La mejor amiga de mi novia
Se echó las manos a su espalda, se desabrochó el sujetador y sus tetas quedaron al aire. Yo no me creía lo que estaba pasando, no podía dejar de mirar fijamente sus tetas y sus pezones.
Lo que voy a contar es totalmente cierto. Ocurrió hace unos años yo salía con una chica preciosa. Rubia, ojos azules, buen cuelo y buenas tetas, pero su mejor amiga me atraía mucho. Ella, su mejor amiga, Celia, era bajita, ojos marrones, pelo color azul, tetas pequeñas pero redondas y levantadas y un culo espectacular.
Era fin de año e íbamos a celebrarlo en casa de mi novia con amigos y amigas, entre ellas Celia. La fiesta empezó pronto, a las 11 de la noche habíamos terminado de comer, y esperábamos las campanadas. Celia iba preciosa, con una camisa con estampado de flores y algo transparente, se podía observar su sujetador azul. Llevaba una falda corta de cuero que le quedaba espectacular, medias de rejilla y tacones.
A las 12 vinieron las campanadas, nos tomamos las uvas y empezamos a beber, escuchar música y a hablar en el salón. En un momento de la noche me levanté a servirme otra copa en la cocina al llegar estaba Celia sirviéndose una copa, entablamos una conversación de lo más normal. Ya íbamos algo borrachos, y cuando terminó de servir la copa se dirigió al salón, pero tropezó y se echó todo el líquido encima, tenía la camisa mojada.
—No te preocupes, vamos al baño a secarte.
Fuimos al baño y ella se quitó la camisa, se quedó en sujetador. Yo intentaba no mirar sus hermosas tetas, pero era incapaz y ella se dio cuenta.
—¿Te gusta mi pecho?
No sabía que responder, porque no sabía si la respuesta la molestaría.
—Dilo sin miedo, no diré nada.
—Si…me encanta tu pecho.
—¿Quieres verlo bien?
Se echó las manos a su espalda, se desabrochó el sujetador y sus tetas quedaron al aire. Yo no me creía lo que estaba pasando, no podía dejar de mirar fijamente sus tetas y sus pezones.
Se fue acercando poco a poco a mi sin quitar su mirada de mis ojos, y con su mano derecha agarro mi polla por encima del pantalón.
—A tu polla también le gusta mis tetas.
Desabrochó mi cinturón, bajo la cremallera del pantalón, bajó mis pantalones hasta las rodillas mientras se agachaba y se ponía de rodillas, y sacó mi polla.
—Si tu no dices nada yo tampoco diré nada.
Agarró mi polla, y le dio un beso en el glande. Con su lengua bajó por mi tronco hasta mis huevos, y se los metió a la boca mientras con su mano me pajeaba lentamente. Volvió a recorrer mi tronco hacia arriba con su lengua, dio otro beso a la punta y se la metió de golpe a la boca, la sacaba y volvía metérsela hasta el fondo de su garganta. Pude ver como con su mano izquierda se tocaba las tetas, se las apretaba y pellizcaba sus pezones, luego siguió bajando hasta encontrarse con su falda, la cual subió hasta que quedó arremangada en su cintura, aparto su tanga negro y empezó a introducirse los dedos. Chupaba mi polla y se metía los dedos. Cada vez se metía mi polla más a fondo, le daban arcadas y cada vez se metía sus dedos más fuerte y más adentro. Yo avisé de que si seguía así no podría aguantar mucho más mi corrida. Pero le dio igual, ella seguía chupándome la polla, como si fuera la última polla que iba a comer en su vida, y finalmente de mi polla salió el primer chorro de semen que cayó en su cara, inmediatamente se metió mi polla en la boca, pero esta vez la posó sobre su lengua y siguieron saliendo chorros de semen. Tenía a la mejor amiga de mi novia arrodilla ante mí, recibiendo mi corrida en la boca mientras en su cara tenía semen y me miraba fijamente a los ojos. Finalmente dejaron de salir chorros de leche, ella se tragó toda mi corrida, me miró y me dijo:
—Méame en la boca.
No entendía nada, pero tampoco iba a decir que no, me costó un poco, hice fuerza y salió un poco, me pidió más, hice fuerza y empecé a mear en su boca, ella se lo tragaba todo. Dejé de mear, volvió a chupar mi polla:—para que esté limpia—, me guiño un ojo y se levantó. Se bajo la falda, se puso el sujetador, cogió su camisa, me dio un beso en los labios y dijo:—la noche aún no ha acabado.
Me guardé mi miembro. Celia salió del baño y se fue al salón. Yo me quedé en el baño reflexionando sobre lo que había pasado. Me eché agua en la cara para quitarme un poco la borrachera. Salí del baño en dirección al salón. Allí estaba mi novia, Celia y las demás personas que estaban celebrando el fin de año. Me sentía avergonzado por lo que acababa de pasar, pero dije que solo había sido una vez y no tenia por que enterarse mi novia. Que equivocado estaba.
Tras unas horas de fiesta y alcohol. La gente se fue yendo unos a sus casa y otros a la habitaciones de casa a dormir. La última en irse fue Celia, guiñándome un ojo.
Finalmente nos quedamos mi novia y yo solos en el salón, empezamos a besarnos, y a desnudarnos, no me sacaba a Celia de mi cabeza, y con ella en mente empecé a penetrar a mi novia. La follaba con fuerza imaginando que era Celia, de prono mi mirada se desvió hacia la puerta del salón, y allí estaba Celia, mirando como follaba a mi novia su mejor amiga. Ella mirándome se puso el dedo índice en los labios diciéndome que guardara silencio, y esa misma mano fue bajando por su cuerpo hasta llegar a su falda, se la subió, no llevaba ropa interior, y empezó a masturbarse. No podía aguantar mucho más, estaba muy caliente, y tras unos minutos mi semen llenó el interior del coño de mi novia. Me besó y dijo, —me voy a la cama, ¿te vienes?—. Yo le dije que no, que iba a tomarme otra copa y ya después le haría compañía. Se vistió me dio un beso y salió por la puerta. Celia ya no estaba allí. Y yo no podía dejar de sentirme la peor persona del mundo. Me serví otra coma, me senté y me encendí un cigarro. Por la puerta entró Celia.
—Te has corrido pensando en mí, ¿a que sí?.
—Si, pero Celia esto no puede ser, eres la mejor amiga de mi novia y yo no puedo…
Me tapó la boca, se puso de rodillas ante mí y diciéndome:—espero que tengas un poco más de leche para mí—se metió mi polla en su boca y empezó otra vez chupármela. Se la sacó y dijo:—Mmmm sabe a coño de mi mejor amiga—y volvió a metérsela. Después de unos minutos se puso de pie. Me tiró en el sofá, se subió la falda y se sentó sobre mi polla. Empezó a subir y a bajar, le saqué las tetas por encima de la camiseta y el sujetador y empecé a chuparselas. MI polla entraba y salía de ese coño caliente, empezó a hacerlo cada mas fuerte y rápido, yo le daba azotes en el culo. Me aviso que se corría, yo también estaba a punto. Y juntos llegamos al orgasmo, ella mojándome la polla y la cintura con su flujo y yo llenándola de mi leche el coño.
Y no me malinterpretéis, mi novia folla bien. Pero siempre soy yo quien lleva toda la iniciativa de hacer aquello o hacer eso. Y normalmente o se corría ella primero o yo primero, pero con Celia el sexo era diferente, más carnal, sexual y salvaje. Nos compenetrábamos bien follando, aunque en normalmente casi ni hablábamos.
Celia se puso bien la falda, se guardó las tetas y dijo:
—¿La quieres verdad?
—Sin duda Celia, y por eso esto ha sido un error.
—Lo sé Donovan, pero mírame a los ojos y dime que no te ha gustado y que no quieres repetir.— dijo Celia cogiéndome de las manos.
Obviamente me había gustado, y también quería repetir. Pero si mi novia se enterara la destrozaría. Y así se lo expliqué a Celia.
Ella asintió—entonces que no se entere.
Me besó en los labios, y dijo repetiremos, tenlo claro.
Y meneando el culo fue saliendo del salón.
Yo me subí los pantalones, me senté en el sofá y me di cuenta de algo que a la vez me daba morbo, pero me daba miedo. A partir de ese momento, Celia mandaba, y yo no podía hacer nada.
Y efectivamente, al cabo de dos días recibí un mensaje por Whatsapp. Era Celia, me invitaba a pasar la tarde en su casa. Como no sabía de que sería capaz Celia le respondí que no podía. Al minuto recibí otro mensaje suyo que decía: ‘’te quiero ahora mismo en mi casa, si no lo contaré todo’’. Y me di cuenta de que acababa de meterme en la boca
del lobo. E iba a ser difícil salir de ahí…pero no imposible.
Me presenté en casa de Celia. Al entrar todo el saló estaba medio oscuro, solo una lampara de color rojo iluminaba el salón. Olía a incienso. Celia me invito a pasar y a sentarme en el sofá del salón mientras ella iba a ponerse cómoda. Allí estuve esperando dos minutos, cuando Celia entró en el sofá estaba totalmente desnuda. Se sentó a mi lado mirándome a mi y abrió sus piernas.
Su coño era precioso, con los labios muy finitos pero muy eróticos, y una línea muy fina de vello púbico en su monte de venus.
—Cómeme el coño.
Me fui acercando a él. Su aroma era muy suave. Al llegar lo olí y se notaba que se lo había lavado a conciencia, olía muy bien. Una mezcla entre vainilla y el olor propio del coño. Di un lengüetazo desde el perineo hasta donde comenzaba su vello púbico. Ella soltó un gemido que fue poesía para mis oídos. Empecé a lamer suavemente sus labios y su clítoris. Introduciendo mi lengua en el interior de su coño. Comencé a introducir un dedo mientras lamía su clítoris. Después dos y empecé a succionar su clítoris. Ella me agarraba del pelo y gemía. Tras unos minutos su coño empezó a tener contracciones y un liquido transparente salió con fuerza de su coño mojándome toda la cara.
Se quedó tumbada respirando con fuerza.
—¿Así se lo comes a Amanda?
La pregunta me molestaba bastante, pero sabía lo que quería escuchar.
—No, tu coño sabe mejor.
Se incorporó me miró a los ojos y dijo: —Nadie me lo ha comido como tú.