La mejor etapa de mi vida 4. Ese culo respingón
Jacobo se levanta cachondo recordando la sesión de sexo que tuvo Fernando el día anterior. Ha quedado con unos amigos y tiene pensado ir al gimnasio tras la comida. Allí se encontrará con un amigo que tiene un culito muy respingón...
Son las 7:40. Me despierto sudando antes de que suene la alarma, que estaba puesta para dentro de una hora. No sé si la chica continúa en casa, así que me pongo los pantalones deportivos con los que salí ayer con Fernando. No vaya a ser. Echo la ropa de cama hacia atrás y abro la ventana para ventilar. Salgo de la habitación, miro hacia la izquierda y veo que la puerta de Fer está cerrada. Voy en silencio al baño a mear. Tengo que empujar mi polla hacia abajo, medio empalmada todavía. Uhmm siempre tengo que apretar con fuerza por las mañanas… síííí que gusto. Aprovecho para meterme rápido en la ducha, necesito agua fría. Como siempre, me cuesta al principio, pero que bien se queda uno después. Me enjabono bien todo el cuerpo, recordando el pajazo y la follada que me metí con los dedos escuchando follar a esos dos. Termino la ducha algo morcillón y salgo hacia la cocina. Fer está preparando café, la chica ya no está en casa. Está totalmente desnudo, todavía medio empalmado. Bufff, ¿tengo que vivir un año en esta tortura? ¡Quiero comérsela ya!
— Buenos días Fer, gracias por el café tío.
— Hey… —dice, bamboleando un poco el rabo, picándome, al verme también con el rabo gordo bajo el pantalón de deporte— ¿te gusta fuerte? El café, digo. Me ha quedado algo oscuro.
— Ja, que graciosete se ha levantado hoy Don Fernando, ¿uhm? Supongo que lo fuerte que le diste caña a esa tía de ayer te ha inspirado con el café.
— Joder tío, y tanto, Leticia es la hostia —dice, resoplando ligeramente, me fijo que se le está animando el tema recordando el polvo de ayer.
— Decías que mi hermano debía ligar mucho, pero joe, tú te has traído a una a casa al rato de volver del paseo.
— A Leticia la conozco de hace tiempo. Tuvimos un rollete medio enserio cuando estudiaba aquí, luego nos separamos por la distancia y eso. Ella pilló novio así que tampoco la molesté. Pero me enteré de que estaba libre por un colega y… bueno.
— Ya ya, que llegaste cachondo del paseo y tiraste la caña, a ver si picaba.
— Tú lo has dicho. Con la mudanza y el curro llevaba un par de días sin vaciar… y después de las miraditas que nos echaban ayer por el camino, buff —resopla exageradamente, poniendo un careto gracioso mientras se sienta en uno de los taburetes de la barra de la cocina.
— Hoy ya curras, ¿no?
— Sí tío, tengo lío hasta las 18 o así, eso si sale todo bien. Oye, que he estado pillando algunas cosas tuyas porque aún no fui a la compra. ¿Esta noche cenamos y así quedamos en paz? Te preparo algo.
— No te preocupes tío, ya me pagaste todo ayer, coge lo que te haga falta —le digo, espatarrándome en el otro taburete, frente a Fer.
— Un día me invitas tú a un par de jarras y en paz, Jaco, no te rayes por eso. Lo dicho, si no tienes planes, cenamos.
— Va, vale tío, quedé con unos colegas de la uni para ponernos al día, comeremos por ahí, pero debería estar de vuelta para cenar.
Como unas tostadas con mantequilla que me ha preparado. Este chico es un cielo. Charlamos de las noticias que vemos en el móvil, parece que vamos congeniando. Cojonudo, parece un tío de puta madre y quiero que siga siendo así. Se va a duchar y yo preparo la bolsa del gimnasio. Voy a ir a las instalaciones de la uni después de la comida. Quedé ya a las 11 con los colegas, para tomar algo antes de ir a comer unas hamburguesas o así. Me tumbo en cama mirando el móvil, pasando el rato. Escucho a Fer salir del baño, se para, todavía desnudo, frente a la puerta de la habitación. Ahora tiene la polla totalmente blanda, pero que bonita es. No me gustan mucho los pubis salvajes, pero a él todo le queda bien… ¿qué me está pasando? Joder, seguimos con la tortura…
— Oye, que también cogí de tu gel, que se me olvidó el mío en casa…
— Que cojas lo que quieras tío, no tienes que avisarme.
Me guiña un ojo con una media sonrisa como respuesta, yendo a su habitación a vestirse para el curro. Sale como un rayo gritando un “chao” al aire.
Todavía tengo como hora y media antes de tener que salir de casa así que me pongo a recoger un poco. Hago la cama, limpio rápido el polvo y lavo los dos cacharros que usó Fer para preparar el desayuno. Limpio un poco el baño y aún me queda tiempo. Curioso, me asomo a ver cómo ha dejado Fernando su leonera después de la sesión de sexo de anoche. Abro la puerta, se ha olvidado abrir la ventana, apesta a sexo. Me empalmo solo con el aroma, me dispongo a salir después de respirar un rato más ese aire cargado de hormonas cuando me fijo que tiene ahí tirados los gayumbos grises que se quitó para ir a tomar las cañas ayer. Creo que dijo que los tenía machacados del curro. Ufff, no puedo resistirme, los recojo y me los llevo a mi habitación.
Me quito el pantalón de deporte y pongo esos gayumbos usados. Sí que son ajustados, a Fer le tienen que apretar todavía más en las pelotas, tiene mejor culo que yo. Debería usar slips y punto. Me los saco y me tumbo en cama, comenzando una suave paja. Esta vez no voy a torturar a mi capullo. Quiero disfrutar a tope del aroma de ese semental. Me coloco los gayumbos en la cara, aspirando todo el olor. Ufff imagino mi cara rozando la polla de Fer, tentándola con mi boca, aspirando ese mismo olor. Aumento el ritmo de mi paja, imaginándome que me está empotrando como a la tía de ayer contra la pared. Me imagino lamiéndole las pelotas, sudadas después de toda la jornada de trabajo. Me veo limpiándole el capullo, manchado de presemen por la excitación acumulada tras todo un día de esfuerzo físico. Ufff aspiro, aspiro y vuelvo a aspirar ese aroma hasta correrme sin control sobre mi cuerpo. Buff.
Relajado, voy al baño a limpiarme con un poco de agua. Se me ha echado la hora encima, dejo sus gayumbos de vuelta en su habitación de cualquier forma –con esa leonera, no creo que recuerde ni dónde los dejó tirados–. Me visto –esta vez con ropa interior– y salgo disparado de casa con la bolsa del gimnasio. Llego junto a mis colegas, Tomás y Jorge. Nos conocemos de clase, son un amor de tíos. El único “pero” es que les molan las tías y no yo, me encantaría montármelo con los dos a la vez. No son especialmente guapos ni tienen un cuerpo especialmente llamativo. Son solo chicos normales. Y a mí me gustan así. Les meto mano siempre que puedo, ellos me dejan sobarles el culo en plan coña cuando surge la ocasión.
Comemos por ahí y nos despedimos, ellos han llegado hoy a la ciudad y tienen que ir a comprar un par de cosas. Este año han conseguido alojarse juntos, aunque tienen que compartir piso con otros dos tíos más. A ver si los metemos en la pandilla también. Me ofrecieron irse a vivir con ellos, pero a mí me gusta el piso de la señora. Es amplio, nuevo, moderno y está cerca de todo.
Después de la comida, voy al gimnasio de la uni. Entro en los vestuarios, hay dos chavales recién duchados, desnudos. Je, me encanta venir aquí por eso. No hay sitio mejor para ver a tíos de mi edad calientes después de una sesión de gym. Me cambio, haciéndome ver un poco, por si fueran del gremio, y me voy a la sala de máquinas. Como hace tiempo que no hago ejercicio en el gimnasio, hago un poco de cardio para calentar y una ronda suave para espabilar todos los músculos. Me paro más en toda la maquinaria para ejercitar las piernas. Debo tenerlas fuertes para el fútbol, me meto caña en la prensa, en el extensor de cuádriceps y muslo y tampoco me olvido de las abductores y aductores.
Lo bueno de venir a esta hora es que no hay casi nadie. Termino la ronda con una buena sesión de cardio. Toca sudar. Agotado, voy a las duchas. Vaya, parece que hay alguien. Bueno, pues a ver qué tal es ese material… me quito toda la ropa sudada y la dejo en mi taquilla, cogiendo el bote de gel y champú. Voy sin toalla. El tío está de espaldas. Uhm menudo culazo, me recuerda a uno que conozco bien. Se gira…
— Hostia, Jaco tío.
— Eyy Mateo macho, justo estaba pensando que ese culito me sonaba demasiado. No sabía que ya estabas por aquí. No te vi en la sala —digo, interrogativo.
— No tío, estaba nadando. Ayer pasé una noche de perros con el calor que hizo así que no me apetecía calentarme más. —Dice, echándome una miradita de arriba abajo mientras sigo plantado frente a él, dejándome ver bien— Veo que te sigues arreglando el rabo como siempre.
No es que Mateo sea otro cachondo mental como Fernando, es solo que nos conocemos… a fondo… Nos conocimos hace un año, en el equipo de fútbol de la uni. Empezamos a hacernos colegas desde las primeras cenas de equipo. Tenemos gustos bastante similares así que siempre tenemos algo de lo que hablar, o surge algún plan para hacer juntos. Además, follamos como perros salidos, sin obligaciones y sin explicaciones, siempre que nos apetece.
— Y tú sigues con ese culito tan respingón… Ven aquí cabrón, te he echado de menos este verano.
Me lanzo con ganas a por su boca, que comienzo a devorar en plan guarro, dejándole toda la cara babada, mientras él intenta avanzar hacia mi garganta con su lengua.
— Joe Jaco, estás más salido que de costumbre…
— No lo sabes tú bien… —digo entre beso y beso, ya estamos duros los dos, nuestras pollas chocan entre ellas, tratando de acomodarse entre nuestros cuerpos mojados— Tengo un nuevo compi de piso que es un cachondo mental. Ayer tuvo sexo salvaje con una tía. Pero lo flipas eh. Ya me pajeé dos veces pensando que me hacía lo que a ella.
— Así es que estás necesitado de que le presten atención a esto —dice, sujetándome con fuerza el rabo— Uhm, tiene buena pinta…
Sin añadir nada más, Mateo se agacha y comienza a comerme toda la polla, como lo hace siempre. Este chaval no se anda con medias tintas, lo que hace, lo hace con ganas. Empieza a comérmela y a pajearme al mismo tiempo con una mano, mientras que con la otra empieza a prepararse el culito. Lo empujo un poco hacia la esquina de las duchas, no vaya a ser que entre alguien.
— Como la mamas, cabrón. ¿Has estado zorreando en verano para coger práctica?
— Cállate gilipollas —dice sacándose el rabo de la boca y apretujándome los huevos— repite ahora lo de zorra, si es que te sobra otro par de estos.
— Joputa —le digo, sujetándole la cabeza— vuelve a como estabas antes, pu-ti-ta.
Me da un tortazo en los huevos del que no me da tiempo a quejarme al meterse toda mi polla en la garganta hasta que su nariz toca con mi pubis. Él está jadeando mientras se mete un par de dedos por el culo. No puede ser que solo él esté haciendo todo el trabajo. Le suelto la cabeza y le digo que se gire. Se pone de pie, apoyando un brazo y la cabeza en la pared, y llevándose la otra mano a la polla. Su culo está ahora expuesto para mí.
— Uff cabrón, ni que supieras que iba a venir, lo tienes preparado para la acción —le digo, metiéndole alternativamente un dedo de cada mano. Mientras sale uno entra el otro.
— Uff, no pares, dame más, méteme más.
Dicho y hecho, que abierto lo tiene. Empiezo a alternar los dedos con mi boca. Cuando está relajado, repito lo mismo con dos dedos esta vez, ensanchando ese agujero. Quiero que suplique por mi rabo. Dos dedos de la derecha y dos dedos de la izquierda, alternando, dilatando su rosado ojete.
— Tío, métemela ya, dame caña, me palpita el culo.
Le hago sufrir un poquito más, ahora le meto despacio cuatro dedos de una mano, después del entrenamiento, entran con facilidad, arrancándole un gemido. Los dejo dentro y giro un poco la mano, sin dejar de girar la saco y, cuando está casi afuera, vuelvo a meterlos girando en sentido opuesto. Repito un par de veces aumentando el ritmo. Luego, saco de golpe la mano y clavo mi lengua en ese ojete tan abierto, empapándolo de saliva, dejándolo lubricado.
— Joder, ¡métemela yaaa Jacobo!, no puedo más, quiero correrme contigo dentro.
Eso es lo que necesitaba oír, se la meto despacio, una vez dentro dejo que se acostumbre a la sensación. La ha engullido sin problema. Pero que culito tan tragón tiene Mateo. Aprovecho para comerle el cuello, sé que le flipa. Comienza a menear las caderas, está pidiendo acción. Su mamada me ha dejado a punto, pero aún le puedo dar un poco de caña. Comienzo una follada lenta pero intensa, la saco despacio y la meto despacio, entera, hasta el fondo, apretando mis piernas contra sus nalgas. De nuevo, quiero que me suplique más. Me encanta hacerle sufrir.
— Joder Jaco, me estás matando —dice gimiendo.
Mateo comienza a hacer fuerza con sus caderas contra mi cuerpo cada vez que la meto del todo. Esa es la señal. Mateo necesita caña. Empiezo a zumbarle el culo, arrancándole grititos de placer cada vez que se la clavo hasta el fondo.
— Pero si gritas como una pu-ti-ta —le digo de coña— a ver cuándo aceptas lo que eres.
Mateo se ofende siempre que me meto con él de esa forma. Es un tío muy masculino, también le van las tías, pero cuando se acuesta con un machote necesita que le rellenen los agujeros. Necesita lo que ellas no pueden darle. Sin dejar de ser follado por mí, me da dos fuertes azotes en el culo con la mano que tiene libre. Necesita la otra para apoyarse contra la pared. Vuelve a llevarse la mano al rabo. Luego me va a echar la bronca por meterme con él, pero antes…
— Me corro Jaco, que me corro DIOOOS. Có-rrete conmigo, no-no la sa-ques, hazlo de den-tro.
Noto su culo contrayéndose, apretando mi polla, que tampoco aguanta más. Nos corremos casi a la vez. Gimo de placer en su oído, manteniendo mi rabo tan a dentro como puedo, dando pequeñas embestidas sin moverla demasiado.
Que relajación. Saco mi rabo de su culo, del que sale un poco de lefa, el resto se quedará dentro un rato… se da la vuelta y nos besamos con ternura… Me da una bofetada.
— La próxima vez que me llames puta te arranco los cojones.
Tengo que apartarme dando un salto hacia atrás para que no me los sujete con la mano, esta vez me habría dolido de verdad. Se escucha la puerta del baño. Nos pegamos a la pared, esperando a que se relajen nuestras morcillas. Me voy a divertir viendo cómo Mateo se limpia el culo con disimulo con el resto de la peña alrededor.
Duchados y vestidos, salimos del gimnasio y vamos a una de las cafeterías de la uni. Tomo una caña rápida con Mateo acompañada de una tapita de tortilla. Me despido de él y voy hacia el piso, pensando en ayudar a Fernando a preparar nuestra cena. Ahora estamos empatados en folleteo. Bueno, en corridas voy siempre ganando –o eso creo–. Espero que no se haya percatado de que me pajeé con sus gayumbos en mi cara. Estoy deseando contarle mi encuentro con Mateo, que no se crea que es el único que folla en casa.
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Esitmados lectores, muchas gracias por seguirme. Como siempre, os animo a dejarme vuestras impresiones en los comentarios.
No he avanzado demasiado en la trama con Fernando (por no decir nada), pero tampoco tengo intención de hacerlo enseguida. Pensad que si esos dos se juntan muy rápido, se me termina la saga en nada! Y aunque Jaco se ha ido a Burgos a estudiar, aún no ha empezado la uni...
Un besazo!