La madrina de mi hijo.
Es relato corto, tal y como pasó.
Esto que voy a contar ocurrió hace apenas dos días. Esta vez voy a prescindir de nombres, porque es algo real. soy un tipo de 50 años, casado y con hijos. Vivimos en una barriada de Sevilla. Con esto del confinamiento no nos hemos visto con nadie, y en cuanto han levantado la veda, hemos quedado con nuestros amigos. Como mí casa es grande, solemos quedar aquí, hace dos días estuvieron los padrinos de mí hijo pequeño.
Ella ha sido la musa de muchas de mí pajas. Se puede decir que es la mejor amiga de mí mujer, aunque en muchas etapas de nuestras vidas nos hayamos distanciado un poco.
Ella es una mujer bajita, morena, rellenita, más bien gordita, tiene dos tetas como dos carretas, es superior a mi, las tetas grandes me pueden, las tetas y los culos son mí perdición, hubo una época que dejó de ser mí musa para ser algo más, se puede decir que me dejaba jugar con sus tetas y que hubo más tocamientos y roces de los que deberían haber entre amigos, pero solo fue un tiempo, y de eso hace ya muchos años. Pero eso no quita que cuando veo esas tetas, se me vayan los ojos y las manos. Y que alguna que otra vez ella se haya desahogado conmigo. Pero hacía mucho que no pasaba nada, ni había intención de que pasara.
Como dije, hace dos días vinieron a merendar, se quedaron a cenar y terminaron durmiendo en casa.
Los primeros momentos fueron tensos entre ella y yo, siempre le he reprochado ese distanciamiento que tiene conmigo, aunque no le hubiera dicho nada nunca. Desde que un día discutimos, ella me evitaba y era distante conmigo, lo era mientras estuviera sobria, en cuanto comenzaba a beber, siempre se volvía más cariñosa y siempre me decía cuanto me quería y se pegaba a mí. Ellos son de buen beber, la verdad es que lo somos los cuatro. Después de la merienda y comenzar con los cubatas y comenzar a hablar que iban a preparar de cenar, sabía que no se iban a ir. No son de conducir bebidos y como hay camas en casa de sobra, tampoco hubo que pensar mucho. Pero vamos, yo tampoco dije nada.
Cuando ya llevábamos 3 cubatas, tocó el momento cariñoso por parte de ella, le dió besos y abrazos a toda la familia, a los niños, a mí mujer y yo me aparté, no me apetecía, supongo que ella se dió cuenta y una de las veces que bajé a la cocina a coger bebidas, ella bajó. Todos estaban arriba. no había nadie más. Ya con voz bastante tomada me recriminó que hubiera pasado de ella, no era discusión, pero que sí sí, que sí no, hasta que tuve que decirle que la quería mucho y darle un abrazo. Sus tetas se pegaron a mí pecho.
Ella vestía unas mallas negras y una camiseta negra, intenté no tocar nada que no debiera, pero ella seguía abrazada a mi, diciéndome que me quería mucho, y tonterías que no recuerdo, a mí ya me estaba poniendo malo sentir esas tetas pegadas. Sentía el sujetador debajo de la camiseta, siempre ha sido de usar sujetadores grandes y pesados, y cuando lo tocas no sientes su piel, sentía sus muslos pegados entre mis piernas, ella sabía que lo que apretaba con ellos era mí paquete, pero le daba igual, uno de los besos fue muy cerca de los labios, me miró y nos quedamos un momento sin saber que hacer. Tampoco había mucho que hacer, estábamos en la cocina. Volví a darle un beso más fuerte en la mejilla a la vez que con mí mano derecha apretaba su tetaza izquierda, era casi imposible tocar carne, el gordo sujetador impedía un contacto más directo, pero ella estaba sintiendo mí mano, porque estaba apretando bien fuerte. No dijo nada más, se separó de mi, y le dije que subiera ella, cuando se giró apreté una de sus nalgas, esas sí estaban flácidas, grandes y flácidas, giró la cabeza, no dijo nada, pero tampoco noté ningún tipo de reproche en sus ojos. Yo tuve que esperar un poco para que se me bajara el calentón. No iba a pasar nada, pero me había calentado.
Después de varios cubatas más, bajaron las mujeres a preparar la cena, bajamos nosotros al momento, mis hijos cenaron antes y ya los perdimos de vista. Cenamos en la cocina, no hubo más acercamientos de ella, no volvió a decir nada más, estaba bastante bebida, todos lo estábamos, pero con la comida se nos estaba pasando un poco. Después de la cena volvimos a subir al salón de arriba. Más cubatas, cigarros, y charla intrascendente. Era más de las 3 de la madrugada cuando mí mujer dijo que ya no podía más, Él también estaba cansado, no ha dejado de trabajar. Cuando nos dimos cuenta mis hijos se habían acostados, ellos tenían que acostarse en el cuarto de uno de ellos y mis hijos dormir juntos.
Había una cama más en la casa, una cama pequeña. Al final fue ella quien dispuso, el marido con mí hijo y ella dormiría en la cama sola, le dije que se podía quedar con mí mujer y yo en la cama de abajo. Lo pensó un momento y me dijo que no.
El marido no tardó en meterse en la cama. Ya no lo volvimos a ver. Mí mujer y ella se metieron en el cuarto de baño de mí dormitorio mientras yo esperaba sentado en la cama. Mí cabeza divagaba, se me estaba poniendo morcillona, no quería que pasara porque mí mujer podía darse cuenta, pero me costaba que mí polla no latiera. Las escuchaba a los dos reir en el baño, Ella asomó la cabeza y me pidió una camiseta, debía estar medio empelota, le dí una camiseta y al momento mí mujer salió del baño, me dijo que esperase que se estaba cambiando.
Cuando salió sabía perfectamente que no llevaba sujetador, seguía con esa cara de borracha, me miró, sabía perfectamente que hubiera saltado sobre mí sí mí mujer no hubiera estado delante, aunque ella ya estaba acostada y medio dormida. Entré en el baño, en una de las perchas estaba su ropa, arriba la camiseta debajo estaba el sujetador y las mallas, intenté comprobar sí se había quitado la braga, pero no la ví, hubiera sido demasiado descarado. Estaba tentado en bajar, pero no tuve que pensar como hacerlo, nada más salir del baño mí mujer medio dormida me dijo que le bajara sábanas limpia, que esa cama no se cambiaba desde hacía un siglo. Protesté para que bajara ella, pero no, una orden era una orden. Y tenía que bajar la sábana limpia.
Mí polla bajando las escaleras ya se iba poniendo dura. Ella aún no se había acostado, estaba de espalda, y me dio la impresión que se estaba tocando el coño, tenía las piernas algo abiertas, y su mano derecha daba muestra clara que estaba en su coño, esperé un momento, no me había visto. Volví a salir y apagué todas las luces de la casa, de esa manera sí alguien bajaba no tenía más remedio que encender la luz de la escalera y se vería.
Cuando volví esta vez me vio entrar, se sacó los dedos del coño, me acerqué y cogí su mano chupando sus dedos, estaban muy mojados y olían a bacalao. Apreté sus tetazas, sin sujetador caían casi hasta su barriga, estaba claro que la edad no pasaba en vano, y que le habían crecido incluso más de la última vez que las tuve en las manos. Ella tocaba mí polla y yo tocaba todo lo que podía, tetas, culo, coño, a la vez que nos dábamos tímidos besos.
Yo tenía mis preferencias, sabía que lo primero que quería era probar ese culo y ese coñazo, debían estar bien oloroso, todo el día con la braga puesta, sudando y apretado con las mallas, no quería perderme ese olor en mis fosas nasales. Le dije que ella mirara para fuera, sí se encendía una luz me avisara, eso la tranquilizó, apoyó las manos en mí escritorio y abrió las piernas, me coloqué a su espalda y metí la cara entre medio de sus gordas nalgas, la braga era de licra de color azul, olía a culo, tiré de la braga bajándola hasta sus muslos, el olor se intensificó una barbaridad, tenía más nalgas, estaba claro que estaba más gorda, abrí sus nalgas y pude ver el sonrosado y estriado agujero trasero, nunca me había dejado que le diera por el culo, la verdad es que habíamos follado más bien poco, se la había metido alguna vez en el coño, pero lo que se dice follar hasta corrernos nunca. Me había corrido encima de ella muchas veces y había hecho que ella se corriera muchas veces, pero nunca follando.
Podía ver todo su coño, había vellos, casi siempre había estado depilada, pero esta vez había vellos todo alrededor de su coño, ella no tiene labios prominentes, es una raja partida por dos pequeños montículos que son sus labios menores. en sus labios mayores había vellos negros rizados. Estaban todos mojados. Apreté sus nalgas abriéndolas y metí mí boca buscando su agujero trasero, no dijo nada, estaba caliente, lo notaba por como se movía, su agujero olía a culo de todo el día, lo lamí desesperado, llegando a meter mí lengua dentro, no dijo nada, se dejaba hacer, bajé lamiendo sus ingles, olián a bacalao, sabían a coño una barbaridad, lamí toda su raja, estaba muy mojada, notaba entre los pliegues de sus labios su clítoris como una piedra, metí mí nariz todo lo que pude dentro de esos labios, se estaba corriendo, lo notaba por la manera de salir caldo de esa raja, lo chupé y lo mordí. Mordí su bajo vientre, chupé los vellos que tenía, parecía más descuidada, nunca la había visto con tantos pelos. Su orgasmo había sido largo, aún se seguía encogiendo con mis lamidas. Resopló y llevó su mano abriendo sus labios, me levanté me saqué la polla, se la metí entre las piernas y con la ayuda de mí mano entró en ese coño apretado, empujé hasta tenerla entera dentro de ella, la sentí como resoplaba y como levantaba la cabeza, giró la cabeza y me dijo que me corriera.
Era la primera vez que me invitaba a correrme dentro de ella. empujó sus piernas y su cuerpo y se colocó más en 90 grados, comencé a darle fuerte, se la metía hasta los huevos, la tenía cogida por su gordas caderas, tenía mucho más barriga, se la apretaba con las manos y le daba fuerte, metiendo mí polla todo lo hondo que podía, lo hacía con saña, por tantas veces que me había frustrado con ella. Mí intención no era correrme tan pronto, sabía que cuando lo hiciera todo acabaría y no era esa mí idea. Paré, comencé a darle más despacio, ella colaboraba, se movía propiciando que mí polla entrara y saliera más y mejor. Saqué mí polla de su coño, hubo una pequeña protesta, la guié con mí mano hasta sentir el calor del agujero de su culo, dobló la cabeza y me dijo que no con ella, pero ni se había movido ni había vuelto a decir que no, apreté con mí mano en mí polla y sentí como se abría ese agujero, fue ella misma quien empujó un poco su cuerpo y mí capullo entró en ese culazo. Ese interior quemaba, a mí mujer no le gusta el sexo anal, es difícil que me deje meter mí polla en su culo, por eso no me iba a quedar con las ganas de probar, saqué mí polla y me agaché para lamer esa entrada, me dejó hacer, seguía oliendo a culo, ahora más que había metido mí polla y había sacado algo de su interior, me daba igual, me gustaba, siempre me han gustado los culos. Lo dejé bien lleno de saliva y volví a colocarme detrás de ella, esta vez no dijo nada, ya sabía lo que pretendía, solo me miraba con cara de borracha. pasé mí capullo por su coño, recogí también el caldo que salía de él y subí por su perineo hasta encajar mí capullo en ese agujero, fue ella quien apretó su cuerpo al mío. Mí polla se coló hasta casi los huevos, se la tenía metida en el culo a la mejor amiga de mí mujer, la musa de mis fantasía. Y me estaba quemando la polla. Colocó su mano en mí pecho y comenzó a sacar y meter el culo, la sacaba y la metía casi entera, ahí sí me iba a correr de un momento a otro. Sobre todo por como me miraba. De pronto paró. Se la sacó y me hizo señas para que me sentara en un butacón.
Me senté con la polla en la mano, se dio la vuelta y se agachó delante de mis piernas, cogió mí polla y se la metió en la boca, chupaba con ganas, casi se la metía hasta los huevos, fue una mamada breve pero intensa, no era su intención que me corriera en su boca como otras veces. Se giró y se sentó en mí polla metiéndosela en el coño, tenía sus piernas abiertas y las mías entre las suyas. Ella subía y bajaba. Lo hacía como las mulatas, con fuerza y haciendo sonar las nalgas, era una pasada, paró se la sacó y ella misma con la mano la guió hasta la entrada de su culo, le costó, la postura apretaba algo la entrada, pero la coló y se sentó hasta tener toda mí polla dentro de su culo, ahí sí, comenzó a subir y bajar y en menos de 5 minutos le estaba soltando toda mí leche en lo más hondo de ese culazo. Lo mejor es que no se la sacó, estuvo botando encima de mí polla hasta que una vez que se salió, ya no pude meterla más. recogió la braga del suelo y se la puso rápido. Me dijo que no quería llenarlo todo de leche, que así se quedaba en la braga.
La abracé y comenzamos a besarnos, primeros fueron unos besos tiernos, dulces, apretando nuestros cuerpos. Poco a poco ella misma guió mí mano hasta su teta, me la hizo apretar. Me dijo que me había olvidado de sus tetas, levanté mí camiseta y me encontré con esas dos moles, eran más grandes, más caídas, sus areolas seguían siendo dos galletas ovaladas y rugosas y sus pezones ya estaban duros y sobresalían como siempre, levanté una con mis manos, pesaban más, mordí con saña su pezón, estaba tan rico como recordaba. Me llevé más de 15 minutos chupando y mamando esas tetazas. Cuando sentí que mí polla estaba dura de nuevo, le dije que se sentara ella en el butacón, acerqué mí polla, me la chupó un momento y se la metí entre las tetas, me hizo la mejor cubana que recordaba desde hacía mucho, desde luego tenía tetas para hacerlas y ahora más. Me dijo que me corriera en su boca, pero no quise, quería bañar esas tetas y dejar esos pezones blancos como lo había hecho muchas veces. Solté una corrida bestial, no sabía porque tenía tanta leche, pero sus tetas quedaron bañadas. Le hice bajar la camiseta y le dije que tenía que dormir con mí leche en sus tetas y en su culo. Me dio un beso y me dijo que era un hijo de puta. La dejé sentada en la butaca y me subí a la cama.