La maldita niña

Muchas veces las apariencias engañan y detrás de una chica tranquila se esconde una máquina sexual.

LA MALDITA NIÑA

Supongo que para algunos esta historia es una historia común. Para mi no lo es, es más ha sido una de las experiencias más arrebatadoras que he tenido nunca. Quiero compartirla con vosotros y vosotras. Espero que al menos alguna persona entienda como me sentí al ser poseído por la hermana de mi novia.

Soy un chico bastante normal, tanto físicamente como en mis hábitos sexuales. En mis salidas nocturnas era más dado a ingerir enormes cantidades de alcohol que a conocer chicas. A pesar de todo una noche conocí a mi novia. Todo fue bastante típico y tradicional. Ella me gustó pero era demasiado remilgada para mi gusto debido a la estricta educación religiosa que había recibido.

Tardé un tiempo en llevármela a la cama (mejor dicho en llevarla al asiento trasero de mi vehículo). Los contactos sexuales eran satisfactorios pero siempre estaban faltos de ese salvajismo animal que siempre me había gustado.

Nuestra relación continuó con los típicos altibajos que tienen las relaciones interpersonales. Llegó el día de conocer a su familia. Conocí a sus padres y luego a su hermana pequeña, Mónica. Lo primero que pensé al conocer a Mónica era que me había equivocado de hermana. No lo digo porque especialmente más atractiva que mi novia, simplemente sus ojos irradiaban una luz especial. Esta muchachita había nacido para joder, para recibir y dar placer y a pesar de ir vestida de una forma muy tradicional y de su también educación religiosa se intuía que detrás de todo aquello había una diosa del sexo.

No la veía muy a menudo ya que rara vez coincidíamos. Pasado un tiempo, los padres de mi novia emprendieron un largo viaje para celebrar sus bodas de plata. Yo aproveche para estar prácticamente todo el día (y sobre todo la mayoría de las noches) en su casa. Estaba muy bien porque esto significada follar al menos dos veces al día, una vez por la noche y otra al despertarnos. Algunas veces incluso alguna vez más aunque nunca he sido partidario de excederme. Creo que lo mejor es hacerlo bien un número determinado de veces y el resto dedicarlos a juegos sexuales que también tienen gran interés y son muy placenteros.

Una de esas mañanas me levante con la típica erección mañanera. Mi novia estaba al lado con su camisón verde. Yo sabía que debajo no llevaba nada así que me aproxime a ella por detrás y empecé a rozar el miembro contra su culo. Inmediatamente ella respondió abriendo ligeramente las piernas permitiéndome, con este movimiento, penetrarla completamente. Empecé despacio, empujando sin prisa, tenía todo el tiempo del mundo para hundirme en ese pedacito de carne húmeda y rosa. Luego empecé a darle más duro. Mi novia empezó a gemir mientras yo la abría bien por detrás, tomando los cachetes de su culo con ambas manos tirando hacía fuera.

En ese momento escuche un ruido fuera. Me giré con dificultad y observé que a través de la puerta ligeramente entornada Mónica nos estaba observando. No hacía nada, no se tocaba como siempre pasa en las películas, simplemente se apreciaba una leve sonrisa en sus sonrosados labios. Daba la sensación de estarnos evaluando y creo que la evaluación estaba dirigida principalmente a mí. He de reconocer que el saber que nos estaba mirando me estimulo y traté de lucirme. Al final nos corrimos al mismo tiempo. Fue uno de los mejores polvos que habíamos echado en mucho tiempo. Al terminar me giré hacía la puerta pero ya no había nadie allí.

Mi novia se ducho y tras desayunar me comentó que tenía que salir a realizar unas compras, principalmente de comida ya que prácticamente no quedaba nada. Yo le comenté que me parecía bien y que mientras yo aprovecharía para darme una ducha.

Entré en la ducha y cerré la puerta, eso sí, sin echar el cerrojo ya que nunca me ha gustado quedarme encerrado dentro del baño. Me metí en la ducha. El agua caliente regaba mi cuerpo relajándome por completo. En ese momento vi como se abría la puerta y creo que de alguna forma era lo que estaba esperando. Era Mónica, quien sino, completamente desnuda. Tenía más curvas de las que esa ropa tan retrograda que llevaba mostraba. Su pubis era precioso, tenía el pelo negro azabache y muy rizado. Su cara no reflejaba temor ni siquiera sorpresa. Ella sabía lo que quería y eso me intimidó de cierta manera. Sin decir nada y con esa sonrisa malévola de mujer fatal se introdujo en la bañera. Inmediatamente acerco su cálido cuerpo contra el mío y me beso. No fue un beso común, sobre todo teniendo en cuenta que era la primera vez que nos besábamos. Fue largo, lento, se tomó todo el tiempo del mundo demostrándome que tenía completamente dominada la situación.

Tras el beso se arrodilló delante de mí y rodeo con una de sus manos mi pene. Lo acerco a sus labios y empezó a jugar. Su lengua se movía con tremenda velocidad y precisión tocando justo los puntos claves de placer. Estuvo chupando un rato pero no se alargo demasiado conocedora de que de haber alargado más el proceso hubiera vertido mis jugos en su boca.

A continuación me hizo sentarme en la bañera. En cuclillas bajo hasta mi altura y tomó con una mano mi polla, que en estos momentos estaba más dura y húmeda de lo que su hermana nunca había conseguido. Se introdujo dentro de ella la punta y luego se dejo caer sobre mí. La penetración fue total y el éxtasis me invadió totalmente. Empezó a moverse y por un momento sentí como si me estuviera violando. No quería nada de mí, solo autosatisfacerse. Tras varias envestidas ambos nos corrimos, al hacerlo ella me miró a los ojos. Inmediatamente se levantó y salió del baño.

Me quedé un rato sentado en la bañera sin acabar de dar crédito a lo que había ocurrido. Luego escuche la puerta. Mi novia había regresado. Me sequé, me vestí y salí del baño.

Comimos los tres juntos aunque realmente yo estaba ausente con la mente puesta en esa hembra que unos minutos antes me había hecho gozar como nunca.

Desde entonces me ducho mucho en casa de mi novia, esperando a que Mónica me quiera volver a utilizar. Ella y yo sabemos que soy suyo y que siempre lo seré aunque me vaya a casar con su hermana.