La masajista.

Empezó a subir por los muslos, acercándose peligrosamente a mi zona cero. Estaba muy caliente. Sentía como cada vez estaba más cerca de mi sexo...

He tardado tiempo, pero aquí vuelvo.

Durante este mes he estado pensado en nuevos relatos, pero no he escrito. Por motivos personales, no me parecía oportuno publicar este tipo de relatos.

Me gustaría agradecer a todos aquellos que me enviáis correos, dejáis comentarios y me leéis dándome vuestro apoyo.

Pasar por mi blog de relatos eroticos:

http://bolleramolamasquelesbiana.blogspot.com.es/

Muchas gracias a todos!

Os dejo disfrutar con el relato:

Hacía tiempo que estaba muy estresada y tenía una contractura en el cuello.

No podía entrenar hasta que se me pasara la contractura, así que decidí contratar un masaje en el spa de un hotel muy conocido en mi ciudad.

Era bastante caro, pero quería un buen masaje.

Lo cogí para esa misma tarde. Me esperé en una cafetería hasta que se hizo la hora.

Entré al cambiador, me desnudé y me puse el albornoz. Entré a la habitación donde me iban a realizar el masaje y me estaba esperando una chica bajita y morena muy guapa. Al verla me sonroje.

Era la primera vez que me hacía un masaje y no sabía como iba la cosa.

La masajista estaba de espaldas y no me escuchó entrar así que la saludé y me presenté dándole dos besos.

- Hola, ¿qué tal? Me llamo Cristina.

-Hola, Soy María su masajista. Por favor, quítese el albornoz y póngase boca a bajo en la camilla. En seguida la tapo con una toalla. Dijo ella bastante sonrojada por la situación.

Obedecí sabiendo que quizás, probablemente, me había excedido dándole dos besos, pero me gustó nada más verla.

Se giró, me quité el albornoz y me tumbé desnuda boca abajo en la camilla.

Ella vino y me tapó con una toalla. Se echó aceite en las manos y empezó el masaje, de abajo arriba. Empezando por los pies. La dije que se centrará sobre todo en el cuello, por mi contractura, pero ella siguió a lo suyo como si no me hubiera oído.

Tenía unas manos mágicas.

Me sentía algo incomoda. Sonaba un hilo de música pero sin conversación, siempre me siento incómoda. Espere a ver si ella entablaba algún tipo de conversación, pero dado que ni siquiera me había contestado, dudé mucho que fuera a empezar a hablar.

Siguió con el masaje, subiendo por las piernas, me sentía genial, aunque estaba bastante tensa por el hecho de que la masajista me atraía físicamente y la incomodidad de estar calladas.

Empezó a subir por los muslos, acercándose peligrosamente a mi zona cero. Estaba muy caliente. Sentía como cada vez estaba más cerca de mi sexo y sabiendo que no iba a pasar nada.

- ¿Se encuentra bien? La noto muy tensa... relájese por favor y disfrutará infinitamente más del masaje.

Esta vez fui yo la que no la contestó.

Intenté relajarme sabiendo que no iba a pasar nada. Siguió por los muslos con esas manos mágicas. Estaba completamente relajada y a punto de dormirme. Sentí como su mano pasó rápido rozando mi sexo. Me sonroje rápidamente, pero ni me moví, ni me puse tensa.

Quería que siguiera y quizás solo fue un accidente. Siguió masajeando mis muslos y volvió a tener otro "accidente", pero ésta vez pasando mucho más despacio. Yo, seguía sin moverme. No sabía si María lo hacía queriendo o no, o si pensaba que me había dormido.

Pasó a mi espalda y cuello.

- ¿Está bien está presión?

No contesté. Quería que pensará que estaba dormida para ver como reaccionaba.

Siguió masajeando mi espalda y ni cuello. Retiró la toalla y pasó a mis nalgas.

Empezó a bajar por mi sexo, pasando sus dedos suavemente por mi sexo, de arriba a abajo y viceversa. Una y otra vez...

Hice un leve movimiento de placer y en seguida posó sus manos nuevamente en mi espalda.

- No... por favor, continúa.

La chica, apartó sus manos de mi por unos segundos, como pensando, ¿que estoy haciendo?

No reaccionaba, así que decidí darme la vuelta y de paso quitar la toalla. Me incorporé mirándola a los ojos. Estaba muy sonrojada.

- María, por favor, sigue... tienes unos dedos mágicos...

La dije mientras le acariciaba los pómulos y el cuello y acercándola, poco a poco hacía mi.

Me miraba desconcertada. Estaba a centímetros de mí y no pude aguantar. Me acerqué a ella y le di un beso en los labios. Ella se apartó. Me miró a los ojos estando separadas por milímetros,  y me volvió a besar. Me acerqué a darle un pequeño mordisco en la oreja y le susurré:

- Hazme tuya...

Eso la activo de nuevo.

Me tumbó en la camilla e hizo que mis pechos fueran sólo suyos, besándolos, lamiéndolos, mordiéndolos e incluso haciéndome varios chupetones.

Hacía tiempo que no encontraba a una chica tan fogosa como ella. Me estaba haciendo disfrutar muchísimo.

Besó cada centímetro de mi cuerpo hasta llegar a mi cadera, donde fue intercalando besos y mordiscos hasta llegar a mi clítoris. Se puso a lamer mi clítoris dando pequeños círculos.

Empecé a soltar leves gemidos, y rápidamente salió de entre mis piernas, se puso de espaldas a mi cogiendo algo, se volteo y vino hacía mi.

María, se quedó mirandome varios segundos, acariciandome con una mano la cara y el pelo.

-Cris, no puedes hacer ruido o nos pillarán...

Me dió un beso muy tierno en los labios y me dió una pequeña toalla de manos toda estrujada por si fuera necesario que me la pusiera en la boca. Y volvió a bajar entre mis piernas.

Estaba tan mojada que notaba como mis flujos salían de dentro de mi. Ella paso su lengua por mi rajita, lamiendolos todos para ella.

Me metió un dedo de golpe. Lo metía y lo sacaba.

Tuve que morder la toalla. Estaba a punto de empezar a gemir.

Saco su dedo por completo, y metió dos de golpe, mientras me hacía retorcerme de placer con su lengua en mi clítoris. Siguió con el mete-saca de sus dos dedos dentro de mi. Mi espalada se arqueaba de placer, no podía aguantar más, estaba a punto de correrme con un gran orgasmo.

- Voy a correrme María!

Sacó rápidamente los dedos y metió tres metiéndolos y sacándolos con más ímpetu que antes.

Sentía como absorbía entre sus labios mi clítoris y dentro de su boca, su lengua jugaba él. Lo soltó y lo mordisqueo leve mente.

Estaba a punto.

Puse mis manos en su cabeza, atrayendola hacía mi sexo. Mi cuerpo convulsionaba de placer, mi espalada permanecía arqueada, mis piernas se cernían sobre ella, y de fondo se escuchaban mis gemidos omitidos por la toalla que permanecía mordida en mi boca.

Al terminar, María se quedó entre mis piernas, lamiendo y besando cada milímetro de mi sexo. Sacó los dedos de dentro de mi.

Se acercó a mi, dándome un beso corto. Le cogí la mano y le lamí esos tres deditos mágicos que me habían hecho tener uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Cogió una nueva toalla y la posó sobre mi. La hora del masaje ya había terminado.

Me levanté de la camilla dejando la toalla en ella. Me acerqué a María, que miraba mi cuerpo desnudo con ganas de más. La besé con pasión y me acerqué a su oído.

-Gracias por éste gran masaje, María... me hasregalado uno de los mejores orgasmos de mi vida. La semana que viene, vendré a darme otro masaje y esta vez, seré yo la que esté entre tus piernas...

Le di un pequeño abrazo, y un par de besos cortos mientras mis manos recorrían despacio su cuerpo, tanteando un poco el terreno, y me despedí yendo hacía el cambiador, hasta la semana que viene que vuelva a por el segundo masaje.