La mamá de Nico

Un adolescente y la madre de su amigo encuentran un escape a sus problemas...

LA MADRE DE NICO

Corría el año 1986 y yo tenía entonces 13 años. La situación de mi familia era muy complicada, ya que mi padre estaba permanentemente de viaje por su trabajo, y mi madre, que era enfermera, se pasaba casi todo el día en el hospital.

Yo solía quedar al cuidado de una niñera, cosa que me irritaba no sólo porque aún me considerasen un niño, sino porque ella sólo se mostraba amable cuando mis padres estaban presentes..., de lo contrario era una de las personas más desagradables que yo recuerde.

Todo esto hacía que yo quisiera salir de mi casa a la menor oportunidad...

Ahí es donde entra a tallar mi amigo Nico. Él y sus padres eran como una especie de contención para mí, ya que me brindaban esa imagen familiar de la que yo carecía.

Yo me la pasaba en casa de los Piaggio. Eva, la mamá de Nico, era muy agradable, además de muy bonita. Su hijo y yo estábamos constantemente inventando raras historias que ella creía inocentemente.

Ella solía llamarme "mi diablito", justamente por esa razón..., y siempre me provocaba diciéndome que era un mal chico y cosas así, todo dicho en un ambiente ameno y de afecto.

Eva Piaggio tenía 35 años por ese tiempo, y era el sueño de todos los adolescentes del barrio. Un cuerpo bárbaro moldeado gracias a la gimnasia, casi 1.65m de altura, cabello castaño hasta los hombros, ojos verdes. Salvando las distancias, para darse una idea de cómo era, piensen en la actriz Famke Janssen. Estoy hablando del estilo, no de que la madre de mi amigo fuera una diosa universal...

Al pasar tanto tiempo en su casa, la había visto varias veces en bikini cuando usaba la piscina o tomaba sol, por lo que cuando afirmo que tenía un cuerpo privilegiado lo hago con conocimiento de causa.

Yendo al punto de la historia que quiero desarrollar, era un sábado de primavera, y los Piaggio me habían invitado a pasar un día de camping con ellos. Al despertarme esa mañana, vi que eran las 10.20, cuando se suponía que a las 10 debía estar en su casa.

Salí a las corridas, pero al llegar empecé a inquietarme ya que el auto no estaba. Toqué el timbre y nadie respondió. Ya desilusionado, decidí pasar al jardín trasero, por si se encontraban en la piscina. No había nadie.

Me acerqué a la puerta trasera, y tras dar unos golpecitos, la abrí e ingresé a la cocina.

Una vez allí, y como escuchaba la radio encendida, empecé a llamar a Nico, a decir "Hola..., ¿hay alguien?".

Pasaron unos segundos y una voz, con una mezcla de dormida con algo de alcohol, me contestó: "¿Quién anda ahí...?".

Era Eva, y la voz provenía del living, así que fui hacia allí, y la encontré. Estaba recostada en el sofá, con una botella de vino a su lado y una copa en su mano. Eso no fue lo más sorprendente, sino la forma en que estaba vestida: una camiseta sin mangas de color negro, que apenas le llegaba a la cintura y que por lo ajustada le resaltaba sus grandes pechos..., y debajo, unas simples braguitas de algodón de color blanco, del tipo bikini.

Le dije: "Hola Eva..., soy yo, Pablo...".

Al verme, sonrió y me dijo: "Hola lindo, qué hora es...?".

Debo admitir que encontrar a la Sra. Piaggio en este estado no fue una gran sorpresa, porque a sus espaldas se comentaba que era aficionada a la bebida. Seguramente estaba recostada en el sofá reponiéndose de una resaca...

"Las 10.30..., ¿donde están Nico y Roberto?. ¿Ya partieron, o fueron a hacer las compras al mercado y regresan a buscarnos?".

"Lo siento mucho, bebé, pero ya se fueron. Estuvieron esperándote 15 minutos, pero tras eso partieron. Dijeron que pasarían por tu casa de camino...".

"Nadie pasó por casa..., no lo puedo creer, se fueron sin mí. Con las ganas que tenía de ir de camping...", dije, maldiciendo a mi despertador por no haber sonado a tiempo (aunque lo más probable es que yo lo haya apagado inconcientemente para seguir durmiendo).

"Ayyy..., mi pobre diablito..., podés quedarte conmigo, si querés. Yo no quise ir, y preferí quedarme acá..., entonces podés hacerme compañía hasta el lunes, cuando regresen. Sé que querías ir, pero te esperaron un buen rato. Vení, acercate y dame un abrazo, así se te pasa el enojo...".

Me acerqué lentamente al sofá, y me arrodillé frente a Eva. Ella me acercó y nos abrazamos por unos minutos. Me dio un beso en la mejilla, y me acarició el pelo, como tratando de hacerme sentir mejor.

No lo logró, pero sí consiguió que mis hormonas empezaran a alterarse, con la consecuencia lógica de una erección no premeditada por mí.

Me sentí ambiguamente extraño..., no podía estar así a causa de la madre de mi mejor amigo..., pero al fin y al cabo, ella era la causante, así que no le presté demasiada atención a ese dilema...

Tras esto, me dijo que iría al baño, para lo cual se levantó del sofá, mientras que yo me senté en la silla de al lado y encendí la TV.

Mientras Eva caminaba hacia el baño, pude notar como sus braguitas se habían levantado al punto de casi perderse en la raja de su imponente culo, lo cual hacía que sus nalgas parecieran aún más grandes.

Unos minutos más tarde, escuché el ruido del agua fluyendo por el inodoro, y luego pareció como que estaba cepillándose los dientes.

Volvió tal como se había ido, sólo que esta vez, al verla de frente, pude percibir como una apreciable mata de vello púbico se traslucía tras sus braguitas. Incluso, parecía como si parte de estos vellos se asomaran por los costados. Se recostó nuevamente en el sofá, poniendo sus brazos detrás de la cabeza, flexionando una de sus piernas a la vez que dejaba la otra estirada. Parecía una de esas modelos de Playboy posando...

"Eva..., ¿puedo servirme algo para beber?".

"Claro, diablito..., buscate algo en el refrigerador..., y si quedó algo de café, traeme uno...".

Fui a la cocina, abrí el refrigerador y saqué una lata de Coca Cola para mí..., y luego le serví una taza de café a ella.

En ese momento caí en la cuenta que sólo llevaba mi short de baño, sin ropa interior..., tan sólo con el suspensor que trae el short. Eso hacía que mi bulto se notara terriblemente...

Me sentí avergonzado de que Eva pudiese notarlo, y antes de volver al living, comencé a pensar en cosas que de inmediato bajaran mi erección: mi abuela, mi profesor de matemáticas e incluso en algún gol de Francéscoli.

En eso estaba cuando escucho: "Al final, ¿había quedado café o no?. Estabas tardando tanto tiempo que empecé a dudar...".

Eva estaba parada en la puerta de la cocina.

Verla así, vestida sólo con esas braguitas blancas y esa camiseta negra no ayudó para nada en mis intentos por detener mi erección. Yo me mantuve inmóvil en todo momento, lo cual pereció llamarle la atención, porque en dos oportunidades me preguntó si todo estaba bien.

Estaba por contestarle cuando su expresión cambió por completo: abrió la boca y los ojos, como en un gesto de sorpresa..., ahí entendí que había descubierto mi secreto.

Se puso colorada, y sus ojos pasaban, sin cambiar de expresión, de mi bulto a mi rostro.

"Veo que sí tenés un problemita. ¿Qué tenés ahí, bebé?".

"Errrrrr..., lo siento mucho Eva..., últimamente esto me pasa siempre en el momento y lugar equivocado: en la clase de gimnasia, en el bus rumbo al colegio..., incluso en la iglesia con mi novia. De verdad lo siento, pero verte estirándote en el sofá hace unos minutos hizo que se ponga así...".

"Ay, mi diablito..., no te preocupes. Es perfectamente normal a tu edad. Las hormonas están como locas, y todo eso. Además, me crié con tres hermanos mayores, así que entiendo completamente lo que te ocurre...".

Eva caminó hacia donde estaba yo, puso una de sus manos sobre mi mejilla, y me besó. No como siempre, sino que me besó en los labios. Y no sólo eso, sino que pasó sus brazos alrededor de mi cuello, y me abrazó fuertemente, lo que generó que mi bulto quedara pegado a su entrepierna.

"De verdad, Pablo. No te preocupes, lo entiendo perfectamente. Sólo estoy un poco sorprendida de que una vieja como yo sea la causante. Roberto ya ni me mira, entonces es halagador que al menos alguien crea que soy sexy...".

"Por Dios, Eva..., yo no pienso que sos sexy, sos como mi segunda madre. No..., perdón, lo que quiero decir..., errrrrr, no quise decirlo de ese modo. O sea, sí que sos sexy, y..., es que no sé que decir. Estoy tan avergonzado...".

Ella sólo se rió juguetonamente y luego me miró, y volvió a besarme, atrayéndome nuevamente hacia ella, y provocando que nuestros cuerpos se toquen.

Yo estaba tan caliente que respondí abrazándola por la cintura y acercándola aún más.

Sentía como que en cualquier momento me correría en mis shorts...

"Hagamos una cosa. ¿Por qué mejor no te ayudo con eso...?. Eso es lo que haría una buena mami, ¿no?", me dijo.

En ese momento sentí como que un rayo me atravesaba al medio. Es decir, había tenido algunos encuentros sexuales con mi novia cuando su madre no estaba en su casa, pero esto era distinto.

Entonces, Eva me tomó de la mano y me guió hacia su dormitorio. Una vez allí, hizo que me sentara en una silla, mientras ella se colocaba de rodillas frente a mí.

Mientras lo hacía, se quitó la camiseta, quedando sus maravillosas tetas desnudas ante mis ojos. Yo estaba desorbitado.

Eva puso entonces las palmas de sus manos sobre mis rodillas, presionando sobre ellas para que separara mis piernas. Cuando lo logró, acercó su rostro a mi entrepierna.

Yo no podía moverme..., ni hablar, ni siquiera respirar.

Lo único que podía hacer era observar a las más hermosas tetas que haya visto jamás...

Desplazando sus manos suavemente hacia mis costados, comenzó a acariciarme, y luego con una mano empezó a masajear mi miembro por arriba del short.

Primero lo apretó, y luego comenzó a subir y bajar su mano por toda su longitud.

Nunca había estado así de excitado, y no creía que pudiese aguantar mi carga por mucho más tiempo.

De repente, mi pene se contrajo, y comenzó a largar lo que parecían tanques y tanques de semen.

No puedo describir con palabras la humillación que sentí en ese instante...

"Epa, bebé. No te preocupes..., Mami se va a ocupar de todo...", me dijo tiernamente.

Eva se levantó, y volvió enseguida con algunas toallas de papel: "Bueno, bebé..., vamos a tener que sacarte esos shorts así puedo limpiarte. Voy a ponerlos en el lavarropas, para que nadie se de cuenta. Pero lo que tenés, es que prometerme que nadie se va a enterar de esto..., nadie pero nadie, ¿si?.".

Eva me sacó el short, y comenzó a limpiarme con las toallas de papel. Mi pene estaba creciendo nuevamente, y casi pierdo la respiración cuando veo que Eva llevó sus manos al elástico de sus braguitas, y las bajó lentamente, despojándose de ellas.

Luego se acercó, me quitó mi camiseta..., y se arrodilló y se deshizo de mis zapatillas.

Estábamos ambos completamente desnudos, y ya no podía aguantarlo..., necesitaba más.

Eva tomó la base de mi pene, y lo colocó en la ranura que se forma entre sus tetas, haciéndome lo que llamamos "la turca".

Se arqueó de tal forma que mientras la base de mi miembro era abrazada por sus tetas, la punta entraba directamente en su boca. Me estaba masturbando con la boca y sus tetas al mismo tiempo..., y yo no podía controlarme.

Repitió ese movimiento conjunto unas 8 o 9 veces, hasta que no pude evitar gritar que me estaba por correr.

Eva, al contrario que mi novia, no se apartó..., y al momento en que yo acababa, ella recibió toda mi descarga en su boca.

Unos segundos más tarde, parecía haber tragado todo lo que me había sacado, e incluso se encargó de limpiar mi miembro con la lengua, como si estuviese sacándole brillo.

En ese momento, la madre de mi amigo dio un giro completo, quedando de espaldas a mí. Se inclinó lentamente, dejándose caer sobre mis piernas y quedando sentada sobre mí.

Llevó sus manos hacia atrás como buscando las mías, hasta encontrarlas y depositarlas sobre sus tetas, como pidiéndome que las acaricie, que las toque, que las disfrute.

Sin dejar de soltar algunos gemidos, se fue ubicando de forma que el orificio de su ano estuvo justo encima de mi miembro, y lo iba acercando suavemente, hasta que ambos se tocaban apenas.

Yo no podía aguantarlo, era la anticipación de que le iba a coger el culo a la fantasía de todos los chicos del barrio, la madre de mi mejor amigo, mi segunda mamá...

Eva se levantaba suavemente, para luego regresar a su posición anterior, como una especie de juego en el que la punta de mi pene y su orificio anal se rozaban..., hasta que en uno de esos regresos, fue descendiendo lentamente, hasta que mi pene fue prácticamente devorado por su culo.

Todo esto sucedía mientras mis manos pellizcaban y jugaban con sus tetas, y mientras Eva gemía y gritaba como una posesa, disfrutando el miembro de un chico de sólo 13 años...

Luego de un momento, mientras ella continuaba con el movimiento de subir y bajar sobre mi pene, una de mis manos con las que acariciaba sus pechos fue bajando hasta su vagina, la cual estaba sorprendentemente empapada..., incluso sus vellos estaban humedecidos con ese líquido...

Esta vez pude aguantar un tiempo mayor, pero terminé nuevamente vaciando todo dentro del culo de Eva, que se contorsionaba a medida que iba recibiendo la descarga de semen...

"Dale bebé, terminame adentro, llename toda, toda...".

Jamás había experimentado esta sensación, parecía que nunca terminaba de descargar..., con mi novia, o cuando me pajeaba jamás había sucedido así.

Una vez que terminé, ella siguió tiritando unos segundos, como terminando de asimilar su goce..., y luego se inclinó hacia un costado, giró su cabeza y me besó de tal forma que su lengua parecía estar en contacto con mi garganta...

Me besaba mientras me acariciaba el rostro, el cabello, el pecho...

Tras esto, ella se levantó de encima mío, y caminó hasta su cama, para acostarse boca abajo. Yo la seguí, y me acosté a su lado, abrazando su cuerpo desnudo..., hasta quedarnos dormidos...

Cuando desperté, Eva no estaba a mi lado. Fui al baño a hacer pis, y luego me dirigí a la cocina. Ahí la vi, cocinando unos panqueques..., vestida solo con unas braguitas de color celeste claro, que formaban un triángulo perfecto entre los cachetes de ese culito que unas horas antes había llenado con mi esperma...

Me acerqué a ella lentamente, pegando mi entrepierna a su culo, abrazándola por la cintura..., y dándole un beso en el cuello.

Ella se sobresaltó, como excitada, lo que aproveché para apretar su culo con mi pene..., sintiendo la suave tela de sus bragas tomando la forma de la rajita de su culo, y abrazando mi pene.

Empecé con un movimiento rítmico, como si estuviésemos cogiendo..., pero en realidad era como si yo mismo me estuviese haciendo una turca utilizando su culo, apenas cubierto por las bragas...

"Wow, diablito..., no había tenido tanto en un día desde que era adolescente. Ni había disfrutado de una pijita tan rendidora. Creo que estos panqueques pueden esperar, ¿no crees?".

Apagó la hornalla, se dio vuelta y nos trenzamos en un apasionado beso. Yo me sentía como un animal en celo, como un depredador.

Tomándola de la mano, la guié hasta la mesa, y la hice inclinar boca abajo, de manera que su culo quedase a mi merced.

Empecé a acariciarlo, a jugar con él..., utilizaba sus braguitas como un elemento más para calentarla..., incluso pasé mi lengua por sus nalgas.

Sin advertirle, corrí sus bragas a un costado, dejando su peluda conchita a la vista, y empecé a cogerla fuertemente..., desesperadamente..., a lo que ella pegó un grito terrible, para luego comenzar a gemir como si su vida se fuera en eso...

A medida que Eva gozaba, giró su cabeza para mirarme a los ojos...

Esa escena era maravillosa: la madre de mi amigo inclinada sobre la mesa, con las bragas a un lado, mientras me la cogía fuertemente..., ella gimiendo como loca y mirándome fijamente a los ojos, con una mezcla de pasión, entrega, sumisión, odio y humillación como nunca antes ni nunca después había visto...

En ese momento comenzaron a caer algunas lágrimas por su mejilla, pero no eran lágrimas de dolor..., sino de placer, del placer absoluto...

En ese momento me suplicó que me detuviese..., para poder volver a su habitación.

Intentó zafarse, pero no se lo permití...

La llevé hasta la habitación manteniendo esa misma posición..., inclinada, con mi pene dentro suyo..., no era fácil caminar así..., pero se sentía genial...

Al llegar a la cama, se separó de mí..., y se dejó caer con las piernas abiertas...

"Dale bebé..., cojeme..., cojeme ya..., tan fuerte como puedas!!!!".

En un instante, ya estaba dentro suyo nuevamente..., golpeando los costados de mi entrepierna contra su pelvis, generando un sonido alucinante.

Eva enroscó sus piernas en mi cintura, lo que hacía que su culo, debido a mis embestidas, se levantara de a momentos..., lo que aproveché para acariciarlo y adorarlo...

Eva comenzó a gritar como loca, estaba teniendo un nuevo orgasmo..., y yo estaba muy pronto a tenerlo también...

Empecé a llenar su vagina de semen..., mientras ambos gritábamos, nos abrazábamos y nos besábamos extasiados...

Cuando terminamos, quedamos en esa misma posición, abrazados, sin decir una palabra.

Yo amaba a Eva, y creo que ella me amaba a mí. En ese preciso momento, éramos la fantasía perfecta del otro..., y yo agradecí haber llegado tarde y perderme el camping.

Muchas veces habíamos hablado, y a pesar de ser casi parte de su familia, jamás había siquiera sospechado lo que la familia Piaggio estaba pasando: su marido estaba harto del alcoholismo de Eva desde hace un par de años..., casi el mismo tiempo que llevaban sin tener sexo. La única razón por la que permanecían juntos era Nico, y esperaban que Él terminara el colegio para poder separarse.

Me sentí muy mal por todos ellos..., pero a la vez, no pude evitar sentirme feliz de que Eva haya decidido elegirme para descargarse, para compartir sus problemas conmigo...

En ese momento, yo era el chico de 13 años más feliz de la tierra..., y no me importaba en lo más mínimo que ella me doblara y más en edad...

Cada domingo, los Piaggio lo aprovechaban visitando a los abuelos. Como los padres de Eva habían fallecido, entonces iban a casa de los padres de Roberto..., los cuales no se llevaban muy bien que digamos con su nuera.

Por eso, ella ya no acompañaba a su marido y a su hijo en este paseo semanal.

Ese fue mi gran beneficio, ya que cada domingo Eva quedaba sola en su casa, y yo aprovechaba la ocasión para visitarla y coger todo el día.

Esto se repitió por 2 intensos pero cortos años, hasta que mi familia decidió mudarse a otra ciudad, bastante lejos.

Luego de eso, nos fuimos separando..., y fuimos perdiendo el contacto...

Tiempo después, ya habiéndome graduado, paseaba un día por un shopping y me encontré con Eva. Seguía tan hermosa y atractiva como siempre. Parecía como si el tiempo se hubiese detenido exclusivamente para ella.

Hacía dos años que no la veía, y ahora, a mis 18, y sus 40..., estaba encantadora. Nos reímos al vernos, y nos dimos un tierno abrazo...

Luego, Eva alzó la vista, con sus ojitos algo tristes, y me preguntó:

"Pablo..., ¿Crees que aún puede interesarte una vieja como yo...?".

"Mami, sabés que siempre te voy a amar como a nadie. No creo que eso vaya a cambiar nunca..., y lo único que puedo decir es agradecerte por el tiempo que pasamos juntos. Todo lo que aprendí sobre mujeres lo aprendí de vos, y nunca tendré forma de pagar eso...".

"Bueno..., si no estás muy ocupado, para mi seguís siendo "mi diablito"..., y sólo encuentro una forma en que puedas agradecerme lo que te enseñé...".

Nos miramos, nos tomamos de la mano..., y fuimos a su departamento...

FIN.