La Mecedora

Historia sobre una rica infidelidad sobre una mecedora.

LA MECEDORA

Soy una mujer normal. Sin ser una belleza no estoy nada mal a pesar de mi piel demasiado blanca y mi baja estatura. Poseo un generoso trasero que levanta mas de una mirada y una cara falsamente inocente adornada por ojos grandes y labios carnosos. Mi nombre es Marcela.

Ahora estoy tratando de ajuiciarme porque a pesar de que nunca pensé en serle infiel a mi marido hubo una época en la cual las circunstancias me llevaron a cometer algunos deliciosos pecadillos de los cuales a veces me arrepiento pero en otras ocasiones recuerdo con verdadero deleite...que puedo decir una cosa llevo a la otra porque después que fui infiel con el primer hombre y por una razón específica y algo borrosa en este momento, con los demás fue mas fácil por decirlo de alguna manera. En otra ocasión contare como fueron esos "Primeros cachos" pues esta historia trata de otro desliz que tuve fuera de la ciudad donde vivo.

Sucedió en uno de mis viajes de trabajo puesto que debido a mi profesión debo viajar constantemente. Justo cuando pensé que sería un viaje como cualquier otro me encontré con un amigo de mi esposo que sin saberlo yo en ese momento se convertiría en mejor "amigo" mío aún. Me agradó mucho encontrarme con el y mas aun sabiendo que trabajaba en esa ciudad la cual debía yo visitar muchas veces durante los meses siguientes, al menos tendría alguien con quien pasar los ratos de ocio.

Las primeras visitas fueron normales, nos encontrábamos para almorzar o tomar algo y poco a poco nos fuimos dando cuenta que existía una gran química entre nosotros. Yo le contaba a el acerca de mi relación con mi esposo y que no estaba en su mejor momento. Debido a mis viajes no tenía yo mucho tiempo para estar con mi esposo y cuando estaba en mi casa solo ansiaba descanso y tranquilidad. Sin embargo cuando me encontraba con mi amigo salíamos bastante a divertirnos y empezamos a ir a bailar y a beber licor.

En una de esas ocasiones fui yo con una amiga a dicha ciudad pues disponía de dos días de completo relax y pensé que sería buena idea invitar a mi amiga a nadar un rato y broncearnos a tan cálida y acogedora ciudad. No vi a mi amigo en todo el día y no se porque en la noche me puse mi mejor vestido (muy escotado y corto por cierto) y decidí ir en busca de aquel hombre en compañía de mi amiga para ver si salíamos con algún amigo suyo.

Decidimos ir de tour por varias discotecas. El no dejaba de decirme lo bella que estaba aquella noche y yo sentí que me miraba por primera vez. Cuando volteaba sentía como sus ojos recorrían todo mi cuerpo inventando aquellas partes cubiertas por el diminuto vestido. Decidimos salir del bar donde estábamos y dirigirnos a uno mas íntimo, mas oscuro, con música mas suave. Al tratar de pararme me sentí mareada por todo el ron que habíamos tomado. El me tomo del brazo suavemente y sentí un corrientazo que recorrió mi espalda, lo miré a los ojos y sentí que a el le había pasado lo mismo. Llegamos al otro bar y seguimos bebiendo.

En una de las canciones empecé a bailar de manera sensual y provocativa, tal vez debido a los tragos o porque inconscientemente quería provocarlo, no lo se. Me susurró al oído que parecía un volcán a punto de hacer erupción. Comenzamos a bailar muy juntos, cada vez nos acercábamos mas, podía sentir su respiración en mi cuello, el cual el comenzó a besar suave y despacio como tanteando el terreno; lentamente se fue acercando a mi oído y empezó a pasar su lengua por todo su contorno buscando mi aprobación, sin dejar de bailar esa lenta melodía yo empecé a corresponder sus besos sin acordarme de quien era y con quien estaba; aspire su aroma masculino, lo estreché aún mas contra mi y busque sus labios con afán como si se me fuera en ello la vida, buscando aquella pasión que yo creía perdida.

Mientras tanto mi amiga la estaba pasando bastante mal, con un tipo que resulto algo atrevido y borracha como una cuba. Sentí un poco de pena por ella pues al parecer mi noche iba a acabar un poco mejor que la suya y así fue... Nos sentamos y empezamos a acariciarnos sin importar que nos estuvieran mirando a pesar de la oscuridad que era nuestra cómplice mientras nuestras lenguas se enrollaban como serpientes, se buscaban, se deseaban y nuestras manos recorrían aquellas partes de nuestros cuerpos que podían hacer en un lugar público.

Con solo nuestras miradas acordamos salir de aquel lugar e irnos a su casa. Casi no esperamos a cerrar la puerta y ya sus manos se posaron por todo mi cuerpo atrayéndome hacia el y arrancándome la ropa. Las mías hicieron lo debido y se arrastraron por su espalda disfrutando cada centímetro de su piel, bebiendo su sudor y en néctar de aquella pasión que sin saberlo se había alimentado de nuestras miradas y nuestros roces durante aquellas semanas de mutua compañía.

Sin dejar de besarnos nos sentamos ya desnudos en una mecedora yo frente a el. Nos detuvimos un momento para contemplarnos, incrédulos por lo que estaba pasando. Comenzamos a besarnos esta vez mas lentamente, sin afanes, con dulzura y mis dedos se posaban suavemente por su cara, sus hombros, su pecho, jugueteaba con su vello corporal.

El pasaba sus manos por mi trasero, mi espalda; tomé su pene y lo introduje dentro de mí y empezamos a balancearnos en la silla, suavemente al principio y después con mayor intensidad. El comenzó a masturbarme haciendo circulitos muy suavemente en mi clítoris, beso luego mis senos cuyos pezones habían comenzado a erectarse por el placer que estaba sintiendo en ese momento, sentí dolor físico del deseo que estaba sintiendo por aquel hombre, tuvimos un orgasmo casi al mismo tiempo, el primero y yo un poco después gracias a las maravillosas manipulaciones de sus manos.

Cuando terminamos me dio afán por irme pues había dejado botada a mi pobre amiga y me preocupé por ella. A pesar que el me pidió que me quedará me vestí rápidamente, le di un largo beso en la boca y me fui. Llegué al hotel pues afortunadamente mi amiga logró zafarse de aquel tipo y ya estaba tranquila en su cama. Yo me acosté en la otra cama pues compartíamos la habitación.

No logré conciliar el sueño fácilmente pues sentí todavía en mis labios y en mi cuerpo la calidez de sus besos y abrazos. Al otro día nos levantamos temprano con mi amiga para irnos de la ciudad aunque con una tremenda resaca por la bebeta del día anterior. Sentí un poco de nervios de encontrarme nuevamente con el y de mirarlo a la cara después de lo que había pasado, afortunadamente tendría varios días antes de volver a verlo para pensar en lo que haría y le diría. Y que no hicimos en mis futuras visitas...

CONTINUARA...