La mejor noche de sexo con mi ex

Es la persona más sexual que he conocido y aquella noche hicimos de todo con mis padres en la habitación de al lado

Ante todo me presento. Soy una persona muy abierta, y activa, sexualmente. Soy moreno, tirando a delgado, alto. Digamos que atractivo, no me considero especialmente guapo, pero sí que soy de los que llaman la atención. En lo que se refiere a mi pene, la verdad es que estoy bastante orgulloso de él, de 19 centímetros (sí me la he medido). No es algo de lo que presuma, porque lo que realmente vale es saberla usar, y eso depende de las mujeres, si haces lo que ellas quieren entonces sí saben usarla. Mis primeras experiencias siempre fue con mujeres mayores que yo y nada reseñables. Sin embargo, con mi primera novia descubrí lo que es el sexo de verdad.

Ella fue la mujer más sexual y más pasional que he conocido en mi vida. Era más bajita que yo, carita guapa, un culo respingón y un chochito que, en principio tenía el vello normal en esa edad (18), y que luego, a petición mía, dejó en un mero hilo de vello que anunciaba su rajita. La conocí con 18 años, y al principio los polvos que echábamos eran demasiado románticos y no disfrutábamos al máximo de nuestros cuerpos. Más por su culpa que por la mía, porque yo siempre tenía, y tengo, ganas de follar y de mil maneras diferentes. A medida que pasaron los meses fuimos dando más rienda suelta a nuestra vida sexual, comenzaron las madamas, las comidas de coño, las diferentes posturas a la hora del coito. Hubo un día que lo empleamos para hacer todas las posturas del KamaSutra. Durante ese día, la casa olía a sexo. No nos duchamos, sólo comíamos y follábamos. Lo único que no conseguí con ella fue el sexo anal. Lo intenté varias veces, y ella llegó a acceder, pero al introducirle dos dedos dijo que la dolía y que prefería dejarlo. Sin embargo, con ella tuve una de las mejores experiencias sexuales de mi vida. La contaré desde el principio sin ánimo de ser pesado.

Ella, cuyo nombre era Ana, vino a verme en verano a la ciudad donde yo veraneaba con mis padres. Allí pasamos días fantásticos, salíamos a comer, a la playa, de fiesta. Dormíamos en habitaciones separadas, pero, el último día, nos dejaron dormir juntos. Salimos de fiesta con mis amigos. Bebimos, bailamos y comenzamos a juguetear y a hablar de lo que podíamos hacer al llegar a casa. En un momento de la noche me dijo "Quiero llegar a casa y follar contigo de forma salvaje". Podéis imaginaros lo caliente que me puso esa frase. Los 15 minutos que tardamos en llegar a casa no hacía otra cosa que imaginarme cómo iba a ser. Sin embargo, no me imaginé que fuera tan increíble.

Esa noche, Ana estaba espectacular. Llevaba un vestido corto negro, el pelo rizado y los labios pintados de rosa. Entramos en casa, sin hacer ruido, llegamos a mi habitación, que estaba en el otro extremo que la de mis padres, por eso, allí ya no nos importaba hacer ruido. Comenzamos a besarnos como si fuera la última vez, su lengua y mi lengua compartían nuestra saliva. Comencé a desabrochar la cremallera de su vestido, ella a mí me desabrochaba los botones de la camisa. La agarré de las nalgas con fuerza y, tras deshacerme de su vestido, de un salto la cogí en brazos. Yo estaba sólo con un pantalón y ella en sujetador y tanga, un tanga violeta que yo la regalé. La apoyé contra la pared y empecé a chuparle las tetas por encima del sujetador, llevando mi lengua de vez en cuando hacia sus pezones. La tiré en la cama, me puse encima de ella y comencé a acariciarle su precioso coño por encima del tanga. Ella me fue desabrochando el cinturón y quitándome el pantalón hasta dejarme en calzoncillos. Yo la quité el sujetador, la empecé a chupar las tetas, le pegaba pequeños mordiscos en los pezones, ella jadeaba sin parar. Fui bajando con mi lengua y mis labios por todo su cuerpo, lamí su coño por encima del tanga y se lo fui bajando lentamente. Después, bajé más abajo, hasta los pies y se los estuve chupando durante unos minutos mientras le acariciaba el clítoris con el dedo angular. Ella gemía, porque los pies eran su debilidad, y la mía. Después subí y volví a comerle su depiladito coño. Subía y bajaba por su raja, haciendo especial hincapié en su clítoris. Ella gemía y gemía mientras me acariciaba el pelo y me indicaba lo que quería. Hasta que me pidió que parara porque no quería correrse tan pronto.

Después de eso, volvía a besarla y me dijo al oído "ahora te toca disfrutar a ti". Comenzó a besarme por el cuello, la oreja (me apasiona que me chupen la oreja), el pecho, el vientre hasta que llegó hasta mi paquete. Lo tocaba y lo lamía por encima del calzoncillo. Poco a poco, fue quitándomelos dejando ver mi pene totalmente erecto, goteando líquido preseminal. Primero lo acarició mientras me besaba la bolsa escrotal, después fue besando el tronco de mi polla hasta llegar a mi glande, le dio dos besos y se la metió en la boca. Yo la acariciaba el pelo mientras ella me hacía una gran mamada. Lo chupaba como un polo, un pirulo de carne. Estuvo así unos minutos, dio dos lenguetazos más y me dijo "fóllame".

Se me puso encima se metió mi polla en su vagina y comenzó a cabalgarme con rapidez. Gemía, yo jadeaba. Se escuchaba como chocaban mis huevos contra sus nalgas. La noté cansada así que la puse en la cama, boca abajo, me tumbé encima de ella y comencé a embestirla. Ella acallaba sus gritos contra la almohada. Los muelles de la cama comenzaban a chirriar en exceso. Ella volteó la cabeza y me decía "más rápido, por favor, más rápido". Yo la montaba cada vez más rápido mientras ella comenzaba a gritar. En ese momento no me preocupaba pero los ruidos que estábamos haciendo se escucharan en la habitación de mis padres. Sin decirla nada me puse boca arriba y me la puse encima de espaldas a mi, levantando un poco sus piernas y penetrándola como una puta, mi puta, como si se tratase de una actriz porno. Mientras la embestía la tocaba el clítoris mientras ella comenzaba a dar gritos y más gritos de placer. Su vagina empezó a tener contracciones y sus gritos se entrecortaban, así que noté que se estaba corriendo. Yo también me iba a correr así que se la saqué, la tiré en la cama y me puse en cima de ella para correrme sobre sus pechos. Ella se los agarraba y me tocaba los huevos para facilitar mi corrida, también sacaba la lengua, pero no hacía falta que hiciera eso para que yo me corriera. No tardé, tan sólo segundos, en correrme. De mi polla salió una cantidad enorme de leche sobre sus pechos. Las últimas gotas, me las limpió ella con su boca. Después de eso, me caí redondo sobre la cama. Tardó en bajarme la erección tras ese polvo, tenía la boca seca y el corazón a cien. Tras unos minutos la dije "me has dejado seco nena". Y ella me dijo "te has corrido como un toro... y yo como una vaca".

Me gustaría hablar más sobre esta chica, y desde luego que lo haré, en los siguientes relatos.