La maestra, el gay y su fantasía (2)

La maestra les revierte la broma, y uno de ellos paga las consecuencias, cumpliéndole a Jorge su fantasía.

Este relato es la continuación del relato con el mismo nombre que está en jovencit@s http://www.todorelatos.com/relato/43037/ Es necesario leerlo para entender algunos puntos.

El lunes tenía clases a primera hora con el grupo de Jorge. En cuanto entré todas las miradas se centraron en mí, y no porque yo fuera su maestra, sino porque querían ver qué cara traía después de la bromita que me habían jugado el fin de semana. Sabía que todos estaban expectantes, por lo que me tomé más tiempo del necesario para acomodar mis cosas en el escritorio.

-No saben de lo que se perdieron – les dije sonriente. Pude ver sus caras de escepticismo y alguna que otra sonrisa burlona, por lo que proseguí – Estoy hablando en serio. Jorge, a quien ustedes desprecian por no ser tan hombre, como ustedes se creen, resultó un magnífico amante. Un amante que me supo cumplir, no como todos ustedes, bola de eyaculadores precoces.

Las sonrisas se fueron apagando una a una, y las caras, ahora serias, se escondían tras algún cuaderno.

-Bueno, los que hayan ido a la fiesta van a tener un diez para promediar – dije tomando la libreta de calificaciones- veamos...mmm. sólo uno, Jorge. Ay, se me olvidaba que los a chiquillos no los dejó ir su mamá – dije burlonamente.

Durante toda la clase pude ver los ojos de odio de mis burlados alumnos. Algunos miraban curiosos a Jorge, como preguntándose si en verdad había pasado algo entre nosotros. Ya para finalizar la clase le pregunté a bocajarro a Ramiro

-¡Ramiro! Explícame la tercera Ley de Newton

Ramiro saltó al escuchar su nombre y se puso pálido al intentar comprender la pregunta

-¿Laaa...tercera..Ley de...Newton? – preguntó tembloroso, y se quedó pensativo y nervioso viendo cómo transcurría el tiempo sin que su memoria le ayudara en lo más mínimo. Al fin atinó a mover la cabeza negativamente y un apenas audible no sé escapó de su boca.

-¿No sabe el niño? – repliqué poniendo especial énfasis en niño- pues tienes cero para promediar, a menos que aceptes ir mañana a las ocho de la noche a mi casa para que me la expliques.

Volteé a ver a Jorge con una sonrisa de triunfo. Él también sonreía, ya que había comprendido mi plan. Ramiro, viéndose acorralado aceptó.

Llegó la noche del martes. A las siete en punto llegó Jorge. Se le veía nervioso y emocionado. Le enseñé en dónde debía esconderse y repasamos mi plan. Después nos sentamos en la sala a platicar, esperando a que dieran las ocho. A las ocho y diez sonó el timbre y Jorge corrió al lugar indicado para permanecer oculto hasta que lo llamara. Yo abrí la puerta para recibir a Ramiro.

-Hola...Martha – me saludó nervioso dándome un beso en la mejilla

-Hola Ramiro – respondí con una sonrisa que mostraba el gozo que me producía el verlo tan nervioso.

Pasamos a la sala para platicar un poco sobre la bromita que me habían jugado. El se encontraba cada vez más nervioso y no sabía cómo justificar su participación.

-Mira – le dije después de haberlo hecho sentirse culpable- tú puedes remediar esto si aceptas pasar un rato conmigo.

-Mj – contestó nervioso, pensando en lo que seguramente iba a pasar

-No te preocupes – lo calmé- prometo ya no burlarme de ti. De hecho tengo una fantasía que quisiera cumplir, y creo que no me gustaría que saliera de aquí

-Está bien – contestó renuente, aunque ya un poco más animado

Me paré del sillón donde estaba y me acerqué a Ramiro para plantarle un beso en la boca. De principio se limitó sólo a abrir su boca y aceptar que mi lengua entrara a jugar con la suya, pero después de unos instantes, su lengua se enredaba en la mía y sus manos recorrían mis nalgas de arriba hacia abajo. Permanecí unos segundos así, hasta que me separé de él, lo tomé de la mano y lo conduje a mi recámara.

Una vez dentro le fui desabrochando la camisa y se la quité. Me abracé a su torso desnudo y le lamí las tetillas. Mientras tanto mis manos iban desabrochándole el cinturón, primero, y el pantalón después. Ramiro se sacó los zapatos y los pantalones. Yo me separé de sus tetillas y le sobé su pene, ya erecto, sobre sus boxers. El iba desabrochando mi blusa, y con cada botón me sobaba las tetas. Cuando al fin terminó, él me quitó la blusa y yo le ayudé con el sujetador. Mis pechos le saltaron a su cara y se acercó para chupármelas ávidamente, como un bebé hambriento.

-¿Te gustan? Son todas tuyas – dije alternando gemidos con las palabras. Ramiro no contestó y se enfrascó con mis tetas.

Mis manos desabrocharon mis jeans y los fueron bajando con todo y braguitas. Me tumbó en la cama y se abalanzó sobre mi sexo. Yo me encontraba, tumbada de espaldas, con las piernas abiertas y la cabeza de Ramiro entre mis piernas. Su lengua lamía toda mi vagina, girándola alrededor de mi clítoris. Él se encontraba ya muy excitado, por lo que dejó de lamerme y levantó mi cabeza, pero mis manos fueron más rápidas y persistentes y volví a hundir su nariz en mi conchita. Ramiro se limitó a obedecer y volvió a sacar su lengua para recorrerme toda. Se concentró en mi clítoris, lo que me provocaba oleadas de placer.

-Lo estás haciendo muy bien, sigue, por favor – le supliqué

Ramiro siguió chupando mi rajita hasta que un cosquilleo me indicó que mi orgasmo se aproximaba. Yo empecé a jadear y gemir mientras levantaba mi pubis para pegarlo contra su cara. Como la lava de un volcán en erupción, así sentí que mis jugos brotaban de mi interior. Al sentir mis jugos en su lengua, el chico lamió más de prisa, para extender mi placer. Por fin me relajé y solté su cabeza.

Me acerqué a él y le di un beso en la boca. En sus labios aun conservaba restos de mi orgasmo. El sabor de sus labios con mis fluidos me enloqueció. Lo tumbé en la cama y rápidamente le bajé los boxers. Agarré su pene con una mano y pasé mi lengua por su glande.

-Que sabrosa paletota – le dije mientras le lamía la punta de su miembro.

-Y tiene relleno. Si te la metes toda se lo podrás sacar – me contestó juguetón

Yo seguí lamiendo y chupando su glande, su tronco y hasta los testículos. Me la metí toda y lo miré a los ojos, como chiquilla traviesa. Él empujaba mi cabeza para que me la metiera hasta adentro. Su pene entraba y salía de mi boca, y mientras se la chupaba dejaba escapar pequeños "mmms" que lo volvían más cachondo. Cada vez que sentía que iba a tener su orgasmo me sacaba su miembro de la boca y le daba un fuerte apretón, dejando enfriar un poco las cosas, hasta que veía que había pasado el peligro. Después volvía al ataque, lamiéndole, chupándole y mamándole cada parte de su pene. A la tercera vez que estaba a punto de tener su orgasmo decidí que ya era hora de que lo tuviera, y poniéndole mayor presión con mis labios, dejé que explotara. Su líquido caliente me llenó toda la boca, y yo traté de tragar lo más posible, dejando que resbalara un poco por mi barbilla. Cuando salió la última gota me levanté, y con el dedo recogí el semen que había resbalado por mi rostro y me lo chupé de forma muy sensual.

-Si te gusta tragar lechita yo puedo dártela todos los días en la escuela – me dijo el muy cínico

-Ya veremos – le contesté- Por ahora sólo quiero que me cojas.

Le agarré su pene, que de momento había quedado flácido, y empecé a masturbarlo hasta que revivió a medias.

-Hagamos realidad la fantasía que deseo cumplir – le dije jalándolo sobre mi. Acomodé unos cojines debajo de mi pelvis para que quedara alzada y le puse unos grilletes en sus muñecas y otros en sus tobillos, estos últimos estaban amarrados a unas cadenas, que a su vez estaban atadas a los patas de mi cama.

A pesar de que su pene todavía no estaba del todo erecto, lo metió dentro de mi vagina. Pasamos la cadena alrededor de los grilletes de sus muñecas y lo encadené a la cabecera de mi cama. Le pedí que intentara zafarse pero no pudo. Yo lo empujé para comprobar si era cierto que estaba totalmente inmóvil y encadenado. Una vez satisfecha le dije

-Muchas gracias. Sólo espero que tu pene responda adecuadamente, y ahora ¡Que comience la fiesta! – grité

Ramiro se empezó a mover, aunque su pene aun no se reponía totalmente. Jorge, que había escuchado la señal, se fue acercando hasta la cama. Ya estaba desnudo y había untado su pene con una generosa porción de vaselina, se colocó detrás de Ramiro, que por los cojines tenía un poco levantado el culo y le sobó las nalgas.

-Eh, qué pasa – gritó Ramiro tratándose de mover

-Tranquilo, es la fantasía que vamos a cumplir – le contesté divertida

Jorge ya le había separado las nalgas y acomodaba su pene contra el culo de Ramiro, el cual se encontraba aprisionado, no sólo por las cadenas, sino por mis piernas y mis brazos, que pasé para evitar que se moviera.

-¡No, por favor, déjame ir! Noooo-gitó Ramiro cuando Jorge le introdujo la punta de su miembro.

-Te va a doler, pero te va a gustar – le comenté sádicamente.

Ramiro gritaba y su cara se crispaba de dolor a medida de que la verga de Jorge se iba introduciendo en su agujero. Jorge se iba balanceando, metiendo y sacando su instrumento dentro del destrozado y ex virginal ano de Ramiro, y ante cada embestida iba avanzando un poco, hasta que después de un rato Ramiro tenía todo el pene de Jorge dentro. Por estar disfrutando de la cara de dolor de Ramiro no me percaté de que algo había cambiado. La hasta hace rato medio flácida verga de Ramiro, ahora se encontraba totalmente erecta. Jorge empujaba, y por ende, Ramiro también, así que el mete saca del culo de Ramiro se repetía en mi vagina. Los tres nos mecimos en un vaivén que terminó sincronizándose a través de las embestidas. Aunque Ramiro todavía sufría por el empalamiento, la verga que tenía en mi coño me aseguraba que no le desagradaba, del todo.

-Te está gustando, verdad putito – le dije al oído a Ramiro

-Mueve las nalgas – le dijo Jorge

Sorprendentemente Ramiro le obedeció. Jorge disfrutaba enterrando su miembro en el culo de su compañero. Unos cuantos empujones más y Jorge descargó en el ano de Ramiro, el cual, al sentir el chorro caliente en su culo no tardó en correrse dentro de mi. Cuando ambos terminaron Jorge se separó de Ramiro y le quitó los candados de las muñecas y de uno de los tobillos. Yo respiré aliviada cuando me quité el peso de los dos cuerpos. Ramiro quedó hincado en la cama, con la cara baja, avergonzado.

-Te vamos a soltar el otro tobillo, pero sólo si prometes no hacerle nada a Jorge – le dije muy seria

-Sí Martha – contestó dócilmente

Jorge lo liberó del tobillo faltante y Ramiro se paró para vestirse. Pude ver sus ojos, llenos de vergüenza, que rehusaban encontrarse con los míos o los de Jorge. Cuando estuvimos los tres vestidos volvimos a la sala. Ramiro estaba pensativo, con la mirada perdida al horizonte. Después nos vió, y con la mirada más serie que he visto nos dijo

-Sólo les pido una cosa. De esto ni una palabra, ni una alusión, siquiera.

Estaba destrozado. Nosotros juramos, por lo más Sagrado, que de nuestras bocas no iba a salir nada. Después se soltó a llorar

-¿Qué me han hecho...qué me han hecho? – se decía agitando su cabeza

-¿Te dolió mucho? – preguntó apenado Jorge

-Sí, un poco – contestó- pero eso no es lo más grave, total, el dolor se me pasará en unos cuantos días

-Bueno – intervine sintiéndome un poquito, sólo un poquito mal-yo no vi que fuera una violación, por lo menos una violación tan traumática

-Por eso – dijo- Al principio me dolía, pero ya después...me..gustó

Ramiro se paró y se dirigió hacia la puerta

-Ni una palabra – nos volvió a advertir. Después se fue, dando un portazo. Jorge también se paró y se fue

-Me siento mal por él – dijo con una sonrisa tímida- pero muchas gracias

-De nada – respondí, y le di un beso de despedida.

Volví a sentarme en mi sala mientras recordaba, con una sonrisa en los labios, lo que había pasado esa noche.

-No voy a decir ni una palabra de esto – me dije- pero ¿qué tal si escribo un anónimo y lo hago circular por la escuela?. No, no podría ser tan maldita ¿o sí?