La maldición me Transformó

Un hombre es transformado en mujer por una bruja y será obligado a comportarse como tal junto con su esposa para poder recuperar su vida anterior.

Hasta ese día había sido un feliz matrimonio, llevábamos casados cerca de 2 años, ambos teníamos 26 años y una vida por delante, mi esposa Claudia trabajaba como administradora en una empresa de distribución de víveres, donde ganaba bastante bien.

Yo soy Vicente, un trabajador de la universidad donde pese a mis buenas calificaciones no había logrado un puesto decente, por lo que mis ingresos eran algo bajos, pero no perdía esperanzas.

Todo marchaba muy bien entre nosotros, teníamos mucha confianza entre nosotros y principalmente nos amábamos. En el sexo nos habíamos compenetrado mucho y lo disfrutábamos como cualquier pareja joven. Ninguno nos casamos vírgenes, pero tampoco habíamos tenido muchas parejas antes.

Pero todo cambió cuando llegó la feria gitana, a la que fuimos tratando de distraernos tras una semana de arduo trabajo. Deambulamos por todas las atracciones hasta que llegamos a la bruja que nos aseguraba leería nuestro destino, yo siempre había tenido mucha atracción en aquellas cosas, aunque Claudia no lo hacía, por lo que al final decidí entrar solo, mientras mi esposa iba a hacer la larga fila a los baños.

Ya dentro de la carpa de la bruja, una mujer de aproximadamente 40 años atendía como vidente, se presentó bajo el nombre de Agnes. La vi muy atenta y cordial, incluso algo coqueta; tan pronto lanzó las cartas me auguró un cambio en mi vida y que encontraría el amor de una persona nueva muy pronto, me mosquee cuando lo dijo mientras guiñaba su ojo. Eso fue solo el inicio, durante los 10 minutos siguientes, sus coqueterías e insinuaciones me dejaron claro que aquello era una intención clara de que aquella mujer quería algo mas conmigo.

Al final un intento de beso me alertó, aquel ataque tan franco me había dejado algo descolocado, porque, aunque la bruja era algo atractiva, no tenía ni de lejos la figura y belleza de mi esposa, por lo que agradecí la lectura, pagué y me dispuse a salir cuando Agnes se me lanzó a besarme e intentar tumbarme en las almohadas que hacían de decoración.

Aunque quise resistirme, la bruja introdujo su lengua en la mía, mientras me sujetaba por las manos; yo quise resistir, pero era una mujer muy fuerte y al final me tumbó, justo en ese instante entró mi esposa y tomó por los pelos a esta mujer y la lanzó hacia un costado. Eso causó que la mujer se golpee la cabeza y por un segundo pierda el sentido, momento que aprovechamos para huir.

Cuando estábamos llegando a buscar un taxi, dos hombres robustos y la bruja se presentaron y nos atacaron, tomaron del brazo a mi esposa y me golpearon en el estómago dejándome sin aire.

Agnes: Maldito afeminado, no quieres estar con una mujer para irte con una puta… Ahora sabrás lo que significa rechazar a una gitana, si puto afeminado, ahora aprenderás.

Entonces, escupió en su mano y tomando una moneda de plata me la pegó en la frente diciendo unas palabras en alguna lengua extraña para al final escupir el suelo donde estaba y darse media vuelta para regresar a la feria. Justo en ese instante otras personas aparecieron y nos dejaron tirados en el suelo.

Cuando regresamos a casa, tras aquel susto nos bañamos y fuimos a dormir normalmente. Lo que no sabíamos era que al siguiente día nuestra vida cambiaría de forma dramática. Aun siendo muy temprano, aún no salía el sol cuando me levanté y fui al baño a orinar a oscuras y  aún medio adormilado pero cuando intenté tomar mi pene me encontré con la sorpresa de que no lo pude sujetar, de pronto había desaparecido.

Mi sorpresa fue terrible y prendí la luz de inmediato. Cuando pude ver completamente mi sorpresa se convirtió en terrór, entre mis piernas mi pene había desaparecido y en su lugar estaba una raja de mujer, ahí pude ver bien mi cuerpo y de pronto me di cuenta que me había transformado, unas piernas torneadas y una cintura delgada era lo que miraba cuando enfoqué bien y pude ver un par de tetas en el lugar que estaba mi pecho. Un espejo me confirmó algo que ya mis ojos me enseñaban. Me había convertido en mujer.

Vicente: ¡Aaaaaaaaah! ¿Qué es esto? Noooo.

Claudia: ¿Qué pasa? ¿Quién eres tú? ¿Dónde está Vicente?

La cara de sorpresa de Claudia era increíble, ante ella estaba una mujer de su misma edad, con la pijama de su esposo y sin que él se encuentre cerca. De pronto ella se mareó y perdió el sentido. No se golpeó porque yo la atrapé y la llevé a la cama.

Cuando regresé frente al espejo, pude reconocer a una mujer muy guapa y con unas curvas muy cerradas, un pelo muy largo y ondulado un rostro bello, aunque muy parecido al que tenía cuando era un hombre. De pronto mi mundo se había vuelto de cabeza, me había convertido en una mujer, aunque mi mente era aún de hombre y no tenía ni idea del motivo hasta que recordé a la bruja y su amenaza.

Claudia: ¿Vicente, eres tú?

Vicente: Si mi amor, soy yo, me he convertido en mujer.

Claudia: ¿Que sucedió?

Vicente: No lo sé, pero creo que tuvo que ver la bruja, supongo que me hizo algo para convertirme en chica.

Con mi esposa pasamos el resto de la madrugada confirmando cada cambio que había tenido y pensando que podíamos hacer. Pronto nos dimos cuenta de cuatro tatuajes que habían aparecido misteriosamente en mi brazo izquierdo, al igual que en el de Claudia. Eran pequeños símbolos diferentes: un corazón rojo, un diamante blanco, un trébol negro y un corazón azul.

Al final decidimos ir al día siguiente donde la bruja y suplicarle que nos perdone y que me devuelva el cuerpo que tenía. Cuando llegamos, los gitanos estaban ya empacando y preparándose para marcharse, pero cuando la bruja nos vio se rio de mí y no quiso ni oírnos. Solo después de rogarle su perdón nos escuchó y escupiendo una vez más en el suelo nos reveló la forma de terminar esta maldición.

Agnes: nada cambiará hasta que aprendas la lección, no debiste rechazarme y tú tampoco golpearme así… Ahora los dos deberán cambiar y volverse más humildes.

Vicente: Lo siento mucho mi señora, pero por el amor de Dios no me deje así.

Agnes: Solo los dos podrán librarse de esto, por lo que deberán hacerlo juntos. Para librarse deberán cumplir cuatro cosas, cuatro signos en sus brazos deberán desaparecer. Las dos tendrán que cumplir con lo siguiente:

Agnes: La primera que para aprender a ser humildes tendrán que arrodillarse frente a un hombre para recibir su semen en su boca.

Agnes: La segunda para aprender a apreciar a las mujeres deberán recibir en su raja la leche de su hombre, la tercera para que entiendan lo que es el dolor, su hombre penetrará sus culos y bañará sus entrañas con su semen. Y la cuarta para que aprendan del amor de mujer, deberán hacer el amor como mujeres.

Agnes: Pero no será tan fácil, para todas las pruebas un macho diferente deberá bañarlas con su leche y ustedes deberán correrse en cada ocasión, así tú: afeminado, aprenderás a disfrutar de la polla y entenderás cuando una mujer quiere una y tú niñata me ayudarás a castigarlo también ya que tendrás que ponerle los cuernos y de paso te romperán el culo para pagar el golpe que me diste. Ahora lárguense que no los quiero ver.

Salimos del lugar azorados por aquella noticia, aquellas condiciones eran terribles y dudaba que podría volver a ser un hombre nuevamente. Lloré como una niña durante todo el día, aquel cuerpo de mujer no solamente me hacía ver como tal, sino que las emociones se sentían mucho más intensas.

Ya en la noche pude recuperarme y volver a ver a la cara a Claudia, quien había pedido algo de comer y me esperaba con una copa de vino mirando el ordenador. Lo dejó y vino a consolarme, también me dio animo de que las cosas entre nosotros no deberán cambiar, que seguíamos siendo esposos y nos amábamos, que tendríamos que hacer muchas cosas extrañas, pero estaba segura que volveríamos a ser una pareja normal.

Claudia: Ahora no te eches a morir mi amor, debemos ser fuertes y tomar el toro por los cuernos. Si hemos de hacer todo lo que nos pidió la bruja pues al mal paso, darle prisa.

Vicente: ¿Qué quieres decir?

Claudia: Pues que vamos a seguir adelante, que si tenemos que acostarnos con alguien más para poder volver a ser pareja pues lo haremos. No tengas miedo mi amor, yo estaré contigo siempre y juntos podremos salir adelante.

Vicente: Pero… yo no podré…

Claudia: Si podrás… yo te ayudaré.