La mejor forma de celebrar un aniversario
Esa mañana celebramos el aniversario de un amigo. Por la tarde, lo volvimos a celebrar en su honor.
Hola, lectores de Todorelatos. Hacía tiempo que no subía nada
Esta historia ocurrió el sábado 27 de enero. El día 26 había sido el cumpleaños de un amigo de clase, por lo que lo celebramos al día siguiente por la mañana. En esa fiesta, bebimos, fumamos, bailamos, escuchamos música... Hicimos de todo, vaya. Allí, mi amigo Sergio me dijo que si por la tarde estaba disponible para quedar. Yo le contesté que sí y me invitó a su casa, pues sus padres habían marchado a la torre donde veranean, igual que cada fin de semana. Yo rápidamente contesté afirmativamente.
Sergio es un chico más bajo que yo, pero no demasiado, por lo que no es algo que me importe mucho. Es bastante agraciado de cara y tiene unos ojos increíbles. De cuerpo no está nada mal, hace ejercicio bastante a diario. Desde que comencé bachillerato en su misma clase, que me agradó.
Después de la fiesta fui a casa para ducharme y arreglarme. Mis padres no estaban en casa, habían salido a comprar a unos grandes almacenes. Eso fue un alivio para mí, ya que mi aspecto por culpa de haber fumado y bebido, no sería muy agradable para sus vistas. Tras la ducha y despejarme, me vestí de lo mejor que disponía en el armario, me peiné, me puse desodorante y colonia y marché de allí. Aunque antes no me gustaba arreglarme mucho, ese día era distinto. No era la misma persona... por el exterior, al menos.
Llegué a casa del chico media hora antes de lo previsto. Estaba nervioso. Incluso me sudaban las manos. Llamé al timbre y desee que Sergio estuviera ya listo. Y así fue. Me dejó entrar y al verle, me dio un vuelco el corazón. Estaba en pantalones cortos y sin camiseta.
-¿Por qué te has arreglado tanto? -Me preguntó, entre risas.
-Es que... Antes de venir aquí fui a ver a mi tía, que ha tenido un bebé... -Improvisé. Me daba vergüenza admitir que quería ponerme guapo para gustarle. Yo sabía que Sergio era gay, ya que me enteré por casualidad. Él también sabía lo mismo de mí, porque se me "escapó" hablando con él de sexo.
Entré en la casa y me quedé flipando. Ya entendía por qué iba así vestido. Estaba la calefacción a tope.
-Creo que la calefacción está estropeada. -Pienso. -Porque desprendo más calor yo que el cacharro. Y es que estaba más cachondo que un chaval ante su primer polvo. Ver a Sergio en pantalones cortos, sin camiseta... Probablemente con la polla y los huevos balanceando entre el pantalón... Bufff... me ponía a 100.
-¿quieres tomar algo? -Me dice Sergio. -Y si quieres, puedes ponerte cómodo. Mi hermana y su novio Alex no vienen hoy.
-Ah, vale. -Contesto. Me quito todo lo que me hacía sentir incómodo, excepto el bóxer y los tejanos. Le sigo hasta el comedor, donde nos sentamos en el sofá. Me puse cerca de él, a modo que nuestras piernas se rozaran, aumentando mi excitación.
Estábamos en el sofá, callados e incómodos por el hielo que había en el ambiente. Sergio puso la tele y nos pusimos a ver una serie que daban en ese momento.
-Eh tío, que tostón. ¿Jugamos al pro6? -Le comento y aprovecho para mirarlo de arriba abajo, mientras pone la consola y el juego.
Tras unos cuantos partidos al pro (donde perdía, ganaba, volvía a ganar y otra vez ganaba), me aburro y le comento que estaba rallado.
-Sí, yo también. ¿Vamos al PC?
Asiento con la cabeza y los dos vamos al ordenador. Veo que solo tiene una silla.
-Ah, que puta eres. ¿Y donde me siento yo?
-Pues en la cama, zorra.
Eso último me había calentado de mala manera. Me senté en la cama y él se puso en la silla del ordenador. Se metió en MSN y algunas páginas. En un momento que daba en Favoritos para entrar rápidamente en una Web que tenía, le dije que se parara y comencé a mirar lo que había en esa carpeta. Había una sobre porno.
-¿Por qué no nos hacemos pajas tío? Es que llevo días sin hacerme ninguna y me duelen hasta los huevos. -Río. -Si quieres te la puedo chupar y te alivio también a ti. -Río de nuevo. -Es broma tío, es broma.
Sergio hacía una cara rara. Quizá se había mosqueado por lo que le había dicho. Aunque lo dudaba... Es gay, ¿no? Eso le debe haber puesto algo cachondo... O eso espero.
Sergio se pone en la página y aparece, antes que nada, la sección gay. Ambos estamos callados, pero yo escucho algo. Mi corazón palpita: quizá hoy mojaba con uno de mis mejores amigos y que está tremendo. Aunque para palpitaciones, la que tenía mi polla. Me dolía incluso los pantalones, de lo que apretaban, por lo que me quité el cinturón y me bajé los tejanos.
Tras un rato de mirar diferentes fotos, en las que un hombre con más músculos que polla se la metía a otro, y videos cortos mi excitación era total. Noto como si me fuera a correr, estoy en el placer máximo, así que dejo de tocarme. Tras un rato, me levanto y me pongo al lado de Sergio, con la excusa de ver más.
-¿Somos tontos o qué? -Pienso. -Viendo fotos y videos gays. Somos dos tíos. ¡Y no follamos!
Pero seguramente, a Sergio le pasaba lo mismo que a mí: le daba vergüenza pedirlo, por lo que no lo hice. No pedí que folláramos. Directamente, llevé mi mano a su entrepierna y comencé a pajearle yo.
-Te debe doler la mano. Llevas un rato haciéndote pajas y aún no te has corrido. -Sonrío, aunque sin mirarle, por la timidez. Miraba la polla. Era bastante grande, tanto que no sabía si me cabría en la boca. ¿Y si le daba con los dientes? Eso sería peor.
Sergio me coge la mano y dice que pare, que se está a punto de correr. Entonces me pone delante de él y me hace inclinarme en el escritorio. Pensaba que me iba a bajar el bóxer y me la iba a meter, pero lo que hizo fue tocarme los huevos y pajearme desde atrás, con el bóxer puesto.
Lo hacía bastante bien, y a los dos minutos estaba próximo a correrme, por lo que dije que parara, que no aguantaría a ese ritmo.
-¿Y qué más da?
-Pues que no quiero volver a casa con el bóxer lleno de semen, joder. -Contesto.
Ya no podía más, necesitaba polla. Era como estar sin beber. Me moría. Lo retiré un poco de mí, ya que el escritorio estaba cercano a la cama y entre los dos muebles solo cabía la silla donde estaba Sergio y yo (estrechamente), para poder agacharme.
Le quité totalmente los calzoncillos y le liberé de toda pena. Tras unos segundos de pajearle, me la acerqué a la boca. Respiré con fuerza. Olía mucho a hombre, cosa que me excitó aún más. Me la metí en la boca, dudando un poco. Pero no le di con los dientes. Comencé a chupar golosamente el capullo.
Luego me la saqué y chupaba el tronco, pasando toda la lengua. Repetía eso todo el rato, sin parar. Luego fui a los huevos, pero me era difícil por la postura, así que me levanté.
-¿Vamos al sofá, mejor?
Los dos nos fuimos hacia el comedor y allí nos pusimos a continuar. Volví a chuparle la polla como antes, para luego ponerme con los huevos un rato largo. Me saqué varios pelos de la lengua y volví a chupar la polla.
Antes de poder ni reaccionar, un montón de disparos de semen dieron en mi garganta, haciendo que me atragantara y bastante de la leche que me había regalado cayera en su pecho.
Tras pedirle perdón varias veces y lamer lo que había quedado, me da un beso, para probar de su semen.
-Tío. Me la has chupado como nadie lo había hecho. ¿Y me pides perdón? Eres una puta. Ven, que te voy a dar lo que las putas merecen.
Me sienta encima y pone sus manos en mis nalgas. Me hace medio levantarme y pone su polla recta. Poco a poco, comienzo a sentarme en ese falo caliente. Doy un pequeño grito. Hacía varias semanas que mi culo no era abierto y estaba bastante cerrado. Eso era como un hierro caliente en mi cuerpo, ahora.
Tras un rato de solo jadear, sin ni siquiera movernos, por el dolor de su polla en mi culo, Sergio comienza a hacerme subir y bajar.
El culo amenazaba en explotarme de dolor. Me notaba como la primera vez que lo hacía. Tenía la sensación de partirme en dos, de tener algo ajeno en mi cuerpo (aunque realmente era eso lo que pasaba).
Noté un líquido por mi culo. ¿Se había corrido ya? Me levanto con dolor. No era semen, el líquido ese. Era sangre. Me había vuelto a sangrar el culo. Me fui hacia el baño y me limpié como pude.
Volví al comedor, allí estaba Sergio pajeándose.
-Me duele un montón el culo, tío. -Le digo, con una mano en mi nalga derecha. -creo que no voy a poder ni sentarme. Y ando como escocido.
-Si quieres lo dejamos. Te acompaño a tu casa.
-Te he dicho que me duele, no que quiero dejarlo. -Le contesto, entre risas y lágrimas. El culo me dolía y me hacía llorar, pero tenía ganas de follar. Muchas ganas.
Me puse en una de las posiciones que menos me gustaba, por lo incómodo, pero era de las que menos maltrataría mi adolorido culo, por lo que puse cojines en el suelo y me arrodillé en él, colocando las rodillas en los cojines.
Me puse en cuatro patas, dejando mi culo a su alcance. Sergio no lo dudó, se acerco y me cogió fuerte de las nalgas. Incluso me hincó las uñas un par de veces.
Me la metió con delicadeza, para no lastimarme tanto, cosa que le agradecí. Luego ya dentro, comenzó el vaivén, aumentando cada vez más la fuerza.
Tras varios minutos en esa postura, mis rodillas comenzaban a acusar la postura, incluso con los cojines puestos. Por suerte, parecía que se iba a correr pronto. Su polla palpitó aún más y parecía como hacerse más grande.
En poco rato, el mismo sentimiento de un líquido recorrer mi culo. Pero esta vez era caliente. Sergio se salió de encima y se sentó cansado en el sofá. Yo me levanté como pude y me dejé caer encima de él, colocando mi cabeza en su hombro. Le di un beso en el cuello y luego otro en la boca.
Me desperté poco después, en la cama de Sergio. Él estaba en el ordenador, hablando por MSN.
-¿Como me has traído hasta aquí?
-Soy más fuerte de lo que parezco. -Ríe y sigue en MSN. -¿a qué hora te vas? Son las 22h ya.
-¿Me estás echando? -Me levanto y me acerco a él. Me siento en su pierna izquierda y miro la pantalla.
-Pronto me iré. ¿Me acompañarás no? -Le beso al ver que dice que sí
Poco después me acompañó hasta mi casa. Allí solo estrechamos la mano, pero le susurré:
-Se tiene que repetir.
Así acabó nuestra amistad, para empezar algo más fuerte. Desde entonces no ha vuelto a pasar, porque no ha habido oportunidad. Pero tal y como le dije, se repetirá.
Por cierto, el sexo lo hicimos a pelo, sin condón, sí. Pero yo confío plenamente en él y sé que no tiene ninguna enfermedad ni nada por el estilo. Además, tanto él como yo somos higiénicos, por lo que nada puede pasarme.
Espero que les haya gustado
Salteador