La madura pelirroja

Lo que empezó siendo un saludo se convirtió en mucho más

Ante todo voy a presentarme. Mantendré mi anonimato, pero la historia y características de los personajes serán reales.

Me llamo valencia81. Vivo en Valencia capital. Soy moreno, 170cm de estatura y con unos kilos de más. Una persona entre miles que te puedes encontrar cada día.

Me encanta el sexo y el morbo. Mientras sea placentero, higiénico y consentido todo vale.

Aquí mi primer relato. La historia es verídica y larga de contar.

Empecé a trabajar en un polígono de un pueblo cercano a la capital. Después de unos años, empecé a ver a un mujer madura, de buen ver. Pelirroja, de estatura mediana, con sus kilitos de más, con buenos pechos y buen culo. La verdad, desde el principio me dio morbo. Nos cruzábamos muchas tardes cuando los dos acabamos la jornada.

Cierto día, como dos semanas después, al cruzarnos, me llene de valor y la salude. Ella correspondió el saludo amablemente. Eso se hizo habitual durante unos meses.

Decidí escribir en un papel “por si quieres un café, mi número de teléfono y mi nombre”. Y pensé, la próxima vez que la vea se lo doy.

Pero pasaban los días, y no nos cruzábamos. Por lo que en un acto de valor (y ahora pienso que ridículo) se lo deje en la ventanilla del coche. A los días nos volvimos a cruzar, bajo del coche, me dijo que tenía pareja y que no me iba a llamar.

Su tono de voz, sus gestos, me hizo darme cuenta que no le había sentado muy bien, y supuse que se había enfadado.

Ante esta actitud suya, decidí dejar de saludarle. Y ella por igual.

Pero todo cambio, cuando por casualidad, la vi en el pueblo de ese polígono unos tres meses después. Me saludó como si no hubiese pasado nada, a lo que cordialmente le devolví el saludo. Pero hubo algo que distinguía esos saludos. Lo que antes era un saludo amable pasó a ser un saludo como más cariñoso.

Volvimos a la rutina de saludos al salir del trabajo, pero esta vez ya acompañados de sonrisas. Incluso en más de una ocasión nos parábamos a hablar unos minutos.

En una de esas paradas, le dije que el café seguía pendiente, volví a darle mi número y me fui.

Llegó el mes de julio, y cogí mis merecidas vacaciones. Una noche, a la 1 de la madrugada recibí un whatsapp. Con los pertinentes saludos de rigor me dijo que era ella, y que se le habían cruzado los cables.

Unos días después, le dije que me gustaría verla y hablar un rato. Nos vimos al día siguiente en el polígono donde trabajamos, en una calle con poco tráfico. Nos saludamos, todo muy ameno, pero no pasó nada más. Aunque no por falta de ganas.

Varios días después de escribirnos, con todo tipo de conversaciones y fotos, acordamos que estaría bien ese café. Y así fue. Un viernes tarde acordamos vernos el sábado por la mañana en mi casa (tiene pareja recordar).

Se acercaba la hora, y mis nervios iban en aumento. Hasta que a la hora acordada (bueno, un poco más tarde, MUJERES!!!, ejjejejeej) ella estaba en el portal de mi casa.

No imaginaba que se atreviera a quedar, a tomar un café y menos en mi casa.

Nada más subir, nervios, dos besos, más nervios. Le ofrecí el café, sentados en la cocina seguíamos hablando pero quería besarla, tocarla, acariciarla.

Me decidí y me acerqué a ella. Le bese la mejilla y ella correspondió abrazándome. Por lo que mis besos, fueron más profundos en cuello, orejas, acariciando su espalda. Su respiración se aceleraba, sus abrazos más fuertes. Nuestra excitación iba a más, nuestras lenguas se unían, nos comíamos con ganas.

La cogí de la mano y la lleve a la habitación.

La puse contra el armario en plan morboso, besando su nuca, acariciando su pelo, su cabeza. Mis manos recorrían sus pechos por encima de la ropa, mucho morbo, mucha excitación. La iba desnudando poco a poco, ella no podía quedarse quieta, gemía, tocaba. Me desnudaba como podía. Me quité los pantalones, cogió mi pene y al notarlo duro empezó a masturbarme mientras gemía.

Se dio la vuelta, nuestras bocas se juntaban, nuestras lenguas jugaban. Bajaba besando su cuello, hasta llegar a sus pechos, sus pezones duros, los metí en mi boca. Chupaba, lamía, mordía. Mis manos bajando por su tripa. Llegando a su sexo, ya estaba lubricado, muy mojado, acaricie su clítoris despacio, metía un dedo dentro de ella.

La tumbé en la cama, desnuda ante mí. Recorría su cuerpo con mis manos, con mis labios, mi lengua. Llegué a su sexo, lamía su clítoris. Metía un dedo, dos. Quería penetrarla pero me encantaba como estábamos, teniendo el poder en mi lengua, en mis dedos, en mis dientes. La estaba llevando a un placer extremo. Besaba sus muslos, acariciaba sus piernas, sus pechos, su tripa. Poco a poco sentía como estaba llegando al punto de no retorno. Empezó a tensarse mientras le comía y le miraba. Aceleré el ritmo de mi lengua, ella gemía hasta que soltó un gran gemido ahogado en la almohada de la cama. Me encantó probar sus jugos, comiéndomelos todos los que podía. MMMMMMMMMM.

Después de unos segundos de relax. Me dijo que me tumbara, que le tocaba a ella mandar. Me besaba con ganas, con placer, con deseo. Su mirada me ponía muy caliente y quería que me follara. Pero ahora era ella quien tenía el control, y no podía hacer nada.

Besaba mis pezones, los mordía. Mientras con su mano acariciaba mi pene y los huevos. Me masturbaba mirándome, me ponía a mil. Que mirada, lujuria en sus ojos. Empezó a meterse mi poya en la boca, que placer me daba.

Era una mamada genial, placentera. Pero dejo de mamar y subiendo hacia mí, mirándome, pasó una pierna por un lado y la otra por el otro. Verla desnuda, poseída por el placer, me encantaba tenerla así.

Metió mi poya dentro de ella, despacio, gimiendo, mirándonos, besándonos. Empezó a moverse, le acariciaba las tetas, ver como se le movían mientras me cabalgaba me ponía a mil. Pellizcaba sus pezones duros mientras ella me follaba, me encantaba estar así.

Llevábamos en esa posición como unos veinte minutos, cuando le avisé que estaba a punto de correrme. La cogí la atraje hacia mí y abrazándola empecé a fallármela mas duro. Unos minutos después empecé a descargar dentro de ella, llenándola con mi leche y apagando el placer de nuestros cuerpos.

Caímos rendidos, después de un rato de reposo ella se duchó, se vistió y se fue.

Espero que no sea nuestro primer y último encuentro.

P.D. Se aceptan sugerencias y criticas. GRACIAS