La madre de mi mejor amigo y mi lado oscuro (2)
Una recaída, una corrección y una esclava obediente
Leí el mensaje y no contesté. Me limité a recuperar fuerzas para combatir la resaca y prepararme para irme un par de días a la montaña con unos amigos entre los cuales estaba Jorge. Lo hice con una contradictoria mezcla de sentimientos ya que, mientras por un lado me sentía absolutamente culpable y avergonzado por haberle hecho lo que le hice a la madre de mi mejor amigo, por otro se me ponía instantáneamente dura al recordarlo y sobretodo al pensar en que podría repetirlo, si no mejorarlo, solo con un mensaje de móvil.
Aquellos días en la naturaleza hicieron que me tranquilizara y que el sentido común me convenciera de que volver a abusar así de Helena era una absoluta locura que solo podía acabar en catástrofe. Al volver me propuse no decirle nada en parte preocupado por si ella quería utilizar algún mensaje mío para intentar defenderse ante su hijo, en parte sintiendo que me estaba perdiendo una oportunidad única en la vida.
Pero el sentido común aún conseguía ganar la partida haciendo que ya se cumpliera una semana desde el encuentro en la que ya había cumplido mi parte del trato hablándole bien a mi madre de Helena inventándome algunas cosas que le hacían parecer menos culpable. Sin entrar mucho en detalles le hice creer que en aquella época la familia de Jorge pasaba un mal momento económico y que todo lo hizo por necesidad.
Pero un sábado tarde estaba en el sofá de mi casa haciendo tiempo antes de empezar a prepararme para una especie de cita. Digo “especie” porque en realidad era una antigua amiga de escuela a la que hacía años que no veía. Siempre hubo buen feeling entre Aina y yo y, ahora a través de las redes sociales, nos habíamos vuelto a poner en contacto. En realidad no me apetecía demasiado ir, con los años me había vuelto un tanto perezoso para estas cosas y pese a que la chica me gustaba empezaba a no merecerme la pena tener que esperar y trabajar tanto para poder tener algo de sexo que ahora me parecía mediocre.
Tenía el móvil en la mano con la conversación de Aina abierta planeando una excusa creíble para posponer la cita a otro día cuando de golpe me llegó un mensaje de mi madre.
“Marc ya he hablado con Helena, tenías razón ahora me siento mejor”
“Me alegro de verdad. ¿Cómo le ha sentado?”- contesté al acto
“Ya te contaré mejor cuando nos veamos pero te puedo decir que se ha alegrado mucho“Normal, has hecho lo correcto”
Volvió a mi aquella sensación de culpabilidad, no solo le había fallado a Jorge si no que ahora estaba manipulando a mi madre para mantener la posibilidad de volver a hacerlo. Pero la culpabilidad siempre venía acompañado de una dura erección y una excitación ardiente. Aquél estado me llevó a llegar a la viciosa conclusión de que me encontraba en aquella situación por culpa de Helena ya que si ella no nos hubiera robado las cosas serían muy distintas. Y las ganas de volver a castigarla volvieron a crecer en mi.
Era puro egoísmo visceral, en el fondo una autojustificación falsa para esconder mis ganas de volver a utilizarla a mi antojo. Y lo sabía pero eso no conseguía contener mis ganas sino que incluso las aumentaba. De golpe me descubrí abriendo el chat de Helena.
- “Ya me ha dicho mi madre que todo ha ido bien”- le escribí acompañado de una cara sonriente
Al final había caído, en el fondo sabía que tarde o temprano lo acabaría haciendo. Empezaba a convencerme de que tanto riesgo merecía una buena recompensa pero debía ser cuidadoso para no pillarme los dedos. La posibilidad de que Helena pudiera utilizar cualquier comentario del chat contra mi me empezaba a obsesionar.
Más animado me arreglé y puntual acudí a mi cita con Aina. Transcurría lenta y aburrida recurriendo ambos a recordar tiempos pasados intentando buscar puntos de conexión cuando de golpe noté vibrar mi móvil en el bolsillo del pantalón. Supe al momento que era Helena, no sé explicarlo solo sé que mi polla reaccionó por fin en mis pantalones con la posibilidad de volver a disfrutar de la sumisa y lasciva madre de mi mejor amigo. No sé si era la facilidad de conseguirlo o la posibilidad de poder hacerle lo que quisiera la razón de mi erección, seguramente era una mezcla de las dos. Me disculpé de Aina y me dirigí al servicio.
-“¡Sí ha ido bastante bien!
Creo que con algo de tiempo podremos volver a ser amigas.
Gracias por cumplir y por mantener tu parte.”- escribió acompañado de otra cara sonriente
Sin duda estaba dispuesto a cobrarme otro pago del trato esa misma noche por lo que necesitaba cortar mi cita lo antes posible. Volví a la mesa y pasados unos minutos le dije a Aina que no me encontraba demasiado bien y tras unas actuaciones convincentes por mi parte la convencí para posponer la cena a la semana siguiente.
Tras despedirnos me quedé en el coche planeando la manera de hacerle ver a Helena que quería abusar de ella esa misma noche sin que quedaran pruebas por escrito.
- ” Siempre y cuando tu mantengas la tuya”- escribí acompañado de un pulgar hacia arriba
Bastante satisfecho con mi respuesta esperé la suya fantaseando con las posibilidades que se abrían ante mi con Helena. Yo vivía solo y mi parte más oscura fantaseaba con poder grabar la escena para subir mi autoestima viril siempre que quisiera. Por otro lado no haría más que añadir posibles pruebas que podrían afectar a mi amistad con Jorge.
Absorto en esos pensamientos recibí el mensaje de Helena
-” Yo tengo entera disposición, Martín está de viaje y no volverá hasta pasado mañana así que estoy sola en casa y aburrida. Si quieres puedes decirle a tu madre que puede venir cuando quiera y así le demuestro mi voluntad de cumplir mi parte.”
Claramente me estaba diciendo que podía ir a su casa cuando quisiera a cobrarme el pago.
” Se lo diré, no creo que tarde mucho en ir, seguramente esta noche.- escribí yo antes de arrancar el coche
“¡Bien! Ya tenía ganas de volver a tomar el aire.”- leí mientras me dirigía rápidamente hacia su casa.
En el camino las dudas volvieron a mi, ya no por culpabilidad sino porque me preocupaba saber como íbamos a reaccionar los dos al vernos por primera vez después de aquella noche en el mirador. Sobretodo me preocupaba poder mantener aquella autoridad que hizo que se sometiera y disfrutara dándome placer,al fin y al cabo seguía siendo la madre de Jorge y en ese momento no iba bebido.Empecé a sentir cierta inseguridad pero me convencí de que ya era tarde para dudar y por fin llegué a su casa.
Llamé al timbre y esperé intentando calmar mis nervios mientras esperaba la respuesta.
- ¿Quién es?- escupió el interfono la voz de Helena
- Soy Marc- contesté yo
Se hizo el silencio.
Los nervios me estaban ganando la partida, al menos durante los instantes eternos que tardó en sonar el zumbido que abría la puerta. Empujé al momento entrando en una casa que durante años de mi infancia había sido como mi segundo hogar, ahora me parecía totalmente desconocida.
- Estoy en el salón- escuché decir a Helena
Dirigiéndome más por el sonido de su voz que por mis recuerdos de la distribución alcancé rápidamente aquella habitación donde se encontraba ella sentada en un sofá largo y profundo de piel negra que tantos recuerdos me traía.
Helena llevaba un vestido de tela suave de estar por casa. Era ceñido en la parte de arriba, largo y ancho hasta encima de sus rodillas, de color turquesa con un estampado de flores blancas y amarillas algo hippie. Un escote en V acabado en una arandela en su parte baja y en unos anchos tirantes en la zona de los hombros. Su largo y ondulado pelo castaño lo llevaba recogido en un práctico recogido parecido a un moño. pero más suelto.
- Si me hubieras avisado con más tiempo me habría arreglado más- dijo ella a modo de saludo
- No me importa demasiado- respondí yo quedándome quieto a unos dos metros de ella
- Ya creía que no me ibas a necesitar para satisfacer tus necesidades- dijo ella levantándose
- Ya... he andado liado- contesté yo nervioso
- Pues yo he echado mucho de menos esta polla,¿sabes?- dijo ella acariciándome el brazo con una mano mientras con la otra me cogía suavemente el paquete.- Me he tocado mucho estos días pensando en ti.- me dijo con voz sensual mientras acercaba sus labios a los míos.- Me siento sucia y eso me encanta.
Yo estaba algo superado por la situación y me limitaba a permanecer quieto mientras ella me desabrochaba el pantalón y liberaba a la bestia. La empezó a manosear haciendo que creciera lentamente mientras me besaba pese a mi inmovilidad. Sin duda estaba mucho más suelta y decidida que yo que seguía bastante cortado.
- Veo que no tienes muchas ganas de hablar- me dijo agachándose mientras me bajaba los pantalones.- Tampoco hace falta solo quiero volver a ver lo duro que te pongo- continuó después de lamer mi glande de abajo a arriba.
Me limitaba a mirarle a los ojos. Ver de nuevo mi polla en su boca me hizo ir recuperando poco a poco la confianza y con ella las ganas de castigarla. A ella parecía pasarle algo parecido ya que aprovechándose de mi pasividad ya devoraba sin control mi pene que ya relucía en su máximo esplendor.
Su garganta envolvía tímidamente mi capullo mientras me masturbaba apasionadamente.
Se la sacó de la boca poco a poco y la cogió con las dos manos como si fuera un tesoro, la besó babosa y apasionadamente de arriba abajo restregándosela por las mejillas, de vez en cuando parecía mordérmela con los labios sin dejar de pajearme cada vez mas rápido.
- Pues está claro que te pongo muy duro,- dijo ella mirándome con una enorme seguridad en si misma.- ¿Te pone cachondo la madre de tu amigo Marc?- continuó masturbándome lentamente.- ¿Vas a ser un buen chico y me vas a follar ahora mismo?
Se sentó en el sofá levantándose la falda y abrió sus piernas ofreciéndome su siempre rasurado coño.
- Ven aquí y métemela, esta noche tu polla es mía- dijo ella totalmente confiada en poder mandar hoy.
De golpe me percaté que en la mesita de al lado del sofá había una botella medio vacía de vino tinto, una copa y un abridor con el corcho aún enganchado. Ahora entendía el olor afrutado que desprendían sus labios. Me acerqué lentamente a ella con la polla totalmente tiesa y me detuve a medio metro.
- Túmbate- le dije yo intentando sonar tranquilo mientras le indicaba como hacerlo.
La coloqué estirada en el sofá boca arriba y suavemente le acerqué mis labios a los suyos parándome a escasos centímetros.
- Helena quiero que sepas- susurré con cuidado- que me importa una mierda lo que tu quieras, aquí lo único que importa es lo que quiero yo.- proseguí recuperando la autoridad por momentos.
Le escupí en su mejilla derecha y me incorporé acercando mi pene a su cara.
- Esta noche te follaré si me apetece, si no me apetece te utilizaré como me venga en gana para vaciar mis huevos. Y tú, como buena puta sumisa que eres, te comportarás como mi esclava. Hoy y cada vez que nos veamos tu cuerpo me pertenece hasta que quede satisfecho. ¿Estamos?- le dije yo balanceando mi estaca de un lado a otro.
Ella se estremeció y se quedó en silencio. Me miraba a los ojos regalándome ese exquisito paso de seguridad a sumisión que tanto me excitaba ver en los ojos de la madre de mi mejor amigo. Vi como sus manos jugaban con su coño de una forma instintiva.
- ¿Estamos?- grité acompañado de una bofetada en su mejilla izquierda.
- Sí- gimió ella
- ¿Sí qué?- contesté yo restregando mi capullo en su nariz
- Sí seré tu esclava, haré lo que me digas- dijo sin dejar de mirar mi amenazante polla
- Buena chica, abre esa boca de puta que tienes
Ella obedeció a lo que yo contesté aporreando sus labios con mi balanceante mástil antes de meter la punta en su boca de lado deformando su mejilla.
- ¿Te gusta tener mi polla en la boca?- le pregunté sabiendo que no podía hablar en ese momento.
Ella intentó contestar que sí pero se quedó en un gemido inteligible.
- No te entiendo- dije yo girándole la cabeza de lado para poder entrársela hasta la garganta.
En aquella postura se atragantó rápidamente con algunas arcadas por lo que al sacársela tuvo que escupir encima del sofá sus propias babas.
- ¿Que si te gusta tener la polla del mejor amigo de tu hijo en la garganta otra vez?- insistí aplastándola contra su cara con la palma de mi mano
- Me encanta- gimió ella después de escupir
- Pues abre esa boca que te la llene- le ordené introduciendo de nuevo mi pene en su boca
Noté honestidad en ese “me encanta”, sus manos al menos no dejaban de jugar debajo de su falda aunque realmente a mi me importaba poco. Yo solo quería aprovecharme del momento al máximo.
Le solté la cabeza para centrar mi atención en liberar sus tetas quitándole los tirantes, ella se esmeró para seguir tragando y escupiendo mi pene sin necesidad de que la obligara. Me excitó reconocer que la mejores mamadas de mi vida me las estaba dando la madre de mi mejor amigo. Pensé que mi yo de 15 años estaría orgulloso de verme en ese momento. Orgulloso o horrorizado porque en aquella época no sentía este rencor por Helena que estaba sintiendo en ese momento. Supongo que perdemos la inocencia con los años y la intercambiamos por vicio. Porque todo aquello no tenía otra palabra.
Al conseguir liberarlas y verlas desparramarse balanceándose de un lado al otro al ritmo de mis manos se me quitaron todas las tonterías de la cabeza, era hipnotizante ver su vaivén como si fuera gelatina. Se las estrujé con fuerza jugando con ellas y dejándolas bien rojas mientras Helena seguía concentrada en mantener un ritmo constante en su tarea oral.
- Ponte de rodillas y gánate mi silencio- le dije alejándome un metro del sofá
- Es curioso, para que tu mantengas la boca cerrada yo tengo que tener la mía siempre ocupada.- dijo ella obedeciendo
- Veo que lo vas pillando,- dije yo apoyando mi polla en su cara en diagonal- ahora mismo esta es tu ama.
- ¡Uhm! ¿Por qué será que me encanta?- dijo ella mirándome con una mirada dulce esquivando el duro obstáculo.
- Por que aunque disimules que eres una mujer dulce y tradicional en el fondo no eres más que una puta ladrona que disfruta de que el mejor amigo de su hijo abuse de ella- contesté yo mientras restregaba y golpeaba su cara con mi pene
- Me has calado,- contestó ella cerrando los ojos al recibir los pequeños golpes- pero tu no eres mejor.
- Tienes razón pero el daño ya está hecho.- le dije cogiendo su moño con mi mano izquierda.- Ahora voy a hacer que valga la pena. Abre la boca.
Cogiéndola por la base con la derecha, metí mi polla en aquél húmedo y caliente túnel haciendo desaparecer más de la mitad atragantándola.
- Para cumplir tu parte del trato vas a tener que aprender a comértela entera sin tanto aspaviento- dije yo después de sacarla
- ¿Y si no puedo?- preguntó después de escupir
- Confío en ti, sé que podrás.- dije yo volviendo a meterla en su boca sin soltarle el moño- Además una buena esclava practicaría sin parar hasta conseguirlo.
Ese moño resultaba realmente práctico, era como un mango de su cabeza que me permitía dirigirla con precisión por lo que empecé a llevarla de arriba a abajo obligándola a ir cada vez más profundo.
- ¿Serás una buena esclava?- le pregunté mientras movía el pene con mi mano dentro de su garganta.
Solo obtuve un ruido que parecía afirmativo y el chasquear húmedo que causaba el balanceo del intruso dentro de su cabeza. Tenía curiosidad por la respuesta por lo que dejé que pudiera hablar.
• ¿Qué dices?- pregunté acariciándole la mejilla con mi glande
- Digo que sí- contestó ella gimiendo
- ¿Sí, qué?- volviendo a aporrearla con el pene
- Sí amo- se rindió ella volviendo a engullirlo
- Así me gusta- dije apoyando también mi mano derecha en su moño
En esa postura tenía el control total de su cabeza por lo que empecé a llevarla de arriba a abajo violentamente, aún le quedaban varios centímetros que cubrir pero la velocidad y sobretodo la violencia con la que mi polla entraba y salía de su garganta hizo que rápidamente volvieran las arcadas y los ruidos atragantados pero eso no me hizo parar. Al contrario ahora notaba su garganta algo más abierta y mi polla chorreaba sus babas las cuales ella escupía ya sin necesidad de que se la sacara de allí. Insistí obligándola a seguir ganando centímetros en cada acometida llegando a notar su respiración en mi abdomen antes de dejarla libre. Helena seguía escupiendo sin para haciendo que mis huevos y el suelo estuvieran ya empapados.
Yo estaba muy excitado, más que el primer “encuentro”. En aquella ocasión lo vivía desde el filtro del alcohol pero ahora era mucho más real, mucho más crudo, mucho más excitante. Tanto que notaba que el momento de volver a soltar toda mi leche encima de ella se iba acercando a medida que su sumisión aumentaba. Pensé que ese gusto por la dominación solo lo sentía con Helena, ella despertaba mis más oscuros deseos y ver que estaba dispuesta a satisfacerlos sin rechistar solo le añadía morbo al asunto.
El chasqueo húmedo producido por Helena al atragantarse de más me devolvió a la realidad, llevaba demasiado rato sin darle tregua y iba siendo momento de darle un poco de descanso. Me impactó ver como incluso en esa situación ella seguía sin oponer resistencia aguantando lo que yo le hiciera sin rechistar. Se limitaba a dejarse hacer y a frotar sus dedos en su entrepierna sin parar.
Le solté la cabeza y me retiré unos centímetros dejando que mi polla saliera lentamente de su boca quedando conectada por un hilo de saliva con su nariz. Ella recuperó el aliento entre gemidos mirándome directamente a los ojos ofreciéndome su coño sin dejar de manosearlo. Es curioso como cuanto más me pedía que la follara menos ganas tenía yo de hacerlo, supongo que una de las cosas que más me excitaban de aquel trato era tener el control absoluto y eso suponía llevarle siempre la contraria.
Me dediqué a observarla durante unos instantes viendo como intentaba venderse, se contoneaba alrededor de sus dedos como una perra en celo. Hasta ese momento no se apreciaba tanto la influencia del vino en su comportamiento. Sus tetas se frotaban entre si atrapadas entre los brazos de Helena al vaivén de sus movimientos. El recuerdo de notarlas envolviendo mi polla volvió a mi cabeza, ahora colgaban por encima del vestido a merced de quien quisiera usarlas.
• Mírate, ¿Qué crees que diría tu marido si te viera ofreciéndote como una puta para que te folle? - le acusé pajeándome ante su performance
- ¿Lo harás?- preguntó ella
- ¿El qué, decírselo?
- No, follarme- dijo intentando suplicar con la mirada
- ¿Tu quieres que lo haga?- pregunté sin dejar de pajearme
- ¿Tu qué crees?- devolvió ella
- Pídemelo- ordené yo algo más intenso
- Por favor Marc,- empezó ella moviéndose cual stripper- llevo una semana tocándome pensando en tu polla. Necesito sentirla dentro de mi otra vez.- al acabar se abrazó a mis piernas aplastando mi pene contra su cara.
- Helena,- contesté acariciándole suavemente el flequillo- si sigues creyendo que me importa lo que tú necesites es que no has aprendido nada de como va esto. Te follaré cuando me apetezca y si me apetece no cuando tu me lo pidas. Si tanto te has tocado continúa haciéndolo cuando me vaya.- sentencié alejándome de ella- Túmbate boca arriba en el sofá.
Ella obedeció como lo hace un hijo cuando sus padres le dicen que no le comprarán la bici que él sabe que no merece. O al menos lo había hecho pero de golpe el teléfono de Helena nos interrumpió. Era una llamada de Martín, nos miramos algo preocupados los dos como si creyéramos que nos había pillado. Respondió simulando normalidad y tras percatarse que era una llamada para decir que ya estaba en el hotel y que todo iba bien Helena se marchó del salón.
Me senté en el sofá a esperar y noté mi teléfono aún en el bolsillo, instintivamente lo saqué accediendo a la cámara por accidente. Aquello me dio una idea algo alocada, lo apoyé en la lámpara de la mesita de forma que captara la zona del sofá y apreté el botón de REC. Puro vicio.
Perdona es que si no le contesto se preocupa- se disculpó al volver pasados unos segundos.
Ponte aquí- contesté yo levantándome del sofá
Se tumbó en el sofá boca arriba con la cabeza apoyada en el brazo acolchado, yo rápidamente me puse encima de ella con las rodillas una a cada lado de su tronco.
- ¿Te gustan las tetas de la madre de tu amigo eh?- preguntó ella al ver lo que yo quería
- Siempre me han gustado- contesté yo disfrutando de ver como se las recogía entre los brazos
- Lo sé. ¿Te crees que no me daba cuenta cuando con 12 o 13 años me las mirabas?- chuleó ella
Yo no contesté porque tenía toda la razón. Pero es que además eran mejores de lo que me había imaginado, grandes sin empalagar parecían estar vacías cuando las movías pero no faltaba carne para aprisionar la afortunada polla que se mueva en medio.
Apoyé la mía encima de la unión entre aquellas maravillas y dejé que se moviera al ritmo de las manos de Helena que parecía disfrutar viendo lo cachondo que me ponían sus tetas.
- Son tuyas, úsalas como quieras.- dijo ella mirándome con una sonrisa- Es lo que has querido siempre, ¿no?- preguntó dejando que mi pene entrara en medio- La de pajas que te habrás hecho pensando en ellas.
Volví a no contestar porque volvía a tener toda la razón, me limité a meterle dos dedos de mi mano izquierda en la boca para que se callara mientras con la derecha me cogí la base del pene. Bombeaba lentamente deleitándome con la vibración gelatinosa que causaba, ella se las mantenía cogidas con las manos dejando sus pezones al aire frotándose el uno con el otro.
- Tengo que reconocer que me gustan muchos tus tetas,- admití yo aporreándolas por enésima vez- no sé si más que tu boca.
- ¿Y mi coño?- preguntó haciéndose la ofendida pero sin fallar en su trabajo
- Estas pesada eh...- dije antes de incorporarme y meterle el glande en la boca a través de sus pechos.- A ver si así te callas.
Apoyé la manó derecha en su cabeza y aumenté el ritmo de las embestidas haciendo que vibraran sin control con cada golpe, Helena ejercía poca presión con sus manos al concentrarse en su tarea de comepollas.
- Aprieta más fuerte- dije yo incorporándome un poco más haciendo que sus tetas estuvieran cada vez más cerca de su boca.
- ¿Así?- preguntó ella obedeciendo
Al hablar mi capullo se salió de su boca y empezó a frotarse con sus labios cada vez que yo empujaba, le gustó y se puso a jugar con su lengua y su nariz cuando lo tenía al alcance.
- ¡Así!- rugí yo volviéndome loco
Embestía como un poseso fuera de control golpeando salvajemente la cara de Helena que recibía tanto por mi polla como por sus propias tetas. Sin embargo aguantaba como una campeona pidiéndome más con sus gemidos de perra en celo, intercambiaba lametazos y chupetones para recibir mi expeditivo glande que cada vez pedía más resistencia.
Alcancé un cojín cercano y acomodé su cabeza para que su boca se acomodara sola justo encima de su pecho, cuando lo conseguí puse mis manos encima de las de Helena envolviendo totalmente mi pene que conseguía aparecer por el otro lado. Cuando me aseguré de que estaba bien prieto inicié un lento y profundo movimiento hacia adelante disfrutando del momento. Recorría cada centímetro de aquel magnífico camino acabado en la humedad de su boca, sus gemidos eran la banda sonora y se mezclaban con mis jadeos que evidenciaban que estaba cerca de correrme.
Aumenté la intensidad y la fuerza de mis acometidas notando en mis manos como se movían aquellas masas de carne cada vez que las atravesaba con mi estaca.
- ¿Donde quieres que me corra?- le pregunté yo con dificultades sin dejar de golpear sus tetas
- Donde tu quieras amo- contestó ella con más dificultades
- Tú eliges- propuse amablemente pero sin bajar el ritmo
- En mi boca, en mis tetas... No sé...- contestó ella sorprendida
- Concreta un poco más- dije yo bajando la velocidad de mis embestidas al notar con el disparo estaba cerca.
- Donde tu quieras, me gusta en todas partes...- contestó ella sin perder mi amenazante e inflado capullo- Bueno si puedo elegir... en la cara no me gusta tanto...- confesó ella
- ¡Oh cariño!- me sinceré masturbándome encima de sus tetas- no sé si eres muy inocente o muy puta.- sentencié acercándome.- Es evidente que lo haré en tu cara.
Ella no contestó, al menos no con palabras. Se limitó a admirar en primer plano frontal como mi mano frotaba mi rifle que apuntaba a su nariz. Sus ojos me dijeron que era en su cara donde lo quería y por una vez le iba a dar por el lado del gusto.
Con mi mano izquierda le cogí por la cabeza justo antes de notar el primer chorro salir impulsado desde la base de mis huevos alcanzando su objetivo, dejó su marca desde su entrecejo hasta la punta de su nariz desparramándose hacia abajo. El segundo salió con mucho ímpetu manchando su frente, su pelo y el brazo del sofá. El tercero cayo en su boca abierta cruzándola de arriba abajo. El cuarto le dio en la barbilla y el cuello y acabando en el sofá. El resto intenté esparcírselo encima de sus ojos. En ese momento librábamos una batalla de volumen, ella con sus gemidos y yo con mis jadeos.
- Mírate, encantada de que el semen del amigo de su hijo resbale por tu cara.- dije yo sacudiendo hasta la última gota de mi pene antes de volver a meterlo en medio de sus tetas.
- ¿Soy una buena esclava?- preguntó ella mirándome suavemente mientras seguía con su masaje.
- Eres una esclava muy puta.- sentencié admirando aquella imagen.
Me guardé la menguante herramienta y sin esperar a aquella se limpiara cogí mis cosas y me dirigí a la puerta. Al llegar me detuve en seco.
- Déjame tu móvil- le ordené yo
- ¿Para que?- contestó ella aún en el sofá limpiándose el semen de la cara.
No contesté, simplemente lo cogí y se lo ofrecí para que lo desbloqueara. rápidamente le descargué una nueva app.
- A partir de ahora hablaremos por aquí,- le expliqué- la próxima vez que te necesite quedaremos a través de este chat. Los mensajes se borran a los 20 segundos de leerlos y lo mismo pasa con las fotos y los vídeos, además no permite hacer capturas de pantalla.
- ¿Pero por que?- contestó ella confundida
- Porque lo digo yo- dije yo despidiéndome.
Me marché a mi casa y me dormí sin problemas. Todo marchaba bien y me sentía con poder para apretar más. Me desperté muy animado, tanto de actitud como de lívido. Había soñado con una antigua novia en la que hacía mucho tiempo que no pensaba. Me entusiasmó saber que tenía a mi esclava dispuesta a calmarme. Me apetecía especialmente follármela, ir allí donde estuviera y sin previo aviso abrir sus piernas y llenarla con mi polla salvajemente hasta dejar llena de mis jugos. Cogí el móvil y busqué su chat en la nueva aplicación de mensajería. Eran las 11 de la mañana de un día laborable por lo que Helena estaría en la oficina del abogado para el que trabajaba como secretaria.
“Quiero follarte. Ahora”- escribí notando como mi polla se ponía dura por momentos
”Ahora es imposible estoy trabajando”- contestó ella
“No era una pregunta”- insistí
“Marc esto no puede ser...”
-”¿Dónde estas?”
-” Si te vas a poner así prefiero romper el trato. Dile lo que quieras a Jorge yo soy su madre.”
Tenía que recurrir a la artillería pesada si no quería que se me acabara el chollo. Tenía el video que había puesto a grabar cuando ella fue a hablar con su marido. En él se le reconocía perfectamente notándosele incluso el ansia por recibir su premio. Debidamente recortado conseguí que no se me pudiera reconocer a mi. Sabía que era un paso muy arriesgado, era chantaje. Pero en ese momento no pensaba con la cabeza, al menos no con la de arriba.