La maestria del sexo
No, no me cure pero por lo menos reafirme mi condicion reconociendo que lo mio no es una enfermedad sino un estado natural de lo que soy.
Crecen las sensaciones en mi cuerpo
Como un volcán en erupción
No ha sido nunca un pecado
Entregarse a la pasión.
Marko logró regular su respiración y soltando la libretita en la mesita junto a él se peinó el pelo con ambas manos hacia atrás, en su frente perfilaban aún gotas de sudor que recorrían las varoniles facciones. Observé su cara y vi que apretaba la mandíbula con decisión haciendo temblar un músculo en su mejilla.
Todavía seguían vividos en mi las sensaciones que había tenido al regresar en mi inconsciente hacia aquel día tan movido para mi, sabia lo que él había escuchado y que ésa era la causa para su erección; estaba confundida y no sabia que hacer pero me vino a la cabeza que Marko era un hombre maduro con experiencia en su profesión y si permitía que una paciente le afectara de manera tan visible era por que yo le importaba de lago y lo que más: le gustaba.
Comencé a caminar hacia la puerta vacilante esperando por alguna señal que me dijera que el quería dar rienda suelta a nuestras pasiones y casi caigo desmayada de la decepción pensando que no daría un paso cuando él se levanto en su impresionante altura y sin decir ni una sola palabra me agarro fuertemente del pelo y colisionó su boca contra la mía, me estremecí y la boca se me hizo agua sintiendo la intromisión de su lengua en mi ansiosa y húmeda cavidad explorando su dulzura, me pegué a él sobándole mis tetas en su torso con desesperación, sentía la necesidad de dejarme la piel haciendo el amor con ese hombre.
El me quitó la chaqueta dejándola caer al piso acariciándome los brazos con lentitud, yo temblaba de expectación quería sentirlo dentro y era una agonía casi dolorosa esperar por la ansiada penetración, pero él pensaba saborear aquella falla ética tanto como la prolongación del placer se lo permitiera, me bajo el top negro descubriendo la piel tostada de mis pechos, se alejo un poco para mirarlos y doblo las rodillas para estar a su altura, los junto a ambos e intercambio mamadas y chupones entre uno y otro haciéndome echar la cabeza hacia atrás y gemir de puro gozo.
Me guió con lentitud hacia el diván mientras me quitaba la falda y ahí me recostó para quitarme las tangas negras que llevaba como única prenda interior, las olió mientas yo lo observaba encendida y por último las deslizó en el bolsillo de su pantalón como un trofeo y muestra innegable de lo que había sucedido.
El doctor Petrovic tomo mis pies en sus manos y comenzó a chuparme los dedos, ascendiendo con la lengua por mis muslos hasta encontrar la húmeda bienvenida de mi coño, separó los labios vaginales con los dedos y me lamió desde el encuentro de las nalgas hasta mi clítoris hinchado de lujuria; así nos encontró Milka al entrar en ese momento para anunciar que se iba, mis gemidos resonaban por toda la habitación:
-Doctor yo... - comenzó la chica y lo que iba decir quedo diluido tanto por mis gritos de placer como por la sorpresa de encontrarnos en una "posición comprometida".
Marko, completamente vestido, caminó hacia ella con la cara de perversión mas siniestra que jamás halla visto, Milka estaba de una pieza y solo acertaba a mirar su boca húmeda de mis fluidos, él le dio un beso en los labios a la sorprendida chica dándole a probar el sabor almizclero de mis jugos y colocándose detrás de ella comenzó a desabrocharle la chaqueta del traje diciéndole frases al oído que yo no podía oír y mirándome sobre el hombro de la muchacha.
Yo lo observaba maravillada por que Milka en ningún momento ofrecía resistencia al descaro de sus manos que comenzaron a acariciarle los grandes pechos por encima del sostén, me llamó con las manos y yo sumisa fui como en trance al encuentro de sus ordenes; él le quito el sostén a Milka y elevó su pechos ofreciéndomelos en muda petición, yo baje la cabeza hasta ellos chapándole los pezones en círculos, lentamente, ella respondió con jadeos quedos pero ninguna objeción, yo levante la vista hacia los ojos de nuestro señor y lo encontré con una sonrisilla malvada.
Se alejó de nosotras y se sentó en su sillón sacando un puro de una caja que empezó a fumar con deleite sin dejar de observarnos, yo estaba atontada con todo lo que estaba sucediendo y fue Milka quien tomó mi cara entre sus manos y me besó primero con suavidad, luego obligándome a separar los labios con la lengua, nuestros pechos se tocaban y nuestras piernas se entrelazaban, ella se había terminado de quitar la ropa y resultaba estimulante el contraste entre nuestra piel y nuestro cabello: ella blanca y sonrosada, el pelo rubio y yo con la piel canela y el largo pelo negro que acariciaba mi cintura.
Marko se había desnudado y todavía sentado en el sillón se masajeaba sin prisas una tremenda verga, impresionante dado su grosor y longitud, el nos llamo con las manos diciendo: Vengan hacia mi mis dulces y sumisas ninfas; Milka se hinco en el piso y gateando se fue acercando a él, yo la imite en el acto y ambas llegamos al unísono enfrente de su pene que se alzaba orgulloso sobre nuestras caras, él nos la paseó por los párpados y las mejillas golpeándolo contra nuestras bocas, Milka fue presa de la desesperación y abrió la boca para recibir los azotes de su verga sobre su lengua hambrienta y sin esperar aprobación la introdujo tanto como pudo produciendo ruidos de placer según la metía y la sacaba de su boca, yo le agarre el tremendo culo empinado y abriéndole las nalgas le enterré la boca en medio de su concha, Milka lanzo un alarido de placer casi como el de un animal herido en respuesta a los ataques de mi lengua que devoraba sin piedad su ojete y su coño mientras me masturbaba, no tardé mucho en explotar en un orgasmo maratónico y me tendí en el piso para observar como Milka agitaba su gran trasero en busca de alivio sexual.
Marko se paró de su asiento y agarrando a Milka por las caderas la empaló en su verga empujándosela con furia, la chica gritaba como una posesa, tanto que yo por un momento creí que todo el edificio se daría cuenta de nuestras actividades, el doctor me hizo acercarme y colocarme por debajo de ellos quedando mi coño a disposición de Milka y los huevos y el clítoris de la chica al mío, le mame los cojones a Marko introduciéndomelos en la boca y haciendo girar mi lengua alrededor de ellos, luego apreté el clítoris de Milka contra mis labios causando que la chica sollozara de placer contra mi coño que le restregaba contra la boca buscando mi propio consuelo, los huevos del doctor chocaban contra mi cara mojada de los fluidos que salían de Milka con abundancia.
Ella fue la primera en correrse expulsando más jugos y con largos alaridos que cualquiera diría que estaba sufriendo lo indecible en vez del gustazo que estaba recibiendo, tan pronto como la chica calló abatida Marko la quito de en medio para ahora cogerme a mi, se llevó un dedo a la boca ensalivándolo y metiéndomelo sin previo aviso en mi culo que se encontraba ya húmedo por los lametones que pródigamente me brindara Milka, lo movió en círculos adentro y sin esperar mi permiso me metió la descomunal verga que me hizo gritar por una mezcla confusa de dolor y placer, me abrió de piernas bombeando como un animal mi culo, yo quería agarrarme de algo pero la verdad es que no sabia de que y en eso vi a Milka masturbándose y fijando su mirada en mi, ya no fui conciente de más nada porque el doctor se afano en no dejarme la mas mínima sensación en el cuerpo, estrujándome el clítoris y metiéndomela por el culo con más celeridad, los dos nos corrimos casi al mismo tiempo confundiendo nuestro sudor y mezclándose los roncos gemidos que de ambos salían.
Así que no me curé ese día ni ningún otro, acabe siendo más perra y más guarra de lo que ya era y todo se lo debo a mi querido Doctor Marko Petrovic y a la dulce Milka que si resultó ser la hija de un panadero.