La maestra en problemas

Una maestra sale tarde de la escuela donde trabaja, algo malo le puede suceder.

Esta es mi primer historia publicada, espero que no les importe que este contada en tercera persona, y está dedicada a mi maestra Candy particular, a quien extraño con madres y quiero un chingo.

Es fin de semestre y la maestra, Candy, como se llama, se quedó en su cubículo para terminar de revisar los exámenes de sus alumnos, sin darse cuenta de que el tiempo no se detiene para nadie, cuando alza la mirada a su reloj, ya es muy tarde y cuando mira a su alrededor, se da cuenta que ya todos se fueron de la escuela. Tal vez estaba demasiado concentrada cuando sus compañeros maestros se despedían uno a la vez, y ella solo les decía adiós, o cuídate. Pero si, es cierto todos se fueron.

No importa, sale de la escuela y sube a su auto, en mi casa termino de revisar lo que me falta, pensó para ella. Da vuelta a la llave, de su auto y se pone en marcha a su casa. Sin embargo, no pasan mas de 15 minutos, cuando el auto empieza a cascabelear y a quererse detener. ¿Que pasa? –pensó ella- y se da cuenta que el tanque de gasolina está vacío; estas distracciones la van a meter en problemas algún día.

No se detuvo mucho a pensar y se bajo de su carro llevando el maletín con todos sus exámenes, pero alrededor estaba oscuro y las calles vacías. De verdad que el ambiente era tétrico y la luna solo le regalaba el cuarto menguante por lo que la luz era escasa. Tras solo unos cuantos pasos, siente la mirada de alguien y voltea hacia atrás, pero, no es nadie, al menos eso creyó ella pues no alcanzó a ver nada atrás. Sigue caminando solo que aumenta la velocidad de sus pasos, un viento helado le roza las mejillas y un sudor frío le recorre la frente.

Escucha los pasos de alguien más, voltea y nadie se ve en esa calle ni en la de más atrás. Casi corre, cuando se da cuenta de que su imaginación le está jugando una broma. Se calma y prosigue su camino, dos cuadras mas y saldrá a una calle mas poblada, donde un taxi la llevará a su casa. El sonido de una lata siendo aplastada, la despierta a la realidad, alguien la está siguiendo, voltea por n-esima vez y lo ve. Alguien que la sigue y la mira fijamente está detrás de ella. La maestra intenta correr, pero un jalón de su largo cabello la regresa como si de un resorte se tratara. Se ve tirada en el suelo y un hombre, con un pasamontañas en la cabeza la está mirando.

Vente para aca maestrita –le dice el hombre-, llevandola de un brazo hacia un pequeño callejón al lado de ellos. Te conozco, dice con voz seca, eres la maestra de la escuela de bachilleres cercana. Te he visto salir de esa escuela una y otra vez, siempre tan presumidita y bien vestida. Lo de la gasofa no fue casualidad puta, yo se la ordeñe a tu carro, para que justo te dejara por aquí. Y de veras que tengo suerte, porque hoy vienes con esa faldita de puta de juzgado que tanto me gusta. No me haga daño por favor –dice la maestra Candy- le daré todo lo que traigo.

Claro que me lo vas a dar, dice el hombre, pero hoy chiquita, cena Pancho. La maestra entendió lo que el hombre quería decir y trató de sacarse. Una cachetada la regresó. Estaba claro que este hombre no iva a tener contemplaciones para con ella, y la maestra lo sabía. Un golpe en el abdomen la hizo que se incara, en ese momento el hombre se bajó el siper del pantalón y se sacó la verga. Un aparato no tan descomunal, pero si se veía sucio, apestoso, grasoso, en pocas palabras, lo mas repugnante del mundo en ese momento para la maestra.

El hombre le puso el aparato en la boca y se lo metió a la fuerza. Lo peor para la maestra Candy era darse cuenta que tenia el prepucio, ya que eso a ella le parecía por demás asqueroso, incluso era una de sus restricciones al buscar novio. Cuando fue mamando esa verga hedionda, y levantando el cuerito con la boca, la grasa, producto de una pésima limpieza le escurría por los dientes. Inmediatamente se trató de sacar y dio arcadas de asco, un cachetadon la regresó a su lugar. Se puso a lorar pero, ella tenía un trabajo que hacer y con todo y su asco pensó que si lo hacia terminar, ese infierno se iba a acabar.

Así que hizo la mejor mamada que ella había hecho en su vida. Le sobaba con la lengua, mientras con la mano se la jalaba y aumentaba el ritmo cada vez mas frenéticamente. Ya cuando el hombre se empezaba a poner rígido, la aventó hacia la pared y le dijo, No putita así no voy a terminar, tu me tienes que dar algo mas. En ese momento se abalanzó sobre ella y le bajó la falda sin ninguna contemplación. Y valla sorpresa, ella traía unas tanguitas de hilo dental que lo pusieron aun mas caliente. Le abrió la blusa de un jalón y se apresuró a mamar aquellas ricas tetonas que se cargaba la maestra.

El sujetador solo le sirvió de collar a Candy, porque ni siquiera se molestó en quitárselo. De pronto la actitud del hombre cambió. La fue besando por todo el cuerpo, desde las orejitas, pasando por el cuello, las chichotas, hasta llegar a la rica panochita, que para el hombre era el camino a la gloria. La maestra se negaba a sentir, pero algo en su cuerpo no estaba muy de acuerdo. El hombre realmente sabía donde tocarla y cuando hacerlo y la maestra poco a poco empezó a salibar por la puchita, aun cuando eso le resultaba tan asqueroso y repugnante. El hombre lo notó y le empezó a jugar un dedo en la rajita, mientras le mamaba una chicha y con la mano sobrante le masajeaba la otra. Pronto el hombre comenzó a meter el dedo, con un ritmo que luego siguió la maestra.

Era increíble, la maestra le estaba siguiendo el juego, y el hombre se daba cuenta de esto. La maestra empezó a jadear y como no si el hombre le estaba haciendo un trabajo de aquellos. Ya cuando la maestra habría la boca no solo para respirar, si no también para gritar de placer el hombre se coloca con su verga en la entrada y se la mete de un jalón. La maestra dio un grito que se escuchó por toda la cuadra. La muy perra estaba disfrutando aún mas que el hombre enmascarado. Le subió las piernas y lo empezó a cabalgar como si su vida dependiera de ello. Gritaba, jadeaba, brincaba, tanto como podía.

El hombre no aguantó mas y le dejo ir toda la leche que tenía y mas. La maestra al sentir el liquido caliente recorriendo su cuerpo se dejo ir, y por un momento perdió la razón, en el éxtasis que el orgasmo mas fuerte que había tenido, le daba, pero extrañamente su cuerpo no dejaba de brincar sobre el hombre, tanto que lo tumbó en el piso, donde los dos se quedaron tirados por un momento con movimientos que mas bien parecían convulsiones.

Cuando el hombre por fin recobró las fuerzas jaló a la maestra hacia su auto, le quitó la bolsa, sacó las llaves del carro y le abrió la puerta. Recuerda, se quien eres y donde vives, si me entero que me acusaste a la policía eres una puta muerta. Después de esto le cerró la puerta de su carro con fuerza, y extrañamente se fue hacia la puerta del copiloto. La maestra le abrió la puerta, dio vuelta a la llave y prendió el carro, el nivel de gasolina estaba a la mitad del tanque, el hombre entró al auto, se quito la mascará y le dio un beso largo en la boca a la maestra, después de ésto le dijo: Me gustaría que la próxima vez, sea en el baño del supermercado, tu serás una cajera y yo el hombre de la limpieza, que te parece. Claro mi amor, respondió la maestra.

Bueno esta fue mi primer relato, que espero les haya gustado, si así fue, escribe al mail que sale abajo. A coger.