La mejor amiga
Lyn por su parte seguía acariciando mis cabellos, de pronto se separó delicadamente de nuestro prolongado beso y se puso de pie, tomó mis manos entre las suyas y las puso sobre el primer botón de su blusa, no tuvo que decir nada más, quitó sus manos y yo con nerviosismo desabotoné uno tras otro, la blusa se fue abriendo y dejándome ver el brasier blanco de mi amiga, su piel también sumamente blanca; por fin llegué al último de los botones y cuando este salió del ojal pasé mis manos a sus hombros y deslicé la prenda con lentitud, ella sumisa se dejó hacer hasta que la deje solo con el brasier.
LA MEJOR AMIGA
Mi nombre es Rosa en realidad mi matrimonio es como cualquier otro, mi marido Ramón es un hombre agradable de buenos sentimientos y quiere mucho a nuestros hijos Miriam y Jaime de 17 y 15 años respectivamente. Tenemos ya 19 años de casados, como siempre las cosas en casa tienen de todo, momentos alegres, discusiones, tristeza y todo lo de más en cualquier otra pareja.
Nunca he sabido de alguna infidelidad por parte de Ramón y aunque en ocasiones es demasiado discreto en algunas de sus cosas nunca le he descubierto algo fuera de lo normal en su cartera, ropas o celular, los nombres de nuestros familiares, las llamadas normales a con sus clientes y en fin, nada sospechoso (cosas que las mujeres sabemos). Sé de más que como cualquier hombre se fija en una que otra jovencita u algunas artistas pero sin llegar a más, solo mira "discretamente" y listo.
Lyn una vecina de origen japonés es mi mejor amiga, vivimos en un fraccionamiento que se compone de pequeñas cerradas con seis casas cada una, en realidad muy lindo. Pues bien, Lyn es soltera y la he visto llegar en varias ocasiones con jovencitos muy guapos, de solo imaginar lo que ahí hacen pues a veces me pone a mil, en una ocasión en que me encontraba sola y estaba haciendo la limpieza de mi recamara que justamente se encuentra frente al cuarto de Lyn, pues me tocó ver como ella hacia el amor con uno de sus tantos amantes, por espacio de varios minutos me quedé paralizada en la ventana viendo como el jovencito expertamente se movía sobre mi amiga, la temperatura se me fue a los cielos y tan caliente como mi amiga o más tuve que recostarme en mi cama y masturbarme hasta alcanzar un exquisito orgasmo.
Debo describirme para que más o menos se den una idea de mi persona, mido 1.67 mi complexión es regular, cabello teñido de rojo que me llega hasta los hombros y lacio, ojos miel, nariz respingada, boca carnosa (en realidad una cara agradable), mis pechos son por decir algo como dos hermosas toronjas de regular tamaño con hermosos pezones de color oscuro y puntiaguditos, por supuesto que como casi toda mujer casada y con hijos tengo un poco de pancita, mis piernas son lo que más me chulean cuando uso falda y pues bien mi aspecto es el de una mujer entre joven-madura (espero que sepan a lo que me refiero). Ósea para ser más precisos a mi paso no falta quien me piropeé o solo volteé a verme.
Una cosa sucedió hace más o menos un mes que me dejó completamente desconcertada, estaba yo en casa de Lyn platicando con ella de tantas cosas y chismes que platicamos las mujeres a solas, mientras platicábamos estando en la cocina y haciendo algo de comida, por descuido de ambas chocamos de frente ambas, por unos instantes la platica se interrumpió y solo nos quedamos viendo la una a la otra, fue en cuestión de segundos, sin pensar nuestros labios se unieron en un cálido y tierno beso que nos dio tiempo hasta para abrazarnos un poco, sentí como sus senos se pegaban a los míos transmitiéndome su calor y una fuerte corriente de excitación me recorrió desde la cabeza hasta las pies. Así de rápido como nos unimos pues igualmente y ambas rojas hasta la coronilla nos separamos, muy nerviosamente ambas tratamos de cambiar de tema platicando cualquier cosa que en realidad ya ni me acuerdo que fue, el caso era cambiar el tema, no dijimos absolutamente nada después de lo sucedido, a los pocos minutos disculpándome me retire sin más y corriendo me fui hasta la casa, saludé a mis hijos y luego haciéndome la desaparecida me encerré en mí habitación.
Me paré junto a la cama y n desabrochándome el pantalón de mezclilla que traía puesto me lo bajé hasta las rodillas, luego así me tendí en la cama con las piernas colgando y con suma delicadeza comencé a sobar mi vagina por encima de las pantaletas; lentamente recorrí cada zona de mi pepa imaginando lo sucedido, después de que noté como las pantaletas se mojaban un poco en la parte de abajo, subí mi mano hasta el elástico, metí los dedos entre este y mi piel, lentamente descendí hasta llegar a tocar el comienzo de mis vellos púbicos, mis dedos buscaron el ya erecto clítoris y lentamente lo fui sobando con movimientos circulares, mi concha segregaba jugo como si fuera una llave abierta, me masturbé lentamente hasta alcanzar un fuerte orgasmo que hizo que me retorciera sobre la cama, apreté fuertemente los labios para nos delatarme, fue exquisito, así me quedé por varios minutos y luego tuve que ir a limpiarme al baño pues toda estaba empapada.
Desde esa fecha no he podido verme o no he querido verme con Lyn, la verdad es que me da miedo, no lo puedo evitar tan solo de verla llegar por las tardes tiemblo. Lo curioso o no, es que desde ese día no la he visto llegar con sus clásicos amantes de ocasión.
Pues bien, un lunes por la mañana después de que todos en mi casa salieron a sus respectivas actividades me encontraba comenzando a hacer algo de limpieza, tocaron al timbre y pensando que era la señora que nos ayuda en los quehaceres (pues esa es casi su hora de llegada) fui a abrir, mi sorpresa fue mayúscula al ver a mi bella amiga oriental parada ahí. Me quede helada y sin saber que hacer.
¿Puedo pasar? preguntó Lyn.
Sin responder y todavía con la mente en blanco me hice maquinalmente a un lado franqueándole la entrada a mi amiga, detrás de ella cerré la puerta y las dos nos quedamos paradas sin saber como comenzar.
Ve... ve... venía a pedirte una disculpa Rosi. Lyn rompió el silenció.
No me apresure yo me debo disculpar. y la tome da las manos.
Pero, es que yo...
No, lo que pas... hablamos las dos al mismo tiempo.
Ya no hubieron más palabras, temblorosas y dudando nos acercamos y nos abrazamos, su cabeza sobre mi hombro y la mía sobre el de ella. Lentamente nos fuimos separando, nuestras mejillas se rozaron y después nuestros labios, primero fue lentamente, luego comenzamos a devorarnos; nuestros labios se juntaron apretándose con fuerza y luego nuestras lenguas se buscaron con desesperación. Las manos de Lyn subieron hasta acariciar mis cabellos yo la seguía sujetando por la cintura. El beso se prolongo por espacio de cinco o diez minutos, no los sé, de pronto sonó el timbre de la entrada haciendo que ambas saltáramos y nos separáramos nerviosamente. Lyn corrió hasta el sofá y se sentó mientras yo abría la puerta, era la sirvienta y la salude, la hice pasar, el silencio se tensó para Lyn y para mí pero Micaela parecía no percatarse y se dedico a iniciar sus labores.
Yo me senté frente a Lyn, pero sin pronunciar palabra, ella tampoco parecía saber que decir, nos miramos por varios minutos mientras Micaela se paseaba de un lado a otro trayendo y moviendo cosas; Lyn con la mirada me hizo una señal para que nos fuéramos de ahí, entendí y poniéndome de pie le pedí a mi amiga que nos retiráramos.
¿Lyn por que no vamos a tu casa para que me enseñes lo que compraste?
¡Ah! Si lo había olvidado, claro, vamos.
Mica, voy a casa de Lyn, regresó al rato... ¿Está bien?
Si señora, no se apure.- contestó la sirvienta.
Salimos nerviosas de la casa y sin pronunciar más palabras nos encaminamos hasta su puerta, estaba Lyn tan nerviosa que no podía abrir la puerta, las llaves se le resbalaron dos veces de los dedos y por fin después de un par de minutos logró que la puerta se abriera. Me cedió el paso y con las piernas como si hubiera corrido diez kilómetros me deslice hasta llegar a la sala. Me senté, Lyn cerró la puerta y después se encaminó hasta donde me encontraba, se sentó a mi lado y sin pronunciar palabra puso su mano en mi rostro y lo acarició sin dejar de mirarme, sus dedos se pasearon por mis labios y en esta ocasión más calmada mi hermosa oriental acercó lentamente su cara a la mía, sus labios y los míos propios se fueron abriendo lentamente, esta vez fue directo, nos besamos apasionadamente, ella volvió a acariciar mis cabellos y yo hice lo mismo, nuestras lenguas jugueteaban sin descanso entrando de una boca a la otra; mis manos bajaron por la espalda de mi amiga y lentamente la recorrí hasta llegar al inicio de sus caderas y las pase a sus costados, subí igual de lento pero esta vez buscando sus senos, la delgada blusa de mi amiga me permitió sentir perfectamente las protuberancias de mi amiga, sus pechos pequeños pero firmes se fundieron en mis manos, amasé despacio tratando de averiguar las formas más escondidas de mi amiga.
Lyn por su parte seguía acariciando mis cabellos, de pronto se separó delicadamente de nuestro prolongado beso y se puso de pie, tomó mis manos entre las suyas y las puso sobre el primer botón de su blusa, no tuvo que decir nada más, quitó sus manos y yo con nerviosismo desabotoné uno tras otro, la blusa se fue abriendo y dejándome ver el brasier blanco de mi amiga, su piel también sumamente blanca; por fin llegué al último de los botones y cuando este salió del ojal pasé mis manos a sus hombros y deslicé la prenda con lentitud, ella sumisa se dejó hacer hasta que la deje solo con el brasier. La blusa cayó al suelo, abracé a Lyn y nuevamente nos besamos, sentí como su pecho se pegaba al mío y así besándonos avanzamos hasta el pasillo, esta vez Lyn fue la que me comenzó a quitar la blusa, lo hizo rápido y me dejó igualmente en brasier, el mío en color negro.
Me besó el cuello y bajó hasta besar la parte superior de mis senos mientras que sus manos se aferraban a mis nalgas, palpo y se agarró de ellas separándolas y tratando de cargarlas por así decirlo, yo sin perder tiempo le quité el brasier. Por primera vez pude apreciar sus hermosos senos, delicados, puntiaguditos y firmes, agachándome besé con delicadeza sus pezones, nuevamente volvimos a avanzar, llegamos a la escalera y despacio fuimos subiendo, nos detuvimos a la mitad y nos besamos nuevamente, Lyn me quitó el brasier y acarició y beso mis senos, sus aureolas oscuras y pequeñas con un pezón erecto a más no poder. Seguimos subiendo después de la pausa y ya en la parte alta nos volvimos a detener, Lyn desabotonó mi pantalón de mezclilla y bajó el cierre, se hincó y jaló de la prenda hasta que se resbaló por mis piernas cayendo pesadamente al suelo, quitándome también las zapatillas Lyn me sacó el pantalón. Mis pantaletas también negras y las medias eran ahora mis únicas vestiduras. Mi querida oriental se puso de pie y avanzamos otro tramo hasta llegar a la entrada a su recamara en donde nuevamente nos detuvimos; puse mis dedos en los costados de la delgada falda larga y estiré el elástico comenzando también a bajarla, la deslicé lentamente hasta llegar a sus tobillos, mientras iba mirando su delicioso cuerpo delgado y blanco. Le quité las zapatillas y las medias dejándola ahora solo con sus pantaletas de color blanco a juego con el brasier ahora desaparecido escaleras abajo.
Esta vez fui yo la que la jaló hasta llegar al pie de su cama en donde nos besamos largamente mientras que nuestras manos recorrían cada milímetro de nuestros cuerpos, buscando, explorando nuestros puntos de placer.
Lyn me hizo sentar e hincándose frente a mí jaló de mis medias, primero una, luego la otra, sin prisas; buscó los costados de mis pantaletas e igualmente las fue deslizando por mis piernas, no ocultó su emoción al ver mi vagina, mi triangulo de vello oscuro no se apartó de su mirada durante el tiempo que tardó en quitarme las pantaletas. Luego se acomodo entre mis piernas y ella hincada y yo un poco agachada nos besamos, sus manos no dejaban de escrutar mis senos y las mías buscaron sus nalgas, se las acaricie aún por encima de las pantaletas pero adiviné sus formas, delgadas, delicadas y hermosas. Su cálida piel al contacto con la mía me erizaba.
Separándome de ella la hice ponerse en pie y entonces ya frente a mí le bajé las pantaletas, su delicado triangulo de vellos púbicos muy bien delineado y delgadito se fue ofreciendo a mi vista, mis manos acariciaban sus muslos mientras la deslizaba hacia abajo, por fin las dos quedamos completamente desnudas y yo me recosté en la cama, Lyn me observó unos instantes de pie y luego se montó sobre mi, nuestros cuerpos por fin se sintieron uno a otro libremente, sin prendas ni miedos, nos besamos y rodamos por toda la cama, nuestras manos se paseaban por cada pliegue, por cada llanura, por cada protuberancia, no hablamos, con la mirada nos decíamos todo; yo nunca había experimentado una relación lesbica y por lo que me enteré después Lyn tampoco, todo era natural, una atracción mutua.
La boca de mi compañera se fue deslizando de mis labios hasta mis oídos, ahí se entretuvo algunos minutos y prosiguió su camino hasta mi cuello, mi pecho, cada uno de mis senos fue hermosamente mamado y chupado, luego siguió bajando hasta mi estomago, sus manos en mis costados apenas tocando haciendo que mi piel se erizara, su boca es una delicia, siguió bajando y por fin, por fin, toco mis labios vaginales con su boca.
Con suma delicadeza su lengua se posó sobre mis pliegues externos, delineó con ella los bordes de mi vagina, mis piernas se fueron abriendo instintivamente dejando espacio para que Lyn laborase a sus anchas. Con la misma delicadeza su cálida lengua se fue clavando entre mis labios y saboreó mis jugos, una y otra vez me lamió cada rincón, cada pliegue mientras sus manos trabajaban sobre mis senos, especialmente en los pezones.
Pasados algunos minutos Lyn buscó mi clítoris y comenzó a chuparlo con ternura y delicadeza, en poco minutos llegué a un increíble orgasmo que me hizo gritar y gemir como nunca, ella siguió chupándome el botoncito hasta que mi venida menguó. Se tragó todos mis jugos y siguió mamando, pero yo quería ofrecerle el mismo tratamiento así que me fui moviendo hasta quedar debajo de ella, ahora podía ver su vagina sobre mi cara y sin pensarlo dos veces comencé a chupársela, despacio, buscando sus puntos vulnerables, localizando su placer. Su sabor era increíble, nunca antes me hubiera imaginado haciendo eso pero ahora era lo único en lo que pensaba, sus néctares comenzaron a deslizarse hacia mi lengua y yo los tragaba disfrutando de su delicia, localicé su clítoris y ataque sin chistar, ella gimió separándose unos instantes de mi vagina e instantáneamente continuó mamándome. Nos entrelazamos en un exquisito sesenta y nueve que una y otra vez nos hizo terminar en una explosiva venida que al mismo tiempo era depositada en la boca de la otra.
Yo chupe su ano, mi marido me lo hace y se me antojó hacérselo a mi nueva amante, le metí la lengua y entonces ella me siguió, nos chupamos y metimos los dedos en ano y en vagina, estallamos más veces, no se cuantas veces me vine, perdí la cuenta. Nos separamos del sesenta y nueve y seguimos besándonos, nuestros propios jugos ahora eran degustados por medio de la otra boca. Nos abrazamos y sin separarnos nos quedamos profundamente dormidas, serían las cuatro o cuatro y media de la tarde cuando despertamos, volvimos a hacerlo, esta vez utilizamos un consolador que Lyn tiene, nos cogimos deliciosamente por cerca de una hora, después nos metimos a la regadera y sin dejar de besarnos y tocarnos ahí tuvimos nuestra última venida. Al salir tuvimos que rescatar nuestras prendas regadas por toda la casa, me vestí y despidiéndome de mi nueva amante salí a mi casa; ya estaban ahí mis hijos y mi marido, pero ellos saben que estoy en casa de mi amiga Lyn y no hay ningún problema, pues es "mi mejor amiga".
FIN