petición, y la casa estaba calentita.
Me puse el mini vestido que había elegido para la ocasión, los taconazos, mi collar y decidí no ponerme el tanguita, para estar más accesible.
Al salir y verme, no pudieron seguir hablando. Mi objetivo de dejarlos con la boca abierta, estaba cumplido.
- Madre mía que cambio.
-Vaya modelito.
-Estás más buena que en las fotos.
No pararon de piropearme y de ponerme más cachonda.
Me puse en el centro de los tres para rozarme y comprobar el efecto que había producido mi cambio.
Diego busco mi boca, mientras Pablo y mi marido empezaron a magrearme. Ya no estaba nerviosa, ahora estaba salida.
A la vez que me morreaba con cada uno de ellos, mis manos palpaban sus trancas, por encima del pantalón. Intentaba bajarles las cremalleras y sacárselas.
Empezaron a quitarse la ropa mientras no dejaban de meterme mano y besarme .
Cuando sus rabos estuvieron libres de calzoncillos, agarre las dos que no conocía y las mire con detalle. Que rabos madre mía. Como a mí me gustan. Gordas ,de más de 20cm, con buenos capullos.
Estaba deseando probarlas.
Me incliné para meterme la tranca de Pablo en la boca.Mientras ellos magreaban mis tetas, metían sus dedos en mi encharcado coño.
Me sobaban a conciencia.
Mi marido, al verme, le dijo a Diego:
Vamos acercársela , para que esté rodeada de rabos, que es lo que le gusta.
Como la postura no era cómoda, para mamar bien, pusieron un cojín grande en el suelo, para arrodillarme.
Qué maravilla, que pollones. Pasaba de una a otra, saboreando las bien, sin dejar un centímetro de rabo, sin lamer. Y que huevos, tan bien depilados, para lenguetearlos . Y los capullos, hinchados, palpitando de la tensión por estar tan empalmados.
Me decían de todo, y no se les notaba cortados.
- Como chupa.
-Que mamona es.
-Intenta metérselas enteras.
-Es muy golfa, decía mi marido.
Mientras les demostraba cuánto me gustaban sus rabos, pensaba si me abrían hecho caso, a mi segunda petición. No tocarse durante algunos días, para que sus corridas fuesen abundantes.
No conseguí meterme nada más que dos a la vez, las tres era imposible. Pero yo intentaba lamer los tres capullos a la vez. Que bien me lo estaba pasando.
Se les notaba igual de salidos que yo. Me las restregaban por la cara, me daban pequeños pollazos, me follaban la boquita un poco y pasaba otro. Cuando veían que mi marido intentaba meterla hasta el fondo, ellos lo imitaban, sabiendo que me gustaba. Haciéndome eso, babeaba.
Propusieron llevarme al dormitorio, para que estuviese más cómoda. Que cabrones, lo que querían era follarme. Y yo deseándolo.
Me puse a cuatro patas, encima de la cama, ofreciendo mi coño a quien quisiese clavármela.
Mi marido me acercó su rabo a la boca, diciéndome:
- Diles lo que quieres. Pídeles zorrita.
Joder, estaba encharcada, deseando notarlas en mi coño ya.
- Follarme cabrones, que me tenéis salida.
Vi como Diego abría un cajón, de la mesita de noche, para sacar los preservativos.
Y mi marido al verlo también, me dijo:
- No les vas a decir lo que te gusta?
-Que cabron, como me conoces. Y sabes lo perra que estoy.
-No te lo pongas, por fa, que me encanta notarlas bien. Esas venas que tienes. Ese capullo rozándome.
No pudo evitarlo.
- Que puta eres, me encantas.
Y apoyó su capullo en la entrada de mi coño, para empujar suave, pero firme.
- Dios, que tranca, como la noto.
- Cariño! Me la está clavando. Tiene un pollon. Me está empalando.
Se agarro a mis caderas y empezó a pasearse por mi coño.
Yo gemía, mientras Pablo y mi marido, me daban a mamar sus rabos.
No tarde nada en correrme y Diego dejó mi coñito libre ,para que Pablo ocupase su sitio.
Metió dos dedos y empezó a follarme con ellos.
- Estas empapada, gatita.
Acababa de correrme, pero quería más.
- Deja de meterme los dedos y méteme tu tranca. Lo estoy deseando.
Joder, Pablo la tenía más gorda, y me hacía sentir repleta. Que cabron, como se movía.
Creo que me hizo correr un par de veces, antes de dejar su puesto a mi marido.
Me encanta que se turnen y notar como cada uno intenta darme más placer.
No recuerdo cuantas veces me corri, mientras me daban entre los tres a cuatro patas.
Si sé que me tumbaron boca arriba y siguieron follandome con las piernas hacia arriba.
Mientras también se subían a horcajadas sobre mi cabeza para follarme la boca. Meterme los huevos, para que se los lamiese.
Me manejaban a su antojo y me colocaban como querían. Me usaban.Me follaron de lado, me subieron encima de ellos para que yo sola culease y me las clavase bien , me montaron como a una yegua, a cuatro patas, clavándomela desde arriba.Joder que corridas me sacaban los tres.
Ellos se animaban para darme.
- Vamos dale caña. Mira cómo se corre
-Qué maravilla , que zorra es.
-Como mama,no se cansa.
-Déjamela a mi.
Perdí la noción del tiempo, mientras me follaban y follaban.
Hasta que Pablo me preguntó:
Quieres leche, zorrita?
Deje de lamer los huevos de mi marido y le conteste:
Estoy deseando, que me deis mi merienda. Quiero leche.
Me la saco y se puso de pie sobre la cama.
- Vamos perrita, lame mis huevos.
Poniéndome de rodillas y con mis manitas a la espalda, deje que él me cogiese la cabeza y la llevase a sus huevos. Mientras se la meneaba.
Es como más me gusta, que me llenen la boquita. Que se la meneen, mientras les como los huevos.
Diego y mi marido, también se pusieron de pie en la cama, y se la meneaban viendo la escena.
Donde la quieres perrita?
- En mi boquita, me la voy a tragar toda.
Mientras le miraba a los ojos y abría mi boca todo lo que podía, sacando la lengua.
Dio dos o tres meneos más y el primer chorro me llego a la garganta.
- Toma zorra, toma leche.
Yo no dejaba de mirarle mientras me echaba todos los chorros de leche caliente.
No paraba de correrse, me había hecho caso a mi segunda petición. Y me llenó la boca.
Les mire a los tres con mi boquita bien llena, de una buena corrida. Me la trague y les dije:
- Que buena, quiero más.
Se la agarre a Pablo y empecé a limpiársela a lengüetazos, mirando a mi marido y a Diego.
No quería que quedase ni una gotita de leche. La estaba saboreando bien, cuando mi marido me aviso.
- Abre bien la boca, que vean lo tragona que eres .
Nada más decir esto,recibí el primer chorro en la mejilla y el segundo ya entró en mi boquita.
No había terminado cuando Diego dijo:
- Joder que zorra, como traga, toma, toma, no querías merienda?
Y recibí otro buen chorro.
Agarre su rabo y la de mi marido, para dirigirlas yo y que no se me escapase nada.
Yo tragaba y lamia y no daba a basto a tragar tanta leche. Que buenas. Sabían muy ricas.
Estuve más de cinco minutos, lamiéndose las bien, dejándoselas bien limpias con mi lengua.
Lamiendo la leche que había en mi mejilla, en sus dedos, en toda la extensión de sus trancas.
QUE MERIENDA!!!
Lo que ocurrió después, os lo contaré en otra ocasión. Si os ha gustado este, claro.
Espero que si os tocáis leyendo mis fiestecitas, nos escribáis, contándomelo. Besitos