La masajista misteriosa

Una bella pero profesional y seria kinesióloga es seducida merced a la astucia de un joven...

La Masajista misteriosa

Me llamo Marcelo, tengo 32 años y quiero compartir con ustedes algo que me sucedió hace no mucho tiempo. Vivo en Buenos Aires, a donde trabajo en una compañía de seguros. El trabajo es tedioso, ya que viajo mucho por distintas provincias y ocasionalmente al extranjero, ausentándome por varios días en la que paso mi tiempo negociando temas y demás asuntos de índole laboral que no vienen mucho al caso.

Así es como luego de ausencias prolongadas que van de 3 a 10 días, regreso a mi hogar extenuado, con pocas ganas de salir y de conocer gente, y enfocado tan solo en ver un buen DVD, dormir y salir con amigos el fin de semana. Soy soltero, y a decir verdad siempre creí que era un inmaduro ya que no tenia el menor interés en casarme o iniciar alguna relación seria con señorita o señora alguna. Mi vida sentimental siempre transcurrió entre noviecitas que no me duraban mucho, pero en los últimos dos años, en que comencé con este ritmo de trabajo casi no tuve tiempo siquiera de salir o llamar a alguna fémina.

Este ritmo de trabajo sin mucho tiempo para el esparcimiento, se convirtió verdaderamente en algo difícil de mantener. La verdad es que a pesar de que nunca le he dado mucho corte al tema de la pinta, aparentemente tengo buena acogida en las chicas y siempre he tenido algún hueso que roer, sin embargo mi pesar era de otra naturaleza: necesitaba en mis ratos de decaimiento a mi regreso a Buenos Aires, estar en alguna situación donde todo o nada pudiera pasar, y al mismo tiempo donde yo tuviera la libertad de estar desnudo sin que eso implicara en forma alguna pretender que algo pasara. Donde podía ser ese lugar? Pues en lo de una masajista.

Así fue como comencé con mucha paciencia y dedicación a buscar en el periódico una masajista, pero no de aquellas que son prostitutas disfrazadas, sino una masajista profesional, de aquellas que conocen varios tipos de masaje, sea japonés, oriental, danés, lo que fuera, es decir alguien a quien pudiera entregarme de cuerpo completo, sabiendo que aunque nada pasara sino por obra y gracia de mi propia conquista. Ciertamente, mi interés estaba en buscar alguien que tuviera un gran atractivo, alguna joven con buen físico pero con una dosis interesante de profesionalismo como para excitarme mas por su pretendido desinterés en el sexo, sino en darme el masaje y punto.

Así fue como luego de varios fiascos finalmente di con Celeste, una joven de 32 años que realmente merece descripción. Celeste era una de esas mujeres con gran personalidad: joven, hermosa, de cabello castaño tirando a rojizo, con ondas. Ella era alta, 1.70 aproximadamente, y con un hermoso cuerpo. El día que conversé con ella por primera vez en el teléfono, para solicitarle servicios de Reiki, noté en su voz algo muy distinto a otras profesionales. Me pareció firme y dulce a la vez. Así fue como concerté mi primer turno, a fin de que acomodara los huesos de mi cuerpo y me masajeara el cuerpo luego de 8 días de ausencia por el interior. El primer día que me presenté en su tranquilo consultorio de Palermo, corroboré algo no tan común: la voz de celeste, atractiva y melodiosa, pero firme a la vez, se correspondía con esta hermosa mujer. Celeste llevaba puesto un par de jeans no muy ajustados, pese a lo cual era posible notar sus piernas firmes y la hermosa curva de los dos cachetes de su cola. Arriba llevaba puesta una blusa clásica, bajo la cual se notaba que la madre naturaleza había sido generosa con ella en concederle dos hermosas gomas. Calculé que sus medidas serían 90-62-93.

Así fue como me desvestí totalmente, quedando frente a ella totalmente desnudo, como si fuera la cosa mas natural del mundo. Ella simplemente me miró y me dijo "acostate en la camilla, por favor". En la hora y media siguiente, me hizo un masaje como nunca me lo habían hecho antes. Realmente me di cuenta lo que era una masajista profesional, alguien que hacía su trabajo y se ganaba el pan con el sudor de su frente. Durante aquella hora y media, fue realmente poco lo que conversé con ella. Celeste. Se notaba claramente que Celeste estaba allí por elección propia, ya que percibía que disfrutaba de sus masajes sobre mi cuerpo tanto yo como ella. No era el caso de esas personas a quienes la vida no les da opción, sino que notaba que, por la cantidad de diplomas que colgaban de su pared, era alguien con una cierta vocación por los masajes y sus derivados. Terminado el masaje, el cual no incluyó en absoluto mi zona íntima, me despedí de ella y le estiré la mano, como queriendo ser conteste con la actitud que ella mostraba. Sin embargo, lejos de darme la mano me dijo un beso el la mejilla, no muy marcado, pero lo suficiente para notar que se trataba de alguien que era algo más que una kinesiologa profesional...

Fue así como volví a casa, pensando en el fabuloso masaje recibido, y durante los días siguientes me sentí realmente bien, entero, sin dolores de espalda y en armonía con mi cuerpo, como se suele decir. Por la noche, sin embargo, recordaba al acostarme la hermosa figura y el bello rostro de esta silenciosa Celeste, lo que me intrigaba sobremanera. Como reaccionaría Celeste si le pidiera que su masaje incluyera "algo más"?? Se ofendería? Si se tratara de otra persona tal vez hubiera corrido el riesgo, pero en este caso no deseaba hacerlo. Estaba claramente ante una jugadora de poker y no quería mostrar mi juego y perder por goleada ...

Así fue como 15 días después, la llamé por teléfono para concertar una cita nuevamente. Al responder el teléfono, me imaginé que Celeste se acordaría vagamente de mí, por lo cual tenía pensado decirle algo así como "estuve hace dos semanas, soy alto, y te conté que trabajaba en una compañía de seguros..". Sin embargo, cuando le dije mi nombre Celeste me contestó "me acuerdo de vos, vos sos el que viaja, cuando venís?". Debo decir que me excitó que semejante hembra se acordara de mí. Lo tomé como una señal en el juego de poker que aparentemente se jugaba entre nosotros... Esa tarde me presenté en su consultorio, con más confianza y dispuesto a explorar más el terreno. Celeste llevaba puesta una falta hasta la rodilla, y una remera de lycra bastante ajustada, que me permitió corregir mi error sobre su frente: no era 90, sino por lo menos tenía 100 de lolas. Cuanta calentura se me iba juntando...

El masaje fue sensacional. Debo decir que no hay nadie que hasta el día de hoy sepa y entienda lo que es un masaje de espalda, brazos y piernas como ella lo hace. Sin embargo, mi preocupación ya era otra. Cuando me puse boca arriba y ella comenzó a masajear mis pies, empecé a mirar sus dos tetas atrapadas ahí en ese top y la verga se me puso dura como una piedra. Ella pareció no importarle la cuestión, y siguió masajeándome los pies como si nada ... mirando a los costados, y ocasionalmente acercando sus manos a mis muslos, pero nada más. Súbitamente, empecé a sentir vergüenza. Tal vez yo me estaba haciendo la croqueta, y pasando por ser un calentón, y ella no era más que una profesional acostumbrada a calentones como yo a quienes debía ignorar. Al fin y al cabo, era una total belleza, de lomo despampanante, pero con seguridad no parecía estar interesada en nada más que en terminar el masaje y posiblemente en irse a su casa. Sin embargo, en los últimos minutos, mientras yo seguía acostado boca arriba y ella a mi lado con sus fabulosas tetas se aprestaba a terminar con el masaje, solo atiné a decirle "Celeste, puedo decirte algo?" "Si" respondió. "quiero decirte que eres una persona bellísima, y que nunca antes había recibido un masaje como el que me diste" "gracias" contestó. Pensando en que había cientos de tipo como yo que hubieran dicho cualquier cosa para robarse al menos unos minutos o una caricia extra, me sorprendió comprobar que su rostro se había iluminado. Ahora se veía mucho más linda y esto me calentaba decididamente más. El masaje terminó y yo, algo avergonzado, me vestí y le pague el servicio. Al dirigirme a la puerta, sin embargo, me detuvo y sujetó suavemente del hombro. "cuando vuelvas, voy a ensayar algunas técnicas nuevas" – me dijo. "creo que podemos mejorar un poco la postura de tu espalda y trabajar sobre la circulación en todo tu cuerpo". "con todo gusto" le dije.

Salí con rumbo a casa, y con la sensación de que sus palabras denotaban algun tipo de arrepentimiento o duda. Había que probar nuevamente...

La semana entrante, ni bien regresé de uno de mis viajes, levanté el teléfono y la llamé. La verdad es que me había pasado todos esos últimos días pensando en Celeste, en su cara, sus tetas, su culo, en su clase, en su voz, su sonrisa. Estaba entregado. Daba cualquier cosa por poseerla, pero no sabía cuan lejos o cerca estaba de poder lograrlo. La calentura me devoraba, y Celeste, si bien me la había dejado picando, no parecía ser alguien a quien pudiera avanzarme así nomás. Debía intentar algo y jugarme la vida...

Concerté entonces un turno para la última hora de un viernes. Yo sabía que ella no trabajaba el Sábado, y que vivía en un coqueto barrio con un hijo de 5 años, merced al fabuloso ingreso que los masajes le reportaban. Pero nunca había hecho alarde de ello, al contrario, era una persona sencilla, aunque todavía enigmática..

Al llegar, me saludó con cierta efusividad, y me dijo "pasa, sácate toda la ropa y acuéstate. No sabes qué gusto me da verte". "por qué?" atiné a decir. "es que tú eres el único de mis clientes que no se zarpa. Eres tranquilo, respetuoso y nunca has intentado nada extraño. Acá vienen siempre señores mayores, muy babosos, a quienes no tengo otra que darles su masaje porque pagan bien, pero siempre intentan algo y debo sacármelos de encima" Me quedé pasmado. No imaginaba tamaña respuesta. Yo, que me criticaba a mí mismo por mi timidez en proponerle algo, me encontraba ahora recompensado por las mismas razones.

Comenzó entonces el masaje, como de costumbre. Boca abajo, comenzó a masajear todos los músculos de mi espalda. Fue allí donde decidí dar el golpe de gracia, pero fiel a mi estilo, hacerlo de manera sutil. "Sabes algo?" le dije "tengo necesidad de comentarte que hoy es mi última vez contigo" – me jugué. Noté que sus manos comenzaban a apretar más firmemente mi espalda y que su respiración se alteraba un poco. "ah si?" me dijo. "puedo preguntarte por qué?" "seguro" le dije mientras ensayaba mentalmente mi respuesta. "ocurre que me han trasladado a otra ciudad, y en breve parto a vivir allí, sin fecha de retorno". Fue como hundir el Titanic con una pistola a cebitas.

En ese momento dejó lo que estaba haciendo, y me dijo "no esperaba esta noticia. Realmente voy a extrañar hacerte masajes, y compartir esa hora de charla amable y serena contigo" "bueno", le dije. "podrás visitarme algún día". Es como si los dioses hubieran estado esperando esa frase. Así fue como Celeste me tomó de la mano, levantándome de la dura camilla, y nos fuimos a un gran sillón que había en la recepción. Sentado allí, yo con el calzoncillo puesto y toda vestida, me pidió que le comentara en qué consistía mi viaje. Mientras le hablaba, ella preparó un café, me lo acercó y se sentó más cerca de mí. Noté que con su rodilla tocaba mi muslo y que con su otra mano comenzaba a juguetear con mi pelo. Mientras seguía conversando con ella, se paró, bajó las luces y se sentó nuevamente a mi lado. Noté allí que se había sacado la falda que llevaba puesta, y que lo mismo había hecho con el top que tenía puesto.

Debo decir que nunca en mi vida había visto dos tetas tan lindas y grandes. Eran bien redondas, con pezones grandes y rosados y pedían a gritos que se las chupara. Me acerque y comencé a lamerle el pezón izquierdo y luego el derecho, una y otra vez, hasta que le sujeté las dos tetas y las metí en mi boca. Celeste me empujó suavemente de espaldas al asiento del sillón, y metió su mano en mi calzoncillo. Mi verga estaba dura como nunca, y a decir verdad, los 18 cms que mide parada, parecían 25. Estaba por reventar. Ahí me djo" desde el primer día que vi esta matraca que quiero sujetarla con las dos manos" acto seguido me hizo una paja como nunca antes me la habían hecho, y antes de volcar luego me pidió que me dé vueltas. Ahí mostró su calidad de mujer.

Chupó mi culo, y luego yo hice lo propio con el de ella. Minutos después, le dije que la quería penetrar hasta que reventara de lujuria. Sentado en el sillón se subió encima mío y me cabalgó como nunca. Esas dos tetas enormes saltaban como locas, y mi pija adentro de su concha hacía un chasquido que nos excitaba como locos. Debo haber bombeado como 30 minutos seguidos, aunque en realidad perdí la cuenta. Al final, luego de todo el matraqueo me fui adentro de su cuerpo con medio litro de semen. Qué manera de gozar!!! Quedé tirado en el sillón, extasiado, y ella tirada en la alfombra. A la hora y media desperté y noté que ella me estaba mirando. Me hacés el orto?? Me dijo. Así fue como la penetré por atrás, dulcemente, mientras mi verga se introducía por el hermoso agujerito trasero. Podo a poco este se fue dilatando, mientras Celeste gritaba y gemía de dolor y placer. Luego de unas cuantas bombeadas, me fui nuevamente adentro de su culo explotando de lujuria y placer.

Al salir de su consultorio, luego de una agradable ducha que incluyó una sabrosa mamada, Celeste me dijo "me vas a hablar cuando vengas?" "no te preocupes" – le dije.

"Pienso regresar una vez al mes al menos". Por nada del mundo dejaría de bombearme a esta hermosa hembra cada vez que pudiera, aunque es muy posible que en mi fingido exilio hubiera "esporádicos" viajes a Buenos Aires según mandara mi calentura.

Marce

luvtoomuch2@yahoo.com