La mejor etapa de mi vida 6. El colega de Fer

Fer está más salido que nunca, haciéndole a Jacobo una propuesta un tanto indecente. Por otro lado, nuestro universitario favorito vuelve a hacer de las suyas con una visita de fin de semana...

Hace un tiempo que no publico, por lo que recomiendo revisar los capítulos anteriores de la saga, pues la historia continúa justo donde termina el capítulo anterior. A disfrutarla...


El masaje de Jairo me ha dejado como nuevo. Las clases han empezado por fin, así que tengo las mañanas más ocupadas. Y menos mal, porque estar viendo mañana sí y mañana también el turgente paquete de Fer me estaba volviendo loco, y eso que no me está faltando sexo. El tipo está desayunando todos los días en pelotas y morcillón. Cada vez que puede me recuerda las dos pilladas que me ha hecho ya –la paja del día de la mudanza y la follada con Jairo–. Con todo, no sé si es cosa mía o si cada vez está más provocador… por ejemplo, anoche escuché cómo se pajeaba: se la estaba pelando tan fuerte que pensé que acabaría partiéndose el rabo en dos, y qué gemidos. Por supuesto que me pajeé a la vez, me puse de rodillas sobre la cama, con un par de dedos en el ojete, mientras me imaginaba que era a mí a quien partía por la mitad. A pesar de toda la leche que estoy exprimiendo esta semana, me empalmo como cuando tenía quince años… Me acuesto empalmado pensando en Fer, me levanto empalmado pensando en lo que veré al salir del cuarto; incluso en clase, basta con recordar el olor del paquete de Fer en aquellos calzones usados para tener que disimular el bulto del pantalón con mis colegas, aunque alguno, por supuesto, se ha dado cuenta… “hombre, hoy dale un homenaje, que parece que la tienes abandonada…”.

Los dos primeros días de clase transcurren sin más, poco trabajo al empezar. Este finde decido quedarme en Burgos, asi podré terminar de organizar el piso… y echarle un par de vistazos más a Fer. Me hago unos espaguetis y me siento en la mesa a comerlos cuando escucho la puerta de casa. Hoy Fer llega temprano.

—    Hey Jaco, ¿estás en casa? —pregunta, mientras deja sus cosas en la entrada y se acerca a la cocina.

—    Buenas tío, estoy aquí, comiendo. Me ha sobrado algo, píllalo —le digo a Fer, que me guiña un ojo y se gira, dirección al baño o a su cuarto.

—    ¿Quieres que coma de tus babas? Pero serás guarro… —grita por el pasillo— espera que me cambio y ya voy, hoy he sudado como un puto cerdo, mira que está el tiempo húmedo eh.

—    ¿Eres tonto? Que me ha sobrado de la que he preparado, ¡en la olla! Venga, cámbiate, que ya te pongo yo el plato… —me levanto para cogerle la comida y ponerle una cerveza; de paso, cojo otra para mí.

—    Ya estoy, me lavo las manos y voy.

Joder, lo ha vuelto a hacer. El tío no se ha cambiado, viene de nuevo en calzoncillos. Los de hoy son blancos, de algodón, y le marcan todo el paquete. Pero si hasta se le marca la forma del glande bajo la tela. Trae el paquete medio de lado. Se da cuenta de que me he quedado embobado mirando para su rabo y se lo recoloca bien hacia abajo, lo que hace que todo se abulte todavía más. Se queda con una mano sobando el monstruo mientras se acerca y se pone a mi lado, con el rabo rozándome las piernas.

—    Venga, tócalo.

Pero qué cojones…

—    Tócalo… te quedas siempre embobado mirando para él. Tócalo y ya.

—    Venga Fer… te miro porque estás cañón y andas todo el día en bolas, pero…

—    No estoy cabreado, tócalo —me coge de la mano y la pone sobre su paquete, instintivamente empiezo a sobarlo… me llena toda la mano, buff que grande y que caliente, con las yemas de los dedos rozo sus pelotas, que se notan duras y grandes; se está empezando a empalmar, noto su glande más hinchado y caliente y una ligera humedad, debe ser precum… noto cómo me suben los colores y aparto la mano.

—    Ehh te ha gustado, ¿ah? —dice, dándome un golpecito rápido en el rabo, ya duro, y girándose para sentarse a comer— no te rayes tío, en estos días ya te habrás dado cuenta de que soy un cachondo… y a ver, te pille pajeándote y follando… Y además me mola el cachondeo entre colegas, pero si te molesta, seré más discreto…

—    Uhmm no sé qué pensar. A ver, me mola verte en bolas y, la verdad, me pones cachondo — qué más dará lo que diga, si está claro que me ha calado… — pero no sé — el tío es hetero, ¿no? Nunca follaremos… ¿y si me pillo con tanta tontería?

—    Mira, vamos viendo… por lo pronto, me voy a poner algo de ropa —dice mientras comienza a incorporarse.

—    De eso nada, imbécil. Ahora que me has calentado déjame disfrutar de ese cuerpazo de fontanero sudado —le digo con una sonrisa, quitándole hierro al asunto y apostando a seguir pasándolo bien…— cómete los espaguetis, que se te van a enfriar… —digo, sentándome de nuevo en la mesa a comer.

No hablamos más de lo ocurrido y enseguida se relaja el ambiente mientras me cuenta cómo le ha ido la jornada. Resulta que se ha pasado la mañana haciendo la instalación de una casa y una cocina nuevas en una vivienda que están reformando y claro, con la humedad, ha estado sudando como un poseso. Mientras charlamos me llevo la mano con disimulo varias veces a la cara, su paquete me ha dejado cierto olor en la mano, no es desagradable y me pongo morcillón cada vez que lo inhalo. Mientras recogemos la cocina me comenta que la noche del sábado recibirá a un colega en su casa.

—    El chaval se llama Álex, parece un macarrilla, pero es buen tío, nos conocimos hace tiempo ya. ¿Este finde te ibas a casa o te quedabas?

—    Este me quedo tío, pero no molestaré no te preocupes.

—    Jaco, que tu no molestas. Por la tarde le enseñaré la ciudad, pero cenaremos por la noche en casa. ¿Cenas con nosotros, o tienes planes?

—    Pues en realidad no tenía pensado hacer nada este sábado, casi todos se van a casa los primeros findes y los que quedamos saldremos mañana…

—    Pues decidido, si quieres claro. Sábado a la mañana me dices porque compraré la comida o pediré algo, ¿va?

—    Va, cuenta con que sí en principio.

Se pone a guardar los platos en las alacenas nada más terminar la conversación, presumiendo además de un culazo de muerte. Me quedo embobado de nuevo mirando para ese cuerpo y decido irme a mear antes de que se me ponga tiesa una vez más. Después de la meada me dirijo a mi cuarto. Normalmente habría ido a hacer ejercicio, pero decido quedarme tirado en cama, no vaya a joderme las piernas de nuevo. Chateo con mi hermano mientras Fernando pasa a su cuarto, supongo que a vestirse para volver a la faena a la tarde. De reojo, vuelvo a ver su paquete y recuerdo inevitablemente la sobada que le metí antes, llevándome de nuevo la mano a la cara, aunque ya no huele a nada. Al final me vuelvo a poner tieso como un caballo y decido girarme sobre la cama para disimular.

—    Bueno Jaco, me voy a terminar el curro, ahora solo quedan los remates, para que les quede bonito. ¡A la noche nos tomamos unas cervezas si estás en casa! —grita por el pasillo, siempre marcha con prisas.

En cuanto se va me pongo de pie y me desnudo, mi polla sale disparada y rebota contra mi abdomen. Estoy chorreando, no se me ha bajado desde que recordé la sobada. Me empiezo a pajear como un salvaje recreándome en la situación, con la otra mano me acaricio los pezones y los pellizco, bajando luego por el abdomen y la ingle, acariciando el perineo y tirando de las pelotas. Al tirar de ellas tenso la piel del rabo, dejando el glande descubierto todo el tiempo. Mi mano se desliza sobre mi capullo, impregnado en pre, torturándolo. Se infla y se pone más sensible, cuando me doy cuenta me escucho gimiendo como si estuviera en celo y echando chorros de leche que me llegan hasta la barbilla. Escurro toda mi lefa y relamo lo que alcanza mi lengua… de nuevo me voy a la ducha.

Pasando la excitación acumulada de la comida empiezo a darle vueltas a lo que ha ocurrido. Me siento bastante avergonzando y, en frío, es una situación rara de cojones. Hace una semana no conocía de nada a este tío, es hetero (creo), le gusta el cachondeo entre colegas (y qué cojones es eso) y se ha puesto morcillón mientras lo sobaba (aunque supongo que si una tía se pone a sobarme así, también yo me pondría duro…). Bueno, como poco me tiene cachondo perdido todo el día, y eso siempre es bueno…


Ya es la tarde del sábado. No sé si me alegro o no de que no volviera a pasar nada tan morboso como lo de la comida del jueves. Fer no parece estar molesto por nada, así que no debió mandarme que lo sobase para avergonzarme. Sigue dejándose ver con poca ropa por casa y comportándose conmigo como si fuera mi hermano mayor. Ayer llevaba otros boxer blancos aún más ajustados, buff. Me empiezo a sentir mal porque no deja de invitarme a cosas, no quiere que reponga comida ni cervezas ni nada de lo que compartimos por casualidad. Supongo que tendré que invitarle a comer varias veces para compensar.

Hoy viene su colega, ese tal Álex el macarrilla. Resulta que se conocieron en Madrid hace años y procuran verse varias veces al año, aunque no viven en la misma ciudad. Supongo que eso indica que realmente son buenos colegas. Le pregunté si pasaría la noche en casa, pero me dijo que se pilló un hotel cerca cuando le dijo que en el piso no sobraban habitaciones. Me pregunto si será uno de esos colegas con los que se cachondeaba. Al final tuvo el día desocupado así que se puso a preparar una cena, creo que metió alguna carne en el horno y está friendo patatas mientras yo juego a la consola. El chaval llega en media hora, así que me levanto para poner la mesa del salón… para un día que tenemos invitado tendremos que usarla. Fer lleva toda la tarde con ropa puesta, me alegra que no vaya despelotado, a lo mejor hacían nudismo ese Álex y él y ya me estaba preocupando de tener que ver dos tíos en pelota picada cenando uno a cada lado de mi… bueno, que se me va la cabeza.

—    Oye Fer, creo que la casera tiene algunas copas por aquí guardadas, vamos a tomar ese vino que trajiste del súper, ¿no?

—    Sí tío, pero oye, que unos vasos valen bien.

—    No seas soso, que tu amigo será un macarrilla, pero digo yo que la mesa habrá que ponerla bien…

—    Jaja, no le digas eso a la cara… no vaya a ser… —dice con tono jocoso.

—    No quería, espero que tampoco le cuentes las pilladas que me has hecho, capullo, que con tal de dejarme en ridículo te veo venir… —le digo, medio advertencia medio broma.

—    No, pero le puedo contar lo otro, si prefieres… —dice, asomándose al salón sobádose el paquete sobre el pantalón.

—    ¡No seas gilipollas! —le grito, lanzándome a darle una colleja.

—    Que es coña —dice, mientas me esquiva— que es coña, enano. Además, a donde vas tú, que te saco medio cuerpo —dice, presumiendo de brazo— voy a seguir en la cocina, no se me quemen las patatas.

—    Venga, ve —digo justo al mismo tiempo que suena el timbre del portal— mira, debe ser tu colega, ¿no?

—    ¿Uhmm? —dice, asomándose a mirar la pantalla del telefonillo— sí, ábrele tú porfa.

Le abro el portal y abro la puerta del piso, donde lo espero apoyado en el marco. Cuando sale del ascensor veo a un tío guapete, con el pelo más bien corto y, efectivamente, con pintas de cani : pendientes, un collar un poco exagerado, una camiseta de tirantes y aún bueno que le dio por traer unos vaqueros, porque con esas pintas me esperaría un chándal. Trae un par de botellas de algo en una bolsa.

—    Buenas, yo soy Jacobo, encantado —digo, dándole la mano y apartándome para dejarle entrar.

—    Hey buenas chaval, qué joven, ¿no? —comenta mientras se queda en el pasillo esperando a que le diga hacia dónde dirigirse.

—    Bueno, tengo 19. Deja, que te cojo eso. Vamos a la cocina, Fer está terminando con la cena.

Dejo las cosas sobre la barra de la cocina y me aparto para dejarles hablar, hace tiempo que no se ven.

—    ¡Qué pasa macho! —dice Álex, dándole un abrazo a Fernando— oye, que estás más fuerte que la última vez, cabrón.

—    Bue, mira quien habla —Fer tiene razón, este tío también está en forma— ya conociste a Jacobo. Estudia física, ¡un coquito!

—    Seguro que sí, aunque debes tener cuidado con este elemento, o te descarrilará, solo quiere fiesta —dice, girado hacia mi— bueno tío, cuéntame, ¿cómo va esto con el nuevo negocio…

Me voy al salón para dejar que se pongan algo al día antes de sentarnos a cenar. La comida ya está casi terminada, así que termino de poner la mesa y dejar a mano las bebidas, recojo la consola y apago la tele y llevo el móvil a cargar al cuarto. Fer y Álex parecen contentos de volver a verse. Vaya, en el móvil tengo una foto de Mateo con el culo abierto… joooder cómo está el cabronazo. Se ve que lo dejé con ganas de más después de lo de las duchas. Si es que siempre lo digo, este va de machito, pero luego quiere marcha… Escucho que vienen hacia el salón, guardo el teléfono y voy a coger lo que falta a la cocina. La cena ya está lista y vamos a sentarnos a comer.

—    Pues como te decía, mi hermana está que no sabe que hacer con su novio —dice Álex, continuando con la charla que mantenía con Fer en la cocina— parece ser que el tipo es un poco raro. Son ya mayores y llevan saliendo dos años, pero cada vez que hablan de vivir juntos o intentan pasar algunos días seguidos en la misma casa, pues termina escapando casi sin avisar de que se va…

—    ¿Pero lleva ropa y cosas cuando intentan hacerlo? —pregunta Fer.

—    Pues parece que lo justo para unos cuantos días, “que para eso está la lavadora”, dice. A ver, a mí no tienes que convencerme de nada, yo creo que eso no va a ningún sitio, lo creo desde hace meses…

—    Bueno, siempre puedes decirle a tu hermana que venga a pasar una semana con nosotros, para cambiar de aire —digo, metiendo baza con una chorrada para no estar callado todo el rato—.

—    Sí hombre, que deje al mongol para juntarse con este elemento —dice, señalando a Fer, que pone cara de no saber de qué va la cosa— aún no sabes con quién vives, espérate a la primera noche que traiga a una chavala a casa…

—    Ah, ¿sí? Tendré que comprar unos tapones para los oídos —digo, haciéndome el loco con el tema de Leticia—.

—    Quieres decir que ya fuiste a por ellos, entonces —dice Fer, escapando a la cocina en ese momento—

—    Ahhhh, que poco ha tardado de esta…

Enseguida nos ponemos con la comida, a Fer resulta que se le da bien también. Este chico sirve para todo… la charla continuó amena. No hablamos de novias, sexo ni nada, pero sospecho que Álex es gay por algunos comentarios que está realizando. Resulta que le mola el deporte y salir a correr. La verdad es que se le nota en las piernas y en ese culazo. Me fijé en él cuando se levantó para ir al baño. También parece que gasta un buen paquete y la verdad es que esas pintas de macarrilla le dan un punto… Aunque por la conversación diría que de macarra tiene poco más que las pintas.

Ya estamos con el postre cuando vuelve a sonar el teléfono de Fer por tercera vez, lo ignoró las dos primeras veces porque era un número desconocido, pero el mismo número está llamando por tercera vez, así que se levanta para responder. Cuando vuelve, dice que es un cliente que tiene una avería gorda en casa, un desastre en la cocina y que tuvo que cortar el agua de la casa porque salía a chorro. Álex y yo ya dedujimos que sería algo por el estilo por lo que nos llegaba de la conversación.

—    Lo siento chicos, intentaré volver lo antes posible, pero cuarenta minutos no me los quita nadie, entre ir y volver… —dice, mientras va y viene cogiendo sus cosas y cambiándose de ropa.

—    Bueno tío —dice Álex— me voy a marchar entonces.

—    No tío, quédate a terminar el postre y le tomamos algo si quieres, a lo mejor hacemos tiempo y vuelve Fer —digo con sinceridad, me lo estaba pasando bien con él. Fer me mira como preguntando si de verdad no me importa y le hago un gesto de que me da igual.

—    Va Álex, quédate a tomar una copa con el chaval, que esta semana no salió de fiesta, ¡quien diría que es un universitario de 19 años! —dice, guiñándome un ojo— procuraré volver lo antes posible, solo voy a hacer no salga agua a chorro en la cocina para que puedan tener corriente en el baño, mañana ya lo arreglaré.

—    Bueno, pues me quedo entonces, pero voy a echar una meada antes de esas copas.

Fer sale por la puerta y Álex se va al baño. Mi teléfono vuelve a petardear. Es Mateo de nuevo… joerr más fotos, ¿qué habrá visto hoy para estar tan salido? Uhmm me sobo el paquete sin pensarlo mientras las voy pasando. Empalmado agarrándose las pelotas, con el culo abierto, con el culo abierto y el rabo asomando, con dos dedos dentro…. Bufff la paja que se está marcando este cabrón.

—    Uhm, tiene buena pinta eh.

Joder, otra pillada, es que soy tonto.

—    Hostia, perdona tío, ehhh, espera, que voy a por las copas —digo, levantándome con torpeza para disimular el empalme y yendo a la cocina para esconder los colores.

—    Vale, vale, pero no te rayes, que todos tenemos de esas en el móvil…

Vuelvo pasados unos pocos minutos con las copas y el hielo. Las botellas están guardadas en un mueble en el salón. El tío se ríe cuando me ve y sigue charlando de sus cosas para quitarle hierro al asunto. Por supuesto, le sigo la conversación, quiero olvidarme de eso. Nos sentamos en el sofá y ponemos una peli de fondo mientras tomamos las dos primeras copas, que liquidamos en nada. Yo porque quiero no tener más vergüenza después de la cagada y él supongo que por seguirme el ritmo. Hablamos un poco más de nuestra vida y el alcohol enseguida empieza a hacer efecto, nos las hemos bebido muy rápido.

—    Bueno, y esas fotos, ¿son de tu novio? Lo debes tener poco atendido si está tan puesto ahora mismo…

—    Ehh que va, no tengo novio, es de un colega con el que me acuesto de vez en cuando.

—    Ah vaya, así que soltero. Pues casi mejor. Peor bueno, por lo que vi, debe jugar al fútbol o así, ¿no? Tiene buenas piernas.

—    Sí tío, somos del equipo de fútbol de la universidad, está fuertecillo.

—    Seguro que no tanto como yo, mira.

Entonces Álex se levanta y empieza a quitarse la ropa. Se queda solo con unos slips blancos ajustados que no sé como son capaces de cubrir ese paquete, tiene un rabo bastante gordo y unos huevos bien redondos. Efectivamente, el tío está mazado, y qué piernas y qué culo.

—    Bueno, qué dices, ¿eh? —dice, acercándose mucho a mí, quedando de pie, entre mis piernas— ¿tengo buen cuerpo o no?

No sé qué decirle, pero pongo las manos sobre sus muslos, los tiene tensos. Son grandes y fuertes, noto cómo se eriza su piel al contacto con mis manos frías por sostener la copa helada. Noto cómo su polla empieza a abultar más bajo su slip. No me lo puedo creer, está pasando de nuevo, aunque supongo que este tío será un activazo. Es imposible esconder mi empalme, que Álex empieza a toquetear con su rodilla. Empiezo a bajarle los slips y me para en seco con sus manos, me dice que no con la cabeza y me empuja hacia atrás en el sofá, se sienta sobre mí y empieza a zorrearme frotando su culazo sobre mi rabo mientras acerca su cara a la mía. Me tienta con un beso mientras escucha mis gemidos de ansia. Finalmente consigo llegar a su boca. Este tío sí que sabe besar, debe ser la experiencia. Tiene los labios húmedos y suaves. Engancha mi labio inferior con sus dientes y tira suavemente de él hasta hacerme sentir un poco de dolor, soltando en el momento justo. Al apartarse me quita la camiseta y la tira al suelo, enseguida empieza a sobar mis pectorales, aunque tampoco es que los tenga muy petados. En todo este tiempo no ha dejado de zorrearme, tengo el rabo doblado hacia abajo y ya me duele, pero el tío no para y no quiero que pare, debo tenerlo todo empapado de pre.

Álex empieza a comerme el cuello y yo meto una mano por la trasera de su slip. Por cómo está actuando, aunque parezca un activazo supongo que le apetece que le den caña. Tiene la raja húmeda, deslizo un par de dedos hasta alcanzar su ojete y empiezo a juguetear con él con dos yemas. El tío empieza a bufar, tiene el culo abierto, definitivamente a este le va que le den caña, debe estar bien entrenado. Me mira con cara de vicio y se pone de rodillas en el suelo. Me baja los pantalones hasta los tobillos y acerca su cara a mi paquete. Respira hondo varias veces con la cara pegada a mis huevos, dando mordisquitos a mi tronco de vez en cuando. Luego me saco el rabo y el chaval abre la boca, pidiendo carne. Le doy unos cuantos pollazos en las mejillas, lo que hace que se remueva intentando meter mi rabo en la boca. Finalmente le dejo saborear mi nabo, salado por el chorreo acumulado de pre tras tanto zorreo.

—    Wow —digo con sorpresa al ver como se lo mete entero de golpe— eres un tragón eh, cabrón.

Álex respondió tragando y manteniéndola dentro unos segundos, se le saltaban las lágrimas por el esfuerzo, pero ni una arcada, menudo mamón. Siguió chupando hasta el fondo un rato y luego comenzó a centrarse en el glande mientras me pajeaba y alternaba con una buena comida de huevos. Mientras le acaricio la cabeza e intento llegar a su ojete, metiéndole el rabo hasta el fondo al moverme adelante.

—    Quiero que me revientes el culo —dice, sacándose mi nabo de la boca, poniéndose de pie y sacando el calzoncillo. Al hacerlo deja descubierta una polla más grande que la mía, chorreando pre. Me acerqué para comerla, pero enseguida se dio la vuelta y puso su ojete en mi cara.

—    Ya veo qué es lo que te va…

Empiezo a hacerle una buena comida de ojal. Realmente no necesito demasiado esfuerzo para meter parte de mi lengua dentro, ese agujerito está más que acostumbrado a meterse cosas grandes, por lo que empiezo a juguetear simultáneamente con mis dedos, comiendo un rato y metiendo el índice, evaluando cómo de fácil recibe carne dentro de ese culazo. Con la mano libre le agarro la nalga izquierda, grande y dura. Tiene que hacer mucho deporte para tener un culazo así. Enseguida empiezo a jugar con dos y tres dedos a la vez, haciendo que gima cada vez más alto. De vez en cuando gira su cara para mirarme a los ojos, como suplicando que empiece a juguetear con otra cosa. Como está siendo buen chico decido cumplir sus deseos.

Lo aparto un poco hacia delante y me pongo de pie, empiezo a frotar su raja con mi glande. Álex gime y aprieta su culo contra mi polla, intentando encestar, pero no se lo permito haciendo un ruido de negación con la boca. Empieza a menar su cabeza de un lado a otro, como quejándose de mi negativa mientras yo sigo frotando y empapando su raja con mi pre. Empiezo a apretar mi glande contra su entrada haciendo que el se tire hacia atrás, momento en el que aparto mi rabo, arrancándole un suspiro de desesperación. Repito la chanza un par de veces más, negándole mi rabo a ese culito hambriento. Entonces, Álex se da la vuelta y me sujeta con fuerza.

—    Maldito niñato… Ahora te voy a dejar seco, cabrón, por zorrearme y no darme lo mío.

—    ¿Pero qué…?

No me deja terminar la frase. Se lanza a comerme la boca para callarme. Seguidamente me empuja hacia el sofá y se coloca encima. Me mira con cara de vicio mientras sujeta mi rabo, apuntándolo hacia su ojal y dejándose caer de repente. Ni dilatación ni hostias, se la mete entera haciéndome gemir de placer. Se agacha para comerme la boca mientras bota sobre mi rabo como un loco. Va a conseguir que me corra en nada y se lo hago saber.

—    ¿Crees que me importa? No pienso parar hasta que tenga toda la leche que me apetece, a ver si eres capaz de sacarme de encima.

Dicho lo cual, volvió a botar con ganas, agachándose para besarme, comerme el cuello y volverme loco. Lo sujeto por la cintura e intento acompasar sus culadas con movimientos de cadera. No le aviso cuando empiezo a correrme, aunque tampoco hace falta, gimo como un gato en celo mientras me vacía las pelotas. Pero Álex no para. Como en una contradicción, me besa despacio mientras acelera sus culadas. No soporto el cosquilleo que noto en el rabo e intento zafarme de él, pero es más fuerte que yo y se mantiene firme en su sitio: sobre mi rabo.

Ante mi insistencia aparta su boca y me da una bofetada suave.

—    Deja de quejarte, quiero más leche…

Buff, con un par Jacobo , no me queda otra, así que empiezo a acompañar sus culadas con embestidas por mi parte. Sí, eso le está gustando, me retuerzo cada vez que mi glande atraviesa su interior, rozando su próstata. Aunque no estoy tocando su rabo, tiene el glande grande y rojo, chorreando pre desde que lo embisto con fuerza. Mi empalme no ha bajado ni un centímetro, supongo que por el acelerón de las enculadas del cerdo este. Decido tomar las riendas del asunto para darle con todas mis fuerzas.

—    Sepárate un poco, quiero embestirte yo, cabronazo. Te vas a enterar…

Me hace caso enseguida, él sigue sobre mí: no quiere dejarme escapar. Pero se pone en cuclillas, en puntillas, en una posición un tanto forzada que le tensa los fuertes músculos de sus piernas, solo con la punta de mi rabo dentro de su culo. Empiezo a embestirle como un puto animal, me da igual que se parta en dos, se lo merece.

—    Voy a lefarte de nuevo, por hacerme sufrir te vas a ir al hotel con el culo lleno de mi jugo, y cuando termine vas a limpiarme el rabo, cabronazo.

Eso último debió ponerlo cerdo y ahora es él quien gime como un puto animal en celo. Estoy a punto de correrme, pero me esfuerzo para aguantar un rato. Estoy flipando porque su polla tiene contracciones, parece que está a punto de correrse solo con la follada… Buah, no me lo creo. ¡Se está corriendo!

—    Buah toma leche Ja-jaco…

—    Buff, cabrón, que me estrujas el rabo con el culo… ufff me corroooo.

Me está pajeando el rabo con las contracciones que tiene al correrse, pedazo lefada, me ha dejado todo cubierto de leche. Entre la paja anal y la visión de su rabo-volcán echando leche no aguanto más y me vacío por segunda vez. Ahora sí, mis pelotas están totalmente secas…

—    Uhm, será mejor que nos limpiemos… —le digo, dándose un beso cariñoso.

—    Ajá… —dice, comiéndome la boca, esta vez con ternura de verdad.

—    Oye, no le digas nada a Fer… no quiero que piense que soy un salido, no veas la de veces que me ha pillado haciendo guarradas esta semana…

—    Será mejor que no… jaja

Dicho lo cual, nos fuimos al baño a lavarnos para seguir con nuestra fiesta. Justo a tiempo, recibo un mensaje de Fer diciéndome que arranca de vuelta a casa.

_________________________________________

ElBolto86 ocupa un lugar más que especial en este relato...

Estimados lectores y colegas. Hace mucho que no publico. Como advertí en el último relato, venían meses de mucho trabajo. Ha sido más de lo esperado y continúa siéndolo. Lamento no poder cumplir con el ritmo de publicación prometido, pero intentaré escribir en mis ratos libres y siempre que me llege inspiración.

Como siempre, espero ansioso vuestros comentarios por la plataforma o por e-mail. Un abrazo!