La máquina del sexo

Nunca imaginé que aquel gimnasio tenía la maquinaria más moderna para ponerme en forma...

La Máquina por El Beso

Aquella tarde acabé pronto mi sesión en el gimnasio al que acudía tres veces por semana. Me gusta cuidarme y tengo un cuerpo en el que vale la pena invertir algo de esfuerzo, por lo menos las miradas que estoy acostumbrada a recibir así lo acreditan.

El verano estaba a punto de llegar y mi atuendo era el adecuado para no pasar demasiado calor y, de paso, levantar los ánimos de mis compañeros de sala. Mi short estaba muy ajustado y no me había puesto ni tan siquiera el tanga. Además mis pezones eran notorios bajo el escotado maillot... no pasaba desapercibida.

Alberto me llamó al ver que me dirigía a las duchas. Era el responsable del gimnasio y, además, estaba como un tren.

-No se si tienes algo de tiempo –me dijo. Me gustaría enseñarte algo muy especial que quiero ofrecer solamente a clientas especiales... me extrañó pero le dije que no tenía prisa.

-Ven por aquí. Salimos al exterior y entramos en un almacén contiguo al gimnasio. Abrió una puerta y apareció una sala sorprendente:

La habitación no tenía ventanas. La temperatura era perfecta, no se oía ningún sonido, música suave, una extraña silla en el centro y, al final, otra puerta.

¿Qué es esto Alberto? Es algo muy especial que quiero que pruebes. Necesito tu opinión. Bien, explícame...

He creado una máquina para hacer el amor que quiero que pruebe una chica especial. Tengo la impresión de que tu eres la persona ideal para ello. No creas que pretendo nada contigo de forma personal. (Qué lástima, pensé) Necesito que pruebes lo que he diseñado y que me digas qué has sentido, ¿aceptas?

Bueno, no se, le dije... la verdad es que me intriga pero lo veo un poco raro... ¿qué hay que hacer? (La verdad es que tenía muchas ganas de cualquier cosa).

Cuando yo salga de la habitación puedes desnudarte. Tras aquella puerta tienes una ducha y todo lo que necesites para asearte. Relájate en el baño y cuando estés dispuesta vuelve a la sala.

Te explico: Siéntate en esta sillón anatómico de cara al respaldo. Las piernas algo abiertas y coloca tu sexo sobre esta abertura. Introduce tus brazos en estos dos orificios en los que encontrarás unos botones. Apoya tu cabeza sobre el respaldo y deja que tus pechos se introduzcan en estas dos aberturas. Sobre todo debes estar cómoda y apoyada sobre el respaldo... libera tu cuerpo y disfruta y cuando estés en tu mejor momento intenta experimentar con los botones. Eso es todo... ¿lo harás? Nadie te va a molestar ni a observar.

-Bueno, todo esto es muy extraño pero confío en que no me arrepentiré ¿verdad?. Alberto me dio su palabra de honor.

Tras una ligera ducha no quise esperar para sentarme sobre el sillón. Al salir miré una y otra vez a mi alrededor pero no vi nada sospechoso: tenue luz, música relajante, perfume en el ambiente... me dirigí al sillón.

Estaba hecho de un material muy agradable al tacto. Me abrí un poco de piernas al sentarme y dejé mi coño colocado sobre el lugar adecuado. Mi coño, totalmente rasurado y ya algo mojado, se abrió rápidamente. Me eché hacia delante, estiré los brazos, coloqué mis tetas en su sitio (encajaban perfectamente) y me dejé caer. Estaba cómoda, como si fuese a montar en moto pero totalmente apoyada sobre mi pecho.

En un momento noté como si me acariciaran mi vulva y mis tetas. Era suaaaave, parecían unos chorros de aire tibio que se movían y que parecían caricias. Algo comenzó a rozarme el coño: era blando, tibio y se aproximaba. Casi estuve a punto de incorporarme para comprobar de qué se trataba, pero preferí esperar.

Algo se abrió paso en mi coño y empezó a penetrarme. Al mismo tiempo, y no se cómo, rozaban mis pezones algo como plumas. De repente noté un chorrito de líquido caliente que resbaló sobre mis pechos, a continuación líquido frío... qué sensación! mis pezones se pusieron totalmente tiesos.

Al mismo tiempo que me penetraban notaba también chorros de líquido tibio y viscoso sobre mi vientre y el instrumento que me penetraba ya me había atravesado por completo. Entonces empezó a moverse: arriba y abajo, arriba y abajo, lentamente.

Aquello era maravilloso. Estaba totalmente entregada a esos roces, caricias, líquidos que se derramaban, la música sonaba, oía gemidos suavemente intercalados entre la música.

Recordé que podía usar aquellos botones y esperaba más sorpresas. Con mi mano derecha rocé uno y noté como se ensanchaba el pene que tenía introducido en el fondo de mi ser. Uaggg, qué fuerte, me llenaba el coño totalmente. Casi no podía subir y bajar de lo gordo que me puse esa polla artificial.

Con mi mano izquierda podía regular el movimiento: más rápido, más lento pero más hondo..... aaagggg, ya no podía más. Mis tetas estaban siendo acariciadas sin parar, chorritos fríos me excitaban, los calientes me relajaban.

Bajé algo el diámetro de esa polla y aceleré el ritmo... allá voy, me voy a correr a gusto... ufff, uffff, uffff, hasta arriba!!!!

Toqué el otro botón de mi mano derecha. Qué barbaridad!!!! Un chorro suave, grande, caliente, me llenó el coño totalmente. Y seguía, y seguía saliendo. Mi coño resbalaba sobre aquella polla y aquella leche artificial no cesaba. Levanté el dedo del botón e hice engordar la polla... aggg, uffff, ufffff, me corría otra vez !!!!

Volví a tocar el botón del líquido y ahora me llenó de un líquido fresco y burbujeante, con un suave aroma que percibí rápidamente... qué sensación!!!! volví a apretar y salía de nuevo algo como leche caliente. No podía más. Mi coño iba a reventar y yo no paraba de correrme una y otra vez.

Tuve que dejar de utilizar los mandos de tan maravilloso "sofá" y, poco a poco, aquella polla salió de mi. Mi coño seguía extremadamente abierto y soltando líquidos. Uf, qué pasada!!!!

Me levanté y casi tambaleándome volví a la ducha. Me vestí y abandoné aquella sala.

Alberto estaba afuera... con ojos muy excitados me preguntó: ¿Qué te ha parecido? ¿Funciona bien?

Alberto –le dije- resérvame hora para el lunes que viene.