La manzana mecánica

Salimos del bar lácteo Korova a eso de la medianoche. Íbamos tan colocados y desorientados que estuvimos alejándonos de las luces azules por espacio de mas de media hora sin conseguirlo.

LA MANZANA MECANICA

Salimos del bar lácteo Korova a eso de la medianoche. Íbamos tan colocados y desorientados que estuvimos alejándonos de las luces azules por espacio de mas de media hora sin conseguirlo. Íbamos vestidos como siempre: de verde. No de blanco como el maricón de Alex y sus drugo-amigos. Nosotros siempre vestíamos de verde, monos verdes, bates de béisbol verdes, sombreros verdes. Cuando caminábamos todos juntos éramos como una versión salvaje del día de San Patricio. Siempre de verde. Siempre salvajes.

Las calles estaban vacías y hacia frío. ¿A dónde íbamos? Ni idea. Simplemente íbamos, sin rumbo fijo. Al cabo de media hora nos cruzamos con una parejita que caminaban cogidos del brazo.

-Caballeros –dije a mis acompañantes blandiendo mi bate de béisbol- ha llegado el momento de bailar.

-¡Bailemos! –gritaron todos al unísono mientras nos lanzamos en dirección a la pareja.

Nosotros no éramos como los nasdat-adolescentes, nosotros no utilizábamos jerga ni cantábamos canciones.

Comenzamos a golpear al tipo con nuestros bates mientras la chica salía corriendo del lugar. Le hice una seña a Roger quien salió disparado en busca de la chica. No le costó demasiado cogerla. Cuando nos la trajo de vuelta el pobre tipo yacía en el suelo, completamente inanimado.

-¿Cómo te llamas? –la pregunte.

Ella no contestó, simplemente lloraba sin dejar de mirar el cuerpo de su acompañante e imaginando el peor de los futuros posibles.

Le arrancamos la ropa, su cuerpo era delgado y nervudo. Señalé a Roger.

-Tu primero –le dije- eres quien la ha capturado.

Roger se bajó los calzones verdes y sacó una gran polla pintada también de verde. La mujer al ver el tamaño (y supongo que el color) de aquel miembro lanzo un grito e intentó zafarse. Pero no lo consiguió. La abrimos de piernas y Roger le clavó su verde miembro justo por donde había pensado metérsela su inerte acompañante. La chica gritó y gritó pero nadie podía escucharla. En aquella ciudad nadie se atrevía a salir a la calle a aquellas horas. Roger estuvo follandosela durante mucho rato pero no conseguía correrse. Estaba demasiado colocado. Y yo temía que Alezx y sus drugo-amigos apareciesen en cualquier momento para arrebatarnos la presa.

-¡Date prisa, coño!

Roger cambio y la penetro por el culo, la chica lanzó un grito desgarrador y Roger comenzó a bombearla de manera salvaje, nos costaba sostenerla de los brazos y piernas, ella luchaba como una autentica loba. Roger se corrió al poco. El culo era el único lugar donde Roger podía correrse cuando estaba colocado.

-Tu turno- le dije a Martin.

Martin se la folló rapida y precisamente, su polla verde salía y entraba de su coño de manera limpia y precisa. Se corrió en apenas cinco minutos. Martin era un profesional del copon.

El tipo del suelo hizo un ademán de levantarse pero Roger le propinó un nuevo golpe con su bate de béisbol. Quizás le hubiese matado, pero no me importaba demasiado porque ahora era mi turno.

Me saque mi polla también pintada de verde y se la metí en la boca, la mujer hizo un ademán de morderme pero la agarré del cuello y apreté hasta que se quedo sin respiración.

Después me hizo la mamada de mi vida. Su boca acabo llena de mi leche y tiznada de verde.

Una nueva noche para los chicos de verde. Que le follen a Alex y a sus drugo-amigos. Amén.

Dedicado a Anthony Burgess con todo el respeto del que soy capaz.