La mejor noche vieja

El mejor resumen el título

Yo siempre había sido un chico muy introvertido aun a mis 20 años muy al contrario que mi hermana Lidia que era muy extrovertida y parlanchina.

La noche vieja de 2015 a 2016 nos invitaron a una fiesta en la cual yo apenas conocía a nadie la gran mayoría eran amigos o conocido de Lidia.

Para aquella noche Lidia se preparó en exceso se compró un vestido asimétrico negro sin mangas y con unos finísimos tirantes, lencería fina a juego y un perfume carísimo. Lo cual a mí me dejaba un poco pensativo “Que pensaría hacer en la fiesta”.

Yo en cambio no cuide mucho los detalles desempolve un viejo traje azul y una camisa negra de cuello Mao y la colonia que tenía en el baño.

Fuimos en mi coche ya que ella todavía no tenía el carnet de conducir o era más cómodo que le llevara yo a los sitios.

En el  camino Lidia no paraba de contarme lo que iba y no iba ha hacer en la fiesta “Vamos que estaba deseando llegar y pasárselo en grande”.

Llegamos algo tarde en El local era enorme y en la fiesta habían tirado la casa por la ventana dado todo el despliegue, 2 Dj, media centena de camareros etc., y estaba lleno de gente el alcohol corría como una mecha prendida en gasolina y la gente bailaba como loca.

Yo que siempre había sido un poco pato ni se me ocurría intentarlo, así que me quede en un rincón con mi bebida intentando disfrutar de la fiesta a mi manera.

Allí en mi rincón me fije en que muy al contrario que yo Lidia bailaba muy bien con un chico. Era muy sensual a la hora de bailar, lo hacía tan cerca que tal parecía estar follado con aquel chico. En un par de ocasiones de dirigió la mirada sonriéndome algo que por un breve periodo de tiempo me puso un poco caliente y me dio un vuelco el corazón.

Me sentí un poco incomodo e intenté apartar la mirada observando otras cosas. De pronto alguien me cogió la mano tirando de mí. Se trataba de Lidia que mientras tiraba de mi me decía:

-          Baila conmigo.

Yo desanimado y apático espete un:

-          ¡No!

A base de tirar de mi consiguió arrástrame a la pista de baile y se aferró a mi como una lapa. Comenzamos a bailar muy efusivamente al ritmo de la música y pronto comenzó a divertirme algo que nunca me había atraído.

En la efusión del baile nuestros cuerpos se juntaban y separaban, dándome una sensación de euforia que pocas veces había conocido.

Aquel perfume que llevaba anunciaba sus idas y venidas, que descolocaban mis sentidos.

No pude evitar fijarme en aquel escote que discurría entre aquellas dos firmes montañas que eran sus tetas

-          ¡Joder! – grite al excitarme.

-          ¿Qué te pasa?  -- pregunto extrañada.

Quise salir de la zona de baile, pero ella no me dejaba irme.

-          ¿Qué pasas?

-          ¡No, No Nada! ¡Déjame!

Al final conseguí zafarme de ella y recluiré en junto a la barra. Lidia que venía detrás de mí y me pregunto otra vez:

-          ¿Qué te pasa?

Me volvió a traicionar mi mirada echándole un breve vistazo al canalillo y la dije:

-          ¡Ve tu sola por favor!

Al cabo de un rato conseguí tranquilizarme mientras me tomaba una cerveza junto a la barra.


Cuando finalizo la fiesta me quede junto al coche esperando a Lidia, Que no tardó en aparecer. Ambos subimos al coche e iniciamos el viaje de vuelta, estuvimos una buena parte del viaje en silencio.

Cuando nos habíamos alejado unos cuantos kilómetros, pasando por una carretera que estaba completamente a oscuras. Se rompió el silencio incomodo que nos había acompañado hasta allí.

-          ¿Se puede saber que te ha pasado?

-          No me apetece hablar de ello.

-          Si no sé qué es lo que te ha molestado no puedo…

-          No, No es culpa tuya. -- La interrumpí.

-          ¿Entonces?

Con un poco de miedo por lo que pudiera pensar de mí y algo avergonzado de mis sentimientos le dije:

-          Perdóname por lo que te voy a decir…

-          ¡Este perdonado, no tienes nada que temer!

Dijo Lidia sin dejarme terminar.

-          Cuando bailábamos, mientras nuestros cuerpos se restregaban el uno contra el otro me he puesto muy cachondo.

Se creó un largo momento de silencio.  Me miro sorprendida y yo me quede pensando que no podía haber metido más la pata.

-          ¿Eso era todo?

“¿Cómo?” me pregunte a mí mismo, Después de lo que me había preguntado.

-          Piensas que las chicas no nos ponemos calientes.

No podía creer lo que había oído, sorprendido gire la vista un instante lo justo para poder ver como su pecho se agitaba frenéticamente debido a una respiración excitada. Por un momento en mi mente se dibujó la imagen de lo que aquel vestido ocultaba.

El ruido de un pitido me devolvió a la realidad, me había cambiado de carril y otro vehículo venía de frente. Reaccione dando un volantazo que nos sacó de la carretera pudiendo evitar el accidente por los pelos.

El coche bajo por un terraplén desenfrenadamente donde pude evitar hasta en dos ocasiones colisionar con unos árboles. Finalmente conseguí pararlo en una llanura a varios metros de la calzada.

Lidia se llevó las manos al pecho y de su boca salió a medias un suspiro de alivio y una carcajada.

-          ¡Joder! Entre lo cachonda que estoy y el susto que me he llevado, Me va a explotar la patata.

Ambos arrancamos a reírnos a carcajadas de la suerte que habíamos tenido no nos lo podíamos creer. Dejé de reírme cuando la oí comentar.

-          ¡No deberías mirarme las tetas mientras conduces!

-          ¿Cómo?

-          ¿Crees que no me he dado cuenta?

-          ¡¡No, No sé de qué me hablas!! – Respondí asustado al verme sorprendido.

Soltó ambos cinturones de seguridad y se sentó sobre mis piernas mirándome fijamente.

-          ¿Y sí? – Pregunto dubitativa.

-          ¿y sí?, ¿qué? – respondí asustado.

-          Si te las enseño ¿Crees que llegaremos a casa vivos?

Ahora sí que estaba completamente descolocado ante aquel interrogante. Era ella Lidia Mi hermana y me estaba brindando la ocasión de verle las tetas que tantas veces me había imaginado y de las que ahora no podía aparta la vista.

-          No me puedo creer lo que me estas proponiendo.

-          ¿Por qué? No son más que un par de tetas.

-          Para ti ¿tal vez?

Lidia sujeto su vestido a la altura de las asilas con ambas manos y mirándome fijamente me pregunto.

-          ¿Quieres que te las enseñe?

-          No te hagas más de hagas haz el favor.

Lidia se bajó el vestido dejando a la vista dos preciosas tetas, la cosa no se quedó ahí ya que continúo bajando hasta quedarse completamente en bragas. Luego recostó el asiento y coloco las manos detrás de la cabeza.

-          Bien, ya estas satisfecho.

La erección bajo mis pantalones apenas me dejaba pensar o eso creía yo. No podía dejar de mirarla tenía uno de los desnudos más bonito que había visto en mi vida.

-          Tácamelas no te cortes, llegados a este punto que más da.

-          ¿Me lo dices En serio?

-          No seas tonto, Tócame.

Plante ambas manos sobre sus tetas y las exprimí con cariño y luego le bese las dos. La sonrisa de Lidia invitaba a seguir. Le baje las bonitas bragas negras, entonces contemple el más apetitoso chichito que había visto nunca.

-          Ya que me quitas las bragas, porque no me lo comes un poquito

-          ¿Estas seguras?

-          Venga, cómeme el chochito.

Coloque el asiento en una posición cómoda echándolo hacia atrás y reclinándolo y mi cabeza acabo entre sus muslos y mi lengua recorrió todo su clítoris. A la vez que sus manos me agarraban de los pelos evitando que separara de allí.

-          ¡Métemela ya! –  Suplico impaciente.

-          Prepárate …

Me saque mi bergote empalmado y se lo clave entre las piernas en su húmedo y cálido coño. Contoneando mis caderas poco a poco aumentando cada vez mas la cadencia mientras ella gritaba.

-          No Pares.

Comencé a ganas de eyacular y sabia que no me podía correr allí dentro a si que se la saqué y comencé a agitarla a lo que ella me dijo:

-          Córrete sobre mi cara

La acerque a su rostro y descargue gran un gran chorro de semen sobre su cara.

Yo me senté sobre mi asiento contemplando como lidia se relamía y se tocaba entre las piernas.

Anuqué me costo conseguí llevar el coche hasta la calzada y pudimos llegar a casa sin más sobresaltos.