La Mansion de Fran (II)

Continuación

Antes de ir subiendo hacia las habitaciones tras el saludo a los invitados Patty, mi AMA, se acercó a susurrarme que a partir de ahora y hasta nuevo aviso debía hablar como una mujer y pensar como tal a cualquier persona que me hiciese una pregunta. Eso me hizo estar más nervioso, o nerviosa, ya no se qué pensar. Nunca había hecho nada así y ahora me encuentro atrapado en una mansión perdida en mitad de una pequeña población de Menorca de la que no puedo escapar. Sobretodo por las esposas y argollas con las que estoy esposado. Fuimos subiendo al piso superior, el piso estaba muy decorado con estatuas, jarrones de flores rojas, con una alfombra roja para no manchar el suelo y, supongo, para darle más trabajo a les esclavas a la hora de limpiarlo.

  • Esta es vuestra habitación. -Dijo Alba. Acto seguido escribió en su busca y sin esperar respuesta entramos.

Era una habitación inmensa, debería hacer unos 30 m2 en los que había suficientes camas para todos nosotros. Era obvio que esta era nuestra habitación porque las camas no estaba perfectamente arregladas, parecían más bien unas literas del servicio militar muy desgastadas que pronto se romperían.

  • Estas son vuestras camas. Nati te toca arriba y a ti Sussy abajo. Pronto os trairán vuestras cosas. Tomad estas pegatinas y enganchadlas en el cabezal con vuestro número. Bien. Ahora seguidme.

Fuimos a la habitación conjunta. En esa habitación no hay camas, hay una cantidad de artilugios y muebles con el mismo número exacto de camas que disponía la habitación anterior. Habían potros, impalers, jaulas, colgadores con látigos, mordazas y un sinfín de instrumentos que a todos, o almenos a mí, nos incomodaba bastante el no saber porqué de todo ello. Solo Alba parece saber de qué va todo esto y que no será la primera vez. Se la ve una esclava muy educada, limitada en cuanto a sentimientos y sin mostrar ningún tipo de nerviosismo o preocupación de cara al resto. No sé si yo seré el único nuevo o no, no puedo hablar y eso me preocupa un poco. Llegó la número 47. Sola. Se acercó a Nati, la desnudó completamente, la agarró del pelo y la sentó en una bicicleta estática y acto seguido la esposó al manilar y a los pedales y acto seguido salió de la sala. A mi sin embargo Alba me cogió del cínturón de castidad muy fuerte y empezó a tirar de él sin decirme a dónde ir para seguirla. Me acercó a una jaula que había detrás de Nati de color rojo, me esposó los pies y las manos a la jaula y mediante un impaler un tanto extraño me introdujo un dildo mediano en mi ano que es imposible sacar sin ayuda. También salió de la sala.

Alba y la número 47 volvieron juntas acompañadas de Paola, Patty y supongo que su Ama, una mujer bajita pero corpulenta y de bellas curvas que respondía al nombre de Karla. Paola dió una señal a ALba y la 47 y salieron momentaneamente de la sala, acto seguido las tres dominantes se sentaron en el sofá. La 47 volvió con unas pastas y té y se arrodilló al lado de Paola, Alba volvió y colocó un soporte detrás de Nati nada placentero que conectó a la bicicleta estática: un soporte con cuatro brazos que cada uno tenía aguantando látigos de nueve colas cada uno. Acto seguido salió de la sala, se apagaron las luces y volvió a la sala quedándose arrodillada al lado de la 47.

Karla se levantó y se dirigió a Nati.

  • Bueno querida. Estoy cansada de que no hagas el ejercicio diario los viernes sin quejarte cada dos por tres así que hoy tendrás doble ración. Nosotras queremos ver una película pero claro, no hay luz. Deberás pedalear todo el rato para que la podamos ver. Ah. Y ni se te ocurra parar ni un segundo. Empieza.

Dicho esto ella empezó a pedalear, lentamente y cada vez con más fuerza y rapidez para que la luz de la sala estuviese a un nivel normal y el visionado de la película fuese perfecto. Mi AMA dió una señal a la 47, esta se levantó, fué a la parte trasera de la bicicleta y de debajo de la moqueta sacó otro cable que conectó a la parte trasera de la bicicleta. De repente el culo me molestaba cada vez más hasta doler. Mi Ama había ordenado que en el impaler añadiesen un plug eléctrico. Hasta que no acabase la película sentiría electricidad por el cuerpo sin parar, con el cinturón de castidad más apretado que antes y viendo como las tres Señoras ven la televisión teniendo sexo oral por las otras dos esclavas. Eso no serí tan terrible si no fuese porque hace un segundo también he notado como empieza a subir y bajar el dildo de mi ano.