La madre de mi mejor amigo

Era un día soleado de primavera y había quedado con mi amigo para pasar la tarde

Esto me pasó hace un par de años  con la  madre de mi mejor amigo en su casa. Yo acababa de cumplir los dieciocho, era un día soleado de primavera y había quedado con mi amigo para pasar la tarde, pero cuando llegué a su casa, su madre me dijo que se acababa de ir a arreglar una cosa de papeleo al ayuntamiento, con lo que tardaría por lo menos una hora. La madre de mi amigo era morena, tenía unos 47 años, se había separado hacía 3 años y siempre me había parecido una mujer muy atractiva. Tenía unos pechos bastante grandes, como una talla cien, un culo de infarto y siempre había sido muy cariñosa conmigo, así que, al quedarme solo con ella en la casa me dio algo por dentro; tenía unas ganas enormes de sentir su cuerpo. Llevaba puesto un vaquero apretado y una blusa un poco desabrochada que me dejaba entrever su sujetador negro y sus perfectos pechos.  Me invitó a pasar a la cocina y me dijo que me sentara a su lado y que nos hiciéramos compañía mutuamente, pero yo me quedé de pie intentando mantener las distancias porque deseaba desnudarla y hacerle el amor ahí mismo.

-¿No quieres nada?- me dijo.

-No, no, gracias estoy bien- dije un poco nervioso por la situación de encontrarme a solas con esa mujer de fantasía.

-¿ De verdad?, yo me voy a tomar un vaso de leche, es que , me encanta la leche.

Se dio la vuelta y no podía parar de mirar su precioso culo, y al agacharse a coger la botella, de nuevo le vi el sujetador y sus enormes pechos. Después de esto se sentó en la mesa y empezó a beber la leche, mientras yo me excitaba cada vez más.

-Oye, qué guapo estás con esa sudadera, me gusta mucho.

-Es nueva, la estoy estrenando hoy y además es muy fina, no da nada de calor.- respondí para intentar empezar una conversación.

-¿A ver?, acércate, déjame tocarla.

Me acerque hasta la silla donde estaba sentada y me coloqué a su lado, entonces ella levantó la mano y me empezó a tocar el brazo acariciándolo, siguió bajando hasta mi mano, después me empezó a tocar el vientre y yo hice fuerza para que se notaran bien los abdominales entonces  ella me dijo- qué fuerte estás…- y siguió bajando la mano mientras yo me ponía más nervioso y más caliente y de repente me rozó la zona del paquete que iba creciendo poco a poco, mientras esbozaba una pequeña sonrisa. Entonces  me dijo:

-Esta blusa también es muy fina, mira, tócala.

Entonces cogió mi mano y la puso sobre su hombro y empezó a bajarla hasta que llegó hasta su pecho mientras me decía:

-He visto como me miras y yo también tengo ganas  de marcha, que hace tiempo que no le doy una alegría al cuerpo.

Acto seguido se empezó a desabrochar la camisa y el sujetador, dejando al descubierto esos enormes pechos que yo no podía parar de mirar y de acariciar. Después se giró sobre la silla y me empezó a quitar el pantalón mientras yo me quitaba la sudadera y la camiseta, entonces ella se paró al ver el bulto que había en mis bóxers y me miró pícaramente mientras se mordía el labio, y siguió con lo que estaba haciendo. Cuando estuve completamente desnudo, agarró mi pene como si la vida le fuera en ello, se lo metió en la boca y empezó a chuparlo; en ese momento me di cuenta de la diferencia de  las jovencitas y las maduras: la experiencia, y ella era una diosa del sexo. Continuó chupando mientras se quitaba los pantalones y pude ver el tanga negro a juego con el sujetador  que ahora mismo estaba en el suelo de la cocina. Cuando creía que nada podía superar esa mamada, se metió mis 21 cm hasta el fondo de la garganta varias veces mientras seguía chupando.

Después se puso de pie y restregando su precioso culo contra mi polla, se quitó sensualmente el tanga y se tumbó sobre la mesa con las piernas abiertas mostrándome el camino al paraíso. Me agaché hasta su coño depiladito, que estaba ya muy mojado y lo empecé a lamer mientras ella gemía de placer y me agarraba del pelo. Después me incorporé y se la metí, ella dio un  pequeño grito, no se si de dolor o más bien de sorpresa , ya que hacía mucho tiempo que no entraba nada ahí. Me abrazó con sus piernas, me agarró con fuerza y empezó a disfrutar como nunca mientras se movía al ritmo de mis embestidas. Después de unos minutos de placer extremo, se corrió y me dijo mientras se corría:

-Eres increíble, es la primera vez que me pasa esto, y no quiero que esto acabe nunca.

Entonces me empezó a besar y a masturbar con la mano, se bajó de la mesa y se puso de espaldas a mí, se inclinó y humedeciéndose el ano, me dijo:

-Si ya te he sentido bien, por aquí espero morirme de placer.

Entonces la agarré por las caderas y le metí el capullo lentamente mientras ella gritaba, nunca antes lo había hecho, así que, entre poco a poco y con cuidado. Una vez que había dilatado, empecé a darle ritmo y ella mientras gemía se metía , los dedos dentro del coño para disfrutar más, de hecho se volvió a correr. Cuando yo estaba a punto de hacerlo, se la saqué y me corrí en su cara y en sus pechos; todo el semen que había en su cara y en sus pachos, lo recogió con los dedos, se lo metió en la boca y se lo tragó. Me encantó, yo solo lo había visto en películas y a alguna chica que se lo había pedido me había dicho que no.

En efecto, era una diosa del sexo y yo había tenido la suerte de probar sus encantos, afortunadamente no fue la única vez, ya que, a partir de ese día quedamos de vez en cuando para repetirlo. Sigo siendo amigo de su hijo y no sabe nada, espero que todo siga así, porque eso nos da más morbo.