La mejor etapa de mi vida 3. JO-DER

Jacobo y Fernando salen, como han acordado, a tomar algo ligeros de ropa. Tras tomar unas cuantas jarras y dejarse claras un par de cosas, vuelven al piso y Jacobo se tira a dormir. Se despierta escuchando un ruido extraño... JO-DER

Fer y yo estamos dando un paseo por el centro de Burgos. Salimos cumpliendo nuestro trato, con unos pantalones de deporte sin nada debajo. Yo llevo la misma camiseta que por la mañana. No es larga, así que no cubre el bamboleo de mi rabo bajo el pantalón. Fer tampoco se ha rajado. Va con ese pantalón de deporte corto y transparente. JO-DER, miro en esa dirección cada vez que tengo la oportunidad. Efectivamente, no se recorta el pubis, se ve perfectamente el bosque a través del pantalón. El tío tiene, en verdad, un par de huevos en todos los sentidos. Los hay que tener bien puestos para salir así de casa. Es como ir sin nada. Se ha puesto una camiseta de tiras que apenas esconde sus fuertes pectorales y que deja al aire un buen par de fuertes brazos que se van cubriendo ligeramente de vellos lisos y castaños, como los de su cabello, hacia los antebrazos, que desembocan en unas fuertes manos de fontanero, también cubiertas por una fina capa de vello que a mi juicio le da un toque muy atractivo.

El ambiente está cargado. Podría haber tormenta. Hace más bochorno que cuando fui con mi hermano a desayunar. Fer dice que va a invitarme a comer algo después de tomar las cañas, y que si nos animamos seguimos a birras por la tarde, que se la ha tomado libre por la mudanza. De momento, el cielo nos está regalando un azul radiante, pintorreado por bandadas de gorriones –o eso creo que son–, que deben estar de sombra en sombra, buscando los lugares más templados de la ciudad. El sol aprieta, haciéndonos sudar a pesar de lo fresquitos que vamos. Sedientos, nos sentamos en la terraza del Royal.

De camino, ya habíamos atraído más de un par de miradas indiscretas. Las señoras ponían cara de asco, pero las más jovencitas nos observaban con atención y picardía, dando alguna de ellas un pequeño saltito para hacer rebotar sus pechos. Los tíos también nos miraban, la mayoría con ánimo de comparar, supongo que sintiéndose un poco intimidados viendo a dos machos invasores meneando sus buenos rabos como si nada… marcando el territorio. Bueno, siendo honestos, el que más miradas atrae es Fer. Normal, JO-DER, es lo único que se me viene a la cabeza cada vez que miro de reojo su paquete a través del fino tejido blanco de sus pantalones. El muy capullo me mantuvo morcillón ya desde que salimos del piso. Pedimos unas jarras y seguimos con la charla tan amena que mantuvimos todo el camino.

—    Joe que gusto, ya tenía la garganta seca —dice, bebiéndose media jarra de una sentada, escurriéndose un chorrito de cerveza por las comisuras— por cierto, ¿has visto? —dice, llevándose instintivamente la mano a la entrepierna, dejándola ahí apoyada, en el regazo— hemos provocado unos cuantos suspiros y también unas cuantas maldiciones…

Se me escapa algo de cerveza conteniendo la risa, recordando a aquellas viejas sentadas en el banco, que nos increparon por lo bajo y que sin duda les comentarán a sus familias, indignadas al volver del paseo matutino, como pasaron dos exhibicionistas por delante de ellas, provocándolas de forma indecorosa e insultante. Un par de maleducados.

—    Y yo preocupado de que mi nuevo compi de piso fuera un sieso y no pudiera estar tan cómodo como con mi colega el curso anterior.

—    ¿Y cómo es eso de estar cómodo? Supongo que no te refieres solo al colegueo que te traías con él de conocerlo toda la vida…

—    Eh bueno, ya sabes. No tener que preocuparme si me apetece salir sin camiseta de mi habitación, no tener que andar con remilgos en el baño… Ya te dije que pensé que vendría un sieso de 40 o 50, ¿no? La casera me llamó contenta por haber alquilado la habitación, pero avisándome de que vendría un tío más mayor…

—    Normal, con la advertencia, yo me habría esperado a un viejo también. A mí me dijo que sería con un universitario, que a lo mejor montabas alguna fiestecilla y tal, pero joe, que yo también estudié aquí el ciclo, no quiero joderle la vida de estudiante a nadie —comenta, interrumpiendo lo que iba a añadir para echar otro trago— ¿Andar sin camiseta? Venga ya… ¿No querrás decir en pelotas? Jaja

—    Bueno, sí, pero no quería decirlo así, nos hemos conocido hace una hora tío jaja. No quiero causarte mala impresión —Me mira rápido con cara traviesa. Mierda, ahí viene de nuevo con el temita.

—    Tiene gracia que digas eso después del recibimiento que me has dado antes —dice, sonriendo a medida que vuelvo a ponerme colorado.

—    Joe otra vez, ¿te divierte subirme los colores? Es la tercera vez que me lo recuerdas en el camino. ¡La que me espera!

—    ¡Y tanto! Menuda anécdota —otro trago, ya está terminando la jarra— Conmigo puedes hablar con total libertad —dice entre risas— Vamos a vivir juntos un año al menos, y somos jóvenes. Vamos a ir sin tapujos desde ya, tío. Por mi parte, no pienso cortarme en ir por el piso como me salga de los huevos. Aunque mantuviésemos las apariencias unos días, terminaríamos hasta los cojones.

—    Todo claro entonces, yo haré lo mismo —contesto, dando un trago largo y notando como mi polla vuelve a ponerse contenta dentro de mi pantalón. El pajazo que me estaba marcando cuando me interrumpió Fer me dejó con las pelotas cargadas. Espera, ¿ha dicho “al menos”?

—    Tampoco me voy a esconder si me apetece… ya sabes —me dice, bajando un poco el tono para que no nos escuche nadie.

Sé a qué se refiere. Me parece increíble que este completo desconocido esté hablando conmigo de estas cosas como si nada. En otra situación, pensaría que me está ligando, intentando poner cachondo o que pretende violarme. Pero es que transmite un buen rollo que flipas. Tiene cara de buena persona, como suele decirse. No lo conozco de nada, pero me da la impresión de que es ese tipo de gente que no te dejaría tirado en ninguna circunstancia. Él me ha visto empalmado, que lo diga en alto.

—    ¿Si te apetece…? —bebo un trago, me mira con ojos de corderito, diciendo no me lo hagas decir aquí, con la gente alrededor, bastante es que me vean todo el rabo — ¿lo qué? ¿eh? —añado, sonriendo con cara pícara.

—    Si me apetece machacármela en el salón —susurra—, eres un cabrón, lo haré, aunque estés por casa, y si te da asco sentarte luego donde mi lefa… —añade, haciéndome la peineta, todavía entre susurros.

No aguanto más, lo he puteado suficiente y empiezo a reírme a carcajadas.

—    Después de esto estamos en paz por la pillada que me has hecho antes. Y, por cierto, créeme que no vas a cabrearme por hacer eso conmigo en casa… todo lo contrario… —con ese buen rollo, prefiero no retrasarlo más. Si es un homófobo de mierda, mejor averiguarlo antes de que le coja aprecio.

—    Pues si te gusta mejor —me responde inmediatamente—, así morirás de envidia por no poder ser mi mano —dice, haciendo el movimiento de una paja con disimulo señalando su puño con la otra mano. Ya está, se lo he dicho y le ha dado absolutamente igual. Se me relajan las pulsaciones mientras observo a Fer hacer un gesto al camarero para que ponga otra ronda.

Sin dejar de charlar, me agacho para atarme los cordones, que se debieron soltar por el camino. No puedo evitar fijarme en su polla, que se está dejando ver, juguetona, apoyada sobre esos huevos por la pata del pantalón, con un capullo apretado en un tenso prepucio que no llega a cubrir del todo su gorda cabeza, dejando entrever la raja del rabo. Que cabrón, menudo monumento. Me empalmo mientras me incorporo, con esa imagen en mi cabeza. Continuamos charlando de otras cosas, contándonos un poco de nuestra vida e interesándonos por la del otro. Fer es el más joven de cuatro hermanos. Bueno, hermanas debería decir, es el único chico. Fue un poco rebelde en el instituto. Según me aclaró luego, más que rebelde, un vago. Cuando llegó al bachiller lo terminó dejando, iniciando al curso siguiente el ciclo de fontanería a instancia de su madre, que lo habría puesto a trabajar limpiando portales o en la obra en caso contrario. Durante ese “año sabático” trabajó de mozo de almacén en el negocio de su hermana mayor, que estaba en auge. Ese año de trabajo lo espabiló un poco y lo animó a sacarse un oficio. Su madre lo terminó de convencer señalando que tendría trabajo asegurado, porque la gente ya no quiere estudiar esas cosas.

La charla continúa así de agradable. Comemos unas pizzas cojonudas y seguimos bebiendo en otra terraza. Estoy feliz, este segundo curso está empezando mejor de lo que esperaba. No está Martín, pero si este tío es en verdad como aparenta, no lo echaré de menos. Es majo, tiene conversación, es un cachondo y, seguramente, tan guarro y vicioso como yo. Mejor. Sin tapujos. Se nos hace media tarde enseguida y, efectivamente, el bochorno anunciaba una tormenta. Nos ponemos en marcha a casa, pasando por donde la casera para coger su copia de las llaves y anticipándonos al chaparrón. Íbamos bastante contentillos por las jarras, pero la casera se alegró de que hubiéramos hecho buenas migas. Es un cielo de señora, no pareció ni fijarse en cómo íbamos vestidos.

Vuelvo a pensar en Fernando mientras caminamos un rato en silencio hacia el piso. Como traga el cabrón, ¡no podía quedarme atrás!, qué si le gustaría la cerveza, me preguntaba yo antes… voy a tener que pedirle más pasta a Esteban, ¡porque mis padres no me van a soltar un duro! Aunque es cierto que hoy tampoco lo gasté, Fer no me dejó pagar nada. Ya le compensaré otro día. Aunque sea a modo estudiante.

Ya en casa, Fer va a mear y yo voy a mi habitación, me quito toda la ropa y me pongo los slips amarillos que tenía puestos por la mañana, antes de que me interrumpieran el pajote, y salgo al baño a ver si Fer había terminado de mear. El tío está en pelotas, preparando el agua de la ducha. Habíamos quedado en andar sin tapujos, ¿no?, me acerco al retrete y me pongo a mear.

—    Me voy a dar una ducha, tío, me apesto a mí mismo. Joder, que bochorno.

—    Ya te digo tío —respondo al tiempo que vacío el tanque a presión, deben estar saliéndome las tres últimas jarras, que gustillo…— yo me voy a tirar un poco en cama, hace tiempo que no voy de terraceo con este ritmo.

—    Pues prepárate Jaco, que estamos empezando el curso —me dice, dándome una colleja y encerrándose en la ducha a toda velocidad antes de que pueda devolvérsela. Joder, que lo he conocido hoy, pero es como otro hermano mayor.

Entro en la habitación dejando la puerta entrecerrada. Me tumbo en cama quitándome los slips, siguiendo el consejo de mi hermano, los hombres de verdad duermen libres , me decía siempre al ir a dormir, después de los pajotes. Cierro los ojos y me quedo a dormir enseguida, la mini borrachera ayuda a conciliar el sueño. Además, anoche salí a correr, por lo que me dormí tarde y madrugué bastante para venir a Burgos antes de que Esteban comenzase a trabajar.

Me despierto entre gemidos. Estoy un poco aturdido de la siesta. Miro el móvil, he dormido apenas hora y media. Espera, ¿gemidos?

—    NO PARES, uhm sííííííííííí, más fuerte joder.

¿Eso ha sido una cachetada?

—    Animal, como me calientas cuando te pones cerdo.

Fernando se está tirando a una tía. Que máquina, menuda rapidez. A lo mejor ya la conocía de antes, pero JO-DER. Este tío no pierde el tiempo, iba enserio con que iba a hacer lo que le saliera de los cojones. Por mi mejor si no tenemos que avisarnos de si traemos a ligues a casa. Joder, como me la están poniendo esos gemidos. Que placer debe estar recibiendo la tía esta. Como chilla. Por lo que escucho, puedo imaginarme perfectamente la situación en mi cabeza:

Fernando está totalmente desnudo, con sus grandes músculos tensos por el esfuerzo de las embestidas con las que está haciendo gozar a su invitada. Hace un calor mortal, su sudor debe estar recorriéndole todo el cuerpo. Goterones bajándole por sus definidos pómulos, goteándole desde la barbilla hasta el pectoral, donde se juntan con más gotas de salado sudor, empapando su copioso vello, resbalando abundante para recorrer sus abdominales bien definidos, regando también el vello de la zona y terminando por salpicar a la chica, que sin duda está encantada de recibir esa rica recompensa por sus esfuerzos haciendo gozar al semental.

Ahora mismo debe estar frenando el ritmo de la follada para poner su cabeza entre las tetas de la tía, llevando una de sus manos a su boca, metiéndole los dedos y silenciando, tan solo en parte, sus fuertes gemidos. La otra mano debe estar acariciando uno de sus pechos, masajeándolo y pellizcando a ratos ese pezón, sin duda un poco dolorido por la tortura, pero pidiendo un poco más… un poco más… distraído por las sensaciones del otro pecho, que disfruta de los carnosos labios de Fernando y de su juguetona lengua, que, sin lugar a duda, debe estar repasando la aureola, humedeciendo toda la zona, salada por el sudor combinado de la chica y del que gotea del masculino cuerpo de Fer. Escucho un grito, el muy desvergonzado debe estar mordisqueándole los pezones, sujetando las manos de la chica, que gime, con la boca al fin libre de los dedos de Fernando, como si estuviera teniendo un orgasmo al sentir al mismo tiempo que sus pezones están siendo torturados por esa boquita viciosa y juguetona y la polla del semental recorriéndole sus entrañas, palpitando, presionando despacio, sin pausa, abriendo todavía más el apetito de su amante.

Escucho algo de un 69, es un grito susurrado, tan siquiera llego a distinguir quién lo propone, pero por las risitas y los sonidos intuyo que se están recolocando. Fernando debe haber sacado su falo de la chica. “Túmbate”, dice la voz femenina de esa tigresa, que sin duda debe ser tan buena en la cama como él. Fernando debe estar tumbado boca arriba en la cama, perfumando con el sudor de su espalda la cama recién hecha. La chica coloca su pubis sobre la cara de Fernando, que comienza a estimular su clítoris con la boca y a jugar con los dedos en la vulva, tomando en su boca todos los fluidos que genera en olas de placer. Por el grueso gemido de Fernando, la chica debe estar comenzando a corresponderle.

Esto ya me interesa más. Seguro que ha retirado del todo ese prepucio que no llega a cubrir la hermosa flor, colocando sus húmedos labios por el largo del tronco, recogiendo el presemen pasando la lengua con suavidad por la raja del capullo, introduciendo la punta, rígida, por la uretra, tratando de obtener un poco más de ese rico manjar. Lentamente, comienza a introducir todo el falo en su boca, dejando salir toda la saliva que seguro ha estado acumulando, empapando el tronco hasta el peludo pubis. Por los gemidos mutuos, la nariz de la tigresa debe estar rozando los huevos de Fernando. Continúan dándose placer mutuo un buen rato mientras yo me pajeo imaginando que ocupo el lugar de la tía. ¿Cómo pueden tener tanto aguante?

“Quiero metértela”. “Pues ensártame” alcanzo a oír desde mi habitación. En la nube de placer, ya no intentan hablar en susurros. Les da igual todo, solo les importa su placer. Habla la lujuria El momento. Hacer gozar a la pareja. Alcanzar el clímax. Por los gruñidos, intuyo que Fernando la levanta al peso, dejándola caer sobre su polla, arrancando un grito de placer. Casi me corro imaginando cómo me rompería mi culo dejándome caer sobre su insaciable falo. Comienzan los gemidos de esfuerzo. Imagino los músculos de Fernando, tensos, sudorosos, grandes. Los brazos agotados, soportando el peso de la chica que sube y baja por su cuerpo, sacando e introduciendo el falo de su amante. Sus piernas, flexionadas, soportando los embistes de la tigresa. Los cuádriceps, ardiendo; los muslos, duros; los gemelos, tensos. Los gemidos son cada vez más intensos. Menudo escándalo. Tengo que retener mis gemidos. Tengo cuatro dedos dentro de mi culo, imaginando que son la polla de Fernando. Llevo un rato aguantándome la corrida. De nuevo, menudo aguante. Más gemidos, más altos, más seguidos, más guarros. Y yo ahogándome en gritos sordos de placer. Al fin llegan al clímax. Escucho golpes, juraría que noto la vibración. Que animal, debe estar embistiéndola contra la pared con cada trallazo de lefa. A ella le encanta, se están corriendo juntos.

Y yo me corro con ellos, mis trallazos llegan a mi cara, abro mi boca para recibir toda la leche, que continúa llegando con fuerza, manchando apenas mi pectoral y mi abdomen. No me puedo creer que haya gozado tanto escuchando follar a una pareja hetero. Joder, pero si más gay no puedo ser. Me he puesto cachondo imaginando a Fernando. Su cuerpo, en cómo gozaba y en cómo hacía gozar. No puedo quitarme de la cabeza mi imagen sustituyendo a la chica, sufriendo y gozando sus manos, su boca, su polla. Los escucho hablar en susurros, deben estar besándose con cariño, acariciándose, disfrutando del post polvo. Como dos amantes.

Está lloviendo con fuerza y se escuchan truenos a lo lejos. ¿El cielo se ha corrido con nosotros? Estamos de coña. Espero prudentemente un rato y cierro la puerta. Escucho cómo van al baño. Cuando se vuelven a encerrar en la habitación cojo un slip limpio y me voy a la ducha. Necesito limpiarme. Ya estoy pensando en cómo voy a pinchar a Fernando cuando se marche la chica. Quiero que me haga todo lo que le ha hecho. Mucho, muchas veces y más fuerte. JO-DER.

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Estimados lectores, muchas gracias por todos los comentarios, correos y demás mensajes que me habéis hecho llegar. Gracias, especialmente, a aquellos que seguís las aventuras de mis protagonistas desde el comienzo: Danisampedro91, 3dimension, Triky69, ElBolto86, hormont y cokcrin. Disculpad si me he dejado a alguien sin mencionar. Gracias también a aquellos que me leeis pero que todavía no nos hemos puesto en contacto.

He publicado seis relatos en seis días consecutivos. Quería hacerme ver un poco y comprobar la reacción de los usuarios de la web a mis historias. Me habéis dado ánimos para seguir, pero debo bajar el ritmo. Otro de los motivos por los que he publicado tan rápido es el dejar asentadas las bases de cada saga. He procurado, además, que cada una de ellas haya alcanzado, de algún modo u otro, una escena culmen. Continuaré publicando con frecuencia. Como mínimo, actualizaré cada saga una vez a la semana. Espero, además, sacar alguna historia breve (no más de dos partes) o autoconclusiva de vez en cuando, si se me ocurre algo interesante que contaros ;).

Por último, como siempre, os animo a dejarme vuestras impresiones en los comentarios o por correo electrónico. De nuevo, mil gracias.