La mamá del cole
Conocí una mamá en el cole y vivimos una aventura callejera
Hola, soy nuevo por aquí. Me llamo Mikel y me gustaría contaros una experiencia que tuve hace poco. Descubrí esta pagina en una de mis tardes de soledad buscando algo diferente. Tras leer algunos relatos, decidí que seria un buen sitio para contar algunos secretos.
Soy un padre de familia como otro cualquiera. Mi trabajo me permite llevar a mis hijos a la escuela, el lugar donde empezó esta aventura.
Cada mañana, me fijaba que había una mujer que no me quitaba el ojo de encima. No es que yo sea un Adonis, pero mas o menos me cuido y siempre tuve suerte con las chicas. El caso es que al principio no lo echaba a ver… y menos esta mujer que es un poco recatada, pero luego empecé a fijarme en ella. Es una mujer de estatura media, pelo castaño y tiene un cuerpo espectacular. No va al gimnasio ni esta a dietas ni nada… quizás tenga algún kilo de más, pero tiene un cuerpo que me excitaba mucho.
Esa mañana, por suerte para mí, coincidimos en la puerta de la escuela ya que nuestros hijos iban a la misma clase. En la entrada estaba hablando con su hijo de que se había olvidado la merienda para el recreo. Al escuchar la conversación, me acerqué y le ofrecí mi bocadillo y mi refresco que llevaba para después mas tarde. Tuve que insistir, pero finalmente me lo acepto. Para agradecérmelo, decidimos ir a tomar un café. Era un buen momento para conocerla. En lo que dura el café, me conto que estaba casada también, pero no era muy feliz por lo que contaba. Su marido siempre estaba de viaje y ella tenia que llevar todo adelante. Cuando él venia era muy autoritario, y en el sexo también. Lo dijo sin querer, y al darse cuenta se ruborizo. Le dije que no tuviera vergüenza, que ya estábamos en confianza. Para que me hablara más sobre su vida sexual, decidí contarle algunas intimidades con mi mujer. Ella me miraba asombrada, ya que para ella echar un polvo era follar en la postura del misionero debajo de las sabanas hasta que el terminara. Yo seguí contándole mis historias de camino al coche, ya que después del café me ofrecí a llevarla a casa. Mi coche estaba aparcado en un callejón cerca del colegio. Es poco accesible, pero como yo tengo un todoterreno, no tengo problemas para acceder a él, y además me evito buscar aparcamiento cada mañana.
Ya en el coche, vi que seguía asombrada con lo que contaba y sin pensarlo la besé. Ella no reacciono, y yo viendo que tampoco se alarmaba decidí besarla de nuevo, pero esta vez metiendo la lengua hasta alcanzar la suya. Se veía muy sumisa, propio de lo que había contado anteriormente, y me aproveche de la situación. Le ofrecí la oportunidad de vivir una aventura distinta de su aburrida vida. Subimos al asiento de atrás y me dedique a comerle la boca. Ella se dejaba hacer y fui quitándole la ropa. Tenia muchas ganas de ver que escondía debajo. Cuando quite el sujetador, aparecieron ante mí unas tetas preciosas. Tenia unos pezones grandes y oscuros. Me los fui metiendo en la boca uno a uno a la vez que le masajeaba la otra teta. Los chupaba mientras ella jadeaba, incluso le día algún mordisquito. Después de dejarlos rojos y llenos de saliva… era hora de quitar los pantalones. Al bajarlos, llevaba puestas unas bragas nada sexys. Por lo tanto, sin pensarlo decidí romperlas. Se asusto un poco por la forma en que las quite, pero a la misma vez le excito mucho. Lo se porque pase un dedo por su raja y esta muy mojada. Su coño como era de esperar estaba cubierto por unos pelitos recortados. Me encantan los coños así. Le abrí las piernas y me dedique a chupar y meterle la lengua todo lo adentro que podía. Su sabor era riquísimo y tenia muchos jugos. No paraba de gemir, se notaba que le hacia mucha falta. Conseguí que se corriera en mi boca y yo me bebí todos sus jugos. Estaba exhausta. Yo me baje el pantalón y saque mi polla totalmente dura. Se ve que le gusto lo que vio, porque se lanzo a tocarla. Le dije que la chupara y eso hizo. No tenia mucha experiencia, pero la situación me ponía mucho. Yo sentado en el asiento de atrás de mi coche, en un callejón cerca del colegio, con una madurita de rodillas con el culo en pompa chupándome la polla. Mientras chupaba, yo no paraba de tocarle el coño y meterle los dedos. Antes de follarla, la abrí de piernas y le metí los dedos fuertes hasta que se corrió de nuevo y me dejo todo el asiento manchado. Luego me tumbé encima de ella y empecé a follarla fuerte. No teníamos mucho tiempo y quería aprovecharlo bien. Mi polla entraba en su coño como un cuchillo caliente en la mantequilla. La puse a perrito y seguí dándole fuerte. Desde esa posición se veía su agujero del culo muy apetecible, pero eso seria en otro momento. Ella seguía gimiendo fuerte. Tuve que taparle la boca para que nadie nos escuchara. Aunque también le di alguna cachetada que se me antojo. Volví a tumbarla en el asiento, le subí las piernas a los hombros y le di fuerte para que se corriera. Cuando tuvo su siguiente orgasmo decidí que era el momento de terminar. Saqué mi polla toda mojada y me hice una paja hasta correrme encima de los pelos de su coño. Con mi polla le esparcí todo el semen para dejarla bien pringada. Con sus bragas rotas me limpié la polla y se las di. Ella se vistió sin limpiarse. Nos quedamos un rato en el coche escuchando música con las ventanas bajadas. Nos volvimos a besar y la acerque a su casa. Me dijo que teníamos que volver a repetirlo en su casa…
Espero que os haya gustado. Espero vuestros comentarios mikel.relatos@gmail.com.