La masajista

Un adolescente ve cumplidos sus sueños al conseguir que su apreciada masajista sea suya.

Se daba una tarde fría como pocas en Carabanchel. Una de esas tardes en las que a la gente les apetece quedarse en la cama, echando una siesta y removiéndose entre las mantas en el sofá, frente al televisor. En mi caso no tuve tanta suerte, pues me dirigía a la peluquería donde tenía que recibir una sesión de masaje para la recuperación de mi espalda.

Al llegar, llamé con cuidado en la puerta, en parte para no lastimarme los dedos. Una de las chicas del local se acercó y me abrió la puerta. La reconocí al instante:

-Buenas tardes Laura- la saludé, fijándome en la camisa azul semitransparente y el pantalón negro que formaban el conjunto de las empleadas.-Vengo a ver a Sonia.

-Ay, sí..pasa, te está esperando- me respondió

Entré lo más rápido que pude, intentando disimular mi ansia por ver a mi masajista. La verdad es que elegí ese centro, no sólo por sus prestaciones y atenciones al cliente; sino también por Sonia. Ella era perfecta, rubia, ojos azules con algún torno verdoso el cual sólo se mostraba en la penumbra de la habitación de masaje (en el cual las luces están levemente encendidas para relajar al paciente). Su piel era tersa y suave, y su olor era inmejorable.

-Buenas tardes- saludé amistosamente. La admiré unos segundos mientras ella reparaba en mi presencia. El uniforme de la empresa dejaba pasar algo de luz, mostrandome a través de su pantalón y su camisa, leves rasgos de su ropa interior. Por lo que apreciaba, llevaba un sujetador de color violeta claro y un tanga del mismo tono.

-Oh! ya has llegado- comentó la dulce voz de Sonia mientras se giraba hacia mí.

-Sí…-intenté no parecer ensimismado- vengo a por la sesión semanal

-¿Y cómo estás?-inquirió con una sonrisa

-¿Perdón?- me asusté pensando que había reparado en mi incipiente erección- Ah, sí…esto…estoy mejor, creo que con una o dos sesiones más ya no tendré que venir más.

-Qué pena-dijo amistosamente- con los buenos momentos que pasábamos juntos

Y no sabía que razón tenía. En un par de semanas, no volvería a sentir sus manos desnudas acariciándome y sus dulces labios dirigiéndome cálidas palabras que conseguían, en contra de su voluntad, despertar mis pasiones más oscuras.

-Bueno, empecemos ¿te parece?- me preguntó sonriente.

Se quitó las zapatillas de deporte y los calcetines, para colocarse un calzado más cómodo. Miré sus pies y pensé en ellos largo tiempo. Eran preciosos y parecían suaves y cuidados. En las uñas tenía pintadas florecitas de diversos colores. Para cuando me desperté de mi absorción me di cuenta de que ya había malgastado un cuarto de hora de mi paraíso particular. Noté como sus manos subían y bajaban por mi espalda hasta casi alcanzar mis glúteos.

-..¿Y bien? ¿Qué es lo que más te gustaría en el mundo? Pronto serán los Reyes y supongo que les pedirás algo a tus padres.

Sentí como mis deseos se hacían realidad. Era la oportunidad que siempre había deseado y vistas las circunstancias, no quise desaprovecharla.

-Verás…-admití con la cara colorada- lo que más deseo en el mundo no me lo pueden dar mis padres.

-¿Y qué es lo que quieres pedir?-preguntó Sonia, dejando de masajear mi espalda para inclinarse y mirarme a los ojos.

No sabía donde mirar, me faltaba el aire. Miré sus labios y su escote, que al estar inclinada, dejaba ver algo de las copas de su sostén. Me decidí.

-Lo que me gustaría es ser tuyo- vi como se sorprendía, retrocediendo levemente-me refería a que…esto…verás, siempre que vengo, te veo y eres tan preciosa que siempre he deseado…bueno, ya sabes…hacer lo que me pidieses-expliqué de manera atropellada.

Entonces algo pasó. Sonia se fue de la sala y tras un par de minutos, entró de nuevo con la mirada cambiada.

-Lo he pensado mucho- comenzó despacio- y visto que eres un chico bastante mono y me tratas bien, no como el resto de clientes- añadió mascullando entre dientes-creo que es justo que por hoy, y SÓLO por hoy, cumpla tu deseo.

No me lo podía creer, pero no m dio tiempo a reaccionar, ella siguió hablando.

-Como quieres ser mío harás lo que yo te ordene sin rechistar, ¿no?

-Po..Por supuesto

-Mi ama-añadió pasando la lengua en tono lujurioso por sus labios- a partir de ahora, me llamarás ama

-S-Sí…mi ama

-Así me gusta- sonrió y acercándoseme añadió-dime, ¿Qué es lo que más te gusta de mí?

-Pues la verdad mi ama, todo.

-¿Y lo que más?

-Tus pies mi ama. Creo que son perfectos y que están muy bien cuidados.

-Bien, me duelen los pies. Levántate de la camilla- obedecí- Ahora quítate la ropa.

Cuando estaba a punto de desnudarme por completo, Sonia añadió:

-Déjate los boxers

Obedecí y agaché la cabeza pues no sabía adonde mirar

-¿A qué esperas esclavo?- noté que esta última palabra la dijo saboreándola-lámeme los pies y masajéamelos

-Enseguida mi ama- fue mi breve respuesta, mientras me acercaba a ella y le quitaba sus zapatillas y sus calcetines blancos con dibujitos (como me ponían). Levanté su pie hasta dejarlo la altura de mi cara y empecé a masajearle la planta. A continuación, introduje sus dedos, uno por uno en mi boca, deleitándome con aquél momento e intentando hacerlo lo mejor posible. Luego, besé su empeine suavemente y acaricié levemente sus tobillos, notando cómo se estremecía de placer.

Hice lo propio con el otro pie, y sin apenas poder ocultar ya mi erección. Ella, reparando en eso, se incorporó en la camilla y comenzó a masajearme mis genitales por encima de la fina tela de mi ropa interior. Al ver que me desconcetraba de mi tarea levemente, con una sonrisa pícara en su cara, procedió a meter la mano por dentro de mi única prenda.

No podía apartar los ojos de su fascinante cuerpo, pero aun así notaba como su ágil y suave mano masajeaba mi miembro hasta ponerlo totalmente erecto. Lo acariciaba en toda su longitud, haciendo pequeños círculos después en la punta del mismo, provocándome sensaciones que me hacían dudar de mi propia existencia.

-Esclavo, tengo una nueva orden para ti- me interrumpió apartando su pie izquierdo de mi boca- siempre he tenido curiosidad por la intimidad de los hombres. Quítate el bóxer y córrete para mí.

Cuando me dispuse a cumplir sus órdenes en frente de ella, me volvió a parar.

-Hagámoslo más interesante-dijo yendo a por su bolso y sacando el móvil- quiero que te corras de rodillas y mientras, te saco algunas fotos para mandárselas a mis amigas.

-Pe…Pero…-intenté rebatir. Y pensé que la podía perder-Sí, mi ama. Lo que deseéis

  • Así me gusta perro. Luego te daré tu recompensa por tu fidelidad. Pero tranquilo, no saldrá tu cara en las fotos

Ya más tranquilo, me situé de rodillas y empecé a masturbarme. Tardé poco por mi emoción, pero fue suficiente tiempo como para que sacase un par de fotos de mi polla y una de mi espalda y mi culo.

-Bien, ahora no te limpies-me dijo al ver mi abundante semen en mi mano- Ven aquí.

Me acerqué y para mi sorpresa, me cogió la mano y la lamió dejándola completamente limpia.

  • Me ha sabido a poco- comentó. Al par de segundos añadió- ¿sabes? A mi novio no le gusta que me lo trague, así que hoy quiero más.

Dicho esto, se bajo de la camilla y poniéndose de rodillas, empezó a chupármela. Era tremenda, movía su lengua con una velocidad y precisión increíbles. Viendo que no m corría, ya que necesitaba recargar, dijo:

-Veo que tendré que ser mala contigo…-y se quitó la blusa y el sujetador, dejando al aire sus preciosas tetas. Eran firmes y bien puestas, de tamaño normal. Sus pezones estaban duros por la excitación de Sonia y una minúscula gotita bajaba por su cuello con dirección a su canalillo. Eso bastó para que me corriera otra vez.

Sonia se incorporó, tragó y se acercó a mí. Entonces me dio un beso húmedo como pocos. Noté como mi propio semen se colaba por la comisura de sus labios, pero poco me importó. Sonia era mía, se había entregado a mí y me había hecho feliz. Aunque quedaba una cosa

-Sonia

-¿Sí?...-respondió separándose un poco de mí

-Verás, hay una cosa que siempre he querido pedirte y que no me he atrevido hasta ahora.

-Mmmm…es justo-concedió ella-pide tu deseo, ahora yo seré tuya

-Bien- empecé a decir, intentando organizar las ideas para conseguir que hiciera lo que quisiera-quiero que te masturbes para mí, mientras te saco fotos y hago un minivideo con el móvil. Por supuesto, tu cara no saldrá- añadí rápidamente.- Pero tienes que hacer lo que diga

  • De acuerdo- aceptó quitándose lo que le quedaba de ropa. No me lo creía, en el fondo de su alma, mi Sonia era un perrita que deseaba ser sometida.

-Bien, primero las fotos. Primero una sentada en el borde de la camilla girada hacia mí. Muy bien. Ahora, otra tumbada en la camilla con la piernas abiertas. Acaríciate las tetas. Ahora empieza a masturbarte. ¡Genial! Eres toda una modelo-la animé-Una a cuatro patas…mmm

Y así transcurrieron unos 15 minutos, consiguiendo que Sonia se olvidara de la cámara y se sintiese más y más cómoda hasta el punto de ser una cachonda descontrolada. Entonces empezó mi plan, cada foto la sacaba dos veces: una sin que se le viera la cara , por si quería verlas, y otra en la que sí se la reconocía.

Hice lo mismo con los vídeos, consiguiendo un material de primera para un chantaje que me aseguraría su obediencia para el resto de sus días.

Por fin mi diosa sería mi esclava.