La memoria del morbo (2)

Se me quebró la respiración en ese primer golpe de placer contra la pared, él lo notó y siguió embistiéndome, más...cada vez más fuerte, golpeándome impasible mientras yo te miraba...clavaba mis ojos en ti y tú, a través de su cuerpo me penetrabas insaciablemente por primera vez..

Dicen que no hay nada más tentador que la indiferencia, que provoca mil estados de ansiedad a la vez, que abre el exquisito apetito por lo extremadamente difícil y se sirve solo para paladares finos..

Siempre me han hecho gracia este tipo de sandeces, ver a la gente jugando sobre tableros de indiferencia cuando a mi me resulta completamente insabora y tiene el mismo regusto que un preservativo bajo la lengua...aséptica, sintética y aburrida, capáz de helarme y conducirme a las más pura de las apatías. Si quieres darme de comer abre mi boca y aliméntame hasta saciarme, pero si pasas por mi lado fingiendo que no me ves e intentas con ello llamar mi atención, sencillamente, dejaré de mirarte sin más. Eso fue algo que aprendiste rápido de mí, reacciono según el ritmo de tus movimientos, así que modificaste el molde de las llaves de oro y sutilmente supiste llegar a mi...

Ahora te subes por mi cuerpo violando mi piel con tu mirada aun sin estar presente. Me sabes tuya...y tu posesión radica curiosamente en comprobar que no quiero que me pertenezcas...esa es una realidad que te resulta tan atractiva como insufrible, me entrego a ti sin pedirte nada a cambio, por eso te enloquece mi caminar, la manera en que me muevo ante ti siendo como soy la marioneta de tus deseos. No eres mío y esa es la clave ambigua de este maldito juego. Ambos sabemos que mi excitación completa parte de tus ojos y aún sin verlos la webcam me trae tu mirada....lo único en este mundo capáz reducir mi voluntad, lo sé, lo he sabido siempre, tus ordenes son mi placer..

No recuerdo cuando ni donde nos vimos por primera vez, creo que te empeñaste en bailar el vals de las indiferencias durante un buen tiempo delante de mi, pero no llamaste mi atención en absoluto, cuando realmente te reconocí fue cuando te tuve delante, inmovilizándome contra la pared y obligándome a tragar tu respiración. Allí supe que acababa de romperse el gran tablero, me encontraste, me olfateaste, me reconociste tuya y mordí la manzana....fue tan simple como primario. Tras de ti dos ojos más me observaban...fue entonces cuando te apartaste sonriendo, dejando que él se acercara, ni siquiera le miré, sentía sus manos en mi cintura pero mi mirada, mi deseo, mi humedad...crecía en tus ojos...en tu mirada...en la manera en que habías tirado los dados al aire para verme actuar.. Era alto, pero no más que tú y me obligó finalmente a mirarle a los ojos levantando con su mano mi cabeza e inmovilizando mi cuello, lo hice..le miré, tenía unos labios carnosos y apetecibles, los mordí suavemente sin dirigirle la palabra, no hacía falta..respondió clavándome contra la pared en un movimiento brusco que me hizo intuir claramente su excitación, bajo el pantalón tejano su polla me apuntaba y ardía al compás de sus manos en mi cintura....se movía suave...me anunciaba que iba a follarme con o sin mi permiso y ser consciente de ello era algo que me enloquecía...

Se arrodilló ante mi...quería preparar el camino, medir en mi humedad el grado de mi excitación, yo te miraba fija....estaba realmente excitada, levantó mi falda, retiró mis braguitas y esperó que apartara mi mano de su frente para darle paso, fuiste tú con tu mirada quien le dio permiso sin que él se enterara, al fin y al cabo era nuestro juguete, tuyo y mío, sonreí mirándote y nuestro idioma recorrió la habitación... él me olfateó, abrió los labios de mi coño y se deleitó mirándome así, con una pierna sobre su hombro, abierta y ofreciéndole el gran fruto rojo y húmedo del placer...Empezó a lamerme....primero un lametazo largo y lento que arqueó mi cuerpo de placer, luego ininterrumpidamente, golpeándome suavemente con su lengua de manera rápida, hambrienta, obligándome a moverme bajo su boca sin apartar mis ojos de ti, del gesto de tu cara, excitado y eufórico. Sus manos buscaron bajo mi blusa y encontraron mis pezones, los apretó fuerte mientras mordía mi clítoris, me enloqueció sentir ese pinchazo de dolor y placer a la vez, luego me abandonó un momento para desabrocharse el pantalón y liberar su polla, en el temblor de sus manos pude ver la urgencia, necesitaba follarme...estaba ebrio de mi sabor y le urgía penetrarme hasta lo más profundo. Me alzó en brazos sin esfuerzo alguno, soy pequeña y mis escasos 48 kilos no suponían ningún problema para él, abrió mis piernas con fuerza falcándome contra la pared y apuntó su polla contra mi coño. Estaba terriblemente mojada, tanto, que desde tu trono de rey podías percibir mi humedad y eso empezó a enloquecerte...me oías jadear..sus manos sujetaban mis nalgas, notaba su polla inmensa rozando mi clítoris y buscando el camino, apuntó enseguida..y me empujó fuertemente contra sí...mi humedad le permitió penetrarme hasta el fondo en la primera embestida. Se me quebró la respiración en ese primer golpe de placer contra la pared, él lo notó y siguió embistiéndome, más...cada vez más fuerte, golpeándome impasible mientras yo te miraba...clavaba mis ojos en ti y tú, a través de su cuerpo me penetrabas insaciablemente por primera vez, vi tu sonrisa...estabas extasiado con aquella visión, viéndome disfrutar para ti, viéndome entregarme por completo a tu voluntad, las piezas de nuestro morbo encajaban de manera innata... me enloquecía clavar mi mirada en tus ojos mientras aquella polla profanaba mi coño en tu nombre, bombeando de manera casi frenética.

Pretendía follarme por detrás así que paró un instante, me giró de cara contra la pared, subió aún más mi falda y abrió mis nalgas...., te acercaste rápido, apartándolo, sabía que lo harías y me sonreí...ese era tu territorio sagrado, mi culo..SOLO TUYO...únicamente para ti aunque le condenara a él a saciarse solito mirándonos, nuestro juguete se había convertido en alguien totalmente invisible para nosotros, me giré y te miré, tus manos apretaron fuerte mi cintura, te arrodillaste, abriste aún más mis nalgas, clavaste tu cara...ahora sí...el juego se había encendido al rojo vivo..

  • Quiero agradecer a todos quienes, a través de vuestras cartas y comentarios, me incitáis a seguir compartiendo este maravilloso dialogo de humedades..

Es todo un placer dedicároslo.-