La madura mamá y su niñata
Una madura mama y su niña se aprovechan de un inocente vecino
La madura mamá y su niñata
Lo cierto es que nunca me interesaron mis vecinos, mejor dicho, mis vecinas, tal vez les presté algo más de atención cuando el cabeza de familia, que subía los calzoncillos hasta las orejas se largó detrás de un buen rabo trans, que le hacía las monadas erótico festivas nocturnas tras la barra del bar de copas que regentaba.
En una de aquellas anodinas tardes ví por el tejado del edificio que deambulaba el gato de angora de mi vecina, me fui raudo a tocar el timbre del piso de mi vecina y tras abrir la puerta allí estaba la desaforada vecina, una madura de unos 55 años, a la que le conté lo que estaba sucediendo, quedó un tanto fuera de sí, porque en ese momento se había dado cuenta de que su gato se había saltado las normas, de ceñirse al ámbito de la terraza, y por tanto se había subido al tejadillo de la buhardilla y no había manera de que bajara de su nueva experiencia por los tejados del edificio.
Calmé a mi vecina, indicándole que era inútil perseguirle, y que no se caería, y que cuando se cansase de su garbeo, regresaría a su confortable nido aterrazado.
Estaba consolándola, cuando estaba se levantó y fue hacia la terraza para ver que hacia su gatito del alma, al asomarse a la balconada, la jamona madura, que debía de estar cuando toque su timbre en la siesta a juzgar por sus ropajes, me dejó ver que bajo su amplia pantaleta , la cual debía de utilizar para andar por casa, que no llevaba nada dejando ver unos abundantes pelitos que seguramente adornaban su presumible pubis exuberante a más no poder.
Lo cierto es que, fijándome bien, tenía en la culera como una cierta mancha grasosa, ella no se daba por enterada pero el detalle de ver asomar además por debajo de un cojín la punta de un capullo artificial, hizo que como un resorte, mi morcillona polla de pusiese al orden, y en perfecta posición de firmes. La madura regresó al sofá, lo cual aproveché para abrazarla y consolarla, a la vez que disimuladamente la magreaba la espalda y la nuca.
No tardó mucho en ronronear como los gatos, pidiendo más caricias y magreos, que yo raudo le facilité pasando mi mano por su espalda, que fue como dar con el interruptor de la energía, pues en segundos la jamona se tiró a mi bragueta en busca de la ansiada polla que pugnaba por salir escopetada. Se quedó parada cuando vio el instrumento, pero solo por unos segundos pues unos instantes más tarde mi polla quedó enterrada en su sensual boca, que succionó y succionó hasta lo indecible. Le dije que parase si no quería tener un buen montón de leche en su boca, pues soy bastante lechero.
Se paró en seco y bien creí que aquello era el último instante de placer, hasta que de nuevo a golpe reactivo su camiseta, y su pantaleta salieron volando y polla quedó enterrada en su gran chocho, pese a las dimensiones de mi instrumento, este se perdía en aquella gruta perlada de abundante pelambrera. Estaba claro que aquella buena señora de amplía grupa, y generosas tetas, con unos pezones negros como el tizón y erectos como cañamones, necesitaba un tratamiento diferente, y también para que mi polla notase que estaba cabalgando a una buena madura que se abría ante mi como flor de primavera.
Llevaba un rato saltando sobre mi polla, pero no parecía que aquello nos saciara a ninguno de los dos, por lo cual antes de que aquello acabara en fracaso, dadas las ansias de mi vecina, le día vuelta en el sofá la puse a cuatro patas, la cabeza apoyada en el sofá y yo de pie ante este le encalomé el instrumento, que empezó a realizar su trabajo de mete y saca desde diferentes ángulos, lo cual si hizo reaccionar a la madura, que empezó a tirase de los pezones, lo cual alternaba con abrirse el nalgatorio dejando al descubierto un bello ojete, que estaba semiabierto…
En eso que recordé el consolador que había entrevisto bajo un cojín, lo cual busqué mientras la bombeaba de lo lindo, y ya cuando la madura pedía más y que la rompiera en dos, escupí sobre su ojete que pronto se vio ensalivado pro sus propios flujos que aportó masajeándose la zona. Era increíble como aquel ojete me invitaba al festín con sus guiños… en una de estas ensalivé la polla rosada y de un empellón se la encalomé a la vez que le daba unas embestidas de órdago, lo cual agradeció la buena vecina, con unos estentóreos jadeos, y se abría toda ella más para entrar todo lo que pudiera. Tanto es así que entre los pollonazos humanos y los del rosáceo capullo de goma, la madura se derramó en lágrimas y estertores de placer, mientras yo me vaciaba a todo gusto y placer dentro de la mi vecina, que se desplomó de su cuadrúpeda posición para recuperar resuello, y aunque quedó en un estado semicomatoso, seguí dándole suaves pollonazos hasta vaciarme al completo.
Aproveché la posición para darle con mi polla en el ojete, aunque eso no me gustaba tanto, pero rebozarme en toda su corrida y hacerlo con mi carnoso pincel, era algo que si me gustaba en esa faena estaba cuando vi que, por la entreabierta puerta del salón, alguien se había subido las faldas, y metía las manos en sus blancas bragas y suspiraba. Era la nena de la madura, que se masturbaba a cuenta de su madre y el polvo que habíamos echado.
Me limpié, en el culamen de la jamona, le di un besito en su nalgatorio además de saborear su chorreante chumino, y tras taparla y dejarla dormir, recuperé el dicho gato y me fui de allí, antes de que se liara parda.
Todo esto sucedió por la tarde, yo esperaba que la vecina viniera a la noche a darme las gracias, por el polvo y la salvación de su gato, y que continuáramos la faena, pero nada de todo ello sucedió.
A la mañana siguiente a eso estaba para levantarme cuando sonó mi timbre, abrí y cuál fue mi sorpresa que era ahora la niñata de la madura, la que se encontraba ante mi puerta, pidiendo guerra, pues se levantaba la falda dejando ver un joven chumino ya perlado de abundante vello, por el cual se pasó la muchacha la palma de la mano y me dio a probar sus perfumes vaginales.
Casi le cierro la puerta, pero la advertencia de que su señora madre, podría montar de la de Dios es Cristo, al saber que la estaba montando a la vista de su hija, y por otro lado, hacer caso omiso a la invitación que tenía ante su puerta, era arriesgarse a que mi novia y sus acaudalados padres se enterasen al hacerles llegar un video donde se me veía dando pollonazos a la madura vecina, o sea a su madre.
Por tanto, le franqueé la puerta y la dejé pasar al salón donde pronto se hizo con mi polla que saboreó a su gusto y capricho, babeando como una buena mamadora, si mi leche era abundante, sus babas eran puro manantial tanto para mi polla, como para su chumino, me tenía tumbado en el sofá de mi casa, y arrodillada me hacia una de las mejores mamadas que me han hecho en la vida, aunque también a ello cooperó el despelote de la niñata que ya apuntaba maneras en cuanto a formación corpórea y de tetamen. Estaba sencillamente deliciosa.
Estaba en ese quino cielo de la mamada, aunque no acaba de ponerme en posición de firmes pensando en la edad de la niñata y las posibles consecuencias de estar follando con ella, en eso que seguía medio amorcillado cuando la hija de la gran puta me metió su largo pulgar en el culo, lo cual hizo de resorte y mi polla al ver acariciada la próstata , se puso rígida al instante, aquella cabrona sabía cómo actuar y no era la primera vez. La visión de la niñata, el dedo de la niñata, y su profunda mamada hizo que me corriera al instante, para su deleite y risa.
Me dejó la niñata recuperarme, aunque pronto me puso a cien, pues se puso a masturbarse y a mover de no sé que manera todo su tinglado vaginal, la muy cabrona tenía un dominio total sobre su labios mayores y menores, y sobre su propia vagina, quedé absorto ante tanta proeza, y para ayudarla la morreé bien y le chupe las tetas a gusto y capricho. Cuando ya se iba a correr me cogió la mano y la metió en su joven chocho, por lo cual supe de primera mano el dominio y la fuerza que aquella cabrona tenía en sus bajos, y a lo cual me lancé para efectuar alguna otra acción.
Me reprimió, indicándome que, a media noche, se pasaría por mi casa para que le hiciera los honores de follarla y encularla como lo había hecho con su madre. Polo cual me recomendaba descanso y estar a tono, salvo que su madre, quisiera hacer uso de su prebenda de saber que yo me había follado a su hija, mediante la prueba de video de estar chupando los deditos de su hija..
Acababa de comprender que era esclavo de dos salvajes folladoras.
Gervasio de Silos