La más deseada
Seguimos. ¡Espero que os guste! :P
LA MÁS DESEADA
Llegamos a casa de Diego. Era una urbanización bonita a las afueras de la Ciudad. Era una de esas urbanizaciones con casas unifamiliares, bastante juntas, con casas no muy grandes y que no hay ni un ruido. Yo siempre que paseo o voy por algún sitio así pongo la oreja para escuchar si alguien está en plena faena. No sé a vosotros pero yo cuando escucho gemir a los vecinos, o un coche empañado o unos pelos despeinados saliendo de un probador mi mente de pervierte. Y me venía a la cabeza la manera de gemir que me hacía Diego y se iban a enterar todos los vecinos como me follara mucho. Pero bueno mi cabeza estaba obsesionada. ¿Solo pensaba en follar? La puerta del parking se abrió y entramos en su casa.
-Guau, que bonita. Dije mientras nos metíamos en el agujero. Charlamos un poco de la situación donde estaba, que tenía asistenta, que no estaba mucho por casa, me resolvió algunas preguntas que me surgían mientras subíamos al primer piso cargados con algunas cosas. Era una casita pequeña, de dos pisos más el parking.
-Bueno, no está mal para mi solito. Oye, tendrías que ir a ver a tus padres. Yo tengo que ir a la oficina en un rato.
-¡¡¡Yo quiero ir!!! Dije con cara y voz de penita.
-¿Pero no prefieres ir a ver a tus padres?
Miré a Diego con mirada de incredulidad y los dos reímos. Demostrando que en ese momento prefería estar con él. Mientras él subía persianas, dejaba algunas cosas en su respectivo sitio, mientras caminábamos me iba enseñando la casita. Era muy acogedora.
-Te lo enseño por encima que tenemos que ir a la oficina. Ya entraremos en detalles.
-¿En detalles?
-Sí, bueno explicarte más detalladamente. Que me gusta explicar curiosidades y demás. Aquí otra habitación. – Abrió rápido sin dejarme ver mucho.
-¿Que escondes? dije. Soy curiosa y no quería perderme detalle.
-Bueno es la habitación que utiliza el o la que me viene a visitar.
-¿Puedo verlo?
- Vistazo rápido. Dijo levantando su dedo índice.
Entramos en la habitación, parecía más sencilla que el resto. Había unas estanterías muy mal situadas, una cama acompañada de una cabecera un tanto fea, una mesita de noche y solamente un armario de ropa. Me acerqué poniendo las manos en las manetas y mirando a Diego, para ver si me daba permiso para abrir. Ante todo soy curiosa pero también educada. Abrí las puertas principales y observé que no había muchas perchas colgadas y en las que había, no en todas tenía una prenda de ropa. Pero pude ver algún vestido, camisas, americanas. Abrí un cajón donde observé lencería, en otro cajón tacones y bolsas de tela, al parecer llenas por el bulto que hacían. Pero Diego no me dejo mirar más, cerró las puertas y me acompañó a la puerta.
-¿Que vives con alguien?
-Siempre hay alguien, podemos decir.
-Ah…dije un poco extrañada y no con muy buen sabor de boca.
-No creerás que me estreno contigo, que eres mi primer amor y que soy un angelito.
-No, no, claro que no…dije seca y pensativa.
-¿Tienes hambre? Dijo cambiando de tema.
-Sí.
-Prepararé algo rápido y nos vamos a la ofi, ¿sí?
-Guay, pero voy a ir al baño antes de bajar.
-Ya sabes dónde está, ¿no? Te espero abajo. Me dijo mientras apretaba mi nalga sobre esas mallas de “cuero” que llevaba, y una mirada sonriente.
Devolví esa mirada mientras caminábamos en direcciones contrarias y me metí en el baño, esperando a que Diego se esfumara al piso de abajo. Sin ni siquiera llegar a entrar me colé en la habitación y fisgoneé rápidamente los cajones, ojeando lo que había. Me atrajo mucho lo que vi. Y me imaginé buscando mi ropa en un futuro en ese armario, ¿o quizá en la habitación principal con Diego? Aunque los pensamientos eran agradables, seguramente, como bien había dicho Diego, no sería yo quien estrenara esas prendas. Pero una idea inundó mi cabeza. No sería la primera, tampoco la última, pero sería la más guarra que había lucido esas prendas. Sería la más deseada.
Busqué entre el cajón de la lencería encontrando un body negro con transparencias. Lo puse encima de mi cuerpo afirmándome yo misma que lo veía bien. Lo apoyé en la cama y me desnudé con prisa. No podía tardar mucho si quería sorprender a Diego. Volviendo a vestirme con ese body. Olía bien, al menos estaba limpio si alguien lo había utilizado. Cuando acabé de poner los tirantes sobre mis hombros, sentí un escalofrío que lo igualo al sentimiento que debe tener un superhéroe cuando se acaba de ajustar su súper traje. Me sentí poderosa, el poder del morbo me poseía. Salí decidida de la habitación, cosa que fue disminuyendo en cada paso que me acercaba a Diego. Él aún no me había visto, pero el corazón ya me latía muy rápido. Descalza y sin hacer ruido, me acerqué silenciosamente. Diego estaba hablando por teléfono y con el fuego y la campana extractora encendida. Sus percepciones estaban en otro lado. Cuando estaba a escasos metros de Diego giró su cabeza mirándome sorprendido. No paró de hablar, tampoco me quitó ojo. Creo que se puso un poco nervioso, ya que no daba abasto con todo.
-Supongo que antes de las 16h estaré por la oficina. Te llamo cuando salga de casa.
Dejó el teléfono y salteó por última vez lo que había en la sartén antes de apagar el fuego. Yo permanecía como una niña buena, mirándole con una sonrisa pícara en mi cara.
-Nena, estas alucinante.
-¿Sí? ¿Te gusta? Moví mis piernas coqueteando.
Diego se limpió las manos con un trapo y puso sus manos en mis costados.
-Brutal. Dijo mirándome atentamente y posando sus manos en mis nalgas.
Recogí mis brazos y dejé que Diego me tocara. Me sobaba las nalgas y me besó. Después de besarme y tras demostrarme que le había gustado mucho. Mordió su labio inferior.
-Pero tienes que aprender mucho todavía. Ven…
Me agarró de la mano y me llevó al piso de arriba de nuevo. Yo le seguía cogida de su mano.
-Espera aquí. Me senté en un sillón que había en el pasillo. Me veía brutalmente sexy, creo que hasta sonreí de lo guarra que me sentía. Diego salió con una de las bolsas de tela que había visto antes y la apoyó en mis piernas. Yo la sujeté con las manos mientras Diego buscaba. Sacó varias cosas.
-Mira nena, ahora vas a empezar a aprender por qué has venido.
Yo miraba atenta. Entre todas las cosas se quedó con una entre sus manos, mientras dejaba caer las demás.
-Con este traje tienes que llevar siempre varias cosas. Pero esta es imprescindible. ¿Sí?
Yo seguía atenta a cada movimiento de Diego. Estiró lo que llevaba en la mano y lo rodeo por mi cuello. ¡¡UN COLLAR!! No supe lo que era hasta que lo rodeo por mi garganta y noté como apretaba mientras lo ataba por la parte de atrás. Era un collar negro, apretado al cuello. Con una anilla en la parte frontal de la cual paso el dedo índice y me hizo levantar la cabeza.
-Ves. Ha aumentado tu sex-appeal en 1000%.
Me besó los labios mientras sentía ese morbo que me daba cuando me poseía.
-¿Seré tu perrita?
-Eres excelente. Vas siempre un paso por delante a pesar de lo joven que eres. Al final te acabaré queriendo.
Sonreí mientras me tiraba al suelo y me ponía a cuatro patas.
-No hace falta nena. Tú ya has superado ese nivel.
-Ah ¿Sí? Dije sorprendida. Aunque yo tenía más ganas de jugar y añadí:
-NoooOoOoooo, pero me apetece. Dije con voz de pena e ilusionada.
-Bueno, pero no tenemos mucho tiempo. Me agarró por la arandela del collar y me hizo levantar. De la bolsa sacó una tira larga con un enganche en la punta.
-Mira, este no es tuyo –me colocó el gancho en la arandela-- quizá te sientas rara, pero piensa que así conseguirás muchas cosas. Así eres el centro de atención, así dominarás a quien quieras pese a que te den bofetadas o cachetadas, serás tú quien domines. Eres preciosa, puedes ser una diosa. Tendrás lo tuyo serás la más deseada.
Sonreí y me besó. Me fui agachando hasta ponerme a cuatro patitas. Movía mis manos al son de mis rodillas y avanzaba poco a poco; quise mirar a Diego con una sonrisa pero:
-Tsss tsss tsss…¡¡¡no!!! Nunca mires a los ojos.
Seguí caminando y tirando de la correa me hizo levantar quedándome de rodillas. Sus pies, uno a cada lado de mis piernas. Mi espalda apoyada en sus muslos. Su mano pasó de mi mejilla a mi boca. Metiendo un par de dedos en ella. No dudé en chuperretearlos todos. Pero de nuevo me inclinó hacia adelante y me hizo ponerme a cuatro patas. Mis pasos de gatita eran cortitos, lentos. Sus manos me sobaban el culo y pasaban por mis rajitas por encima del body. Me llevé alguna que otra cachetada juguetona, sin nada de dolor. Poco a poco me acercaba a la pared y no sabía qué hacer, así que me detuve. Diego tiró de la correa como quien tira de su perro para ordenarle algo. Y después de ese tirón me levanté de cara a la pared. Agarrándome del cuello me acercó la cabeza a la pared. Con el pie sentí como me tocaba el interior del mío, queriendo que abriese un poco más las piernas. Yo estaba casi tocada por una varita. Solo quería más y más. Mi instinto estando en esa posición me hizo levantar las manos pegándolas en la pared y sacar mi pelvis hacía afuera.
-Muy bien, nena. Muy bien.
Esas palabras me hicieron sonreír y sentirme especialmente sexy. La mano que tenía en mi cuello pasó a mi boca cosa que hizo que lamiera sus dedos. Poco lamí cuando esa mano estaba de nuevo azotando mi culo. Un par o tres de azotes y me agarró del pelo. Era entre tirones y caricias. Lo que sí que pude diferenciar era el tirón de correa que hizo para llevarme hacía él de nuevo. Nos pusimos casi cara a cara. Le sonreí pero empezó a caminar tirando de la correa dirección salón.
Allí se sentó en el sofá y yo quedé en el suelo a su lado mientras me miraba desde su posición. Tiro de nuevo de la cinta y me hizo estirarme encima de sus piernas. Como cuando antaño castigaban a los niños pegándoles en el culo. Igual.
Sus manos apretaban mis nalgas, no paraba de sobarlas. Alguna vez sus dedos se colaban en mi rajita. Abrió mis piernas y sentí lo caliente que estaba.
-Aaahhh… salió por mi boca cuando sus dedos pasaron con más intención por mi coño.
Rápidamente me agarró por el pelo y tiro hacia arriba. Lo soltó de nuevo y sus manos se pusieron a desabrochar el body. Sentí esa liberación cuando los botones se soltaron y seguidamente sus dedos recorriendo toda mi raja. Cuando digo toda es toda, desde la última vertebra hasta mi clítoris.
-Estas empapada, ¡guarrilla!
-Por tu culpa. Dije con mi cabeza aplastada contra el sofá.
Sus dedos empezaron a penetrar y sobar mi rajita. Era una maravilla sentir cómo me tocaba con sus manos en esa posición. Empecé e gemir suavemente. Este gemido aumentó cuando su dedo penetró mi culito. Se coló con bastante facilidad debido a mi humedad. Quedé sorprendida del gusto que me dio. Pero eso no de detuvo ahí. Sus manos no paraban de apretar y jugar con mis nalgas. Volver a penetrarme, volver a recorrer toda mi raja. Una delicia, vamos.
Cuando mis gemidos eran más seguidos dejando claro que mi placer iba en aumento, me hizo levantar. Estando el todavía en el mismo sitio me miró, mordiendo su labio. Su cara era de placer y satisfacción. Me tiró de la mano. ¡POR FIN IBA DIRECCIÓN A COMER POLLA! Mi cuerpo desprendía feromonas a tope, al menos tenía esa sensación. Como cuando ves en una cámara de calor. Sentía ese ardor desprenderse de mi cuerpo, ansiosa por tener la polla en mi boca.
No tardó en desabrocharse el pantalón. Le costó un poco ya que la polla estaba enorme. Salió disparada de su pantalón y no tardé en hacerme con ella. En nada y menos estaba comiéndome la polla. Solamente con sentirla en mi lengua fue como echar agua a un brasero. Me estabilicé un poco, ya que pensaba que estar en esa situación no traería novedades, novedades que me volvían loca pero que me hacían estar en tensión.
Mamaba su polla con bastante energía. Lo podía apreciar por los suspiros y reacción de la polla. Se hinchaba repentinamente. Yo mamaba tan tranquila disfrutando del momento hasta que Diego puso la mano en mi carita. Acariciaba mi mejilla mientras su polla no veía la luz, estaba toda dentro de mi boca. Con la mano que no acariciaba mi cara agarraba su polla por la base. Eso hacía que la polla se aguantara totalmente recta. Y entonces sucedió.
-PLAAAAFFFF!! Bofetada al canto. No me pillo bien, pero no tardo en…
-PLLAAAAAAAAAAAAFFFFFF!!!
Saqué la polla de la boca y sentí como me acariciaba el pelo.
-No te castigaré mucho, que tenemos que salir de casa pronto y además lo estás haciendo de maravilla. Me relajé un poco porque si tenía que hacerlo como las últimas veces…
Colocaba mi pelo para que no molestase mientras lamía. Me puse recta para que lo pusiera bien detrás de la oreja para que no molestara, cuando…
-PLLLAAAAAAAAAAFFFFFFF
-PLAAAAAAAAAAFFFFFFFFFF
-PPPPPPPLLAAAAAAFFFFFFF!!!!
Tres bofetones y sin más agarró su polla y me la refregó por los labios queriendo que la volviera a mamar. Su mano me agarró del cogote y me hizo tragármela de una vez. Apretó mi cabeza contra él, mantuvo unos segundos hasta que me dejó ir. Entonces el hilo de saliva que nos conectaba era ancho y espeso. Diego pasó su dedo pulgar cortando nuestra conexión y metió el dedo en mi boca. Lo lamí como si de una polla pequeña se tratara.
-PPLAAAFFF, PLAAAAAFFFF, PLAAAFFFF, PLAAAAFFFF…
Cuatro bofetones más. Sí es cierto que no eran tan agresivos como las anteriores veces. Pero, no dejaba de girarme la cara. Su polla golpeaba mis labios y agarrándome del pelo yo era su juguete. Ahora dentro, ahora fuera, ahora dentro, ahora refregó por toda la cara. Seguramente me estaba dejando el maquillaje hecho un cristo. Entonces me apretó con sus dedos de las mejillas.
-¡Qué buena eres, joder! Y seguidamente me ayudó a levantarme agarrándome de las manos. Me tiró, sí, tal cual leéis. Me tiró contra el sofá y agarrándome de las caderas me colocó en pompa con las manos por encima del respaldo del sillón. Me dolían las piernas de estar comiéndole la polla. Pero ahora me pondría la vacuna que me sanaría de cuerpo y mente.
Sentí sus manos apoyarse en mis nalgas y su polla cercando mi coño. Su polla se coló sin dificultad y empezó con un ritmo maravilloso. Un ritmo constante y no muy duro. Aunque duró poco. Su excitación iba a más y sentía sus manos apretar la carne de mis caderas y se venía arriba, cada vez me follaba más duro, más fuerte.
-Aaahhh… aaaahhhh… aaahhhh… ahhhh...
Mis gemidos acompañaban las embestidas y me venía a la cabeza si algún vecino estaría escuchando mis gemidos, en esta urbanización tan silenciosa. Se detuvo. Agarró mis manos colocándolas a mi espalda y de nuevo reanudó lo que había dejado. Su polla resbalaba por mi coño como la mejor maquina lubricada del mundo. Me follaba a un ritmo muy bueno, de esos que si llega el orgasmo nada te detiene y no pudo hacer peor cosa que azotarme las nalgas.
-PLAAAFFF PLLAAAFFFF PLLLAAFFF PLAAAFFF….
Esos golpes contra mi carne me volvieron loca y empecé a correrme como podía ya que estaba amarrada de las manos en mi espalda.
-JoooJooooJooooJoooooo.
Ese ruido hizo Diego mientras pajeaba su polla esparciendo toda su leche por mi culo. Yo miraba de reojo con cara de pillina. Jijijiji y es que tendríais que haber visto esa escena. ¡UNA PASADA!
Diego se levantó se reincorporó y se sentó a mi lado. Yo no me moví, solamente relajé mis músculos pero quede inmóvil. Nos dedicamos alguna mirada…
-Te dejo 30 minutos para arreglarte. Ponte guapa, vamos a las oficinas.
-Qué nervios. Dije mientras Diego se levantaba y se marchaba.
Yo no tardé en quedarme desnuda por completo quitándome ese body y cuando llegué al baño mirándome al espejo me dispuse a quitar el collar. Me miré dos veces y sonreí. Me di una ducha y tuve que bajar desnuda a por mi maleta.
-Pero bueno, qué buenas vistas que hay en mi casa ahora.
-Pues depende de ti para que se vean más a menudo.
Me puse una falda con vuelo y una camiseta que iba metida por dentro. Tenía el pecho abierto. No escote, dejaba ver todo el pecho por el ancho del cuello. Las mangas apretaban mis brazos y acababan en mis antebrazos. Me hice un moño rápido y cuando acababa de peinarme:
-Te quedan dos minutos, lenta.
-Pues me sobran porque ya estoy.
-Anda, que bien. Venga vamos.
Nos metimos en el coche y salimos a las oficinas.
Llegamos al edificio con un parking exterior gigaaaaaaante. Varios espacios verdes a los alrededores y en medio el pedazo de edificio. Una vez en la entrada una chica en la portería nos saludó con una sonrisa muy amable y nosotros pasamos por la zona indicada. Estaba todo bastante tranquilo. Pude ver una cafetería a lo lejos y algo de murmullo pero había un silencio bastante respetuoso. Al llegar a su oficina tuvimos que abrir una puerta gigante y detrás de ella un mostrador de los modernos, con una chica detrás.
-Hola Diego. ¿Ya estas por aquí?
-¡Cintia! Sí, sí. Por fin. Jeje.
-Encontraste lo que buscabas.
-Pues no, pero seguiré buscando. Ya sabes. Diego y la tal Cintia sonrieron. Mientras charlaban yo sonreía modosita guardando una distancia normal. Empezamos a caminar y Cintia comentó:
-Iván está aquí. ¿Le digo algo?
-Sí, dile que estoy en el despacho.
-Genial.
Y seguimos caminando por esas oficinas, no muy grandes pero sí bonitas.
Llegamos al despacho. Diego parecía estar cómodo allí. Al menos manejaba los cajones y el espacio como si estuviera por allí a menudo. Yo ojeaba el sitio. Era detallista, elegante y sobretodo se sentía tranquilidad. Parecía que las cosas estaban bien organizadas
-¿Esta es una ex?
-¿Qué dices? Dijo Diego con esa cara picarona.
-¿Es una que no llego a pasar la prueba?
-Para nada, Cintia es un coco.
-Ya. Y como no servía para lo otro, de secretaria.
-Que no, que no. Mira, en esta vida hay dos tipos de persona. Los que saben contar y los que no. Y ella sabe mucho.
-Me quedé mirándole con cara de yo no soy tonta, no me vengas con cuentos.
Sin esperarlo y dándome un buen susto ya que yo estaba justo al lado, se abrió la puerta.
-¡¡¡HOMBREEE!!! Dijo un hombre muy corpulento con su camisa por dentro del pantalón y agarrándose la corbata. Me miró ligeramente y me sobrepasó.
-Si ya estás aquí. Pensaba que no volverías. Añadió mientras se acercaba a Diego.
-Qué pasa, Iván. Dijo Diego levantándose de la silla para saludarle. Diego seguía igual de tranquilo, pero su cara desprendió una sonrisa.
Se dieron un abrazo mientras yo les miraba desde mi posición con una sonrisa, ya que su felicidad se me había pegado.
-Mira él te lo dirá. Iván, Cintia, ¿qué tal?
-OH Oh oh! Pero bueno, perdona. Dijo el tal Iván acercándose a mí con la mano extendida para saludarme.
-Soy Iván. Uno de los socios de Diego.
-Encantada dije.
- ¿Qué pasa con Cintia?
-¡Que es un coco!
-Un coco… hizo una pausa dramática, - sin ella esta empresa no habría doblado sus números. Es una pasada. Claro, ¿quién la consiguió? Efectivamente yo mismo, por eso estoy aquí. En el despacho del jefe y si tú estás aquí… Iván hablaba por los codos, no veas. Qué manera de parlotear.
-Es de la planta. Yo les miraba como quien mira un partido de tenis con mi mejor sonrisa pero al escuchar de la planta. Mi cara cambió.
-AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH amigooooo.
-Sí, está para ver instalaciones y conocer un poco más.
-Joder, entonces puedo relajarme. Pensaba que era una candidata. Que susto. Un placer tenerte por aquí señorita… hizo esa pausa ya que esperaba saber mi nombre.
-Alba. Dije mientras extendía mi mano.
-Alba, que bonito.
Iván no me soltaba la mano. Y miró a Diego como esperando algo. Diego afirmó con el gesto que impregnó en su cara y movió la cabeza de arriba abajo. Sin soltarme la mano la levantó haciéndome girar. Eso provoco una pequeña sonrisa en mi cara.
-Guuuaaaauuuu. Dijo Iván. Muy, muy, muy biiien. Le miraba hacia arriba porque era bastante más alto que yo. Miré a Diego para ver qué hacía y nos miraba con una sonrisa en su cara que me dejaba algo extrañada. Estaba tímida, quieta, inquieta, una mezcla de sensaciones que ese hombretón me hacía desprender.
-Si Cintia es buena en sus cosas, Alba es una fuera de serie en las suyas. Dijo Diego.
-¡Anda ya! Respondió Iván.
-Te lo prometo. No decepciona en ningún momento. ¡BRU-TAL!
Iván puso su mano en mi cintura.
-¿Eso es así? Preguntó Iván mirándome fijamente.
Una leve sonrisa tímida apareció en mi cara. La otra mano acarició mi pelo por la parte que estaba más cercana a mi hombro. Iván se acercó a mi pelo y lo olisqueó. Pude ver cómo cerraba los ojos mientras me olía. Miré a Diego mientras me olía. Diego miraba sonriente. Le hice un gesto como preguntando que tenía que hacer. Pero no obtuve respuesta. Sentí como Iván pasaba su mano de mi cadera a mi culo. Y solamente lo acariciaba suavemente. Me quedé inmóvil. De sus caricias en mi pelo, la mano se posó en mi mejilla, pero con su dedo pulgar sobre mis labios. Esto iba cogiendo un tono bastante más alto que el saludo inicial y era la primera vez que veía a ese hombre.
-¿Puedo? Me preguntó aproximando su cabeza a la mía colocándose a escasos centímetros de mi boca.
No contesté, estaba perpleja. Y sí, me dio un pico en mis labios. Seguidamente su mano apretó mis nalgas y sentí cómo la falda con vuelo que llevaba seria poco escudo contra ese viejo verde.
-Uuuffff. Que malo me estoy poniendo. Necesito un café. Suspiraba dejándome libre.
Allí estaba yo, quieta, inmóvil. Como una estatua. Iván me miraba unos pasos atrás.
-Es preciosa, Diego.
-Ya te lo he dicho.
Eso me alivió un poco. Ya que desprendían algo de ternura hacia mí.
-¿Puedes levantar esa faldita? Dijo Iván mirándome fijamente. Una mirada que casi me violaba. Sentí como su corazón latía a un ritmo desmesurado.
Puse mis manos agarrando la tela de mi falda y como una buena zorrita inconsciente levanté ligeramente la falda. Mis braguitas aparecieron y su mirada se clavó en ellas.
-MmmmMmmmm ¡Maravilloso! ¡Espectacular!
Dio unos pasitos acercándose. Yo me intimidé y baje ligeramente mi falda.
-No, Alba, no.
Subí de nuevo la falda y sus manos fueron directas a mi braguita, agarrándola por la parte superior y estirándola. La otra mano se colocó entre mis piernas. Quería acariciar mis labios por encima de la braguita. Yo me estremecí.
-Aaaaahhh… Salió de mi garganta.
-Tranquila, no he hecho nada.
Mientras hablaba sentí sus dedos apretar mi braguita contra mis labios. Allí estaba yo sujetando mi falda y un hombre que se había presentado hacía tres minutos me estaba acariciando el coño. Estaba perpleja.
El viejo verde, que como ya he dicho parecía un oso de lo grande que era, se inclinó hasta mi coño agarrándome por debajo de las nalgas, como queriendo levantarme y olisqueó como un perro policía.
-Huele a mandarina. Aaaaaaaaaaaahhhhhhh…. Es maravilloso. Sacó la lengua y empezó a lamer.
Tuve que apoyar mis manos en su espalda soltando la falda, que le cayó por encima de su cabeza, para no caerme. Era tan alto que tenía que inclinarse mucho. Sus lametones eran torpes y yo no sentía casi nada. Pero la situación de ese desconocido lamiendo mi coño por encima de mis braguitas me estaba mojando. Parecía estar incomodo así que me agarró entre sus brazos y me llevó a la mesa de Diego.
Solo apoyarme en ella sentí las manos de Diego en mí. Fue reconfortante sentirle cerca. Iván me agarró por las piernas poniéndolas encima de la mesa, bien abiertas. Ahora sí ya me tenía completamente a su antojo. Su lengua lamía todo mi coño, ya que había apartado las braguitas a un lado. Veía cómo su lengua recorría todo el ancho de mi coño. Mi rajita desaparecía entre su lengua De la parte más baja hasta mi poco pelito que tenía, todo era impregnado por la baba de ese oso.
-OoOoooooooohhhhhhh... me agarré a los bordes de la mesa y me costaba respirar del placer que me daba esa lengua.
-Aaahhhhhhhhhhhhhh... Solté todo mi aliento, hasta quedarme sin aire. Cuando tuve que coger aire de nuevo, solté un gemido que se tuvieron que enterar hasta en el edificio de al lado...
-AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!
-Jajajajaja... una carcajada y una sonrisa del oso mientras se levantaba y agarraba su polla, que tendría que haber sacado mientras estaba comiéndome el coño.
Su polla no estaba nada mal. No era bestial pero era gorda y con un capullo brillante y majestuoso. Acercó su polla a mi coño apartando las braguitas. Refregaba su polla contra mis labios vaginales, que ya empezaban a estar brillantitos. Ese brillante en pocos segundos Iván lo había esparcido por todo mi coño. Siguió paseándose contra mis labios vaginales. Agarraba su polla por la base y la meneaba alocadamente haciéndola chocar contra mí. Mi coño chapoteaba con ese movimiento y yo tenía una perspectiva de todo alucinante.
Diego me besó el hombro un par de veces al sentirlo tan cerca e Iván pasaba la polla justo por mi coño. Empecé a gemir como una loca; sentía la polla de Iván casi penetrarme. Me acababa de correr con un acto del que no estaba completamente de acuerdo. ¿Cómo podía ser mi cabeza tan traicionera? ¿Cómo podía ser tan guarrilla? ¿Cómo podía pasarme eso si hacia menos de una hora que Diego me había follado de manera alucinante en su casa?
Cuando me estabilicé giré mi cabeza para mirar a Diego el cual me morreó agarrándome de las dos mejillas con una sola mano.
-Esto es una barbaridad Dieguito. Dijo Iván.
Miré de nuevo hacía Iván y vi todo mi coño lleno de semen. Había leche por todos lados. Braguitas, piernas, labios vaginales y seguramente algún sitio más que no había podido observar ya que estaba gimiendo como una perra en celo.
Iván recogía su polla dentro del pantalón de nuevo con mucho arte y sin ningún escrúpulo. Yo en cambio me levanté con cuidado de no manchar nada, cosa imposible ya que el semen goteaba. Diego sonriente me ofreció unos pañuelos de papel para asearme, los acepté y limpié lo que pude, guardando mi coño entre la tela de mis braguitas para no gotear más.
-Es un muy buen fichaje, Diego.
-Alba, creo que puedes hacer grandes cosas. Si necesitas nunca nada, aquí me tienes. Se me ocurre alguna propuesta de trabajo. Si te apetece y te interesa ya sabes.
Iván se despidió levantando la mano. Y como si nada hubiese ocurrido cerró la puerta. Yo aun acabando de situarme me senté en un sillón que había apartado. Me senté encima de algo, pero no le di importancia.
-¿Qué te pasa nena?
-Nada. Relajándome.
Sonreí sin ganas. Dándole vueltas a lo que había sucedido cogiendo mi teléfono buscando no sé bien el que.
-No tardo en acabar. ¿Vas a ir a ver a tus padres?
-Sí, creo que sí. Fui un poco seca. Diego por suerte no insistió y siguió con lo que estaba haciendo.
-Te llevo, vamos.
No tardamos más de diez minutos en salir de la oficina. Cuando salimos de allí Diego empezó a hablarme, pero yo cambié de dirección me fui con la garganta encogida, con el lagrimal a punto de explotar.
-Alba, ¿dónde vas?
No hice caso y seguí caminando. Sentía la voz de Diego cada vez más cerca preguntando qué estaba haciendo hasta que lo sentí a mi lado. Me agarró del brazo deteniéndome.
-Ya sabía yo…
-¿Qué mierdas sabías? ¿Lo que ese viejo salido iba a hacerme?
-No digas nada de lo que puedas arrepentirte. ¿Ves? por eso te dije que las relaciones conmigo eran distintas. Sé que no es normal en sentido de pareja. Te seré claro; me gusta que la chica que esté conmigo, haga estas cosas, porque soy un depravado sexual. Esta manera no me ha ido mal para tener éxito. De hecho he aprendido con ello.
-¿Pero te estas escuchando? ¿Crees que es normal esto? – Corté su discurso.
-Si quieres estar a mi lado y sentir lo que ahora mismo has sentido, por ejemplo, puedes hacer lo que has hecho hasta ahora o por lo contrario deberás volver a lo tuyo. Nada de esto habrá pasado. Es tu decisión. Nunca te dije que sería un camino de rosas. Te advertí.
-¡Estáis fatal! -Dije con lágrimas en los ojos y me marché.
-No quiero dramas. Si quieres encontrarme ya sabes dónde estoy dijo mientras me alejaba.
Caminé con lagrimones en mis ojos hasta llegar a casa de mis padres. Empleé 45 minutos para llegar. Vi el coche en la puerta y decidí cogerlo y alejarme para calmarme y serenarme antes de ver a mis padres, ya que hacía unas semanas que nos los veía y no quería que me vieran con los ojos hinchados. Conduje hasta un bosque no muy lejano de mi casa. Decidí mientras conducía que me daría un tiempo, que no podía hacer eso con mi cuerpo. Diego me había hecho disfrutar como nadie en solo tres días. Y quería seguir aprendiendo de él, pero yo quería elegir quien podía tocarme. No quería que cualquier hombre pudiese olerme y toquetearme a su antojo. Cuando regresé a casa, mi madre me cuidó como a su niña y pude sonreír otra vez.
A la mañana siguiente, mientras desayunaba después de haber descansado como una niña pequeña, me abrí de nuevo una de las aplicaciones de ligoteo que tenía abandonada y quede con algún amigo de hacía tiempo que no veía. No tenía ganas de relacionarme con mucha gente, pero sí de expandir mis aprendizajes en la montaña.
Me follé a ese amigo de antaño. Me había convertido en una máquina. El tío alucinaba. El afortunado me comentó que había sido el mejor polvo de su vida. Para mí, de los peores. Hasta cuando me autosatisfacía en casa solo con mis dedos y mi imaginación tenía orgasmos más potentes que los que tuve con ese chico.
Llevaba ya sin ver a Diego cinco días. Pero de mi cabeza no había salido, os lo puedo asegurar. Creo que puedo ser obsesiva cuando me encabezono con algo. No puedo esperar ni a que llegue un paquete Amazon, imaginaros.
Un día mientras me masturbaba en casa. Los dedos de una mano metidos entre mis braguitas y en la otra mano mi móvil leyendo un relato, tuve una debilidad y me puse a escribí a Diego. Mientras escribía sentía cada vez más excitación. Me iluminé y me vi de nuevo en la oficina jugando con Iván mientras Diego hacía sus gestiones. En la imagen que me vino a la cabeza estaba muy suelta. Estaba disfrutando, estaba gozando. Estaba dispuesta a ser usada al antojo de quien quisiera con tal de sentir lo que me habían hecho sentir esos hombres.
Escribí:
Lo siento. Como tú bien debes saber mis hormonas estaban a flor de piel. Cuando quieras me gustaría volver a compartir contigo algún momento. Si no quieres lo entenderé. (Y un icono de corazón).
No sabía si ser formal, si ser una niña buena, si ser un poco guarrilla. Así que no lo pensé más y apreté el botón de enviar. Cinco minutos chicos, cinco. Mi teléfono sonaba mientras aún estaba con las manos mojadas por mis flujos. Pegue un salto de la cama…
-Hola. Dije rápidamente. Era Diego.
-Hola nena. ¿Cómo estás?
-Genial cariño. Echándote de menos.
-¿De veras?
-No sabes cuánto. Estuvimos charlando un rato hasta que reímos y sentimos el feeling de nuevo.
Al rato me dijo:
-¿Puedes pasar unos días conmigo en Ucrania?
-Hasta el lugar más frio me iba contigo.
-Lo digo en serio. Mañana salgo a Kiev ¿te saco un billete?
Me quedé callada, no sabía qué decir, mi cabeza visualizaba todo como una fantasía, no podía estar pasando.
-¿Hola?
-Sí, sí, eeehhh… dije en modo pensativa.
-De verdad, acompáñame.
-¿Te apetece después de todo?
-Ya te dije que eras especial. ¿No?
-Sí, especialmente tonta.
-No soy rencoroso cielo.
-Mejor.
-Entonces tramito el billete ahora mismo. Dime tus datos.
Después de cerrar el billete.
-Bueno, entonces ¿cuándo te voy a ver? Le dije con ansia de comerle la boca.
-Bueno, las cosas buenas se hacen esperar. Pero los UBER van rápidos, ¿no crees?
-Soy tuya.
-Lo sé. Prepara maletas. Viaje de 10 días. Cuando lo tengas avísame que te paso a buscar.