La Madrastra
Mi vida cambió cuando mi padre conoció a una mujer mucho mas joven, un día conocí su secreto y quise aprovecharme de ello, pero todo cambio de repente...
Hace más de un año de mi historia y no se si por vergüenza o por miedo, ahora es cuando me he atrevido a contar que pasó aquellos días del mes de Junio…
Soy Marta y ahora tengo 22 años, soy la menor de dos hermanas y vivo con mi padre en una urbanización en las afueras de Madrid. Hace ya muchos años que mi madre murió y durante ese tiempo Sara que es como se llama mi hermana y yo, hemos sido las hijas de papa… él ha sido nuestro padre amoroso y se ha dedicado en cuerpo y alma a que no nos faltara nunca de nada.
Papa es dentista por lo que puede decir que somos una familia acomodada o como vulgarmente se dice, “un poco pijas”, siempre hemos tenido todo lo que hemos querido. Durante muchos años nuestra vida ha sido una gozada, hemos vivido feliz y despreocupadamente, hasta que un día todo cambió.
Ese día fue hace 3 años, todavía recuerdo con todo lujo de detalles el día en el que papa nos reunió y nos soltó la bomba que hasta ahora todavía no ha sido digerida.
Ese día papa nos dijo que estaba saliendo con una mujer 14 años menor que el, nos dijo que se había vuelto a enamorar, estaba muy ilusionado y que estaba dispuesto a volver a casarse con ella, su nombre era Esther y tenía 40 años.
Cuando escuchamos la noticia, un latigazo horrible sacudió mi corazón, era algo para la que no estaba preparada para nada, en un primer momento mi reacción fue de sorpresa e incredulidad, pero mas adelante fue dando paso a la rabia, me resultaba insoportable pensar que otra mujer pudiera ocupar el sitio que había dejado mi madre y lo que es peor, que fuera a vivir con nosotros.
Papa lo notó inmediatamente en nuestras caras y de hecho era algo que ya había imaginado que sucedería, por eso nos contó lo mal que lo había pasado durante todo este tiempo y de lo feliz que se sentía al lado de Esther, nos pidió que por favor que le diéramos una oportunidad, que era una mujer maravillosa que le había devuelto la ilusión.
Después de sus palabras nos sentimos un poco culpables por el egoísmo de nuestra reacción y aunque con alguna reticencia, le prometimos que le daríamos una oportunidad y nos propuso una cena en algún local elegante para conocerla y poder hablar tranquilamente, por esa razón quedamos un viernes a la noche.
Aquella tarde Sara y yo fuimos de peluquería, me hicieron un recogido con unos tirabuzones que me caían sobre la mejilla que la verdad sea dicha, me hacían parecer tremendamente sexi. La cena era en un restaurante situado cerca del centro, un lugar muy tranquilo y elegante que se llama “Quintana 30”.
Era una hora antes y me encontraba semidesnuda, mirándome en el espejo de mi habitación con un nudo en la garganta y sin saber bien que ponerme. En un primer momento había elegido algo informal, unos vaqueros y una blusa, pero luego lo pensé mejor… me puse el vestido negro que había estrenado en una boda que tuve en Mayo, era un vestido muy ceñido y elegante con falda justo por encima de las rodillas y con unos zapatos de tacón, que rodeaban con cuerdas de cuero mis tobillos.
Hay algo que me encanta, eso es la ropa interior, me encantan las puntillas y las trasparencias, me gustan las medias y la ropa sexi pero elegante. Aquella tarde mientras me colocaba las medias, observaba mi cuerpo semidesnudo… Fui de las últimas de mis amigas en desarrollarme y eso me producía algún complejo, pero con 18 años ya era una mujer con unas caderas bien marcadas y un cuerpo delgado y bien proporcionado, mis pechos eran mas bien pequeños, pero eran firmes y bonitos como si todavía no hubieran terminado de crecer y con unos pezones pequeños que enseguida reaccionaban a cualquier estimulo.
Las dos salimos muy elegantes y bonitas de casa, papa había salido un rato antes para ir a recoger a Esther, nosotras iríamos en el coche de Sara, habíamos quedado en vernos todos en el restaurante. Durante el camino, ni Sara ni yo dijimos una sola palabra, seguramente las dos estábamos intentando digerir aquella nueva situación.
A la llegada al restaurante, preguntamos por si nuestro padre había llegado, un camarero nos indicó la mesa en la que estaba nuestro padre con Esther, los dos se levantaron al vernos llegar y mi padre con una sonrisa como hace tiempo que no había visto, nos presentó a su novia… para nada era lo que me había esperado, bueno la verdad es que no me había hecho la idea de como seria la novia de mi padre, pero lo que no me esperaba es que fuera tan joven, tendría aproximadamente unos 40 años y eso es bastante diferencia con mi padre que tiene 54, pero lo que mas me llamo la atención fue que era una mujer espectacular… tenia una melena pelirroja y ondulada y un cuerpo voluptuoso, no era una mujer delgada pero tampoco gorda, era lo que se suele llamar una mujer con curvas, unos pechos impresionantes y una cara muy sexi, su rostro era muy claro y lo resaltaba con unos labios carnosos y rojos y unos espectaculares ojos verdes claros, no era de extrañar que mi padre hubiera vuelto a ilusionarse.
Al principio todos estábamos un poco tensos, aunque poco a poco la situación se fue normalizando, papa nos contó como se habían conocido, nos dijo que Esther era una paciente de la clínica, que en un primer momento habían sido amigos, que no pensaba que pudiera ir mas allá de una simple amistad, pero que un día se levantó y se dio de cuenta que no podía vivir sin ella. Durante toda la noche Esther no hablo apenas, se limitaba a reír cada palabra de papa y a hacer manitas a la menor ocasión, cosa que a mi me estaba poniendo enferma.
Al finalizar la cena y de vuelta a casa el silencio reinaba en el coche, mi hermana conducía sin decir palabra, hasta que a mitad de camino habló
- Es una zorra que solo quiere aprovecharse de papa…
A partir de esa noche todo cambió en mi familia, se puede decir que ese fue el primer día del resto de mi vida, ahora han pasado dos años y muchas cosas han cambiado aquí, Sara ya no vive con nosotros, se marcho hace más de un año a vivir en un piso con unas compañeras de trabajo, la relación de mi padre y Esther se ha enfriado y ahora este se pasa el día en la consulta, mientras la zorra de mi madrastra vive como una reina.
Lo único bueno es que apenas la veo por casa, por lo general esta muy ocupada en sus clases de yoga, pádel o reunida con las amigas en el club de tenis. Ella solo vive para si misma, gastando el dinero de papa como le da la gana. La parte positiva es que apenas coincido con ella y cuando lo hacemos nuestra relación es fría y distante. Al principio intento acercarse a nosotras pero lo tenía mas difícil que con papa, nosotras sabíamos de sus intenciones, sabíamos que escondía esa mirada de víbora y no le íbamos a dar la más mínima oportunidad.
También en estos años en mi vida ha habido cambios… hace un año, cuando Sara se marcho de casa, me quedé muy sola y aunque iba a verla la mayoría de los días, ya no tenía su apoyo en casa, seguramente esa fue la razón primordial de que conociera a Carlos… Llevamos juntos casi un año, es un buen chaval, me encuentro bien con el, tiene 24 años y esta muy bueno, pero como todos, tiene un proble, es algo muy común en los chicos de nuestra edad, ese problema es la falta de seguridad en si mismo, la mayor parte de las broncas son por celos, esos celos en un principio eran un halago, pero ahora están empezando a ser un autentico fastidio.
Mi vida gira entorno a Carlos, las amigas y la facultad, he intentado que los celos de Carlos no me dominaran, he conocido a muchas chicas que han dejado de hablar con las amigas y se han hecho a estar siempre con el novio y a mi esa vida no me gusta, ahora tengo 20 años, quiero vivir y experimentar todo lo que pueda. Por eso, a pesar de que a Carlos le pone enfermo, no pierdo la ocasión de acudir a las fiestas que se organizan en los pisos de compañeros de facultad que se han desplazado a Madrid para realizar los estudios, sé que si me dejara llevar por Carlos, poco a poco tendría que abandonarlo todo, por eso y a pesar de los morros y de las caras largas no dejo pasar una fiesta, siempre que los estudios lo permiten.
Era una calurosa tarde de Mayo y me estaba preparando para ir a una de esas fiestas, la habían organizado unos chicos que viven en un piso de alquiler y son de Guadalajara, con uno de ellos coincido en varias clases en la facultad y la verdad sea dicha me pone una barbaridad… se llama Marcos y es un chico moreno de 1,85 con los ojos oscuros, tiene un culo que me pone como una perrita en celo y aunque intente disimularlo, Carlos lo nota y en mas de una ocasión hemos tenido una bronca por ese tema.
A pesar de sus malas caras he quedado con una amiga para ir allí, es noche del viernes y Carlos sabe que esta noche es para mis amigas, hoy como siempre que tengo cena con ellas o voy a salir sola, se ha quedado con la cara larga, al principio me daba pena, e incluso deje de salir algún día por complacerle, pero me he dado de cuenta que eso no es justo y como alguien dijo una vez… “el celoso no es el amante que sufre, es el amo que se enfada” y yo no voy a tener nunca un amo.
Mientras miro mi armario mis pensamientos han ido cambiando, elijo un vestido blanco y negro de vuelo a la altura de los muslos, con puntillas en los extremos de la faldita y lo acompaño con las botas marrones de tacón alto. Mientras me visto muy despacio, no puedo evitar dejar volar la imaginación y pensar que es Marcos, el que me ha llevado a un rincón aislado de la casa y lejos de barullo me arranca el tanguita y entra en mi con fuerza, como si de un animal hambriento se tratara. Casi de manera instintiva dirijo mis dedos por debajo de la puntilla del tanga y tras pasar rozando por mi coñito recién depilado y suave se introduce en la vagina que para entonces ya esta mojada. Permanezco de pie con las caderas abiertas mientras mis dedos juguetean con el clítoris hinchado y suave, imagino que son los dedos de Marcos los que hacen el trabajo y comienzo a gemir con pequeñas respiraciones entrecortadas mientras por mi mente planea la posibilidad de una infidelidad.
Era cuestión de un minuto el que los espasmos se apoderaran de mi, cuando de repente y de una forma inesperada, el sonido del móvil me sobresalta… al observar quien es, veo que es Bea, había quedado con ella a las nueve y ya eran las nueve y diez, seguramente estará fuera esperándome con el coche.
- Bea… perdona tía, se me ha hecho tarde, dame cinco minutos que ahora bajo.
Termino de arréglame, y me cambio de ropa interior, tenía también la tanga empapada por lo que también me la tengo que cambiar, me pinto un poco y salgo de casa.
Bea que ya llevaba un rato fuera esperando me regaña, aunque el pequeño enfado dura poco y salimos pitando para la fiesta, con muchas ganas de pasarlo bien.
Habíamos quedado con dos amigas más en el mismo piso, era la primera vez que íbamos allí y tampoco sabíamos que íbamos a encontrar, a menudo las fiestas son tranquilas, con aproximadamente una docena de personas, pero otras es una autentica locura y el piso se convierte en Sodoma y Gomorra, con sexo alcohol y drogas por cada esquina.
Llamamos al piso 12 y una vez dentro, uno de los chicos del piso nos abrió la puerta, nos hizo pasar con una sonrisa y nos enseñó el piso. La verdad es que no se veía mucho jaleo y en un primer momento pensamos que éramos de las primeras invitadas, pero cuando llegamos a la cocina, nos dimos cuenta del porqué de la tranquilidad, la fiesta se estaba celebrando en la terraza, el piso era un ático que tenía una gran terraza de unos 45 metros cuadrados, había ya unas 30 o 40 personas, que bebían tranquilamente y reían en pequeños corros.
Casi sin poder evitarlo, la vista se me escapaba intentando divisar a mi compañero de facultad, Marcos no se encontraba en la terraza y tampoco lo había visto en la visita que el compañero nos había hecho por el piso, me sentí un poco decepcionada, aunque en ese instante vimos a Lydia y Cristina, las amigas con las que habíamos quedado.
Eh tías que pasada de fiesta!!
Pillar unos mojitos están de vicio.
Bea se quedó con el resto y yo me acerque a la cocina donde el chico que nos había abierto estaba sirviendo las bebidas, me acerque y le pedí dos mojitos con la mejor de las sonrisas, el devolvió la sonrisa y aunque un poco nervioso se puso manos a la obra con los mojitos. Mientas esperaba no perdí la ocasión de preguntarle por Marcos…
- Voy a varias clases con Marcos… ¿no ha venido?
- El chico levantó la cabeza y me miró con cara de desilusión, seguramente el como todos, había hecho sus cuentas…
- Estará al caer, ha salido a por hielo.
Al ver la desilusión en su rostro no pude evitar sentirme un pelín culpable y le pregunté su nombre.
- Por cierto no nos han presentado, soy Marta ¿y tu?
- Soy Julio, encantado
Nos dimos los dos besos de rigor y en ese mismo instante una voz sonó tras de mí.
- Hola muy buenas noches compañera, te invito a mi fiesta y pretendes ligarte a Julio…
Al volverme lo vi… era Marcos cargado con un par de bolsas grandes de hielo, el corazón me dio un golpecito y una oleada de nerviosismo se apoderó de mi cuerpo.
- Ah hola que tal Marcos, bonita fiesta y bonita terraza…
Es todo lo que alcancé a decir, intentando mostrarme lo mas indiferente posible.
- ¿Has visto el piso ya?
- Si, si, Julio nos lo ha enseñado, muy Bonito, lo de la terraza es una pasada.
Para entonces Julio ha terminado los mojitos y me los dio.
- Julio, ¿ me ayudas con los hielos?
- Eh tío déjame respirar un poco, paso de ser el camarero, a partir de ahora quien quiera algo que se lo prepare.
- Bueno pues ayúdame tu Marta, tengo que meter todos estos hielos al congelador
- No puedo, tengo que llevarle esto a Bea, está esperando en la terraza.
- Bueno que se lo lleve julio, si es la Bea que yo conozco, se te alegrara el ojillo jejeje
Sin darme siquiera oportunidad a decir nada, Julio cogió uno de los mojitos que me había preparado y salió de la cocina, me quede a solas con Marcos y tras dejar el mojito sobre la encimera, comencé a meter hielo junto a Marcos en todo tipo de envases.
- Me alegro mucho de verte, me apetecía que vinieras… no te lo he dicho nunca pero me pones a mil.
Sin duda no era normal que me dijera algo así, iba lanzado porque seguramente había bebido y no sabía lo que decía, aunque no puedo negar que me sentí como una cría de 14 años, en su primer beso.
- Anda Marcos no sabes lo que te dices, me parece que has bebido demasiado.
Intenté ponerle a mi voz el tono más indiferente que pude, aunque mi interior hervía la sangre amotinada.
- ¿No te han enseñado que los borrachos y los niños dicen siempre la verdad? Me pones más caliente que una chocolatera…
Esta vez se acercó a mí sin retirar su mirada de mis ojos, traspasó el espacio de lo que normalmente es lo políticamente correcto y permaneció así durante unos segundos. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando su mano se posó suavemente a la altura de mi cadera, el corazón comenzó a latir tan fuerte, que pensé que sería imposible que no lo estuviera escuchando.
Estaba a pocos centímetros, tan cerca que todo mi ser se impregnaba con el olor de su perfume, me sentía vulnerable y excitada, no podía evitar desearle, deseaba que me hiciera suya allí mismo, a pesar de mi novio, a pesar de mis amigas que estaban fuera, a pesar de que en cualquier momento podríamos ser descubiertos, deseaba que me follara como a una vulgar guarra sobre la encimera… esta era la segunda vez en el día, en la que terminaba con las braguitas empapadas.
La respiración acelerada comenzaba a ser visible en mi pecho, su mano se comenzó a deslizarse desde la cintura con dirección a las caderas, se deslizaba muy despacio sintiendo el tacto de su mano a través de la fina tela del vestido. Con seguridad en sí mismo me atrajo hacia el con la intención besar mis labios resecos por la excitación.
Intenté hablar pero no podía, solo fui capaz de articular una pequeña serie de palabras temblorosas…
- No por favor, tengo novio…
Fue en ese instante cuando mi corazón dio un golpe y quiso salirse del pecho, un escalofrío recorrió mi espina dorsal y en ese instante, una voz conocida resonó en la habitación, como un trueno en una noche de verano.
- ¡¡¡Eres una autentica zorra!!! Decías que yo era un celoso y que tenía que confiar en ti… en cuanto me doy la vuelta un segundo, te follas al primero que pillas…
Al escuchar las palabras, Marcos se apartó de mí y solo en ese momento, fue cuando pude ver a Carlos que se encontraba en la misma entrada de la cocina, mi corazón latía con fuerza, mi interior se encontraba impregnado con un sentimiento de culpabilidad, en un primer momento quise decir algo, Carlos se mantuvo bajo el quicio de la puerta de la cocina como si estuviera esperando una respuesta, durante dos segundos que me parecieron dos años, Carlos se mantuvo mirándome con los ojos inyectados en odio y al momento se giró y salió del piso.
Marcos me miraba con cara de incredulidad que rápidamente se borró de su rostro, yo quedé completamente tocada, incapaz de pensar o decir nada, tras unos segundos de silencio, Marcos volvió a acercarse a mi como si quisiera termina lo que ya había empezado, pero en esta ocasión yo lo aparté y salí corriendo, quería alcanzar a Carlos y pedirle perdón, corrí escaleras abajo, cuando llegue a la calle lo vi entrar en el coche, rápidamente abrí la puerta y casi me lance dentro en el mismo momento que arrancaba.
- No ha pasado nada… no sé qué coño has visto o has imaginado ver, pero ahí no ha pasado nada, ese tío se ha acercado y le he dicho que tenía novio, si llevabas rato mirando lo has tenido que escuchar.
Estaba dentro del coche con Carlos al volante intentando imprimir a mi voz la mayor seguridad de la que era capaz, con una mezcla de indignación y miedo en mi voz.
- ¿No ha pasado nada?? ¡¡Joder te lo hubieras follado allí mismo!! Como puedes decir eso, no soy gilipollas.
- Si has estado allí habrás oído lo que decía… le he dicho que tenía novio, ¿no lo has oído?
- Lo único que he visto es que estabas, deseando que te follara ahí mismo, como una perra en celo.
Al observar al trasluz de la ventanilla, vi como las lágrimas corrían por el rostro de Carlos, mientras pronunciaba sus palabras llenas de odio y frustración, su corazón se había partido en dos.
Durante unos instantes quedamos en silencio, me sentía culpable y no podía articular palabra, tenía que hacer algo, tenía que hacerle ver que él era lo más importante de mi vida, aunque en el fondo de mi corazón sabía que no era cierto.
- ´Carlos te quiero, tu eres lo más importante para mí y no hay, ni habrá nadie más, puedes creerme o no, pero te juro que esto que te digo es cierto.
No tenía la costumbre de jurar y menos en vano, pero en ese momento me sentía culpable y pensé que una mentira o al menos una verdad a medias, ayudaría a que se sintiera mejor.
Durante unos minutos condujo por la ciudad sin decir nada, permanecimos mudos hasta el momento que el coche se detuvo frente a mi casa, es en ese instante cuando habló de nuevo
- No me dejes por favor, no podría vivir sin ti.
Sus palabras entrecortadas eran una autentica suplica, se podía adivinar el brillo de las lágrimas resbalando por tu mejilla.
Me sentía culpable por todo aquello, necesitaba abrazarlo, en ese momento parecía tan frágil... me acerqué y lo besé muy despacio, sus lágrimas resbalaban y caían hasta mi boca, Carlos reacciono enseguida y comenzó a acariciarme, en pocos segundos mi cuerpo se convulsionó mientras sufría una transformación, nuestras manos comenzaron buscarnos como si fuéramos dos posesos.
Había logrado ponerme de nuevo cachonda, mi coñito estaba chorreando, mientras nuestros cuerpos se movían torpemente buscándonos en la incomodidad de los dos asientos separados por la palanca de cambios.
. - Vamos a tras…
Estábamos aparcados frente a mi casa, esa noche mi padre había salido a cenar con Esther, no sabía a la hora a la que volverían y por eso no quise decir nada.
Carlos abrió la puerta trasera y entramos en el coche, sus manos se colaban por cada rincón de mi cuerpo, estaba muy cachonda, mi respiración entrecortada se escuchaba ya con fuerza en el pequeño habitáculo trasero, Carlos hizo que me pusiera de rodillas sobre el asiento mientras mis manos caían apoyadas sobre la ventana, subió mi faldita y apartó torpemente el tanga dejándolo a la altura de los muslos, mi coñito estaba chorreando, deseaba que me hiciera suya allí mismo.
Mi culito en pompa lo esperaba y no se hizo de rogar, sentí como entraba en mí y no pude evitar lanzar un gemido de placer cuando su polla se abrió paso resbalando dentro de mi cálida vagina, sus embestidas golpeaban una y otra vez contra mi culo y tuve que apoyar la cara contra el cristal.
Justo en ese momento me sobresalté al ver algo que no esperaba para nada… ahí al otro lado del oscuro cristal trasero me encontré con la cara del vecino, había salido a sacar la basura y seguramente habría observado el movimiento del coche... los cristales son tintados, y por eso tuvo que pegar su cara al cristal, mi cara se encontró con la suya a escasos centímetros, mientras intentaba ver lo que pasaba dentro del coche.
Carlos seguía empujando ajeno a lo que fuera estaba pasando, cada vez con más fuerza, cada vez más acelerado, mientras, mi gordo vecino mirón, seguía intentado ver lo que sucedía en el interior. No sabía si alcanzaba a ver algo a través de la oscuridad del cristal, no sabía si aquel cerdo estaba viéndome o no, lo único que tenía claro es que no podía parar, a pesar de tener su fea cara frente a la mía, quería que Carlos no dejara de follarme y por esa razón no dije nada.
Sentí como las manos de Carlos se aferraban con fuerza a mí culo, sus caderas comenzaron a moverse aceleradamente haciendo que la frecuencia de sus embestidas se acelerara con rapidez, comenzó a emitir gemidos, de repente se paró y lanzó un par de fuertes embestidas mientras que todo su cuerpo se tensaba, sentí entonces como su leche caliente entraba en mi chochito y me llenaba por dentro y tras unos instantes un fino hilo de cálido y viscoso líquido resbalaba por mis muslos.
Carlos había terminado y se disponía a ponerse la ropa, mi vecino continuaba en el exterior intentando ver algo a través de los cristales. Yo permanecí semidesnuda apoyada contra el cristal, sintiendo como parte de su semen salía de mí y recorría cálidamente mis muslos internos.
No era la primera vez que Carlos me dejaba “a medias”… a pesar de todo yo continué con la mentira y le dije que había sido fantástico, aunque para mis adentros sabía de sobra que me había dejado mucho peor que cuando llegamos.
Tras unos besos de reconciliación, Carlos arrancó y desapareció, yo subí a mi casa que todavía se encontraba solitaria, no tenía sueño y empecé a pajarear por las habitaciones sin rumbo fijo, entre en mi cuarto porque me apetecía trastear un poco por internet, pero recordé con fastidio que había llevado el ordenador a formatear.
Acto seguido, entré en la habitación de mi padre y vi sobre la mesita de noche del lado donde duerme mi madrastra, el portátil que mi padre había regalado a Esther hacía dos navidades.
Abrí la pantalla con la esperanza de que no tuviera clave de acceso, esperé unos segundos y cuando se terminó de cargarse, pude comprobar que por desgracia la zorra de mi madrastra le había colocado una contraseña de acceso.
Recordaba haber escuchado en cierta ocasión que había una serie de contraseñas más comunes, que la gente utilizaba con el fin de no olvidarlas. Una de esas contraseñas era la palabra “contraseña” así que me dispuse a escribirla, con resultado negativo.
Mientras recordaba contraseñas comunes iba escribiendo “111111”, “123456”, “abc123” etc. Por desgracia ninguna de ellas era la correcta, posteriormente pensé en la fecha de nacimiento de la propia Esther “23091972”, pero también apareció en la pantalla el aviso de contraseña incorrecta.
Ya estaba a punto de abandonar, cuando me dio por escribir una de las contraseñas anteriores pero añadiendo un par de números más, la contraseña era “12345678”, la escribí y marqué enter sin mucha convicción, pero en ese momento la pantalla se abrió ante mis ojos y un maravilloso sentimiento de triunfo me invadió por completo.
Mi idea inicial era navegar un poco por las redes sociales, pero ante la posibilidad de poder espiar todo lo que mi madrastra guardaba en aquel ordenador, me decidí sin ninguna duda por lo segundo…
Fui abriendo carpeta a carpeta, sin encontrar nada que me pudiera interesar. Alguna película de las que le gustaban a ella, un book de fotos de uno de los fotógrafos de moda de Madrid, que por supuesto también le había regalado mi padre y poca cosa más.
Para intentar ir un poco más rápido con la búsqueda, lo que hice fue mirar en propiedades cada una de las carpetas que aparecían, me fijaba en el peso de la carpeta y cuando veía que tenía una buena cantidad de megas la abría…
Así fui poco a poco escudriñando todo el ordenador encontré una carpeta con el nombre de “Karel”, en principio me sonaba a alguna marca de moda, pero al ver las propiedades de la carpeta observe que tenía varios gigas de memoria, así que me decidí a entrar y comprobar que tenía allí guardado la bruja de Esther.
Lo primero que vi fue una serie de videos todos ellos marcados con una fecha, observe las fechas y había una diferencia de un año al menos entre el primero y el último de los videos. Los ordené por antigüedad siendo la fecha del más nuevo de hacía apenas cinco días.
Como decía Oscar Wille “puedo resistirlo todo menos la tentación” me dispuse a abrir el más reciente…
La primera imagen que apareció en la pantalla era a una persona manipulando, lo que parecía una cámara, no había mucha iluminación pero, alguien movía una cámara y terminaba por colocarla en algún lugar fijo, que enfocaba lo que parecía la habitación en la que me encontraba en ese momento.
El primer pensamiento que se me pasó por la cabeza, fue que por lo visto mi padre y Esther podían haber grabado sus encuentros sexuales, ya que hay mucha gente a la que por lo visto le da morbo ese tipo de situaciones.
Se escuchaban unas voces al fondo sin alcanzar a ver quién podría ser la persona que se encontraba al otro lado. Me podía imaginar que había más de una ya que se escuchaba un murmullo de varón, acompañado de una risa de mujer que sin lugar a dudas debía de ser mi madrastra.
Tras un par de minutos una mujer caía sobre la cama de matrimonio… era mi madrastra que quedaba tendida boca arriba, a la vez mantenía la mirada viciosa sobre la persona que se encontraba en la misma habitación.
Llevaba puesto un picardía color burdeos semitransparente con liguero y medias a conjunto, la fina prenda apenas podía mantener sujetas las sus dos voluptuosas tetas, que luchaban por escapar de la delicada tela que las cubría. Ella se recostaba sobre la cama a la vez que abría las piernas invitando al desconocido acompañante a tomarla.
Mi corazón dio un bote descomunal cuando apareció él, un chico bastante más joven y de raza negra se inclinaba sobre la mama y hundía su lengua en el coño de la zorra de mi madrastra, ella gimió al sentir por primera vez la lengua de aquel chico hundiéndose en su coño babeante.
Ella se mordía un dedo índice de pura excitación, mientras con la mano izquierda presionaba el cogote de aquel fibroso negro que le comía su coño de perra. El chico sujetaba su culo con las dos manos a la vez que seguía rebañando cada uno de los fluidos que a buen seguro emanaban de mi madrastra.
Tras unos instantes de trabajo bucal, y tras incorporarse puede observar el pedazo negro que estaba a punto de follarse a la guarra de mi madrastra. Tenía unas manos enormes y un cuerpo musculado, no podría precisar pero yo creo que mediría 1,90 m.
Ella gimió como una perrita cuando él, de un tirón seco arrancó el hilo de la tanga que aún se mantenía en su sitio y sin mucha contemplación la colocaba a cuatro patas sobre la cama, le golpeó con la mano abierta la nalga y ella no pudo evitar lanzar otro gemido esta vez de dolor.
Cuando por fin él se colocó frente a la cámara, pude ver lo que seguramente más impresión me ha causado hasta la fecha… aquel negro tenía una inmensa polla que yo creo que podría medir más de 25 cm, no solo era la largura lo que me impresionó, seguramente lo que más me dejara clavada a la pantalla, fue el grosor de aquella polla negra cubierta de venas que la recorrían y que apuntaba orgullosa al techo.
Por aquel momento yo ya estaba comenzando a sentir una cierta excitación que estaba comenzando a recorrer mi sexo y se extendía por cada rincón de mi anatomía. Me vi de repente, mordisqueando mi labio inferior mientras mi mano derecha se colaba por debajo de mi faldita.
El negro bajó los tirantes y las grandes tetas de mi madrastra quedaron colgando por el efecto de la gravedad, ella se mantenía de rodillas con las manos sujetándose a la almohada esperando ser penetrada por aquel tremendo macho. Un nuevo azote del negro, seguido de otro gemido se volvió a escuchar en la habitación. Él escupió en sus dedos y después los llevó a la rajita de aquella zorra, que gemía como una loca.
Tras unos momentos de preparación, el negro colocó su capullo en la entrada de la rajita y comenzó a moverse esparciendo los fluidos que emanaba de Esther por los labios vaginales, ella gemía y miraba a la cámara con el rostro descompuesto por el deseo.
La polla de aquel negro se colocó entonces en la entrada de su coño babeante a la vez que sus grandes manos se aferraban a las caderas, Esther sabía que ese era el momento en el que aquella polla inmensa iba a penetrarla hasta las entrañas y sus manos se sujetaron con fuerza a la almohada, esperando la gran embestida.
Por aquel entonces yo ya tenía las bragas a la altura de los tobillos y me estaba pajeando recostada sobre la silla de despacho de papa.
El negro comenzó a introducir aquella enorme polla muy despacio mientras Esther se retorcía de gusto, continuó hasta llegar a medio camino y ahí pareció detenerse por unos instantes, para volver a sacarla casi por completo, tras esta primera vez en la que parecía no querer hacerle daño, el chico sujetó fuertemente las caderas y lanzó una embestida que hizo perder la estabilidad a mi madrastra, cayendo recostada sobre la almohada, a la vez que lanzada un gemido, que no podría distinguir si era placer o dolor.
En la pantalla el negro sujetaba por el pelo a mi madrastra y la hacía incorporarse tirando hacia sí de el a la vez que la embestía brutalmente provocando un gemido constante con cada sacudida.
Los gritos se mezclaban con el chasquido de tu poderoso cuerpo chocando contra las nalgas desnudas de Esther, tiraba de su pelo como indio que monta a una yegua salvaje por primera vez. Aquella monstruosa polla se hundía en su coño con una asombrosa facilidad, mientras sus dos grandes tetas colgantes, se balanceaban sin control con cada sacudida.
Yo ya estaba muy cachonda, me había recostado sobre la silla de papa y había puesto una toalla debajo para evitar que los fluidos dejaran todo perdido, había apoyado las piernas sobre la mesa escritorio y mis dedos corazón y anular se introducían sin dificultad en mi coñito húmedo, mientras, la mano que quedaba libre se encargaba de pellizcar mi pequeño pezón izquierdo.
Observaba la musculatura de aquel negro enorme tensarse con cada embestida, imaginaba como podía sentirse mi madrastra mientras era poseída por aquella máquina perfecta de follar, imaginaba mi chochito llenándose con esa enorme polla, mi pequeño cuerpo poseído por aquel hombre y no pude evitar correrme como una autentica perrita en celo, una tras otro, espasmos de placer comenzaron a recorrer mi cuerpo mientras me retorcía de gusto sobre la silla.
Al otro lado de la pantalla el negro trataba a mi madrastra como a una fulana, tirando del pelo y azotándole las nalgas mientras le clavaba una y otra vez su inmenso pollón. Ya había iniciado el camino sin retorno y las sacudidas eran ahora tan salvajes que apenas dejaban espacio entre gemido y gemido.
Todavía seguían sacudiéndome pequeños espasmos cuando en la pantalla el amante de mi madrastra la lanzaba contra la cama y comenzaba a menearse su descomunal miembro sobre ella. Tras unos instantes de meneo descontrolado, su cuerpo se tensó y tras lanzar un par de gruñidos, varios chorros de semen fueron a impactar contra la cara y las tetas de mi madrastra.
Después de que su cuerpo quedara completamente impregnado de aquel viscoso líquido, ella sujeto aquel mando y lo relamió hasta no dejar ni una sola gota.
Poco pude ver ya de aquel video ya que seguido a ello, el negro se acercó a la cámara y la apagó. Yo me levanté y retiré a toalla para meterla en la lavadora, ya que había quedado empapada de mis propios fluidos. Cuando volví comencé a observar con detenimiento las más de 10 videos que había en la carpeta de nombre “Karel”, comprobé la fecha en la que habían sido grabadas y me percaté que la última grabación había sido justo el viernes de la semana pasada.
Todas las grabaciones eran siempre por las mañanas y además coincidían en su mayoría que siempre se realizaban los viernes y por la mañana. El hecho de que fueran los viernes era normal, ya que mi padre estaba en la consulta y yo estaba en la facultad, además la chica del servicio libraba los viernes.
Había vuelto a recuperar la compostura y me disponía a seguir visionando el resto de videos, relamiéndome de gusto ante la posibilidad de que esa misma noche poder contárselo a mi padre, cuando escuché la puerta del garaje y cerré de forma apresurada aquel portátil y corrí a dejarlo de nuevo en su sitio.
Fue un fastidio no poder ver el resto de videos y decidí no contarle nada a mi padre hasta que tuviera todos los videos en mi poder. Seguramente la verdadera razón era que necesitaba volver a ver todos y cada uno de los videos y si se lo contaba de inmediato, ya nunca volvería a verlos.
Aquel día me metí en la cama y todo lo que me había pasado hasta llegar a casa, pareció haberse esfumado por completo, tan solo tenía en la cabeza la imagen imponente de aquel macho con sus imponentes manos, su musculatura y su gran miembro follándose salvajemente a la bruja de mi madrastra. Esa noche y el resto que siguieron, mi único pensamiento giró alrededor de aquella visión, fantasías alrededor de aquel chico que se tornaron en sueños húmedos.
Durante los siguientes días no tuve la ocasión de entrar en el ordenador de Esther, por unas cosas o por otras, siempre había alguien en casa. El miércoles salí antes de la facultad y cal llegar a casa no había nadie, por lo que encontré la ocasión de volver a espiar de nuevo en el portátil.
Esta vez quería dar un paso más, entré en su correo que por cosas del destino tenía la misma clave que el ordenador. Allí leí varios correos de un tal Karel, que por lo visto era de nacionalidad cubana y trabajaba en un local de moda de Madrid como portero y seguridad, al parecer mi madrastra lo había conocido en una de sus cenas con las amiguitas del gim.
Me disponía a visionar uno de los videos de nuevo cuando volví a escuchar la puerta de la entrada… debía de ser mi madrastra que llegaba a casa, por lo que apagué el portátil lo más aprisa que pude y salí disparada de aquella habitación.
Al día siguiente un pequeño escalofría me recorrió, cuando al volver a abrir el ordenador me percaté de que la contraseña no funcionaba, la escribí de varias formas por si me había equivocado en algún número, pero nada, ya fue imposible volver a entrar.
Se había convertido en un serio traspiés, primero porque no podía volver a visionar los videos que tanto deseaba volver a ver, segundo porque no tenía nada en contra de mi madrastra, salvo mi palabra y por último lo más importante, había muchas posibilidades de que ella lo supiera o al menos sospechaba que conocía su turbio secreto.
Estando en la cama pensé en un plan alternativo… por lo que había visto en los videos, en su inmensa mayoría estaban grabados el viernes, seguramente porque ese día era el que tenía libre la asistenta y además tanto mi padre como yo, no volvíamos a casa hasta la tarde.
Si la historia se volvía a repetir, mañana deberían quedar de nuevo, no estaba segura de que eso sucediera, pero al día siguiente volvía a saltarme clases y me presenté en la puerta de mi casa a eso de las 11 de la mañana.
Durante casi una hora estuve esperando dentro del coche a unos 100 m de la puerta de casa, había dejado el coche aparcado de tal forma que pudiera ver quien entraba y salía de mi casa, pero nadie pudiera sospechar.
Fue aburrida la espera y mientras lo hacía, sentía como el corazón golpeaba con fuerza contra mi pecho, una mezcla de miedo y excitación comenzaba a recorrerme por dentro.
Sentí un fuerte golpe en el pecho cuando lo vi aparecer en una moto y aparcaba justo en frente de mi casa, tal y como recordaba en el video el tipo era muy alto y fuerte, cuando se quitó el casco comprobé no sin cierta sensación de triunfo que era Karel, el negro cubano que se estaba follando a mi madrastra.
Efectivamente el negro llamó a casa y entro en ella tras unos segundos de espera. En ese momento sentí un miedo que casi me paralizaba por completo. El plan era subir a casa en sigilo y grabarlos sin que ellos supieran nada, entraría por la puerta pequeña del garaje y subiría con sigilo hasta su habitación, una vez allí, lo grabaría todo con el móvil sin que ellos se enteraran y después desaparecería de allí, el plan era sencillo y no tenía por qué fallar nada.
Calculé unos 20 minutos y me encaminé hasta la puerta del garaje, la abrí con sigilo y volví a cerrarla. Ya desde la parte de abajo se podía escuchar música que provenía de la primera planta, no entiendo mucho de música latina, pero yo juraría que se trataba de salsa o bachata.
Subí las escaleras que llevan hasta la habitación de mi padre y vi que se encontraba la puerta entreabierta con una tenue luz en su interior. Ya me había descalzado en la parte de abajo, por lo que me encamine con el móvil en la mano preparado para grabar todo lo que allí ocurriera.
Sentía como el corazón golpeaba contra mi pecho con cada paso que me acercaba a la puerta entreabierta de la habitación, cuando llegué al quicio de la puerta me situé en el ángulo oscuro, de tal forma que no pudieran verme si por un casual miraban hacia la puerta.
Observé dentro de la habitación, mi mirada casi por instinto se dirigió a la cama de matrimonio esperando ver allí las figuras desnudas de los dos amantes, pero para mi sorpresa no vi absolutamente nada, intenté escuchar algo en el interior que me hiciera pensar que podrían estar dentro pero la espera también fue en vano.
Dejé caer el móvil al suelo a la vez que emitía un grito de terror, cuando de repente sentí unas manos fuertes y grandes me rodeaban por detrás y me dejaban completamente inmovilizada, intenté zafarme de esa persona que me inmovilizaba, pero no podía, era demasiado fuerte para mí, volví a gritar mientras utilizaba todas mis fuerzas para salir de aquella llave paralizadora..
En ese momento se abrió la puerta de la habitación y allí apareció ella, sonriente y con cara de desprecio, me miraba con mirada altiva…
- No sabías zorrita mal criada que husmear en los ordenadores ajenos, es de muy mal gusto, además de ser un delito…
- ¡Dile que me suelte hija de puta! ¡se lo voy a contar todo a mi padre! ¡hoy es tu último día en esta casa!
Intenté darle a mis palabras toda la seguridad de que era capaz en mi entonación, pero la verdad es que estaba muerta de miedo, me encontraba completamente atrapada y por más que gritara nadie me escucharía, ya que son chalets separados y con muy buen aislante.
- Jajaja, si tu intención era contarlo ya lo habrías hecho… estas aquí por otra cosa, estas aquí porque eres una zorrita curiosa.
- ¡Dile que me suelte de una puta vez zorra!
Mientras intentaba soltarme con todas mis fuerzas, sentía tras de mí el cuerpo de aquel gigante musculado que me inmovilizaba con sus manos y que no me dejaba ni moverme.
- Mira para que veas que soy una madrastra buena, no voy a contarle a tu padre nada de lo que has hecho, y además hoy vas a conocer lo que es un hombre de verdad y no como el marica de tu novio.
En ese momento el negro me introdujo en la habitación cerrando la puerta tras él, yo seguía intentando salir de allí pero era imposible, aquel hombre ni se inmutaba lo más mínimo con mis acometidas, por lo que decidí parar de moverme.
- Estoy segura que te corriste de gusto de ver a Karel el otro día, aunque eres una niñita de papa mal criada y remilgada, seguro que te pusiste como una perrita en celo jejeje.
El negro al ver que no hacía fuerzas dejó de sujetarme las manos y las posó sobre mis caderas manteniéndose pegado a mi cuerpo para evitar que pudiera moverme.
- Si me sueltas ahora, te prometo que no le diré nada de esto a mi padre.
El corazón latía a mil por hora, sentía en mi cuello el aliento de aquel hombre, que se encontraba tan pegado a mí, que podía sentir cada una de las curvas de su cuerpo…
Sus manos estaban ahora sobre mis caderas, y me atraían hacia él de tal forma que todo su paquete presionaba contra mi espalda.
Ese hombre, que tan solo hace unos días, había visto follarse a mi madrastra y que había conseguido hacerme perder el control, se encontraba allí mismo, pegado a mí, con sus manos atrayéndome hacia su cuerpo, haciéndome sentir sobre mi espalda la presión de su enorme paquete.
- Yo creo que ya va siendo hora de que te relajes y disfrutes de algo que seguro que el pánfilo de tu novio no te da…
No sabía que pretendía hacerme, estaba muy asuntada, tengo que reconocer que sentir ese hombre tras de mí, sintiendo la fuerza de su cuerpo, la potencia de sus manos, sabiendo que era la persona me había fascinado hace tan solo unos días, había comenzado a excitarme…
La zorra de mi madrastra lo intuyó lo que en mi interior estaba empezando a suceder y comenzó a desatarme el primer botón del pantalón, yo en ese momento intenté zafarme como pude de nuevo, pero Karel volvió a sujetarme con fuerza quedando nuevamente inmovilizada.
- ¿Qué haces? ¡Déjame en paz zorra!
Soltó los dos primeros botones, seguidamente metió su mano fría en mi rincón más íntimo y sus dedos se colaron en mí rajita, produciéndome un escalofrío que a duras penas pude disimular, los sacó y se los mostró a Karel con sonrisa satisfecha.
- Mira la zorrita esta… ya lo decía yo, esta mojadita perdida.
- ¡Te voy a denunciar! Esto no va a quedar así.
En ese momento sentí el aliento de Karel en mi espalda, comenzó a besarme, a la vez que una de sus manos se había desplazado hasta una de mis pequeñas tetitas y comenzaba a magrearla.
Mi respiración comenzó a acelerarse en aquel momento, estaba atrapada por completo y aquel hombre comenzaba a recorrer con su mano los más íntimos rincones de mi anatomía sin que yo pudiera hacer nada.
- No si al final ya sabía yo que te iba a gustar… no eres más que una zorrita con ganas de polla.
Ella me observaba sin perderse detalle, a pesar de todo lo que me decía, yo seguía resistiéndome como podía, pero la verdad era que mi cuerpo y mi respiración estaban empezando a traicionarme.
- No, por favor… para, déjame ya, te lo pido.
Yo le suplicaba pero el hacía oídos sordos y continuaba magreando cada rincón de mi cuerpo con su mano, a la vez que mordisqueaba con avidez el cuello.
Mi última resistencia terminó cuando su mano se coló entre mi piel y mi braguita y comenzó a acariciar mi rajita que ya estaba completamente empapada.
Volví a gemir por tercera vez, pero en esta ocasión no hubo ni una sola petición para que desistiera… no volví a suplicar, me había rendido y estaba completamente entregada.
Me había rendido y cerré los ojos para evitar cruzar la mirada con mi madrastra que se encontraba frente a nosotros y miraba con una sonrisa triunfal dibujada en su rostro. Mi cuerpo había empezado a dejarse llevar y ya no se encontraba tenso, hecho este que Karel aprovechó para soltarme y poder magrearme con la segunda mano a su antojo.
- Mira como goza la perrita esta. Me imagino que no se lo contaras a tu chico…
Ella seguía disfrutando mientras me humillaba con sus palabras, ni tan siquiera el desprecio con el que me trataba, podía hacerme volver de aquel sueño de lujuria en el que había entrado sin pretenderlo.
Una de sus manos se encargó de arrancar de un fuerte tirón todos los botones que quedaban intactos de mi camisa, mientras con la otra me bajaba los pantalones vaqueros hasta la altura de las rodillas, levantó mi sujetador y dejando mis pechitos al aire sin tan siquiera molestarse en desabrocharlo.
En ese momento sentí un empujón que me hizo caer sobre la cama de matrimonio, quedando tirada sobre ella con la ropa a medio quitar. Él aprovechó para quitarse con tranquilidad la camiseta y el pantalón, mientras yo lo observaba con una mezcla de fascinación y miedo.
No pude evitar mirar su enorme polla que estaba atrapada dentro del boxer blanco y luchaba por liberarse de la presión del calzoncillo, se había endurecido y a duras penas se mantenía dentro.
Me quitó los pantalones con fuerza tirando de ellos mientras yo estaba recostada, acto seguido, de un fuerte tirón arranco un extremo de mi tanguita dejando los restos de la tela enrodada en el muslo, sujetó mis piernas y me atrajo hacia él tirando de mí, hundió sus labios en mi rajita que por aquel entonces ya se había humedecido, sentí como sus labios besaban mi sexo a la vez que su lengua se hundía en mi vagina.
Gemí varias veces al sentir sus labios carnosos en mi sexo, su lengua recorría una y otra vez cada rincón de mi coñito, provocando en mi interior corrientes de húmedo placer.
Casi instintivamente mis manos fueron a posare sobre su cabeza invitándole con mis movimientos a que continuara con su delicioso trabajo, presionaba su cabeza para poder sentir más fuerte la maravillosa sensación de sus labios rozando mi clítoris. Abrí las piernas para facilitarle el trabajo entrelazándolas sobre sus hombros, mis caderas se movían al compás del húmedo roce de su lengua.
Había cerrado los ojos por vergüenza, pero también lo hice porque no decirlo… porque deseaba concentrar todos mis sentidos en la maravillosa sensación de sentir el roce de su lengua en mí sexo. Tras unos instantes los volví a abrir y es en ese momento cuando la vi… mi madrastra se encontraba semidesnuda mirándome y con una videocámara en la mano, grababa toda la escena sin perder detalle, sentí como el corazón se me salía del pecho e intenté levantarme, pero me fue imposible.
Le rogué entre gemidos que dejara de grabar…
- No por favor eso no,
Ella me miraba y mientras cambiaba de posición, se reía de mis súplicas.
- Calla zorrita si es para que tengas un recuerdo del mejor polvo de tu vida.
Dejó la cámara grabando apoyada sobre la mesa de escritorio de papa y se acercó a Karel que seguía comiéndome el coñito, comenzó a susurrarle al oído mientras me miraba con la sonrisa dibujada en su cara.
- Rómpele el coño a esta zorrita ya…
- Métesela hasta el fondo, que se entere de una vez como es un buen polvo.
A pesar de que hablaba en susurros, pude escucharla con claridad. Al escuchar sus palabras, el miedo comenzó a atenazarme de nuevo porque sabía lo que iba a pasar en cualquier momento.
Instintivamente mi cuerpo se tensó al observar como Karel se incorporaba sobre mí y dejaba al descubierto su enorme polla negra y recubierta de venas que se encontraba en todo su esplendor.
La miré y me asusté, intenté retirarme pero esta vez fue Esther la que se colocó a mi lado y me sujetó por las manos, haciendo casi imposible mis movimientos.
- Relájate y disfruta zorrita mal criada, te van a follar como nunca te han follado…
Ella me susurraba al oído mientras Karel refrotaba su capullo gordo contra la entrada de mi rajita. Yo intentaba separarme, asustada por el tamaño de su polla, pero era imposible. Karel levantó mis piernas y las puso a la altura de sus hombros, colocó su polla majestuosa en la entrada de mi coñito y comenzó a empujar muy despacio.
Solo había entrado la punta y ya sentía en mi interior como las paredes de mi vagina se resistían a su empuje. Por un momento ceso de su empeño y escupió en sus dedos, para seguidamente impregnar mi coñito con su saliva.
Mi corazón quería salirse del pecho, sentía una gran excitación, pero el miedo a que me pudiera hacer daño, era algo que no podía superar y me atenazaba.
En ese momento mi madrastra aprovechó que no podía moverme y comenzó a lamer mis pezones, volví a intentar zafarme de ella, con el mismo resultado que los anteriores intentos.
- ¡Déjame ya zorra!
Ella se reía de mis palabras, haciendo oídos sordos a mis peticiones, a la vez que continuaba lamiendo y mordisqueando con avidez mis pechitos.
Mientras tanto Karel seguía tanteándome, mi madrastra intentó besarme, yo retiré la cara repetidas veces con asco, pero ella continuó en su empeño por meterme la lengua en mi boca. Sentía nauseas por algo así y casi me había olvidado del inmenso miembro que estaba a punto de penetrarme.
En ese momento sentí como comenzaba a entrar en mis entrañas, aquella inmensa polla comenzaba a presionar contra las paredes de mi vagina mientras se abría paso de una forma implacable, no pude evitar lanzar un grito de dolor cuando sentí aquel miembro presionar, con tanta fuerza que pensé que me iba a desgarrar por completo.
Mi madrastra me sujeto el rostro y comenzó a besarme, yo intenté evitarlo pero ya me fue imposible, su lengua se había metido en mi boca y había comenzado a juguetear con mi propia lengua.
La presión era insoportable y aquel descomunal miembro parecía que no iba nunca a dejar de entrar, en el mismo instante que mi boca pude quedar libre, volví a gemir de dolor mientras mis manos se agarraban con fuerza a las sabanas de la cama.
Volvía a gritar y a suplicar que parara.
- Por favor para, sal, me duele mucho…
Karel parecía apiadarse de mi pero mi madrastra, por supuesto que no lo iba a hacer.
- ¡No te pares y métesela hasta el fondo a la zorrita esta!
El negro fue obediente y comenzó a moverse, al principio los movimientos eran lentos, como si tuviera miedo de dañarme, pero con forme su excitación iba en aumento comenzó a penetrarme con más y más fuerza.
Sentía como aquel miembro entraba abriéndose paso por mi delicado coñito, la resistencia de las paredes de mi vagina era cada vez menor y por suerte el dolor también comenzaba a desaparecer.
Yo ya había dejado de resistirme y los labios de mi madrastra recorrían a su antojo cada roncón de mi cuerpo, sus dedos largos y estilizados habían comenzado a acariciar mi clítoris, mientras Karel clavaba una y otra vez su poderoso miembro hasta lo más profundo de mi ser.
Sentía asco de mi misma por no resistirme a las caricias de Esther, pero también tengo que decir, aunque me cueste reconocerlo, que hacía un rato que había comenzado a excitarme, ella era una experta y sabía cómo y dónde tocar a una mujer, en ese momento estaba completamente rendida a sus deseos.
El dolor fue desapareciendo y poco a poco fui sintiendo como aquel pollón iba entrando en mi sin dificultad, con forme esto sucedía, mis lamentos de dolor, comenzaron a tornarse en pequeños gemidos ahogados de placer.
Esther se arrodilló ante él y le sacó la polla impregnada de fluidos vaginales de mi coñito, introduciéndola seguidamente en su boca, hizo que me levantara y obedientemente también me arrodillé frente a ella.
- ¡Vamos zorrita ven aquí, vas a tener la oportunidad de comerte una buena polla!
A pesar de que sus palabras seguían siendo hirientes, obedecí y me arrodille junto a Esther que en ese momento tenía una parte de aquel pene enorme metido en tu boca, cuando estuve a su lado lo sacó e hizo que me lo metiera en la boca.
- Toma ya verás cómo te gusta…
Lo sujeté con delicadeza y poco a poco lo introduje en mi boca, no creo que llegara a entrar ni una tercera parte de aquel miembro duro que permanecía frente a nosotras majestuoso. Lo hice como en muchas ocasiones se lo había hecho a mi chico, sujetándolo con delicadeza mientras hacía el vacío con los labios sobre su capullo.
Mi madrastra le lamía la parte que yo no alcanzaba a introducir en mi boca mientras con una mano le estrujaba las pelotas negras. Ella me miraba y sonreía con malicia.
- Mira Karel como le gusta mamar a la putita esta…
El cuerpo de Karel permanecía erguido mientras con su mano derecha empujaba contra mi cabeza invitándome a que siguiera con mi trabajo, mi lengua recorría las sensibles terminaciones de su capullo como tantas otras veces había hecho con una polla que nada tenía que ver con lo que ahora tenía dentro de mi boca.
Sentía como la excitación de Karel iba en aumento ya que su mano presionaba con más fuerza sobre mi cabeza obligándome a metérmela cada vez más profundo.
Mi madrastra comenzó a lamer mucho más cerca de mí, de tal forma que su lengua que hasta hacía un instante lamia la polla de Karel, había conseguido meterse en mi boca y jugueteaba con mi lengua.
Esta vez no dije nada y me dejé hacer, por un instante las dos bocas dejamos al unísono de deleitarnos con aquel miembro majestuoso y comenzaron a besarse, era una sensación extraña sentir los labios de una mujer, sentir su lengua recorriéndote…
No pude evitar lanzar un gemido acompañado de un espasmo cuando sentí sus dedos rozar mi clítoris, comenzó a acariciar mi húmeda rajita que por aquel momento ya llevaba un buen rato chorreando.
- Mira cómo está la zorrita… está deseando que te la vuelvas a follar.
Mientras sus dedos jugueteaban con mi rajita, yo movía las caderas intentando sentir con más fuerza el roce de aquellos dedos que tan hábilmente me estaban derritiendo.
En ese momento Karel se cansó de no ser participe y haciéndome un gesto me tumbó boca abajo, poniéndome de rodillas sobre la cama, me sujete con fuerza a las sábanas mientras Esther agarraba la polla de Karel y comenzaba a rozar con la punta la entrada de mi coñito.
Yo gemía como una autentica perrita en celo, mientras observaba la escena reflejada en el espejo del tocador. Mi madrastra utilizaba la polla como un consolador frotando una y otra vez la entrada de mi coñito mientras se impregnaba de los abundantes fluidos que emanaban de mí interior. Yo movía el culo intentando sentir con más intensidad el roce el roce de su glande en mi sexo.
Por un momento sentí como se detenía y colocaba su polla en la entrada de mi vagina, no pude evitar tensar mi cuerpo y sujetarme con fuerza a la almohada esperando su embestida. Lo sentí entrar despacio, sentí de nuevo las paredes de mi vagina resistirse a semejante miembro, pero en esta ocasión ya no dolía.
La sentí entrar despacio hasta que tras unos instantes Karel lanzó una fuerte embestida que me pilló por sorpresa y que me hizo caer sobre la cama a la vez que lanzaba un desgarrador grito. Toda su enorme polla se había colado casi por completo en mi coñito y a esta primera embestida le siguió otra no menos salvaje.
Sentí como sus fuertes manos me sujetaban las caderas con fuerza y me atraían hacia él sin dificultad, observé su cuerpo musculado en el reflejo del espejo, cada vez que me penetraba sus músculos se tensaban una y otra vez, sentía su polla empujar en mi interior, y mientras se abría paso, yo no paraba de gemir con cada sacudida.
Esther era testigo de todo y permanecía a mi lado acariciando con su mano izquierda mi clítoris a la vez que alentaba a Karel para que no parara de follarme.
Durante unos breves minutos fui una autentica zorrita en celo, dejándome llevar mientras mi boca emitía continuos jadeos, que se mezclaban con los chasquidos de los dos cuerpos chocando.
Me corrí gimiendo y convulsionando a la vez que los dedos de Esther no dejaban de presionar mi clítoris, mis piernas comenzaron a temblar y fue en ese momento cuando Karel saco su miembro de mi interior y mientras mi madrasta se la meneaba con fuerza, descargaba un impresionante chorro de leche sobre mi culo.
Yo quedé recostada boca abajo y ella comenzó a lamer mi culo, rebañando cada gota de aquel líquido cálido y pringoso.
Cuando hubo terminado mi madrastra se levantó y recogió la cámara. Karel se vestía y yo quede inmóvil sobre la cama abrazada a la almohada. Me sentía muy avergonzada aunque tenía que reconocer que había sido una experiencia que para bien o para mal nunca iba a poder olvidar.
Cuando ambos se hubieron vestido abandonaron la habitación, pero antes de marchar Esther volvió sobre sus pasos y con una sonrisa en los labios, me dijo que este siempre sería nuestro secreto inconfesable y que a partir de ahora las dos estábamos unidas por una misma mentira.
Fin…
Quisiera agradecer todos los comentarios tanto si son positivos como negativos y me encantaría conocer vuestras opiniones sobre el relato.
Un saludo