La maestra de dibujo
Historia de como fui abusado por una maestra en la preparatoria. Embarazo no premeditado.
La maestra de dibujo
Durante el último semestre de la preparatoria, yo cumplí los 18 años. La maestra de dibujo a quien llamaremos Isabel debería de tener unos treinta muchos, no bonita ni buen cuerpo (pero no gorda o fea) era solterona. Ella siempre se vestía muy bien, con faldas conservadoras y suéteres de color obscuro. Durante las pláticas con ella antes de entrar a clases, la profesora Isabel se enteró que me interesaban los equipos de sonido y ella me comentó tener un equipo de alta fidelidad (Hi-Fi) en su casa, así que me invitó a escucharlo. Me proporcionó la dirección de su apartamento (a unas pocas cuadras de la escuela) y me dijo que la visitara a las 4 de la tarde.
El día de la cita arribé a la hora convenida al departamento de la maestra Isabel, estaba en el tercer piso de un edificio antiguo y espacioso muy cerca de un lindo parque. Ella me recibió con una sonrisa, y me mostró el sistema de Alta Fidelidad que tenia en su casa; me dejó seleccionar un par de discos (formato LP) y también dejó que yo los pusiera en la tornamesa. Después de un rato de escuchar música y charlando, Isabel me dijo que me quedara escuchando la música mientras ella se daba una ducha pues tenia que salir mas tarde y no había tenido tiempo de hacerlo antes. Yo le dije que no había problema.
Por ser un departamento antiguo, el único baño de su departamento estaba situado cerca de la sala/comedor, al principio del pasillo que conducía a las recamaras. Al principio no le di importancia, pero me di cuenta de que el sonido de la regadera se escuchaba muy cerca, eso me dio curiosidad y me atreví a acercarme al baño para investigar. Efectivamente la puerta no estaba completamente cerrada, había una pequeña abertura por la cual se podía escuchar como corría el agua en la regadera sobre la tina de baño.
Detrás de la cortina de baño, se podía apreciar el perfil de la maestra de dibujo dentro de la regadera desnuda; así que traté de escuchar los sonidos que salían detrás de la cortina de baño y yo trataba de adivinar que estaba haciendo la maestra Isabel desnuda detrás de la cortina de baño plástica. El disco termino y yo regresé apresuradamente para darle vuelta. No me atreví a regresar a tratar de espiar por la rendija de la puerta; pocos minutos después salió Isabel disculpándose por haberme dejado solo, ella estaba vuelta solamente con una toalla en el cuerpo y otra en la cabeza. Yo le dije que no se preocupara. Continuamos charlando, ella desde su habitación y yo sentado en la sala con la música baja para poder escucharla. Finalmente, terminaron de tocar los dos discos que había seleccionado y me despedí de ella. Isabel me dijo que yo debería regresar en otra ocasión para que me atendiera mejor.
La siguiente ocasión que Isabel me invito a su casa la cita también fue a las 4 de la tarde. Cuando yo toqué la puerta del departamento en el segundo piso, ella abrió la puerta, ya envuelta en una toalla, pero en esta ocasión ella estaba utilizando una toalla mucho más pequeña, y podía ver sus bien torneadas piernas. Ella se disculpo diciendo que ahora si había tenido tiempo de darse una ducha, pero no de arreglarse; pude notar que su cabello estaba seco y ella me invito a pasar a su recamara para poder charlar mejor mientras ella se vestía.
Isabel marchó frente a mí y yo la seguí hasta tu habitación, la cual tenía una cama no muy grande, un tocador con una sillita para sentarse y maquillarse, estos estaban detrás de un biombo; un pequeño diván al otro lado de la habitación completaba el mobiliario. Isabel me indicó que me sentara en el diván. Y ella metiéndose detrás del biombo colgó la toalla en el mismo. Por un gran espejo en la pared pude ver su desnudez. Senos medianos con aureolas rosadas y grandes, pezones medianos como gomas de borrar de los lápices, un coño lleno de bello negro y rizado.
Isabel se aplicaba crema en toda su piel subiendo una pierna en el banquito y podía yo ver los grandes y frondosos labios vaginales que asomaban entre sus piernas. A pesar de haber yo tenido relaciones sexuales desde los 16 años, no estaba acostumbrado a este tipo de demostraciones.
La maestra que aparentaba en la escuela toda seriedad, volteo a verme y abriendo sus labios vaginales con sus dedos, me dijo: ¡ven aquí! Moviendo el biombo de lugar, me acerqué a donde Isabel estaba desnuda, y me dijo: ¿Habías visto algo así antes?
Yo respondí: ¡No! sin quitar la vista de su entrepierna.
Ella tomó mi mano y la puso en su entrepierna, pude sentir la humedad pegostiosa que emanaba en medio de esas protuberancias regordetas de piel cubiertos por varios pelos. Sin esperar principie a hurgar con mis dedos el tesoro que mi maestra me estaba ofreciendo para que yo lo gozara.
Isabel abrió mas las piernas para darme libre acceso a ese juguete nuevo que me estaba presentando. Al introducir mis dedos dentro de su vagina, me percaté que los podía introducir mucho más fácil que con mi novia. Ella se sentó en el banquito, separando las piernas completamente, y poniendo un pie en el tocador me mostro en todo su esplendor esa parte femenina que ellas esconden y la utilizan como moneda de cambio en algunas ocasiones, para lograr sus planes.
Yo me senté en el suelo, separé los labios vaginales con ambas manos, la entrada vaginal era de tamaño mediano, olorosa a mujer, tan húmeda que una especie de baba principiaba a escurrir rumbo al ano.
Isabel me dijo: ¡quiero que me beses aquí!, señalando una protuberancia carnosa situada en la cúspide de sus labios vaginales, la cual tenía el tamaño de la goma de borrar de un lápiz. Cuando yo toqué esa protuberancia con uno de mis dedos, ella saltó y trato de separar más sus piernas para que yo tuviera mejor acceso a su intimidad. Al cercar más mi cara sentí el calor que emanaba desde el interior de Isabel al mismo tiempo que el delicioso olor a mujer me invadía.
Ninguno de los libros de anatomía que yo había consultado había podido describir con exactitud la belleza de esa parte anatómica que las mujeres tienen entre sus piernas. Regordeta, con pelos, pliegues, y olores únicos; nada me había preparado para ver en todo su esplendor una vulva hambrienta de macho y entregada así.
Al hacer contacto mi lengua con ese clítoris que me entregaba a maestra para mi diversión, ella dió un salto emitiendo un pequeño chillido de placer. Al insertar mi lengua en el hueco que la solterona me estaba mostrando en medio de sus bien torneadas y blancas piernas, pude probar por primera ocasión el fuerte y dulce sabor de mujer. El líquido que le salía era transparente y baboso, de un fuerte y rico sabor a pantaleta.
Para tratar de abrir más esa cavidad vaginal, utilicé los dedos de ambas manos, como no era posible introducir mi lengua lo suficientemente profundo, inserté los dedos de mi mano, y con dos dedos lo más profundo que podía. Al tocar esa donita que las mujeres tienen muy adentro del hoyo, la Maestra Isabel principio a decir obscenidades que yo me había imaginado una Dama de esa edad y categoría se atreviera a repetir en voz alta. Estos improperios a mi persona (¡Pinche chamaco que rico metes los dedos!), y cosas por el estilo estuvieron a acompañados de estremecimientos en todo su cuerpo violentos y aleatorios.
Inmediatamente la profesora Isabel, tomó mi cara entre sus manos y principio a besarme la boca y lamer mis labios; se estaba saboreando el sabor de su propia panocha de mi boca.
Ella me ordenó que me desvistiera, y me acostara en su cama. Mi verga ya estaba totalmente erecta, y la profesora Isabel sin decir nada más, se puso a horcajadas sobre mí, tomando mi pene en su mano derecha lo introdujo en esa cavidad que recientemente me había mostrado en todo su esplendor.
La solterona caliente, hacia subir y bajar su cuerpo para producir fricción dentro de ella misma, al mismo tiempo que efectuaba rotación de sus caderas. Estos movimientos se sentían riquísimos en mi pene. Ella me decía al oído: ¡me gusta tu verga!, ¡que rica la tienes!, ¡métemela mas adentro!, ¡no te vayas a venir todavía!, ¡acaricia y muerde mis tetas! Sin hacerme esperar obedecí las ordenes; tomando entre mis dedos los pezones de mi profesora, los apretaba y jalaba lo mas fuerte que podía. Succionar esos pezones, solamente aumento la cara de placer que tenia mi abusadora. Isabel me decía: ¡más rápido!, ¡mas fuerte!
Yo no sabía que responder a todas las demandas de mi profesora; simplemente obedecía sus instrucciones y dejé, que Isabel hiciera todo lo que ella quería conmigo. Finalmente, Isabel grito: ¡me vengo! Yo sentí al mismo tiempo un líquido caliente muy ligero escurrir de entre sus piernas.
Yo estaba confundido con todo lo que estaba pasando además del lenguaje que la Profesora Isabel estaba utilizando conmigo. Noté lo rico que se sentía moverme estando Isabel en mi pecho y mi pene dentro de ella. Así que lo hice más rápido, me di cuenta que a ella le gustaba pues me comía la boca a besos, y al mismo tiempo me mordía los labios. Cuando yo descargué mi semen dentro de su cavidad vaginal; Isabel se sorprendió y me riñó por haberme venido dentro de ella.
Ella corrió al baño y pude ver como se ponía en cuchillas en la regadera y con un dedo trataba de sacar todo el semen que yo le había depositado; después usando una ducha vaginal la profesora irrigaba esa cavidad que tanto me había gustado. Me dijo que me fuera de su casa.
Solamente faltaban un par de semanas para que terminara el semestre; y la Profesora Isabel al llegar a la Preparatoria para impartirnos su clase, pretendía estar muy ocupada charlando con otros maestros y no me dirigió la palabra.
Terminó el año escolar, yo me mude de ciudad para estudiar la Universidad, Y me comentaron que la profesora Isabel no regreso a dar clases al año siguiente, y no falto quien menciono que la habían visto embarazada.